Numeros  6, 7-11

no se contaminará ni por su padre, ni por su madre, ni por su hermano, ni por su hermana, si muriesen; porque lleva sobre su cabeza la consagración a su Dios." Todo el tiempo de su nazareato está consagrado a Yahvé. Si ante él muriese alguno repentinamente, manchándose así su cabeza consagrada, se raerá la cabeza en el día de su purificación; se la raerá el séptimo día," y al octavo presentará al sacerdote dos tórtolas o dos pichones a la entrada del tabernáculo de la reunión. El sacerdote ofrecerá uno en sacrificio por el pecado y otro en holocausto, haciendo por él la expiación de su pecado por el muerto.
Ver contexto