Juan  12, 1-14

Seis días antes de la Pascua vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dispusieron allí una cena; y Marta servía, y Lázaro era de los que estaban a la mesa con El." María, tomando una libra de ungüento de nardo legítimo, de gran valor, ungió los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos, y la casa se llenó de olor del ungüento. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que había de entregarle, dijo: ¿Por qué este ungüento no se vendió en trescientos denarios y se dio a los pobres? Esto decía, no por amor a los pobres, sino porque era ladrón, y, llevando él la bolsa, hurtaba de lo que en ella echaban. Pero Jesús dijo: Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura." Porque pobres siempre los tenéis con vosotros, pero a mi no me tenéis siempre. Una gran muchedumbre de judíos supo que estaba allí, y vinieron, no sólo por Jesús, sino por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los príncipes de los sacerdotes habían resuelto matar a Lázaro, pues por él muchos judíos iban y creían en Jesús. Al día siguiente, la numerosa muchedumbre que había venido a la fiesta, habiendo oído que Jesús llegaba a Jerusalén, tomaron ramos de palmeras y salieron a su encuentro gritando: ¡Hosanna! Bendito el que viene en nombre del Señor, y el Rey de Israel. Habiendo Jesús encontrado un burro, montó sobre él, según está escrito:
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