Eclesiástico 1, 1-10

PRÓLOGO

La Ley, los Profetas y los Escritos que les siguieron nos han transmitido muchas e importantes enseñanzas, que hacen a Israel digno de elogio por su instrucción y sabiduría. Ahora bien, no basta con que los lectores se hagan sabios; es necesario también que, como expertos, puedan ayudar a los de fuera, tanto de palabra como por escrito. Por eso, mi abuelo Jesús, después de haberse dedicado asiduamente a la lectura de la Ley, los Profetas y los otros escritos de los antepasados, y de haber adquirido un gran dominio sobre ellos, se propuso escribir sobre temas de instrucción y sabiduría. Su objetivo era que los deseosos de aprender aceptaran sus enseñanzas y pudieran progresar, llevando una vida más acorde con la ley. Quedáis, pues, invitados a leer este libro con benevolencia y atención, así como a ser indulgentes allí donde os parezca que, a pesar de nuestros denodados esfuerzos de interpretación, no hemos acertado en la traducción de algunas expresiones. Es evidente que las cosas dichas en hebreo no tienen la misma fuerza cuando se traducen a otra lengua. Esto sucede no solo en este libro, también con la Ley, los Profetas y los otros Escritos, que presentan notables diferencias respecto a sus originales. El año treinta y ocho del rey Evergetes llegué a Egipto, donde fijé mi residencia por un tiempo. Durante mi estancia allí encontré un ejemplar de abundante y no despreciable doctrina, y me sentí obligado a emprender la traducción de este libro con empeño y diligencia. Durante este período he dedicado muchas horas de vigilia y trabajo hasta poder terminar y publicar el libro, para uso de aquellos que, viviendo en el extranjero, desean aprender y reformar sus costumbres para vivir conforme a la ley.
(1) ° Toda sabiduría viene del Señor | y está con él por siempre. La arena de los mares, las gotas de la lluvia | y los días del mundo, ¿quién los contará? La altura de los cielos, la anchura de la tierra | y la profundidad del abismo, ¿quién las escrutará? Antes que todo fue creada la sabiduría, | y la inteligencia prudente desde la eternidad. La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas | y sus canales son mandamientos eternos. La raíz de la sabiduría, ¿a quién fue revelada? | y sus recursos, ¿quién los conoció? La ciencia de la sabiduría, ¿a quién fue revelada? | y su mucha experiencia, ¿quién la conoció? Uno solo es sabio, temible en extremo: | el que está sentado en su trono. El Señor mismo creó la sabiduría, la vio, la midió | y la derramó sobre todas sus obras. Se la concedió a todos los vivientes | y se la regaló a quienes lo aman. | El amor del Señor es sabiduría digna de honor; | a los que se revela, se la distribuye para que lo vean.
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