Josué 17, 1-13

También a la tribu de Manasés le tocó en suerte una parte del territorio, porque él era el primogénito de José. Pero Maquir, primogénito de Manasés y padre de Galaad, como era un hombre belicoso, ya había recibido la región de Galaad y la de Basán, y por eso la suerte correspondió a los otros clanes de los hijos de Manasés, a saber: a los hijos de Abiézer, a los hijos de Jelec, a los hijos de Asriel, a los hijos de Sequém, a los hijos de Semidá. Estos eran los hijos varones de Manasés, hijo de José, con sus respectivos clanes. Pero Selofjad -hijo de Jéfer hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés- no tenía hijos varones. Sus hijas se llamaban: Majlá, Noá, Joglá, Milcá y Tirsá. Estas se presentaron al sacerdote Eleazar, a Josué hijo de Nun, y a los jefes, y les dijeron : "El Señor ordenó a Moisés que nos diera una herencia entre nuestros hermanos". Y conforme a la orden del Señor, se les dio una herencia entre los hermanos de su padres. Así Manasés obtuvo en suerte diez porciones de territorio, además de la región de Galaad y de Basán, que está al otro lado del Jordán, ya que las hijas de Manasés recibieron una herencia entre sus hijos. La región de Galaad pertenecía a los otros hijos de Manasés. La frontera de Manasés, por el lado de ser, era Micmetat, que está enfrente de Siquem; luego seguía hacia el sur, hasta Iasib, la fuente de Tapúaj. El territorio de Tapúaj pertenecía a Manasés, mientras que Tapúaj -en los límites de Manasés- pertenecía a los efraimitas. Luego la frontera bajaba al torrente de Caná e iba a terminar en el mar. Al sur del torrente hay unas ciudades de Efraím en medio de las ciudades de Manasés, y el territorio de Manasés se encuentra al norte del torrente. Al sur el territorio pertenecía a Efraím y al norte a Manasés; el mar les servía de frontera, y lindaban con Aser por el norte, y con Isacar por el este. Además, Manasés tenía en Isacar y en Aser a Bet Seán, Ibleam y Dor, con sus respectivas ciudades dependientes; y a los habitantes de En Dor, de Taanac y de Meguido -las tres alturas- con sus respectivas ciudades dependientes. Los hijos de Manasés no lograron conquistar esas ciudades, y los cananeos pudieron permanecer en aquella región. Pero después, cuando los israelitas se hicieron más fuertes, obligaron a los cananeos a pagar tributo, aunque no llegaron a desposeerlos.
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