II Corintios 2, 1-17

He hecho propósito de no ir otra vez a vosotros en tristeza. Porque si yo os contristo, ¿quién va a ser el que a mí me alegre sino aquel que por mí se entristeció? Y esto mismo os escribí para que cuando vaya no tenga que entristecerme de lo que debiera alegrarme, confiando en todos vosotros, pues mi gozo es también el vuestro. Os escribí en medio de una gran tribulación y ansiedad de corazón con muchas lágrimas, no para que os entristezcáis, sino para que conozcáis el gran amor que os tengo. Si alguno me contristó, no me contristó a mí, sino, en cierto modo para no exagerar, a todos vosotros. Bástele a ése la corrección de los más, pues casi habríamos de perdonarle y consolarle, para que no se vea consumido por excesiva tristeza. Por eso os ruego que públicamente le ratifiquéis vuestra caridad, pues para esto os escribí, a fin de conocer vuestra virtud y vuestra obediencia. Y al que vosotros algo perdonéis, también le perdono yo, pues lo que yo perdono, si algo perdono, por amor vuestro lo perdono en la presencia de Cristo, para no ser víctimas de los ardides de Satanás, ya que no ignoramos sus propósitos. Habiendo ido a Tróade para anunciar el evangelio de Cristo, no obstante hallar una puerta abierta en el Señor, no hallé sosiego para mi espíritu por no haber encontrado allí a Tito, mi hermano; y despidiéndome de ellos, partí para Macedonia." Sean dadas gracias a Dios, que en todo tiempo nos hace triunfar en Cristo, y por nosotros manifiesta en todo lugar el aroma de su conocimiento;" porque somos para Dios el buen olor de Cristo, en los que se salvan y en los que se pierden;" en éstos olor de muerte para muerte, en aquéllos olor de vida para vida. Y para esto, ¿quién es suficiente? Porque no somos como muchos, que trafican con la palabra de Dios, sino que sinceramente, como de Dios, hablamos delante de Dios en Cristo.
Ver contexto