Salmos 31, 11-13

Mi vigor enflaquece por la aflicción, y mis huesos se consumen. Soy el oprobio de todos mis opresores, objeto de terror para mis vecinos y de espanto para cuantos me conocen. Los que me ven en la calle, huyen de mí. Como muerto he sido olvidado en los corazones, soy como una vasija de desecho.
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