II Samuel  5, 12-20

Conoció David que Yahvé le había confirmado rey de Israel y que realzaba su reino por amor de Israel, su pueblo. Tomó David más concubinas y mujeres en Jerusalén después de venir de Hebrón, y le nacieron hijos e hijas. He aquí los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Jibjar, Eliua, Nefeg, Jafia, Elisama, Elijada y Elifelet. Cuando los filisteos supieron que David había sido ungido rey de todo Israel, subieron todos en busca suya, y David, que lo supo, bajó a la fortaleza. Los filisteos hicieron una incursión en el valle de Refaím, y David consultó a Yahvé, diciendo: “¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?” Y Yahvé dijo a David: “Sube, pues de cierto los entregaré en tus manos.” Vino, pues, David a Baal Parasim, donde los derrotó, y dijo: “Yahvé ha roto a mis enemigos como rompen las aguas.” Por eso se dio a aquel lugar el nombre de Baal Parasim.
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