Proverbios 5, 10-14

para que no disfruten extraños de tu hacienda y vayan tus trabajos a casa de otro, y al fin tengas que llorar cuando veas consumidos tu carne y tu cuerpo, y hayas de exclamar: Ay de mí, que odié la disciplina y no di oídos a los que me adoctrinaban! No escuché la voz de los que me educaban y no di oídos a los que me enseñaban. Por poco no he llegado al extremo de mis males en medio del consejo de la asamblea.
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