Salmos 18, 5-17

Ya me rodeaban las olas de la muerte l0 y me aterrorizaban los torrentes de “belial”;" me aprisionaban las ataduras del seol, me habían sorprendido las redes de la muerte. Y en mi angustia invoqué a Yahvé y lancé hacia mi Dios el ynto. El oyó mi voz desde su palacio, y mi clamor llegó a sus oídos. Conmovióse y tembló la tierra, vacilaron los fundamentos de los montes, se estremecieron ante Yahvé airado. Subía cíe sus narices humo, y de su boca fuego abrasador, carbones por El encendidos. Abajó los cielos y descendió, negra nube tenía bajo sus pies. Subió sobre los querubes y voló; voló sobre las alas de los vientos." Hizo de las tinieblas un velo, formando en torno * a sí su tienda: calígine acuosa, densas nubes. Ante el resplandor de su faz, las nubes se deshicieron: granizo y centellas de fuego. Tronó Yahvé desde los cielos, el Altísimo hizo sonar su voz. Lanzóles sus saetas y los desbarató, fulminó rayos y los consternó. Y aparecieron arroyos de aguas, y quedaron al descubierto los fundamentos del orbe ante la ira increpadora de Yahvé, ante el soplo del huracán de su furor. Y extendió desde lo alto su mano, y me cogió, me sacó de la muchedumbre de las aguas.
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