I Samuel 5, 10-12

Entonces mandaron el arca de Dios a Acarón. Pero, en cuanto entró el arca de Dios en Acarón, los acaronitas se pusieron a gritar: “Han traído aquí el arca del Dios de Israel para que nos mate a todos, a nosotros y a nuestro pueblo.” Y convocaron a todos los príncipes de los filisteos, que dijeron: “Devolved el arca del Dios de Israel; que vuelva a su sitio, para que no nos mate a nosotros y a nuestro pueblo”; pues había en toda la ciudad un terror mortal, y la mano de Dios pesaba sobre ella muy fuertemente." Los que no morían eran heridos de hemorroides, y los desesperados gritos de la ciudad subían hasta el cielo.
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