Romanos  1, 8-15

En primer lugar, doy gracias a mi Dios por medio de Jesucristo; lo hago por todos vosotros, porque vuestra fe se proclama en todo el mundo. Pues Dios, a quien sirvo en mi espíritu anunciando el Evangelio de su Hijo, me es testigo de que me acuerdo incesantemente de vosotros, rogándole siempre en mis oraciones que, si es su voluntad, encuentre algún día la ocasión propicia para ir a vosotros. Pues tengo ganas de veros, para comunicaros algún don espiritual que os fortalezca; para compartir con vosotros el mutuo consuelo de la fe común: la vuestra y la mía. No quiero que ignoréis, hermanos, que muchas veces me he propuesto ir a visitaros —aunque hasta el momento me lo han impedido—; mi propósito era obtener algún fruto entre vosotros, como lo he obtenido entre los demás gentiles. Me siento deudor de griegos y bárbaros, de sabios e ignorantes; de ahí mi propósito de anunciaros el Evangelio también a vosotros, los que estáis en roma.
Ver contexto