II Reyes  16, 10-18

El rey Ajaz fue a Damasco para ver a Teglatfalasar, rey de Asiría, y, habiendo visto el altar que había en Damasco, mandó luego al sacerdote Urías el modelo y la forma exacta del altar. El sacerdote Urías construyó uno, ajustándose al modelo enviado de Damasco por el rey Ajaz, acabándole antes de que Ajaz volviese de Damasco. Llegado de Damasco, vio el rey el altar, y, acercándose, subió a él;" hizo quemar en él su ofrenda y su holocausto, y libó en el sus libaciones y derramó en él la sangre de sus sacrificios eucarísticos. Quitó de ante la casa el altar de bronce que había ante Yahvé, para que no estuviese entre el nuevo altar y la casa de Yahvé, y le puso cerca del nuevo altar, hacia el norte. El rey Ajaz dio al sacerdote Urías esta orden: “Quema en el gran altar el holocausto de la mañana y la ofrenda de la tarde, el holocausto del rey y su ofrenda, el holocausto de todo el pueblo y sus ofrendas; derrama en él sus libaciones y la sangre de todos los holocaustos y todos los sacrificios. Del altar de bronce ya dispondré yo.” El sacerdote Urías hizo en todo conforme a lo que el rey Ajaz le había mandado, y el rey Ajaz rompió los tableros de las basas y quitó las fuentes que había sobre ellas. Quitó el mar de encima de los toros de bronce, que estaban debajo, y le colocó sobre un solado de piedra;" y para agradar al rey de Asiría, mudó de la casa de Yahvé el pórtico del sábado que se había construido en ella, y la entrada exterior del rey.
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