Eclesiástico 7, 1-40

No hagas el mal y no te cogerá. Apártate de la iniquidad y se alejará de ti. Hijo, no siembres en surcos de injusticia, y no la cosecharás al séptuplo. No pidas al Señor un puesto de gobierno, ni al rey una silla de honor. No te justifiques ante el Señor y no alardees de sabio ante el rey. No busques ser hecho juez, no sea que no tengas fuerzas para reprimir la iniquidad, no sea que te acobardes en presencia del poderoso y tropiece en ello tu rectitud. No ofendas a la muchedumbre y no te arrojes en medio de ella. No te ates dos veces con el pecado, porque ya de la primera vez no saldrás impune. No seas impaciente en tu oración, ni tardo en hacer limosna. No digas: “Dios mirará mis muchas ofrendas, y cuando yo ofrezca sacrificios al Dios altísimo, El los aceptará.” No te burles del afligido, porque hay uno que humilla y ensalza. No levantes falso testimonio a tu hermano, ni lo hagas tampoco a tu amigo. Guárdate de mentir y de añadir mentiras a mentiras, que eso no acaba en bien, No seas hablador en asamblea de ancianos ni multipliques en tu oración las palabras. No aborrezcas la labor por trabajosa, ni la agricultura, que es cosa del Altísimo. No te juntes con pecadores, acuérdate de que la cólera no tarda. Humilla mucho tu alma, porque el castigo del impío será el fuego y el gusano. No cambies un amigo por dinero, ni un hermano querido por el oro de Ofir. No te apartes de la mujer discreta y buena, porque vale su gracia más que el oro. No maltrates al siervo que trabaja lealmente, ni al jornalero que te entrega su esfuerzo. Ama al siervo inteligente, no le niegues la libertad. ¿Tienes rebaños? Cuida de ellos. Pues te son útiles, guárdalos. ¿Tienes hijos? Instruyelos, doblega desde la juventud su cuello. ¿Tienes hijas? Vela por su honra y no les muestres un rostro demasiado jovial. Gasa a tu hija, y habrás hecho un gran bien dándola a un marido sensato. ¿Tienes mujer según tu corazón? No la repudies dándote a una odiosa rival. De todo corazón honra a tu padre y no olvides los dolores de tu madre. Acuérdate de que les debes la vida. ¿Cómo podrás pagarles lo que han hecho por ti? Con toda tu alma honra al Señor y reverencia a los sacerdotes. con todas tus fuerzas ama a tu Hacedor y no abandones a sus ministros. Teme al Señor y honra al sacerdote, y dale la porción que te está mandada; las primicias y la ofrenda por el pecado," la espalda reservada, el sacrificio expiatorio y las primicias consagradas. Alarga al pobre tu mano, para que seas cumplidamente bendecido. Haz el bien a todo viviente, y al muerto no le niegues tus piedades. No te alejes del que llora, llora con quien llora. No seas perezoso en visitar a los enfermos, porque por ello serás amado, En tus obras acuérdate de tus postrimerías y no pecarás jamás.
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