Genesis 17, 9-19

Siguió Dios hablando a Abraham: Tú, por tu parte, guardarás mi alianza: tú, y tu descendencia después de ti, por sus generaciones. Ésta es mi alianza, que habréis de guardar, entre mí y vosotros, y tu posteridad después de ti: todo varón de entre vosotros será circuncidado. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será ésta la señal de la alianza entre mí y vosotros. A los ocho días de nacido, todo varón de entre vosotros será circuncidado a lo largo de vuestras generaciones; tanto el nacido en casa como el comprado con dinero a cualquier extranjero que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado tanto el que ha nacido en tu casa como el comprado con tu dinero; así mi alianza en vuestra carne será alianza perenne. El incircunciso, el varón del que no se haya circuncidado la carne del prepucio, este hombre será extirpado de su pueblo: violó mi alianza. Dijo Dios a Abraham: A Saray, tu mujer, no la llamarás más Saray, sino que su nombre será Sara. Yo la bendeciré, y de ella también te daré un hijo; la bendeciré y se convertirá en madre de naciones, y reyes de pueblos saldrán de ella. Cayó Abraham rostro en tierra y se echó a reír, diciéndose en su corazón: ¿A un hombre de cien años le nacerá un hijo? ¿Dará a luz Sara a los noventa años? Y dijo a Dios: ¡Si siquiera Ismael viviera delante de ti! Respondió Dios: ciertamente, Sara, tu mujer, te dará a luz un hijo, al que llamarás Isaac, y con él estableceré mi alianza como alianza perpetua para su posteridad después de él.
Ver contexto