Exodo  12, 19-48

Por siete días no habrá levadura en vuestras casas, y quien coma pan fermentado será borrado de la congregación de Israel, sea extranjero o indígena. No comeréis pan fermentado; en todas vuestras moradas se comerán panes ázimos.” Convocó Moisés a todos los ancianos de Israel y les dijo: “Tomad del rebaño para vuestras familias e inmolad la Pascua. Tomando un manojo de hisopo, lo mojáis en la sangre del cordero, untáis con ella el dintel y los dos postes, y que nadie salga fuera de la puerta de su casa hasta mañana, pues pasará Yahvé por Egipto para castigarle, y viendo la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará de largo por vuestras puertas y no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir. Guardaréis este rito perpetuo para vosotros y para vuestros hijos, y cuando hayáis entrado en la tierra que Yahvé os dará, según su promesa, guardaréis este rito. Cuando os pregunten vuestros hijos: ¿Qué significa para vosotros este rito?, les responderéis: Es el sacrificio de la Pascua de Yahvé, que pasó de largo por las casas de los hijos de Israel en Egypto cuando hirió a Egipto, salvando nuestras casas.” El pueblo se prosternó y adoró. Los hijos de Israel fueron e hicieron lo que Yahvé había mandado a Moisés y a Aarón. En medio de la noche mató Yahvé a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón, que se sienta sobre su trono, hasta el primogénito del preso en la cárcel, y a todos los primogénitos de los animales. El faraón se levantó de noche, él, todos sus servidores y todos los egipcios, y resonó en Egipto un gran clamor, pues no había casa donde no hubiera un muerto. Aquella noche llamó el faraón a Moisés y a Aarón y les dijo: “Id, salid de en medio de nosotros, vosotros y los hijos de Israel, e id a servir a Yahvé, como habéis dicho. Llevad vuestras ovejas y vuestros bueyes, como habéis pedido; id os y dejadme.” Los egipcios apremiaban al pueblo, dándoles prisa para que salieran de su tierra, pues decían: “Vamos a morir todos.” Tomó, pues, el pueblo la masa antes de que fermentara y, envolviendo en sus mantos las artesas que la contenían, se las echaron al hombro. Los hijos de Israel habían hecho lo que les dijera Moisés, y habían pedido a los egipcios objetos de plata y oro y vestidos. Yahvé hizo que hallaran gracia a los ojos de los egipcios, que accedieron a la petición, y se llevaron aquéllos los despojos de Egipto. Partieron los hijos de Israel de Ramesés para Sucot en número de unos seiscientos mil infantes, sin contar los niños. Subía, además, con ellos una gran muchedumbre de toda suerte de gentes y muchas ovejas y bueyes y muy gran número de animales. Cocieron bajo la ceniza la masa que habían sacado de Egipto, e hicieron panes ácimos, pues la masa no había podido fermentar, por la mucha prisa que para salir les daban, y ni para comer pudieron preparar nada. La estancia de los hijos de Israel en Egipto duró cuatrocientos treinta años. En aquel mismo día salieron de la tierra de Egipto todos los ejércitos de Yahvé. Aquella noche en que salvó Yahvé a Israel y le sacó de la tierra de Egipto, será noche de vigilias a Yahvé, y con vigilias a Yahvé las celebrarán todos los hijos de Israel por todas sus generaciones. Dijo Yahvé a Moisés y a Aarón: “Esta es la ley de la Pascua. No la comerá ningún extranjero. Al siervo comprado al precio de plata le circuncidarás y la comerá;" pero el adventicio y el mercenario no la comerán. Se comerá toda en casa, y no sacaréis fuera de ella nada de sus carnes, ni quebrantaréis ninguno de sus huesos. Toda la asamblea de Israel comerá la Pascua. Si alguno de los extranjeros que habite contigo quisiera comer la Pascua de Yahvé, deberá circuncidarse todo varón en su casa, y entonces podrá comerla, como si fuera indígena; pero ningún incircunciso podrá comerla."
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