Salmos 44, 3-7

Porque no fue mediante su espada que poseyeron la tierra ni su brazo los salvó, sino tu diestra y tu brazo, y la luz de tu rostro, pues te complaciste en ellos. Tú, oh Dios, eres mi rey, que ordenaste la salvación de Jacob. Contigo embestiremos a nuestros adversarios, y por causa de tu Nombre pisotearemos a los que nos detestan, porque nuestra confianza no está puesta en nuestros arcos, ni en que nos salvarán nuestras lanzas. Tú nos has salvado de los que nos detestan, y confundiste a nuestros adversarios.
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