Salmos 80, 1-19

Al maestro del coro. Sobre “los lirios del testimonio.” Salmo de Asaf. ¡Oh Pastor de Israel! apresta el oído. Tú que conduces a José como un rebaño, que te sientas sobre los querubines, muéstrate esplendoroso ante Efraím, Benjamín y Manases. Despierta tu poder, ven y sálvanos. ¡Oh Dios! restaúranos, haz esplender tu rostro, y seremos salvos. ¡Oh Yahvé, Dios de los ejércitos! ¿Hasta cuándo estarás enojado contra la oración de tu pueblo? Les das a comer pan de lágrimas, les haces beber lágrimas en abundancia;" nos has hecho objeto de contienda para nuestros vecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros. Dios de los ejércitos, restaúranos; haz esplender tu rostro y seremos salvos." Tú arrancaste de Egipto una vid, arrojaste a las gentes y la trasplantaste. Le pusiste en derredor una albarrada, y extendió sus raíces y llenó la tierra. Cubriéronse los montes de su sombra, y sus sarmientos llegaron a ser como los cedros de Dios;" extendió sus ramas hasta el mar, y hasta el río sus retoños. ¿Por qué has derribado su albarrada y la vendimian los que pasan por el camino? La devastan los jabalíes del monte y pastan en ella las bestias del campo. ¡Dios de los ejércitos! vuélvete ya, mira desde los cielos y contempla y visita esta viña. Esta viña que ha plantado tu diestra, el renuevo que tú hiciste fuerte. Los que la abrasan por el fuego y la asolan perezcan por el enojo de tu faz. Sea tu mano sobre el varón de tu diestra, sobre el hijo de hombre a quien para ti corroboraste;" y no nos apartaremos más de ti; nos darás la vida e invocaremos tu nombre."
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