Salmos 32, 3-5

Mientras callé, consumíanse mis huesos, gimiendo durante todo el día. Pues día y noche tu mano pesaba sobre mí, y tornóse mi vigor en sequedades del estío. Selah. Te confesé mi pecado y no oculté mi iniquidad. Dije: “Confesaré a Yahvé mi pecado,” y tú perdonaste la culpa de mi pecado. Sdáh.
Ver contexto