Mateo 3, 1-13

En aquellos días se presenta Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea. Decía: Convertíos. porque el reino de los cielos está cerca. Juan es el anunciado por el profeta Isaías cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: «Preparad el camino del Señor, haced rectas sus sendas». Juan llevaba un vestido de pelo de camello con un ceñidor de cuero a la cintura: su alimento consistía en langostas y miel silvestre. Jerusalén, Judea entera y toda la región del Jordán acudían a él. y él los bautizaba en el río Jordán al confesar ellos sus pecados. Pero al ver que venían al bautismo muchos fariseos y saduceos, les dijo: Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir del inminente castigo? ¡A ver si dais frutos propios de conversión! Y no os hagáis ilusiones diciendo en vuestro interior: ¡Tenemos por padre a Abraham! Porque os aseguro que poderoso es Dios para sacar de estas piedras hijos de Abraham. Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles. Y todo árbol que no da fruto bueno será cortado y arrojado al fuego. Yo os bautizo con agua para la conversión. Pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y ni siquiera soy digno de llevarle las sandalias; él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Tiene el bieldo en la mano y limpiará su era; recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará en un fuego que no se apaga. Entonces Jesús llega de Galilea al Jordán, y se presenta a Juan para que lo bautice.
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