Zacarías 11, 4-14

° «Esto dice el Señor mi Dios: Apacienta las ovejas de matanza, esas que ellos compran y matan sin escrúpulos; sus compradores decían: “¡Bendito el Señor que me ha hecho rico!”. Pero los pastores no se compadecieron de ellas. Pues ya no volveré a compadecerme de los habitantes del país —oráculo del Señor—. Mirad: voy a entregar a todos y cada uno en manos de su vecino y de su rey, que arrasarán el país, y no los libraré de sus manos. Apacenté las ovejas de matanza para los tratantes de ovejas; tomé dos cayados: a uno llamé Bondad y al otro Concordia; y apacenté a las ovejas. Eliminé a tres pastores en un mes, pues me harté de ellos y ellos de mí». Y dije: «Ya no os apacentaré más; la que tenga que morir, que muera, y la que tenga que desaparecer, que desaparezca; y las que queden, que se coman unas a otras». Tomé el cayado Bondad y lo partí, para romper el acuerdo que había contraído con todos los pueblos. Aquel día quedó roto, y los tratantes de ovejas que me observaban se dieron cuenta de que era el que había hablado. Y les dije: «Si os parece bien, pagadme mi salario; si no, dejadlo». Y contaron mi salario: treinta monedas de plata. Me dijo el Señor: «Echa al tesoro el valioso precio en que me han tasado». Cogí las treinta monedas de plata y las eché en el tesoro del templo. Rompí el segundo cayado, Concordia, para deshacer la hermandad entre Judá e Israel.
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