Exodo  9, 6-13

Hízolo Yahvé al día siguiente. Pereció todo el ganado de los egipcios, y no murió un solo animal de los ganados de los hijos de Israel. El faraón se informó, y ni un animal de los ganados de los hijos de Israel había muerto. Pero el corazón del faraón se endureció y no dejó ir al pueblo. Yahvé dijo a Moisés y Aarón: “Tomad un puñado de ceniza del horno, y que la tire Moisés hacia el cielo, a la vista del faraón, para que se convierta en un polvo fino sobre toda la tierra de Egipto y produzca en toda la tierra de Egipto a hombres y a animales pústulas eruptivas y tumores.” Tomaron la ceniza del horno y se presentaron al faraón. Moisés la tiró hacia el cielo, y se produjeron en hombres y animales pústulas y tumores. Los magos no pudieron continuar en presencia de Moisés, porque les salieron tumores, como a todos los egipcios. Y Yahvé endureció el corazón del faraón, que no escuchó a Moisés y a Aarón, como Yahvé se lo había dicho a Moisés. Dijo Yahvé a Moisés: “Levántate temprano, preséntate al faraón y dile: “Así habla Yahvé, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo a que me dé culto,
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