Marcos 11, 12-21

A la mañana siguiente, saliendo de Betania, sintió hambre. Viendo de lejos una higuera, se fue por si encontraba algo en ella, y, llegándose a ella, no encontró sino hojas, porque no era tiempo de higos. Tomando la palabra, dijo: Que nunca jamás coma ya nadie fruto de ti. Los discípulos le oyeron. Llegaron a Jerusalén y, entrando en el templo, se puso a expulsar a los que allí vendían y compraban, y derribó las mesas de los cambistas y los asientos de los vendedores de palomas;" no permitía que nadie transportase fardo alguno por el templo, y les enseñaba y decía: ¿No está escrito: “Mi casa será casa de oración para todas las gentes”? Pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones. Llegó todo esto a oídos de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y buscaban cómo perderle; pero le temían, pues toda la muchedumbre estaba maravillada de su doctrina." Cuando se hizo tarde, salió de la ciudad. Pasando de madrugada, vieron que la higuera se había secado de raíz. Acordándose Pedro, le dijo: Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
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