Nuevo Diccionario de Teología Bíblica
  Nuevo Diccionario de Teología Bíblica
  (Ediciones Paulinas, 1990)

 
+ PresentaciónEl camino a seguir en la preparación de un Diccionario de teología bíblica presenta un recorrido sumamente arduo y sembrado de asperezas. El cúmulo de cuestiones que hay que afrontar tiene que ver no sólo con la dimensión cuantitativa de la empresa sino también con la inmensa área histórico-literaria que la Biblia abarca. Los problemas se agudizan sobre todo en el plano metodológico y cualitativo, plano que algunos autores consideran absolutamente infranqueable. Así, uno de los principales historiadores del Antiguo Testamento, Roland de Vaux, en polémica con uno de los más ilustres exégetas, Gerard von Rad, autor de una encomiada Teología delAntiguo Testamento, declaraba la absoluta imposibilidad de construir una teología bíblica, «a no ser aceptando violentar la historia».

Sin embargo, no han faltado autores que han intentado y siguen intentando en la actualidad superar esta aporía aparentemente insoluble. Por poner un ejemplo cronológicamente lejano, ya en 1787 un teólogo, J. P. Gabler, se planteaba la cuestión de la ratio formalis, es decir, del estatuto propio de la teología bíblica respecto al de la dogmático-especulativa; su obra se titulaba significativamente De justo discrimine theologiae biblicae et dogmaticae. Pero los resultados no fueron afortunados ni convincentes y se han seguido mezclando las dos disciplinas de forma híbrida. Para los católicos la teología bíblica dependía del plan ya preparado por la dogmática, a la que tan sólo tenía que ofrecer un punto de apoyo, articulado muchas veces en una lista de textos probatorios sacados de la Biblia. De esta forma, las teologías bíblicas seguían los esquemas trazados por los tratados dogmáticos; son ejemplares en este sentido la Theologia bíblica del dominico F. Ceuppens (1949) y la misma Teología de san Pablo, clásica y benemérita, del jesuíta F. Prat (1920). No era distinto lo que hacían los protestantes, que, a pesar de su privilegiada atención al dato bíblico, lo organizaban e interpretaban según categorías a menudo extrañas para producir la teología sistemática.

Un tanto radicalmente, el americano J. K. McKenzie -que, sin embargo, escribió una Teología delAntiguo Testamento- observa que «la teología bíblica es la única disciplina en el ámbito de la teología que carece de principios, de métodos y de una estructura universalmente admitidos; más aún, ni siquiera existe una definición, universalmente aceptada, de sus finalidades y de sus objetivos». Por esto, antes de recorrer las 166 voces que desarrolla este Diccionario ? las 35 de referencia, nuizá sea indispensable que el lector emprenda el estudio preliminar de la voz Teología bíblica, en la que, junto a la recensión de los numerosos intentos pasados y recientes de definición y de construcción de una teología bíblica, se trazan las orientaciones actuales y las trayectorias que permiten proyectar una teología del Antiguo Testamento, una teología del Nuevo Testamento y una teología bíblica global.

Por otra parte, a pesar de múltiples dificultades, sobre todo de índole metodológica y hermenéutica, es cada vez más vivo el deseo y la exigencia de una «teología bíblica» por parte de un grupo muy amplio de estudiosos, sacerdotes, religiosos, estudiantes de teología, personas comprometidas en la catequesis, profesores de religión e incluso de simples enamorados del texto bíblico. A ellos añadimos especialmente aquellos cristianos que desean alimentar su espiritualidad en fuentes vivas, y no en aljibes agrietados Jr2,13) o en extraños pozos exóticos y esotéricos. Por eso, San Pablo ha recogido esta exigencia y el reto que plantea este arduo y áspero camino del que hablábamos. Y lo ha hecho contando con la colaboración de 44 biblistas que han trabajado según un plan minucioso, aunque suficientemente amplio, y siguiendo un largo itinerario redaccional. Así ha nacido este proyecto de teología bíblica.

Dicho de un modo algo simplificado e inmediato, el principio orientador ha consistido en enlazar sin excesivas violencias o supresiones las dos coordenadas fundamentales, la «diacrónica», que sigue el devanarse del hilo de la historia bíblica y la dimensión literaria de cada texto particular, y la «sincrónica», es decir, el nudo esencial que une y engendra el cuadro teológico bíblico general. Efectivamente, histórica y literariamente la Biblia es un conjunto de unidades a menudo aparentemente monolíticas y bien compactas en su interior; sin embargo, todas ellas están unidas entre sí y abiertas a recíprocos contactos y a una redacción y canonización final. Por un lado, cada una de estas etapas tiene su propia autonomía, pero por otro se distribuyen teológicamente sobre una trama orgánica de salvación. La Biblia es historia, pero también presencia divina trascendente, es carne y Espíritu, es conjunto de palabras y Palabra única y eterna.

Siguiendo esta doble dimensión, el Nuevo diccionario de teología bíblica pretende ante todo ilustrar el mensaje de cada uno de los elementos del texto bíblico, es decir, los 73 libros que constituyen la Biblia; así, pues, este volumen es una «introducción a la Biblia», completa y puesta al día. En esta línea se coloca igualmente la galería de las figuras bíblicas dominantes, los «siervos» del Señor en la historia de la salvación: Abrahán, Angeles/Demonios, Apóstol/Discípulo, David, Elías/Eliseo, Jacob/Israel, Jesucristo, Juan Bautista, María, Moisés, Pablo, Pedro. Otras figuras más genéricas y algunos comportamientos están distribuidos en un marco más vasto: Anciano. Ateo. Enseñanza. Guerra, Mujer, Niño, Psicología, Trabajo, etc. A ellos se pueden añadir algunos símbolos: Agua, Animales, Comida, Desierto, Jerusalén/Sión. Esta misma distribución un tanto amplia dentro de la Biblia vale también para algunas categorías literarias:

Apocalíptica, Bienaventuranza/Bienaventuranzas, Decálogo, Evangelio, Judaísmo, Mito,

Parábola/Parábolas, Pentateuco, Símbolo.

En la vertiente más «sincrónica» hay que situar, por el contrario, aquellas categorías teológicas que constituyen la estructura del mensaje bíblico y las instituciones de la salvación; pero la presentación de cada una de estas voces se hace de tal manera que se sigue su evolución a lo largo de la historia de la salvación y no solamente su valor unitario final. Es esta la secuencia más consistente, que constituye el verdadero corazón del Diccionario: Alianza, Bautismo, Belleza, Carisma, Confirmación, Cosmos, Dios, Elección, Espíritu Santo, Eucaristía, Evangelio, Fe, Gozo, Hombre, Imposición de manos, Ira, Jesucristo, Justicia, Ley/Derecho, Liberación/Libertad, Liturgia y culto, Luz/Tinieblas, Mal/Dolor, Matrimonio, Mesianismo, Milagro, Misericordia, Misterio, Muerte, Obras, Oración, Palabra, Pascua, Paz, Pecado, Pobreza, Política, Profecía, Pueblo/Pueblos, Reconciliación, Redención, Reino de Dios, Resurrección, Retribución, Sabiduría, Sacerdocio, Santidad, Tiempo, Tierra, Unción de los enfermos, Verdad, Vida, Virginidad, Vocación.

Se dedica un área especial a las cuestiones metodológicas generales, decisivas para una teología bíblica correcta: Biblia y cultura, Cultura/Aculturación, Escritura, Exégesis bíblica, Hermenéutica, Lectura judía de la Biblia, Mito, Revelación, Símbolo, Teología bíblica. Pero el Diccionario quiere, además, ofrecer una respuesta atenta a los desafíos que suscitan a la Biblia la cultura contemporánea, la pastoral, la catequética y las nuevas instancias teológicas. Se trata de preguntas inéditas en los manuales pasados de teología bíblica, que obtienen respuestas ancladas siempre en el texto bíblico, pero traducidas en un lenguaje nuevo y estimulante. En esta línea hay que señalar algunas voces, como Ateo, Biblia y cultura (en su triple articulación de Biblia y arte, Biblia y literatura, Biblia y música), Cultura/Aculturación, Lectura judía de la Biblia, Liberación/Libertad, Psicología, Símbolo, Tiempo, Trabajo.

Ahora el lector puede comenzar su itinerario de lectura o de consulta, consciente del carácter lineal y complejo de este instrumento analítico y sintético al mismo tiempo. Cada voz del Diccionario tiene su autonomía, y puede leerse, por tanto, para obtener una información puntual sobre el tema, para profundizar en algunas líneas o para alcanzar otros objetivos teológicos, catequéticos, culturales y pastorales específicos. Sin embargo, más allá de este destino normal y del uso habitual de un Diccionario como este, también es posible una lectura orgánica y sistemática de todo el texto y de sus distintas voces. Con este fin señalamos en las páginas siguientes un proyecto de lectura breve y esencial, que recoge la descripción hecha hasta ahora, pero ordenándola en un trazado más inmediato y esencial, articulado en los diferentes campos y sectores de ese inmenso horizonte que es el mensaje bíblico. Estamos seguros de que la palabra de Dios será cada vez más «lluvia y nieve que descienden del cielo para empapar, fecundar y hacer germinar la tierra» del hombre, «fuego ardiente y martillo que rompe la roca», pero también alimento «más sabroso que la miel, más que el jugo de panales» (Is 55,10; Jr 23,29; SaI 19,11).

PIETRO ROSSANO

GIANFRANCO RAVASI

ANTONIO GIRLANDA

Roma, 22 de mayo de 1988