I Macabeos 3, 3-9

El extendió la gloria de su pueblo y se revistió de la coraza como un héroe; se ciñó sus armas de guerra y libró batallas, protegiendo al ejército con su espada. Fue como un león por sus hazañas, como un cachorro que ruge ante su presa. Persiguió implacablemente a los impíos y entregó a las llamas a los perturbadores de su pueblo. Los impíos se acobardaron ante él, temblaron todos los que hacían el mal, y gracias a él se logró la salvación. Puso en aprieto a muchos reyes, alegó a Jacob con sus proezas, y su memoria será eternamente bendecida. Recorrió las ciudades de Judá, exterminó de ellas a los impíos y apartó de Israel la ira de Dios. Su fama llegó hasta los confines de la tierra, y congregó a los que estaban a punto de perecer.
Ver contexto