Diccionario de Catequesis y Pedagogia Religiosa
© 2006 Bru帽o Editorial

Acerca de...

DICCIONARIO DE CATEQUESIS Y PEDAGOGÍA RELIGIOSA



Instrumento de Consulta y formación para Catequistas, Profesores y Animadores de grupos



Pedro Chico González: Editorial Bruño * Lima * Perú. En coedición con



Editorial Bruño * La Paz * Bolivia


Editorial Monte Carmelo * Burgos * España


Editorial San Pío X * Madrid * España: © 2006 Editorial Bruño, Lima, Perú


Asociación Editorial Buño.


Av. De Arica 751.


Breña- Ap. 05-144. Lima. Perú


Tel. 423.7890 - 424-4134 - 425-0282


FAX 425-1248


www.brunoeditorial-com.pe


ventas@brunoeditorial.com.pe



Con Censura Eclesiástica:


Diócesis de Valladolid. España


Vicente Vara López. Censor.


4 Octubre 2005


Puede Imprimirse.


Félix López Zarzuelo, Vicario General.


14 Octubre 2005



Un Diccionario enciclopédico, como el presente, es un documento ambicioso que sirve para el trabajo, la reflexión, el contraste y la solución de datos que se precisan en un determinado terreno del saber humano. En la medida en que es Diccionario se apoya en el orden y en la precisión. Cuando salta al campo de lo enciclopédico, aspira a la claridad, a la profundidad, a la racionalidad y a la continua ambición de la actualidad y de la universalidad.


aspectos, entonces, que superan el de la simple información documental, pero sin llegar a ofrecer en sus páginas reflexiones y sugerencias difusas que le acercan al nominalismo y a la verborrea. Pero muchos de los términos superfluos a primera vista deben ser entendidos en el contexto de los itinerarios educativos que se hacen constar en la segunda parte. Lo positivo y lo negativo debe juzgarlo el lector. Es él quien debe discernir de la utilidad de cada término, aprovechando lo que se ofrece en sus páginas y que puede emplear sólo en la medida en que cubren los datos las insuficiencias que motivan cada consulta.


Diccionario es un instrumento para el servicio de los educadores de la fe: catequistas, pastores de almas, predicadores, profesores de religión, dirigentes cristianos, animadores de grupos. Está preparado para sistematizar y ordenar los conocimientos religiosos que una persona culta debe poseer, si quiere disponer su espíritu y el de sus dirigidos para acoger la fe en el momento en que el alma se acerca a ella. Por eso no es documento exhortativo, reflexivo, sugestivo en temas religiosos, sino informativo y sugestivo.


educador de la fe puede hallar en estas páginas el material y las pistas que le ayuden a exponer con orden las ideas de la Iglesia, no las suyas; y para sistematizar con precisión los temas y concretar con habilidad sus explicaciones; para seguir un itinerario de formación en un campo, por ejemplo el bíblico o el histórico. Es un servicio previo a la acción espiritual, ya que debe estar persuadido de que no puede haber fe donde haya ignorancia. Si la fe fuera sólo respuesta afectiva a una insinuación emocional, bastaría un simple libro de lectura pastoral y espiritual para mantenerla. Pero si la fe es una adhesión personal a Dios, a Cristo y a los misterios revelados y transmitidos por la Iglesia, se precisa mucha claridad en las ideas y mucha documentación en las actividades educadoras. Contribuir a ello es el objetivo que se pretende con esta aportación documental.


ignorancia religiosa ha sido siempre en la historia el motor de los desajustes, cismas, errores y movimientos heterodoxos, personales y colectivos, terminados en actitudes de incredulidd o de marginación religiosa, es decir en crisis. El Diccionario presente es un granito de arena en la lucha contra la ignorancia religiosa. Con todo al ser un diccionario catequístico (pastoral) y no sólo meramente catequético (pedagógico) y teológico, se entretiene también a veces en ofrecer pistas operativas y sentimientos clarificadores de la conciencia. El educador sabrá diferenciar con facilidad, cuando lo consulte, lo que es un afecto sugerido y lo que es un dato teológico o una pista operativa y de aplicación personal.


diccionario aspira a ser dos cosas para los educadores y animadores:


) Quiere ser un lugar de consulta, que es la primera misión de todo instrumento pedagógico que se ampare en la idea de Diccionario. Por eso se exponen los datos con orden, suficiencia, concreción y objetividad. En este sentido es un Diccionario teológico, tanto doctrinal, moral y cultual. Y lo es también bíblico, litúrgico, histórico y hasta geográfico. Con todo, al ser "catequístico" y no sólo teológico o racional, se intenta que sus informaciones sean exposición general, objetiva y adaptada a las enseñanzas ordinarias de la autoridad religiosa de la Iglesia y cauce de sugerencias de cómo se debe actuar en la tarea educadora. Se evitan, pues, los aspectos conflictivos y los temas fronterizos. Se atiende a la doctrina ordinaria. Se intenta exponer "lo que enseña la Iglesia" universal: Magisterio, Tradición, Sagrada Escritura.


) Pero también quiere ser un recurso y un instrumento de autoformación y de preparación, personal o colectiva según los casos. Para ello se han colocado a continuación de los vocablos propios del Diccionario ordenados alfabéticamente, un abanico de interesantes y multiformes itinerarios formativos (se señalan 70), que pueden ayudar a los usuarios a mejorar sistemáticamente sus conocimientos religiosos.


habla de itinerarios porque la persona interesada en prepararse mejor en un campo, en una materia, en una asignatura, en un terreno concreto, puede seguir los términos que se van indicando por orden lógico y práctico. Al terminar la lectura pausada y didáctica de todos ellos (itinerario general) o de parte selecta (itinerario abreviado), habrá conseguido una visión relativamente amplia del terreno o campo de su preferencia.


eso motivo se ha pretendido que el Diccionario sea lo suficientemente amplio, variado y expresivo para que pueda adaptarse a todos los que busquen en sus páginas, no sólo un arsenal rico en el que poder explorar con facilidad e informarse con claridad en un concepto, sino también realizar un proceso formativo que tenga que ver con la fe, con la doctrina, con lo moral, con la pedagogía, con la cultura religiosa.


un Diccionario amplio:


6.400 conceptos o entradas se explican con suficiente claridad;


265 de ellos son de larga extensión: dos o más páginas;


y 440 lo son de mediana amplitud (entre media y una página);


los gráficos ilustrativos y sugestivos son cerca de 900;


y los esquemas, bocetos, cronogramas o ideogramas pasan de 300.


ser un Diccionario práctico y de fácil manejo.



Cada término tiene indicado un número correspondiente al plan "decimal" que se hace constar a continuación de este comentario. Es un intento modesto de situar el término en un contexto global de lo que puede ser un abanico ambicioso de las ciencias y conocimientos relacionados con las catequesis, la catequética, la pedagogía religiosa y las ciencias afines a la pedagogía. Con todo ello se intenta orientar las actividades pastorales y apostólicas para que resulten eficaces.



En muchos términos se hace referencia al final de su texto a otros términos o conceptos análogos o vinculados con el presente, por si el lector pretende más información.



Y en los términos se prefieren informaciones usuales y tradicionales, más que planteamientos teóricos o críticos, sin eludir la redacción dubitativa, si se trata de una cuestión o datos discutible.


material ofrecido es, pues, amplio y práctico, al mismo tiempo que sistemático, selecto y concreto. Se quiere ofrecer algo más que un instrumento de consulta y de trabajo y los usurarios del Diccionarios dirán si se ha conseguido el objetivo previsto. Con frecuencia se usará en forma de consultorio y quien mire una página lo hará apremiado por el tiempo. El consultor tendrá entonces, por hacerlo de forma rápida, que ver las cosas con claridad. Por eso se dividen los artículos amplios en fragmentos numerados que facilitarán cada consulta.


éngase siempre presente que el Diccionario no da soluciones categóricas a los planteamientos teológicos que a veces se presentan y motivan la consulta. Pero tampoco se queda en sugerencias hipotéticas en las cuestiones debatidas y que tantas veces se despachan con deliberada ambigüedad. Al fin y al cabo, los dogmas cristianos son pocos y los preceptos morales contundentes no muchos en el cristianismo.


Diccionario no pretende evitar el esfuerzo y la responsabilidad de la reflexión personal. Pero no quiere fatigarle con consideraciones o planteamientos marginales, que no encajan en el motivo de la mayor parte de las consultas. Los catequistas y los educadores de la fe, por su naturaleza no son filósofos de la religión (que actúan con la lógica) ni teólogos (que añaden la fe a la razón). Son pastores de almas y de mentes. Son evangelizadores.


la perspectiva del mensaje cristiano, la cultura es importante, pero no suficiente. Se precisa más entender a las personas por su valor de testimonio, a las ideas por su sentido de mensaje vivificador, a los hechos por su reflejo de la vida cristiana. En esa dirección se desenvuelven las explicaciones y los comentarios, más sintéticos que analíticos, que se brindan en estas páginas.



que sí debe quedar claro para los usuarios es que en este Diccionario se ha intentado evitar por igual las terminologías ambiguas, a las que tantas veces propenden los teólogos modernos, infectados con frecuencia de nominalismo y de logorrea. Se eluden también las actitudes críticas con respecto a las enseñanzas magisteriales. Se evita tomar partido en los temas opinables. Se evitan las definiciones intransigentes, que tientan a los integristas, y las afirmaciones difusas que contagian a los periodistas. No es fácil lograr la claridad y la armonía en ocasiones, pero casi resulta agradable reconocer que en la mayor parte de las cuestiones se consigue al menos de modo suficiente. No es humildad el ocultarlo y no quisiera ser arrogancia el reconocerlo.


Dios que los usuarios y consultores del Diccionario así lo entiendan y que la mejora de sus actitudes, la mayor claridad en sus planteamientos y el más elegante estilo en sus tareas docentes y pastorales sean también fruto de toda la ayuda que estas páginas les puedan brindar con desinterés y con generosa y fecunda disponibilidad y oportunidad.


. Ch.






PRESENTACION



DICCIONARIO DE CATEQUESIS Y PEDAGOGÍA RELIGIOSA, he aquí una magna y práctica obra que responde cumplidamente a su título. Este diccionario nos sale al encuentro con una función esclarecedora y estimulante, ya que existe una gran confusión de ideas desposadas con la ignorancia que afectan a los mismos creyentes cristianos. El servicio que presta es amplio y de fácil manejo, como se puede comprobar por el índice.


ideas y los valores de la modernidad pretendieron convencer al hombre de la importancia que tiene la razón autónoma y la libertad que le sacasen de su minoría de edad cuando están condicionadas por las tradiciones, especialmente religiosas. No obstante, M. Kant, que fue quien animó a tener valor para servirse del propio entendimiento sin dirección de otro, planteando cuatro preguntas fundamentales que esperan respuesta en todos los tiempos sobre la verdad, el deber, la esperanza y, en definitiva, el ser del hombre y el sentido de la vida humana, temiendo que se llegase a una conclusión agnóstica, no dejó de advertirlo con la fábula de la paloma en la Crítica de la razón pura: la paloma, al sentir la resistencia que le ofrecía el aire para volar, quiso prescindir de ese elemento, pero entonces es cuando ya no pudo volar. Eso sucede con la mente humana, que necesita formas y límites para funcionar.


convicción de que la razón podría dar cuenta de todo lo real no dejó de ser una creencia. Ortega y Gasset escribe que con el trascurso del tiempo, sobre todo a partir del siglo XVIII, se convirtió en una creencia tan profundamente arraigada en las conciencias europeas que fue necesario volver a distanciarse críticamente de ella para hacerla otra vez idea susceptible de discusión y reforma. De la creencia en la razón ha vivido la Edad Moderna, como de la creencia en los hados vivieron los romanos. La razón científica llevó a decir a L. Wittgenstein que de lo que no pueda verificarse es mejor callarse; pero en una segunda fase de su pensamiento confesó sinceramente: Sentimos que, incluso cuando han recibido respuesta todas las preguntas científicas posibles, nuestros problemas vitales ni siquiera han sido tocados. Últimamente, influido por la convicción religiosa y cristiana, afirma también: Cuando algo es bueno, es también divino. Extrañamente, así se resume mi ética. Sólo lo sobrenatural puede expresar lo sobrenatural.


, a pesar de estas reflexiones que, con honesta sinceridad intelectual, dejan espacio a la creencia cristiana, se percibe el progreso de un movimiento contracultural cristiano, vitalista y acaso inconsciente, en parte manipulado pero al parecer aceptado gustosamente, que lleva a amplios sectores de la población tradicionalmente cristiana, especialmente a las nuevas generaciones, unos, a despojarse de lo que ha orientado el sentido de sus vidas, y otros, a no desearlo por los nuevos incentivos culturales, porque parecen no haberlo conocido para vivirlo. Ese movimiento tan influyente es un cóctel formado con diversidad de ingredientes: liberalismo radical, sociología izquierdista, marxismo freudiano, anarquismo, misticismo de secta, narcisismo, consumismo insaciable, progresismo indeterminado pero creciente, etc. M. Kundera parece interpretar, a pesar de todo, lo que prevalece en la estimación resultante de la situación presente: Pienso, luego existo es el comentario de un intelectual que subestima un dolor de muelas. Siento, luego existo es una verdad que posee una validez mucho más general. Este sería el homo sentimentalis de la posmodernidad que repudia la razón porque se siente defraudado por la crisis de valores, las injusticias sociales y el vacío de un progreso que no tiene otra finalidad que el seguir progresando técnicamente aunque sin sentido humano, porque está descolgado de la trascendencia, a pesar de que no puede evitar la nostalgia del Absoluto. De ahí surgen también las sectas, las ciencias ocultas, lo esotérico, o la conservación de los mismos símbolos de la cultura, con frecuencia sólo como acontecimientos o fiestas familiares y populares. Si a esto se añade la reinterpretaciónirresponsable de la opinión teológica al servicio de las nuevas corrientes, pero menos fieles a la confesión de la verdadera fe cristiana, la confusión está servida a gran escala.


formación cristiana integral y permanente es la cuestión capital en nuestro tiempo para superar estas corrientes y ser discípulos de Cristo convencidos y testigos de su Evangelio en nuestra sociedad, una formación que pueda alcanzar a todos. Para eso se necesita un despertar en los miembros de la Iglesia en los diversos ámbitos y sectores: familias, parroquias, comunidades cristianas, centros escolares, asociaciones apostólicas, como agentes de este servicio, a los cuales está destinado este diccionario, pero también a todas las personas interesadas en conocer cada vez mejor el cristianismo, para vivirlo y no dejarse seducir por criterios opuestos, y para poder dialogar con quienes lo ignoran o lo combaten.


verdad que procede de la revelación cristiana es un don inconmensurable e inmerecido, gracia iluminadora por excelencia que da razón de nuestra esperanza y ofrece las respuestas a las preguntas aducidas, porque el carecer de esta fe conduce a conclusiones resignadas de verdades débiles, deberes blandos, esperanzas efímeras y pobre estimación de la persona humana, reducida a veces a química, mecánica e inexorablemente, a ceniza. Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado, dice la Gaudium et spes del Vaticano II. H. de Lubac había escrito: No es verdad que el hombre, aunque parezca decirlo algunas veces, no pueda organizar la tierra sin Dios. Lo que es cierto es que sin Dios no puede, en fin de cuentas, más que organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano.


buscar unidimensionalmente una imagen científicotécnica del hombre no deja de ser una óptica incompleta que termina dañando la propia conciencia de su dignidad por dos razones fundamentales: toda ciencia vive de un crédito no todo es experimentable, o comprobable o absolutamente cierto y, además, el hombre, para intentar serlo en plenitud, necesita sentido y, por tanto, hacerse preguntas filosóficoteológicas que van más allá de todo posible hallazgo experimental positivista. Por eso es necesario conocer las respuestas que nos ofrece la revelación cristiana con verdadero deseo y sin complejos en nuestro tiempo a fin de dialogar con el verdadero progreso, porque, como afirmó P. Ricoeur: a diferencia de la sabiduría griega, el cristianismo no condena a Prometeo; la falta de Prometeo, para los griegos, es haber robado el fuego de las técnicas y de las artes, el fuego del conocimiento y de la conciencia. La falta de Adán no es la falta de Prometeo; su desobediencia no está en ser un técnico o un sabio, sino en haber roto en su aventura humana el lazo vital con lo divino. Este es el pecado original que está afectando a la cultura actual en expansión: el hombre está queriendo desplazar a Dios para situarse él mismo en el panteón de los dioses, pero este trono no es más que el sepulcro, porque el hombre sólo se realiza plenamente en Dios: en Cristo, decimos los cristianos, porque Cristo es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura, escribe San Pablo.


cristiano coherente con su fe es en la sociedad un ciudadano que se capacita con todo empeño para servir al hombre y al bien común en todas las dimensiones de la vida humana, en las diversas profesiones y estados de vida; en las ciencias y en las artes, en los medios de comunicación social, en los cauces del progreso humano; pero además de este servicio, que puede y debe prestar según su capacidad humana, posee el don de la fe cristiana sobre la concepción del hombre, su convivencia con los demás en una sociedad libre, solidaria, justa y pacífica, que se resumen evangélicamente en la caridad, tal como se manifiesta en el Evangelio de San Mateo en el capítulo XXV, sobre el que dice Juan Pablo II, en su carta apostólica Al comienzo del nuevo milenio, que la atención sincera y operativa a los diversas personas necesitadas y marginadas es un imperativo ineludible para toda la Iglesia y para todos sus miembros: Esta página no es una simple invitación a la caridad: es una página cristológica, que ilumina el misterio de Cristo. Sobre esta página, la Iglesia comprueba su fidelidad como Esposa de Cristo, no menos que sobre el ámbito o de la ortodoxia (NMI 49).


se reveló a sí mismo como el camino, la verdad y la vida, y al responder a esos ardientes deseos de verdad y de libertad que confiesa el hombre moderno, dijo también: Si os mantenéis en mi palabra seréis en verdad discípulos míos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres (Jn. 8, 31).Por eso el creyente se ha de preparar para conocer, vivir y proclamar este mensaje central de su profesión cristiana: mal podría realizar esa misión sin formación, si no la conoce o, conociéndola, si no la vive. Porque ese Palabra que es Jesús, el Verbo encarnado, no es sólo verdad que hay que conocer sino a la vez vida, experiencia de conversión al Evangelio, creer en Cristo con todas las consecuencias, gratificantes y fecundas a la vez a fin de ser firmes testigos de esta esperanza, como nos dice San Pedro.


última consigna de Cristo ya resucitado fue hacer discípulos suyos en todos los pueblos, enseñándoles a observar lo que Él había encomendado. Por eso escribe en la exhortación apostólica Catechesi tradendae Juan Pablo II: Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de esfuerzos realizados por la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es Hijo de Dios, a fin de que, mediante la fe, ellos tengan vida en su nombre, para educarlos e instruirlos y construir así el Cuerpo de Cristo. La Iglesia no ha dejado de dedicar sus energías a esa tarea (CT l). Y en este mismo documento se subraya que se trata de una tarea prioritaria como responsabilidad común y diferenciada de toda la Iglesia, que exige una renovación continua y equilibrada y que ahora, especialmente, está relacionada con la evangelización, porque hay niños bautizados en la infancia que después denotan que no han sido evangelizados, jóvenes que incluso a veces reciben otros sacramentos pero que fácilmente se alejan y adultos aquejados por la duda y tentados de abandonar la misma fe a consecuencia de un ambiente notoriamente incrédulo (CT l9).


formación integral ha de ser un objetivo fundamental para el progreso y la convivencia de los pueblos, incluso desde el principio de la vida de los seres humanos, a fin de ayudarles a crecer en todas sus dimensiones, intelectuales y científicas, afectivas y sociales, morales y espirituales. Dice un proverbio chino: Si quieres fruto para un año, siembra grano; si para diez, planta un árbol; si lo quieres asegurar para siempre, educa al pueblo. Pero habría que advertir de que se trata de una educación integral, incluyendo también el conocimiento de la realidad religiosa para relacionar a la persona con Dios y para su armonía y maduración progresiva. D. Goleman afirma en su libro Inteligencia emocional que la atención de la inteligencia en su aspecto puramente racional omitiendo la dimensión afectiva desemboca en lo que él llama analfabetismo emocional: Cualquier concepción de la naturaleza humana que soslaye el poder de las emociones pecará de una lamentable miopía. La necesidad del cultivo de la razón y de las emociones, de los valores morales y religiosos, en el respeto de la conciencia y de la libertad, debería ser admitido en todo sano proceso pedagógico. Las nuevas generaciones parecen estar ahora más informadas que en épocas pasadas, pero suelen dar la impresión de que carecen con frecuencia de criterios valorativos para el discernimiento. Esto afecta al ámbito familiar y a todas las comunidades educativas. En el fondo de esta cuestión subyace el tipo de educación que se pretende en el sistema escolar o que se respira en el hogar de una manera más o menos consciente acerca del perfil del educando, dejándolo ampliamente a una libertad, determinada frecuentemente por continuas satisfacciones, incluso instintivas, sin discernimiento en criterios y actitudes para un comportamiento libre y responsable. No es suficiente sólo el cultivo de la memoria, ni siquiera la preparación para el éxito profesional o académico, si se descuidan las otras dimensiones de una educación integral y progresiva para la maduración de la persona en el orden individual y social.


necesario promover la educación del ser humano en su integridad, como insinúan las normas constitucionales de los diversos países justamente preocupados del porvenir de su población humana. Y ya desde las primeras etapas de la vida, educación indispensable facilitada por la misma atmósfera familiar, incluso en su relación con el sistema escolar. La principal esperanza de una nación descansa en la adecuada educación de su infancia, escribió Erasmo. Ahora, cada vez más, sociólogos, pedagogos y expertos en psiquiatría afirman que entre los diez y quince años la mayorde los adolescentes se ven expuestos por primera vez a la descontrolada iniciación sexual, al alcohol, el tabaco y las drogas, situaciones que necesitan un particular acompañamiento.


educadores y las normas legales del sistema educativo que se consideran avanzados o progresistas se figuran que la cultura de la inteligencia equivale a la cultura del espíritu; forman técnicos, pero no hombres cultivados. Esto lo comprueban con creces la experiencia y los estudios actuales en las consecuencias que arrojan los más recientes sondeos sociológicos y las nuevas leyes sobre el sistema escolar, cada vez más distantes en sus pretensiones de esta educación integral.


fe y la razón en perspectiva cristiana, sin embargo, nos ofrecen la clave para la educación integral. La encíclica de Juan Pablo II Fides et ratio afirma: La fe y la razón son como las dos alas de las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo. La exhortación conócete a ti mismo de los antiguos es un imperativo básico para todo hombre que desee progresar en la conciencia de su dignidad humana por toda clase de medios que nos puedan conducir el descubrimiento de esa verdad, entre los que se destaca el conocimiento racional filosófico en su capacidad especulativa. Pero en esa óptica cristiana, hay que recordar las dos alas; de ahí el principio creo para entender y el que reclama la segunda ala: entiendo para creer. Es la forma de conocimiento que garantiza en su doble vertiente una mayor profundidad y amplitud. En esa actitud, la fe, que resulta de la acogida de la palabra de Dios, aunque acoge el misterio que esto implica, no exige la aceptación del absurdo, sino la acogida de aquella realidad trascendente pero vital que corresponde, si se quiere, a algo que jamás podría concebir por sí misma la razón humana, pero que, al serle dada por revelación y gracia, se presiente que responde a sus más profundas aspiraciones. La fe, al elevar el conocimiento puramente natural, no distorsiona la razón, sino que lo remite a esa hondura de la conciencia humana del diálogo íntimo en el que se intuye un Tú que le habla y da sentido a sus preguntas fundamentales, a su esperanza y finalmente a su misma existencia. Así la razón, al prescindir de su autosuficiencia en la pretensión de conocer toda la realidad existente y confesar natural y humildemente esta limitación, no es sobrevalorada, pero no deja de ser valorada como imprescindible para el conocimiento pleno que desea tener la persona sobre sí misma y en la búsqueda permanente de la verdad.


eso el cardenal J. Ratzinger, en alusión a la confesión de un agnóstico que afirmaba que no vivía una relación con Dios pero que no dejaba de aceptar la existencia del infierno, afirma en uno de sus artículos al comienzo del nuevo milenio, que la misión que considera más urgente para la Iglesia en nuestro tiempo es la de luchar por una nueva presencia de la inteligencia de la fe. La fe tiene necesidad del amplio espacio de la razón, tiene necesidad de apertura, de confesar a Dios creador. Sin tal perspectiva la misma cristología se volvería árida, acaso menos significante, como una experiencia entre otras. Por eso añade: Una gran tarea de la Iglesia es reclamar la razón. Cuando la fe y la razón se dividen, sufren ambas. La razón pierde sus criterios, se hace cruel puesto que ya no tiene nada por encima (...). Pero la fe también puede enfermarse sin una ayuda de la razón.


la misión más urgente de la Iglesia en nuestro siglo es esforzarse por una nueva presencia de la inteligencia de la fe, he aquí la ayuda que presta para ese compromiso de formación el presente diccionario, que tiene en cuenta el marco de referencia de la fe que nos ofrece el Catecismo de la Iglesia Católica. El cardenal Ratzinger había recibido del papa Juan Pablo II el encargo de la redacción de un compendio, a fin de hacerlo más asequible para la comprensión y el manejo de la comunidad cristiana. Pero es justamente ese cardenal, ya nuevo papa, Benedicto XVI, quien, el domingo día 3 de julio de 2005, el que anuncia el Compendio con gozo, considerándolo necesario para que los católicos confiesen y proclamen unidos y con coherencia su fe: En este inicio del tercer milenio, ¡qué necesario es que toda la comunidad cristiana proclame,ñe y testimonie integralmente la verdad de la fe, de la doctrina y de la moral católica de manera unánime y acorde!, afirmó al presentarlo.


ayuda que viene a prestar el Diccionario de Catequesis y Pedagogía religiosa para la nueva presencia de la inteligencia de la fe cristiana en nuestra cultura es sumamente oportuna, valiosa y práctica. Los dos volúmenes son de una gran riqueza, como se puede comprobar por su contenido y sus orientaciones pedagógicas, en el amplio espectro de cuestiones que trata y la sabiduría de la experiencia que brinda su autor en este campo.


primera parte versa sobre cuestiones generales de catequética, catequesis, ciencias y datos de pedagogía religiosa: Cuestiones generales, principios, misterios, deberes y derechos, plegarias y signos, criterios de pedagogía religiosa; psicología y patología religiosas; sociología (ámbitos), historia (hechos y figuras), etc.


la segunda parte se sugieren los itinerarios imprescindibles para la autoformación del educador, del catequista y de todo el que desee formarse para enriquecerse en conocimientos personales y para el diálogo y ayuda interpersonales con criterios cristianos. Itinerarios sobre: Biblia y Evangelio, Historia de la Iglesia, Iglesia mensajera, Moral y vida cristiana, Liturgia cristiana, Santos y modelos, Metodología de la catequesis, Documentos y catecismos; religiosidad, rasgos y facultades de la persona, ámbitos educativos, patología y desajustes, suplementos variados acerca de cuestiones actuales, etc.


también esta publicación una tercera parte, de Carpetas de Documentos: teológicos, literarios, artísticos, musicales, sociales, etc.


información es el camino de la formación, para lo cual sirven todos los recursos que enriquezcan a la persona en la búsqueda de la verdad. Por eso prevalecen unos criterios fundamentales en la presentación de este servicio: el pedagógico, el metodológico y práctico, el sintético.


Chico González, hermano de las Escuelas Cristianas, el autor de este trabajo de investigación doctrinal, pedagógica y sapiencial al servicio de la razón y de la fe, sorprende por contraste con su apellido, ya que evoca su gran capacidad cultural, su erudición y su experiencia docente nada pequeña. Como profesor universitario, maestro a la vez de profesores, catequista de jóvenes y de personas de diversas edades, experto excepcional en todas estas materias, tiene una virtud que coordina todos esos aspectos relevantes de su personalidad: la sencillez y la disponibilidad para el servicio diligente y puntual de lo que se le pida. Atiende con esa sencillez, llena de afecto y comprensión, a sus alumnos de una manera personalizada. Se le puede consultar, como yo mismo hice, cuando en el período anterior a la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, para responder a la invitación que nos hizo la Santa Sede a todos los obispos, le pedí su colaboración, que me ofreció generosa y abundante. Trabaja con esa disponibilidad al servicio de la Delegación Diocesana de Catequesis, da conferencias y cursos también en otros países y es un escritor prolífico de libros relacionados especialmente con estos temas. A este propósito, recuerdo, como publicaciones destacadas, el libro amplio La Escuela Católica y la obra en siete volúmenes de más de 600 páginas cada uno, Institutos y Fundadores de Educación Cristiana (En recuerdo del año 2000).


el presente diccionario, además de lo que he insinuado, termino con la invitación a los que tengan deseos de saber a que lo manejen leyéndolo, puesto que ofrece información de fácil alcance en respuestas sapienciales y a cuestiones concretas. Por eso no hay que olvidar que sabiduría viene del latín sapientia, que quiere decir sabor o gusto. Para saborear o gustar el melón hay que abrirlo.



+ José Delicado Baeza, Arzobispo emérito de Valladolid