Deuteronomio  21, 5-17

Entonces vendrán los sacerdotes, hijos de Leví, porque a ellos los eligió Yahvé, tu Dios, para que le sirvan y para bendecir el nombre de Yahvé, y por su palabra ha de decidirse toda contestación y toda percusión. Y se llegarán todos los ancianos de la ciudad que esté más cerca del muerto y lavarán sus manos sobre la becerra degollada en el valle, y responderán: “No han derramado nuestras manos esta sangre ni lo han visto nuestros ojos;" expía a tu pueblo Israel, a quien redimiste, ¡oh Yahvé!, y no imputes la sangre inocente a tu pueblo Israel.” Y la sangre les será perdonada. Así quitarás de en medio de ti la sangre inocente y harás lo que es recto a los ojos de Yahvé.” “Cuando hagas la guerra a los pueblos enemigos y Yahvé, tu Dios, te los dé en tus manos y hagas cautivos, si entre ellos vieres a una mujer hermosa y la deseas, la tomarás por mujer, la entrarás en tu casa, y ella se raerá la cabeza y se cortará las uñas, y, quitándose los vestidos de su cautividad, quedará en tu casa; llorará a su padre y a su madre por tiempo de un mes; después entrarás a ella y serás su marido, y ella será tu mujer." Si después te desagradare, le darás la libertad y no la venderás por dinero ni la maltratarás, pues tú la humillaste.” “Cuando un hombre tenga dos mujeres, la una amada, la otra aborrecida, si la amada y la aborrecida le dieran hijos y el primogénito fuera de la aborrecida, el día en que distribuya sus bienes entre sus hijos no podrá dar a los hijos de la amada el derecho de primogenitura con preferencia al de la aborrecida si éste es el primogénito;" mas habrá de reconocer por primogénito al hijo de la aborrecida, dándole de sus bienes dos tantos, porque es el primogénito de su robustez, y suyo es el derecho de la primogenitura.”
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