Genesis 11, 1-12

Toda la tierra tenía un solo lenguaje y unas mismas palabras. Pero los hombres, cuando se desplazaron desde oriente, encontraron una llanura en la tierra de Sinar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: ¡Ea! Vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos al fuego. Y el ladrillo les sirvió de piedra y el betún de argamasa. Dijeron después: Vamos a edificarnos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue hasta el cielo, y hagámonos un nombre famoso, para no ser dispersados sobre la haz de toda la tierra. Bajó Yahvéh a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hijos de los hombres, y dijo Yahvéh: He aquí que todos ellos forman un solo pueblo y hablan un solo lenguaje; si éste es el comienzo de su empresa, ya nada los detendrá de cuanto han decidido hacer. ¡Ea! Bajemos y confundamos allí su habla, de modo que unos no comprendan el lenguaje de los otros. Y de allí los dispersó Yahvéh por la haz de toda la tierra, y cesaron de edificar la ciudad. Por esto se la llamó Babel, porque allí confundió Yahvéh el habla de toda la tierra, y de allí los dispersó por la superficie de toda la tierra. Éstas son las generaciones de Sem: era Sem de cien años cuando engendró a Arpaksad, dos años después del diluvio. Tenía Sem, después de haber engendrado a Arpaksad, quinientos años; y engendró hijos e hijas. Tenía Arpaksad treinta y cinco años cuando engendró a Sélaj.
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