II Crónicas  23, 12-21

Al escuchar Atalía el escándalo del pueblo que se regocijaba y alababa a Yahweh, vino ante el rey a la casa de Yahweh. Y observó, y he aquí que el rey estaba parado junto a la columna, conforme a la costumbre de los reyes; y tocaban las cornetas y las trompetas delante del rey. Todo el pueblo se regocijaba, tocaban las trompetas y entonaban alabanzas. Entonces Atalía rasgó sus vestidos, y dijo: ¡Traición! ¡Traición! Entonces el sacerdote Joyada dio órdenes a los capitanes de centenas que estaban a cargo del ejército, y les dijo: Sáquenla de entre las filas, y el que la siga que sea muerto a espada. Pues el sacerdote había dicho: No muera ella en la casa de Yahweh. Entonces ellos le abrieron paso, y ella se dirigió por el camino rumbo a la entrada de los Caballos, y allí murió. Después Joyada hizo juramentos entre él, todo el pueblo y el rey, de constituirse en pueblo de Yahweh. Y todo el pueblo de Israel entró al templo de Baal y lo demolieron, destrozaron sus lugares altos ornamentados y rompieron en pedazos sus imágenes, y dieron muerte al sacerdote de Baal frente al altar. Y Joyada designó oficiales en la casa de Yahweh, sacerdotes y levitas, a quienes David había organizado para que estuvieran a cargo de la casa de Yahweh, para ofrecer holocaustos conforme está escrito en la ley de Moisés, con danza y con cánticos conforme a lo establecido por David. Y designó porteros para las puertas de la casa de Yahweh, para que no entrara allí nadie inmundo. Luego tomó a los capitanes de centenas, a los príncipes del pueblo y a toda la gente del país, y pasaron por la puerta superior de la casa del rey, e hicieron que el rey se sentara sobre el trono del reino. Y toda la gente del país se regocijaba y alababa con trompetas, después de haber dado muerte a espada a Atalía.
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