I Macabeos 13, 49-51

Los de la acrópolis de Jerusalén, como no podían moverse libremente por la región, sin comprar ni vender, padecían mucha hambre, y bastantes de ellos habían perecido por inanición. Clamaron a Simón que hiciera con ellos la paz y Simón se la concedió. Los expulsó de allí y purificó de profanaciones la acrópolis. El día veintitrés del segundo mes del año ciento setenta y uno, hicieron su entrada en ella, con aclamaciones y palmas, al son de cítaras, platillos y arpas, con himnos y cantos, porque el mayor enemigo había sido vencido y expulsado de Israel.
Ver contexto