Genesis 6, 1-12

Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas y tomaron para sí por mujeres de entre todas ellas las que bien quisieron. Dijo entonces Yahvéh: No permanecerá mi espíritu en el hombre para siempre, puesto que él es pura carne. Ciento veinte años serán sus días. Había gigantes en la tierra por aquellos días, y también después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y ellas les dieron hijos. Éstos son los héroes que fueron desde muy antiguo hombres famosos. Viendo Yahvéh que era grande la maldad del hombre sobre la tierra, y que todo el designio de su corazón tendía siempre y únicamente al mal, se arrepintió Yahvéh de haber hecho al hombre en la tierra, se dolió en su corazón, y dijo: Exterminaré de la haz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta los animales domésticos, y hasta los reptiles y las aves del cielo, pues me pesa de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahvéh. Ésta es la historia de Noé. Fue Noé varón justo y perfecto entre los de su generación: Noé caminaba con Dios. Y engendró Noé tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Pervirtióse la tierra ante Yahvéh y se llenó de violencia. Miró Dios a la tierra, y vio que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.
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