Jeremías  25, 3-13

Desde el año trece de Josías, hijo de Ammón, rey de Judá, hasta el día de hoy, veintitrés años ya, he recibido la palabra de Yahvé, y os la he predicado pronto y reiteradamente, y no habéis escuchado. Os envió Yahvé todos sus siervos los profetas una y otra vez, y tampoco escuchasteis, no les disteis oídos cuando decía: Convertios de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras, y habitaréis la tierra que Yahvé os dio a vosotros y a vuestros padres por eternidad de eternidades. No os vayáis tras de los dioses ajenos para servirles y adorarlos. No provoquéis mi cólera con las obras de vuestras manos, y no vendrá el mal sobre vosotros. Pero no me escuchasteis — oráculo de Yahvé — , provocándome con las obras de vuestras manos para vuestro mal. Por eso, así dice Yahvé de los ejércitos: Porque no habéis escuchado mis palabras, he aquí que convocaré todas las tribus del aquilón — oráculo de Yahvé — , a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y los haré venir contra esta tierra, y contra sus habitantes, y contra todas las naciones que la rodean, y los destruiré y los convertiré en desolación, objeto de burla y en ruinas eternas. Haré desaparecer de ellos los cantos de alegría, las voces de gozo, el canto del esposo y el canto de la esposa, el ruido de la muela y el resplandor de las antorchas. Y toda esta tierra será ruina y desolación, y servirán las gentes estas al rey de Babilonia setenta años. Y al cabo de setenta años, yo pediré cuentas al rey de Babilonia y a la nación aquella — oráculo de Yahvé — de sus maldades, y a la tierra de los caldeos, y la convertiré en eterna desolación. Y haré venir sobre aquella tierra todo lo que anuncié, todo lo que está escrito en este libro, lo que profetizó Jeremías contra todos los pueblos.
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