Levítico 21, 10-15

El sumo sacerdote, de entre sus hermanos, sobre cuya cabeza se derramó el óleo de la unción, a quien se le llenó la mano para vestirse las vestiduras sagradas, no desnudará su cabeza, no rasgará su vestido, ni se acercará a ningún muerto, ni se contaminará ni por su padre ni por su madre. No se saldrá del santuario, ni profanará el santuario de su Dios, pues el óleo de la unción de su Dios es corona suya. Yo, Yahvé. Tomará virgen por mujer, no viuda, ni repudiada, ni desflorada, ni prostituida. Tomará una virgen de las de su pueblo, y no deshonrará su descendencia en medio de su pueblo, porque yo soy Yahvé, quien le santifico.”
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