El Santo Rosario (EWTN)
Misterios de Gloria
«La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. '¡Él es el Resucitado!'... El Rosario ha expresado siempre esta convicción de fe, invitando al creyente
a superar la oscuridad de la Pasión para fijarse en la gloria de Cristo en su Resurrección y en su Ascensión. Contemplando al Resucitado, el cristiano descubre de nuevo las razones de la propia fe, y revive la alegría no solamente de aquellos a los que Cristo se manifestó –los Apóstoles, la Magdalena, los discípulos de Emaús –, sino también el gozo de María, que experimentó de modo intenso la nueva vida del Hijo glorificado.» (Rosarium Virignis Mariae, Juan Pablo II, Cap. II, 23)
Señal de la Cruz
Algunos por costumbre comienzan el rezo con:
+Por la señal de la Santa Cruz, + de nuestros enemigos + líbranos Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Otros comienzan simplemente con:
+En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Credo
Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo su único Hijo, Nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; y nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fué crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Esprítu Santo, en la Santa Iglesia Católica; la comunión de los santos; el perdón de los pecados; la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
Confíteor
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Primer misterio
La Resurrección de Nuestro Señor
«El no está aquí, ha resucitado. Mirad el lugar donde ellos lo colocaron.» (Lc 24:6)
Meditación
«La tumba está vacía. Es un testigo silente del evento central de la historia humana: la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo... la tumba vacía nos ha permitido presenciar la victoria de la Vida sobre la muerte. Con los Apóstoles y los Evangelistas, con la Iglesia de todo tiempo y lugar, nosotros también damos testimonio y proclamamos: '¡Cristo ha resucitado!' Ha resucitado de entre los muertos y nunca volverá a morir; la muerte no tiene más poder sobre Él » (cf. Rom 6, 9) . «El Señor de la Vida estaba muerto; ahora Él reina victorioso sobre la muerte, es la fuente de la vida eterna para todos los que creen.» (Homilía en la Basílica de la Resurrección, Iglesia del Santo Sepulcro, Jerusalén, Juan Pablo II, 26/3/00)
Pater Noster
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal. Amén.
Ave María (... x 10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Por costumbre, se usa una de las tres siguientes:
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora. Amén.
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María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defíéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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¡Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Segundo misterio
La Ascención del Señor
«Él fue elevado al cielo y está sentado a la diestra de Dios Padre.» (Mc 16:19)
Meditación
«... Jesucristo va al Padre (a la casa del Padre) para 'introducir' a los hombres que 'sin Él no podrían entrar'. Sólo Él puede abrir su acceso a todos: Él que 'bajó del cielo' (Jn 3, 13), que 'salió del Padre' (Jn 16, 28) y ahora vuelve al Padre 'con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna' (Heb 9, 12). Él mismo afirma: 'Yo soy el Camino nadie va al Padre sino por mí'» (Jn 14, 6). «... 'Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré' (Jn 16, 7). Sí. Cristo debe poner término a su presencia terrena, a la presencia visible del Hijo de Dios hecho hombre, para que pueda permanecer de modo invisible, en virtud del Espíritu de la Verdad, del Consolador, el Paráclito... por ello prometió repetidamente: 'Me voy y volveré a vosotros'» (Jn 3. 28). (Magisterio de Juan Pablo II, Catequesis de la Redención, La Ascención del Señor, 6, 7).
Pater Noster
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal. Amén.
Ave María (... x 10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Por costumbre, se usa una de las tres siguientes:
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora. Amén.
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María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defíéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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¡Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Tercer misterio
La Venida del Espíritu Santo
«Y de repente se oyó un sonido que venía del Cielo... y aparecieron lenguas de fuego sobre sus cabezas... y ellos se llenaron del Espíritu Santo.» (Hc 2:2, 3,4,11)
Meditación
«En Pentecostés viene el Espíritu Santo y nace la Iglesia. La Iglesia es la comunidad de los que han ‘nacido de lo alto’, «de agua y Espíritu", como dice el evangelio de san Juan (cf. Jn 3, 3. 5). La comunidad cristiana no es, ante todo, el resultado de la libre decisión de los creyentes; en su origen está primariamente la iniciativa gratuita del amor de Dios, que otorga el don del Espíritu Santo. La adhesión de la fe a este don de amor es ‘respuesta’ a la gracia, y la misma adhesión es suscitada por la gracia. Así pues, entre el Espíritu Santo y la Iglesia existe un vínculo profundo e insoluble. A este respecto, dice san Ireneo: ‘Donde está la Iglesia, ahí está también el Espíritu de Dios; y donde está el Espíritu del Señor, ahí está la Iglesia y toda gracia’ (Adv. haer., III, 24, 1). Se comprende, entonces, la atrevida expresión de san Agustín: ‘Poseemos el Espíritu Santo, si amamos a la Iglesia’» (In Io., 32, 8). (Magisterio de Juan Pablo II, Catequesis, Pentecostés, Efusión del Espíritu).
Pater Noster
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal. Amén.
Ave María (... x 10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Por costumbre, se usa una de las tres siguientes:
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora. Amén.
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María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defíéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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¡Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Cuarto misterio
La Asunción de la Virgen María al Cielo
«Escucha, hija, mira; vuelve tu oído, porque el rey puede desear tu belleza. Toda glorioso está la hija del rey a su llegada; su atavío está tejido con hilos de oro.» (Sal 45, 11-12, 14)
Meditación
«A esta exaltación de la « Hija excelsa de Sión … mediante la asunción a los cielos, está unido el misterio de su gloria eterna. En efecto, la Madre de Cristo es glorificada como « Reina universal ». La que en la anunciación se definió como ‘ esclava del Señor ‘ fue durante toda su vida terrena fiel a lo que este nombre expresa, confirmando así que era una verdadera ‘discípula’ de Cristo, el cual subrayaba intensamente el carácter de servicio de su propia misión: el Hijo del hombre ‘ no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos ‘(Mt 20, 28). Por esto, María ha sido la primera entre aquellos que, ‘sirviendo a Cristo también en los demás, conducen en humildad y paciencia a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar ‘. Y ha conseguido plenamente aquel ‘estado de libertad real’, propio de los discípulos de Cristo: ¡servir quiere decir reinar!» (Redemptoris Mater,Carta encíclica sobre la Bienaventurada Virgen María en la vida de la Iglesia peregrina, S.S. Juan Pablo II).
Pater Noster
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal. Amén.
Ave María (... x 10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Por costumbre, se usa una de las tres siguientes:
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora. Amén.
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María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defíéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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¡Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Quinto misterio
La Coronación de María como Reina del Universo
«Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza… ». (Ap 12, 1)
Meditación
« Verdaderamente se convirtió en Señora de toda la creación, desde que llegó a ser Madre del Creador . » *
« ... se afirma del Hijo que la Virgen dará a luz: 'Será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob eternamente, y su reino no tendrá fin'; y, además, María es proclamada 'Madre del Señor'. Síguese de ello lógicamente que Ella misma es Reina, pues ha dado vida a un Hijo que, ya en el instante mismo de su concepción, aún como hombre, era Rey y Señor de todas las cosas, por la unión hipostática de la naturaleza humana con el Verbo. » * *
* (S. Ioannes Damasc. De fide orthodoxa 4, 14 PG 94, 1158 B).
**(Ad caeli reginam,Constitución apostólica sobre la realeza de María,S.S. Pío XII).
Pater Noster
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal. Amén.
Ave María (... x 10)
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Por costumbre, se usa una de las tres siguientes:
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora. Amén.
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María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defíéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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¡Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Oratiónes ad fínem Rosárii dicéndæ
Dios te salve, María, Hija de Dios Padre, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Litaníæ
Por costumbre, y luego de finalizar el rezo de todos los misterios del Santo Rosario. |
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V. Señor, ten misericordia de nosotros. R. Señor, ten misericordia de nosotros. V. Señor, ten misericordia de nosotros. R. Señor, ten misericordia de nosotros. V. Señor, ten misericordia de nosotros. R. Señor, ten misericordia de nosotros. |
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V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Perdónanos, Señor. V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Escúchanos, Señor. V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten misericordia de nosotros. |
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Oratio
Bajo tu protección nos acogemos Santa Madre de Dios, no desoigas nuestras súplicas en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo.
Oración
Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas para que lo que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz, seamos llevados a la gloria de la Resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.