I Tesalonicenses 5 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 28 versitos |
1 Cuanto al tiempo y momento preciso, no hay, hermanos, por qué escribir.
2 Sabéis bien que el día del Señor llegará como ladrón en la noche.
3 Guando se dicen: “Paz y seguridad,” entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores del parto a la preñada, y no escaparán.
4 Cuanto a vosotros, hermanos, no viváis en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como ladrón;"
5 porque todos sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas.
6 Por consiguiente, no durmamos como los otros, antes bien, velemos y vivamos sobriamente.
7 Los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.
8 Pero nosotros, hijos del día, seamos sobrios, revestidos de la coraza de la fe y de la caridad y del yelmo de la esperanza en la salvación.
9 Que no nos destina Dios a la ira, sino a la salvación por nuestro Señor Jesucristo,
10 que murió por nosotros para que, en vida o en muerte, vivamos unidos a El.
11 Así, pues, consolaos mutuamente y edifícaos unos a otros, como ya lo hacéis.
12 Os rogarnos, hermanos, que acatéis a los que laboran con vosotros presidiéndoos en el Señor y amonestándoos,
13 y que tengáis con ellos la mayor caridad por su labor. Vivid en paz entre vosotros.
14 También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los que viven fuera de orden, alentéis a los pusilánimes, acojáis a los débiles y seáis sufridos con todos.
15 Mirad que ninguno vuelva a nadie mal por mal, sino que en todo tiempo os hagáis el bien unos a otros y a todos.
16 Estad siempre gozosos,
17 orad sin cesar,
18 dad gracias a Dios por todo; pues tal es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto a vosotros."
19 No apaguéis al Espíritu,
20 no despreciéis las profecías;"
21 pero examinadlo todo y quedaos con lo bueno.
22 Absteneos hasta de la apariencia de mal.
23 El Dios de la paz os santifique cumplidamente, y que todo vuestro espíritu, vuestra alma y vuestro cuerpo se conserven sin mancha para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
24 Fiel es el que os llama, y que también lo cumplirá.
25 Hermanos, orad por nosotros.
26 Saludad a todos los hermanos con el ósculo santo.
27 Os conjuro por Jesucristo que esta epístola sea leída a todos los hermanos.
28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.

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Introducción a I Tesalonicenses

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;

Epístola 1 a los Tesalonicenses.

Introducción.

La iglesia de Tesalónica.
Tesalónica, importante ciudad de Macedonia, situada al fondo del golfo Térmico en el mar Egeo, había sido evangelizada por San Pablo en su segundo viaje apostólico, cuando, obligado a dejar Filipos, se dirigía por la vía Egnatia hacia el Occidente, buscando campos apropiados para sembrar la palabra evangélica. Sobre detalles de la fundación de esta iglesia, ya hablamos al comentar Act 17:1-9.
Parece que los fieles procedían en su gran mayoría del gentilismo (cf. 1 Tes 1:9; Act 17:4). La manera como se expresa San Pablo en su carta da la impresión de que estaban siendo víctimas de intrigas y persecuciones (cf. 1 Tes 2:14; 3:1-5). Es casi seguro que los agitadores eran los judíos, numerosos en Tesalónica (cf. Hch_17:1-2 ), y que ya habían intrigado contra Pablo durante la evangelización de la ciudad, obligándole a salir de allí (cf. Act 17:5-10).

Ocasión de la carta.
Hay en la carta algunos datos que pueden darnos mucha luz. Dice el Apóstol que estaba tan preocupado por los tesalonicenses que, aun a trueque de quedar solo en Atenas, les envió a Timoteo para que les exhortara y confirmara en la fe, y que ahora, al volver Timoteo con buenas noticias, ha recibido gran alegría (cf. 3:1-6). Sabemos también que cuando Pablo escribe la carta, además de Timoteo, estaba con él Silas (cf. 1:1). Todos estos datos no parecen dejar lugar a duda de que la carta está escrita desde Corinto, en el segundo viaje apostólico, cuando, hacia el año 51, Silas y Timoteo, procedentes de Macedonia, se reunieron con Pablo (cf. Act 18:5). No consta que en el tercer viaje apostólico (54-58) San Pablo estuviera en Atenas, ni tampoco que tuviera por compañero a Silas, quien por esas fechas parece que acompañaba a San Pedro (cf. 1 Pe 5:12).
Supuesta la cuestión de tiempo, falta aún por determinar concretamente la ocasión o motivo de la carta. En realidad, esto ya casi queda indicado: las noticias que de Tesalónica llevó Timoteo. San Pablo había tenido que salir de allí precipitadamente a causa de las intrigas y persecución por parte de los judíos (cf. Act 17:5-10). Su estancia en Berea (cf. Act 17:11-14) y luego en Atenas (cf. Act 17:15-34), de donde pasó a Corinto (cf. Act 18:1), había sido corta. La preocupación por sus queridos tesalonicenses, a quienes había dejado en medio de la persecución, seguía aún fresca en su mente (cf. 1 Tes 2:17-3:5). La llegada de Timoteo con noticias sobre los tesalonicenses le indujo a escribir esta carta, una de las más afectuosas que salieron de su pluma, y cuando habían pasado sólo unos meses desde la fundación de aquella iglesia 294.

Estructura o plan general.
La carta es como un desahogo del corazón de Pablo ante las noticias que le da Timoteo (1-3), con una segunda parte de exhortaciones prácticas (4-5), en las cuales intercala la aclaración sobre la suerte de los difuntos y la parusía de Cristo, cuya fecha es desconocida y para la que debemos estar siempre preparados (4:13-5:11).
He aquí el esquema:
Introducción (1:1-10).
Saludo (1:1) y acción de gracias (1:2-10).
I. Pablo y los tesalonicenses (2:11-3:13).
a) Conducta de Pablo entre los tesalonicenses y elogio de éstos (2:11-16).
b) Deseo de volver a verles y alegría por las buenas noticias que
le dio Timoteo (2:17-3:13).
II. Exhortaciones morales (4:1-5:22).
a) Santidad de vida (4:1-12).
b) La resurrección de los muertos y la parusía (4:13-5:11).
c) Recomendaciones varias (5:12-22).
Epílogo (5:23-28).
Oración por los tesalonicenses (5:23-24) y súplicas finales (5:25-28).

Perspectivas doctrinales.
Contiene esta carta, la más antigua del epistolario paulino, la primera instantánea del apostolado cristiano en el mundo griego. Su interés, bajo este aspecto, es del todo singular y extraordinario, máxime teniendo en cuenta cuánto insisten hoy los críticos en hacer resaltar el poder creador de la comunidad primitiva, incluso en orden a puntos fundamentales de la fe cristiana. Pues bien, en este escrito, probablemente el más antiguo del Nuevo Testamento, tenemos ya los puntos fundamentales de esa fe cristiana, no puestos en serie, en una especie de catecismo o exposición dogmática, sino saliendo espontáneos de la pluma del Apóstol en una carta llena de frescor y sencillez pastoral.
Reduciendo a esquema doctrinal esas afirmaciones frescas y espontáneas de Pablo, podríamos distinguir cuatro grandes capítulos:
a) Dios es el principio y autor principal de la obra de la salud (cf. 1:9; 2:14).
b) Esta obra de salud la realiza Dios por mediación de Jesucristo, muerto y resucitado (cf. 4:14; 5:9-10), cuya segunda venida esperamos (cf. 2:19; 3:13; 5:23), momento en el que la salvación de cada uno, actual ya por la santificación del Espíritu (cf. 1:5-6; 4:8), se hará plena y definitiva (cf. 4:16-18; 5:11).
c) A la llamada de Dios el hombre debe responder con la fe y una vida de santidad y buenas obras (cf. 1:3; 2:13; 3:12-13; 4:1-12; 5:5-8).
d) Hay que tratar con especial veneración a los dirigentes o responsables de la comunidad (cf. 5:12).
Dejando ya la esquematización, que más bien es cosa nuestra, diremos que Pablo en esta carta no intenta exponer un punto doctrinal, como en la carta a los Romanos o en la carta a los Galanas, sino que su enfoque es meramente pastoral, es decir, animar a los tesalonicenses a llevar una vida verdaderamente cristiana (cf. 4:1-12; 5:1-22) y a no dejarse inquietar por los que atacan la autoridad de su misión de apóstol (cf. 2:3-12) ni por las tribulaciones que sufren (cf. 2:14-16; 3:1-13) ni por la suerte de sus muertos (cf. 4:13). Es al tratar de este último punto, cuando toca el tema de la parusía o segunda venida del Señor, tema candente, a lo que parece, en esa primera etapa del apostolado de Pablo. De él vamos a hablar un poco más detenidamente.
La parusía de Cristo: Es un término que Pablo repite varias veces (2:19; 3:13; 4:15; 5:23). Evidentemente, se está aludiendo al retorno glorioso del Señor, al final de los tiempos, para entrar triunfante en su gloria, acompañado de los elegidos, idea que es constante en todos los escritos neotestamentarios, úsese o no el término parusía (cf. 2 Tes 2:1; 1 Cor 15:23; Rom 8:19-24; Col 3:4; Act 3:20-21; Sant 5:7-8; 2 Pe 3:4-10; 1 Jn 2:28; Mt 24:37-39). Este término parusía era entonces de uso muy frecuente en el mundo griego, no ya sólo en su sentido general o etimológico de venida o presencia (cf. 1 Cor 16:17; 2 Cor 7:6-7; Fil 1:26), sino también en sentido ya técnico para indicar la entrada solemne de un soberano en su reino o en alguna ciudad que visitaba 295. Era, pues, fácil el tránsito al caso de Cristo entrando triunfante en su reino. Como dice Cerfaux, para las comunidades primitivas, la parusía es la gran fiesta cristiana esperada con impaciencia. 296
Una cosa conviene tener bien en cuenta desde un principio, y es que Pablo, al referirse a la parusía de Cristo, no está tratando de aclarar doctrinalmente cómo y cuándo tendría ésta lugar, sino que lo que intenta es inculcar a los tesalonicenses que no se deben entristecer por sus muertos, como los paganos, pues cuando llegue el retorno glorioso de Cristo, también ellos, junto con los que se hallen en vida, se unirán a Cristo para estar siempre con El (cf. 4:13-18); lo que sí importa mucho, ante la ignorancia de la fecha, es que vivan vigilantes, con una vida propia de cristianos (cf. 5:1-11). Estas dos ideas, la de esperanza del retorno glorioso de Cristo y la de vigilancia constante para que dicha venida no nos tome de sorpresa, las encontramos también en los Evangelios (cf. Mt 24:29-44; Mc 13:24-37; Lc 28:36), con lenguaje muy semejante, comúnmente denominado apocalíptico. Hay quienes piensan (Orchard, Spadafora.) en dependencia literaria de Pablo respecto a los Sinópticos, o también viceversa; sin embargo, no parece que existan tales dependencias, pues para explicar las semejanzas, lo mismo de doctrina que de expresiones, basta atender a que tanto los Sinópticos como Pablo se inspiran en las mismas tradiciones, procedentes de las enseñanzas escatológicas de Cristo (cf. 1 Tes 4:15), y a que ése era el lenguaje corriente en la apocalíptica judía 297.
Un punto resulta difícil, y es el relativo a cuál fuera el pensamiento de Pablo sobre la inminencia de la parusía, momento al que, según la perspectiva bíblica, van ligadas verdades fundamentales de nuestra religión, como la resurrección corporal de los muertos y el juicio final. Su modo de hablar en 4:15-17, usando la primera persona al referirse a los que se hallen en vida (çìåßò oí ò'üïíôåò oí ðåñéëåéðüìåíïé), parece dar por supuesto que él y sus lectores vivirán hasta el día de la parusía y, consiguientemente, ésta iba a ser inminente. El Apóstol se habría equivocado. La objeción es clásica, y ya la Pont. Comisión Bíblica, en 1915, se refirió a ella, diciendo que, sea una u otra la explicación, ha de ser siempre a base de no admitir error en el Apóstol, cosa que sería incompatible con el carisma de apostolado y con la inspiración de la Escritura 298.
Por de pronto, no obstante ese uso de la primera persona de plural, ya sería extraño suponer que Pablo estaba convencido de que ni él ni ninguno de sus lectores (pues la expresión afecta lo mismo a Pablo que a los destinatarios de la carta) habría de morir antes de la parusía. Ello nos obliga a ser muy cautos en la interpretación de esa expresión. Creemos que nada se opone a que la interpretemos como simple enálage de persona, es decir, ponerse él mismo en escena, aunque quizás no le afecte personalmente lo que allí se afirma (cf. Gal 5:26), cosa que no sabe. Incluso es posible, como algunos suponen, que la frase nosotros los vivos, los que quedamos, dos veces repetida, la recoja Pablo del uso entre los tesalonicenses, de modo parecido a lo que sucede en 1 Cor 6:12-14 con otras de los corintios, en cuyo caso la expresión paulina resultaría todavía más obvia y sencilla 2. Vamos a tratar de explicar más detenidamente la que creemos ser actitud de Pablo respecto a la parusía.
Creemos que Pablo, lo mismo al principio (cf. 1 Tes 5:1-11) que en medio (cf. 2 Cor 5:1-3) que al fin de su vida de apostolado (cf. 2 Tim 4:1-8), da claras muestras de que ignora el tiempo de la parusía; en consonancia con lo ya dicho por Cristo (cf. Mt 24:36; Act 1:7). Sin embargo, dentro de esa línea fundamental de pensamiento, parece que a lo largo de su vida apostólica hubo cierta evolución o cambio de enfoque al referirse a este tema. Todo da la impresión de que en un principio, al colocarse a sí mismo entre los vivientes del tiempo de la parusía (1 Tes 4:15-17), aunque en realidad no afirma nada concreto, pues puede explicarse la expresión como enálage de persona, está dejando traslucir cierta esperanza de que sea así, cosa que además sabemos que deseaba ardientemente (cf. 1 Cor 16:22; 2 Cor 5:2-4). Es la actitud de quien espera una cosa que está dentro de lo posible, e incluso tiene cierta esperanza de conseguirla, aunque en realidad nada sabe con certeza. Es bien seguro que si Pablo hubiera sabido con certeza que la parusía quedaba todavía muy lejos, no hubiera hablado del modo que lo hace; su lenguaje es el propio de quien no lo sabe, pero desea e incluso tiene confianza de que sea pronto. Algo parecido a lo que sucedía con la esperanza mesiánica para los israelitas del Antiguo Testamento: siempre estaban esperando esa época y la veían como al alcance de la mano, particularmente en tiempos de opresión y angustia, pero en realidad nada sabían sobre tiempos concretos.
Tal habría sido la actitud de Pablo en un principio, en que parece que sintió más intensamente que después la esperanza de vivir el instante de la parusía (cf. 1 Tes 4:13-5:11; 1 Cor 15:12-58). Poco a poco, probablemente bajo la presión de la experiencia, esa posible e incluso esperada proximidad de la parusía habría ido perdiendo ambiente en su mente, al igual que en la de los demás cristianos (cf. 2 Pe 3:8-10); de ahí que, más que llamar la atención de sus lectores hacia el momento de la parusía concepción escatológica futurista, al modo de la apocalíptica judía la llama hacia el hecho verdaderamente central de la salud mesiánica, que fue la muerte y resurrección de Cristo, hecho ya realizado, que nos afecta radicalmente a todos los cristianos (cf. Gal 2:20; Rom 8:1-11; Col_2:12-15 ; Ef 2:5-6). Hoy se insiste mucho en este cambio operado en el Apóstol, pasando de una concepción escatológica futurista a una concepción más bien de escatología presentista o realizada. 300 Creemos que es una realidad ese cambio. Pero notemos bien, contra lo que a veces suele afirmarse, que es sólo un cambio de enfoque, o de perspectiva, no un cambio de pensamiento o de doctrina. De hecho, también en las primeras cartas se hace refereacia a la obra de salud en nosotros por Cristo (cf. 1 Tes 4:8; 5:5.19; 2 Tes 2:13-14; 1 Cor 1:30; 3:16-17; 12:13); y, a su vez, en las posteriores se sigue haciendo referencia a la fase mesiánica de plenitud todavía futura (cf. Rom 8:18-25; Fil 3:20-21; Col 3:1-4; Tit 2:13-14). Como atinadamente dice Cerfaux, sólo confundiendo actitud, esperanzas y enseñanzas, puede decirse que Pablo cambia de parecer o que se contradice. 301
Todavía debemos tocar otra cuestión, a la que no todos responden del mismo modo. La cuestión puede quedar formulada con una pregunta: ¿por qué San Pablo, para consolar a los tesalanicenses, les remite a la esperanza de la resurrección en la parusía, y no habla más bien de que, a partir ya de la muerte, el justo será feliz junto a Cristo, conforme el mismo Pablo da claramente a entender en 2 Cor 5:6-10 y Fil 1:21-23?
Hay bastantes autores (J. Weiss, F. Guntermann, J. Dupont.) que a esto responden tomando como base que hubo en Pablo un cambio en su modo de concebir el ser del hombre. Dicen que en sus primeras cartas Pablo escribe bajo la idea de la concepción antropológica semita, con una visión unitaria del hombre, en el que alma y cuerpo no son sino aspectos o facetas de la única realidad viviente e indivisible, que es el hombre; de ahí la necesidad de referirse a la esperanza de la resurrección, pues para una mente semita es impensable un estado de gloria y felicidad sin el cuerpo. Sería la concepción que se refleja en 1 Tes 4:13-18 y 1 Cor 15:12-58. Más tarde, sin embargo, en cartas posteriores (cf. 2 Cor 5:1-10; Fil 1:21-23) Pablo escribirá bajo la idea de la concepción helenista, es a saber, con una visión más bien dualista del hombre, compuesto de cuerpo y alma, la cual puede vivir separada de él y es capaz sin él de dicha y de felicidad 302.
Pues bien, creemos que las frases paulinas deben ser examinadas en si mismas, y tratar de encasillar a Pablo, antes o después, en una concepción antropológica puramente semita o puramente griega, es olvidar su total independencia para proclamar el mensaje cristiano valiéndose de la terminología en uso, pero sin estar nunca atado a ninguna concepción antropológica determinada, ni la semita ni la helenista. Tanto más, que esa concepción llamada semita no era ya coto cerrado e intangible entre los judíos, como lo demuestra el libro de la Sabiduría al hablar de las almas en manos de Dios. llenos de inmortalidad (3:1-4) y de que el cuerpo corruptible agrava el alma (9:15) 303.
Por lo que se refiere concretamente a la cuestión propuesta, es cierto que con anterioridad a 2 Cor 5:6-8 no encontramos nunca frase alguna del Apóstol en que se refiera a la unión de los cristianos con Cristo en una vida feliz inmediatamente después de la muerte; pero deducir de ahí que Pablo dudó en un principio de ello y no tenía otra esperanza respecto de los difuntos que la de la antigua concepción judía, es a saber, existencia umbrátil en el sheol esperando la hora de la resurrección, sería llevar las cosas demasiado lejos. En efecto, todos sus escritos dan fe de que Pablo, ya desde sus primeras actividades apostólicas, supone al cristiano incorporado a Cristo, participando de su vida bajo la acción del Espíritu. Así lo dejan claramente entender las fórmulas: en Cristo-en Cristo Jesús-en el Señor., continuamente repetidas en sus cartas, eco de aquel cur me persequeris de la escena de Damasco (cf. Act 9:4). Pues bien, esto supuesto, no es concebible que, al mismo tiempo, considerara la muerte del cristiano como un descenso al sheol, a una existencia umbrátil, de letargo e inconsciencia, cual si Cristo no hubiese resucitado. Más lógico parece suponer que, desde un principio, Pablo tuvo unidas ambas ideas: fe en la resurrección corporal en la parusía y fe en la pervivencia junto a Cristo, a partir ya de la muerte, de ese yo o núcleo fundamental del ser humano, que en la terminología corriente llamamos alma y que Pablo mismo en 2 Cor 5:6-7 y Fil 1:21-23 dice que sigue subsistiendo después de la muerte.
Ninguna oposición hay entre ambas concepciones. Si en un principio Pablo insiste en lo de la resurrección corporal, es porque sólo entonces él hombre todo, en su parte carnal y espiritual, adquiere definitivamente su estado de dicha y felicidad junto a Cristo, y lo adquiere colectivamente, es decir, junto con los demás cristianos, en el gran día del triunfo de Cristo, derrotadas todas las potencias hostiles con repercusión en el cosmos entero (cf. 1 Cor 15:24-28; Rom 8:18-23). El segundo aspecto es, a saber, esa idea de pervivencia feliz junto a Cristo a partir de la muerte, es profundamente individualista, como muy bien dice el P. Lyonnet, mientras que el primero es esencialmente comunitario, y era éste sin duda el que dominaba su esperanza, lo mismo que la de los otros primitivos cristianos 304, máxime estando, como lo estaban, bajo el anhelo e incluso esperanza de la inminencia de la parusía. Es a esa etapa final del triunfo de Cristo a la que Pablo suele dirigir su pensamiento, sin prestar atención a la suerte de cada individuo en la etapa intermedia, cosa que hace respecto de sí mismo en un contexto muy distinto (cf. 2 Cor 5:6-7; Fil 1:21-23). Algo parecido, aunque al revés, de lo que sucede en Lucas, quien, al contrario que Pablo, parece fijarse sobre todo en la escatología individual (cf. Lc 16:22-31; 23:43), sin que eso quiera decir que no admita también (cf. Lc 21:8-36) la escatología general o colectiva 305.
Por lo demás, resultaría muy difícil de explicar que Pablo, en el breve tiempo que medió entre la primera y la segunda carta a los Corintios, hubiese cambiado de opinión. Más lógico resulta pensar que, desde un principio, mantenía unidas en su mente ambas concepciones: fe en la resurrección y fe en la pervivencia junto a Cristo a partir de la muerte 305*.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

I Tesalonicenses 5,1-28

Incertidumbre sobre el tiempo de la parusía, 5:1-11.
1 Cuanto al tiempo y momento preciso, no hay, hermanos, por qué escribir. 2 Sabéis bien que el día del Señor llegará como ladrón en la noche. 3 Guando se dicen: Paz y seguridad, entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores del parto a la preñada, y no escaparán. 4 Cuanto a vosotros, hermanos, no viváis en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como ladrón; 5 porque todos sois hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de las tinieblas. 6 Por consiguiente, no durmamos como los otros, antes bien, velemos y vivamos sobriamente. 7 Los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. 8 Pero nosotros, hijos del día, seamos sobrios, revestidos de la coraza de la fe y de la caridad y del yelmo de la esperanza en la salvación. 9 Que no nos destina Dios a la ira, sino a la salvación por nuestro Señor Jesucristo, 10 que murió por nosotros para que, en vida o en muerte, vivamos unidos a El. 11 Así, pues, consolaos mutuamente y edifícaos unos a otros, como ya lo hacéis.

Esta perícopa es esencialmente práctica. Es posible que los tesalonicenses, a través de Timoteo, hubiesen preguntado expresamente a Pablo sobre el tiempo de la parusía. Tal parece insinuar la fórmula cuanto al tiempo y momento preciso (v.1), muy semejante a no queremos que ignoréis, que introduce la naarracion anterior (cf. 4:13). Pablo, sin embargo, no da una respuesta directa. Afirma, sí, indirectamente que lo ignora (cf. v.2 y 10); pero en lo que directamente insiste es en la vigilancia y sobriedad con que debemos vivir, como soldados siempre en guardia, a fin de que ese día ignorado no nos coja de sorpresa. Es exactamente la misma doctrina que, referente a este punto de la parusía, había inculcado ya Jesucristo (cf. Mat_24:36-44; Mat_25:13).
La expresión cuanto al tiempo y momento preciso (???? ?? ??? ?????? ??? ??? ?????? ), con que el Apóstol introduce la cuestión (v.1), era una fórmula más o menos ya estereotipada (cf. Dan_2:21; Hec_1:7), propia de la literatura escatológica, cuando se trataba de inquirir el tiempo en que el hecho tendría lugar 316. Pablo responde que de eso no es necesario escribir, pues saben bien que el día del Señor llegará como el ladrón en la noche., como los dolores del parto a la embarazada (v.2-3). Evidentemente ese día del Señor está refiriéndose a la parusía y juicio final (cf. 1Co_1:8; 2Co_1:14; Flp_1:6; 2Te_2:2). Lo de saben bien indica que los tesalonicenses ya habían sido instruidos suficientemente en este punto durante su evangelización. En cuanto a las imágenes ladrón en la noche y dolores de parto, usadas ya por Jesús (cf. Mat_24:43; Jua_16:21), son muy frecuentes en el estilo apocalíptico, del que se consideran adorno obligado, y ciertamente muy aptas para expresar la incertidumbre y sorpresa de la venida del Señor y la necesidad de estar siempre preparados. Es posible que la segunda imagen, además de la idea de sorpresa, insinúe también la idea de dolor, con alusión a los grandes males que precederán esa venida (cf. Mat_24:8).
Claro que la sorpresa será más bien para los impíos, quienes no piensan más que en los goces materiales (v.3; cf. Mat_24:37). Respecto de los fieles, Pablo les pide que se comporten de manera que ese día no les coja de sorpresa (v.4), haciendo luego (v.5~7) una serie de consideraciones en que juega con las palabras tinieblas, luz, día, noche, dormir, velar, que de ordinario toma en sentido metafórico, pero a veces también propio, con no pequeña dificultad de interpretación concreta en algunos casos. Lo normal es que entienda por tinieblas y noche las tinieblas de la infidelidad con su cortejo obligado de vicios; y lo mismo se diga del término dormir, con referencia a la falta de fe y obras correspondientes (cf. v.6). Sin embargo, en el v.y, lo mismo el término dormir que el término noche se toman en sentido propio, aunque sobrentendiendo la misma idea moral de antes, como diciendo: aunque se puede dormir durante el día, pero la noche es su tiempo propio, lo mismo que para los excesos de la crápula; no es, pues, extraño que duerman (sentido metafórico) y se embriaguen los gentiles, pero sería extraño que lo hicieran los cristianos, que son hijos de la luz y del día. Estos términos luz y día (v.5) se contraponen a tinieblas y noche de antes, e indican la vida de fe con su floración de todas las virtudes; igual se diga del término velar (v.6), contrapuesto a dormir, y de la expresión vivir sobriamente (v.6-8), contrapuesta a embriagarse.
Para más recalcar la idea de vigilancia y sobriedad, San Pablo, valiéndose de imágenes tomadas de la vestimenta militar, describe la panoplia o armadura espiritual de que debe revestirse el cristiano (v.8). Esta misma imagen, desarrollada con más amplitud, la encontramos en Efe_6:11-17, y alusión a ella en Rom_13:12. El motivo o acicate que nos debe alentar en este combate espiritual, es el saber que Dios no nos ha destinado a la ira con que castigará a los impíos (cf. i, i o; Rom_5:3), sino que nos ha llamado a la salvación, y, consiguientemente, estará con nosotros en la adquisición de la misma (v.9). Ni se olvida el Apóstol de recordar a los tesalonicenses que, en este negocio de nuestra salvación, el mérito principal se lo hemos de agradecer a Jesucristo, que murió por nosotros para que, en vida o en muerte, vivamos unidos a El (v.10). Nótese la antítesis: murió él para que vivamos nosotros, idea muy cara al Apóstol (cf. 2Co_5:14-15; Gal_2:21). La expresión en vida o en muerte (???? ????? -????? ???? ?? &??????? ), literalmente ya velemos, ya durmamos, no parece que pueda referirse a velar o dormir en el sentido que tienen estos términos en los versículos anteriores, sino a pasar o no pasar por la muerte temporal, como en 4:16-17. San Pablo vendría a decir: lo importante no es el vivir hasta la parusía o el morir antes, sino lo importante es el que, vivos o muertos cuando venga Cristo, hemos de vivir unidos a El (cf. 4:18). Con esto, el Apóstol, en la conclusión de lo referente a la parusía, vuelve a la idea central de la narracion anterior. Y nótese que, mientras en 4:15 y 17 se había colocado en la categoría de los vivientes, aquí admite como posible, tanto para él como para sus lectores, el tránsito de la categoría de los vivientes a la de los muertos.
La conclusión final es que no hay motivos para inquietarse (v.11). Notemos la expresión edifícaos, imagen corriente en San Pablo y sumamente significativa: cada cristiano es un edificio en construcción continua (cf. Flp_3:12-16), cuyo fundamento es Cristo y cuyas piedras que se van poniendo en el muro son las obras buenas de cada uno (cf. 1Co_3:9-12; Efe_2:20-21), pudiendo no sólo contribuir a la edificación de nosotros mismos, sino también a la de los demás (cf. Efe_4:12-15). A esa edificación se opone el escándalo, con que tratamos de quitar piedras del muro del prójimo (cf. 1Co_8:8-13).

Amonestaciones varias,1Co_5:12-22.
12 Os rogarnos, hermanos, que acatéis a los que laboran con vosotros presidiéndoos en el Señor y amonestándoos, 13 y que tengáis con ellos la mayor caridad por su labor. Vivid en paz entre vosotros. 14 También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los que viven fuera de orden, alentéis a los pusilánimes, acojáis a los débiles y seáis sufridos con todos. 15 Mirad que ninguno vuelva a nadie mal por mal, sino que en todo tiempo os hagáis el bien unos a otros y a todos. Estad siempre gozosos, 17 orad sin cesar, 18 dad gracias a Dios por todo; pues tal es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto a vosotros. 19 No apaguéis al Espíritu, 20 no despreciéis las profecías; 21 pero examinadlo todo y quedaos con lo bueno. 22 Absteneos hasta de la apariencia de mal.

San Pablo termina su carta dando a los tesalonicenses una serie de consejos que podemos distinguir en tres grupos: comportamiento con los superiores jerárquicos (v.12-13), en las relaciones mutuas (v.14-18), en las asambleas litúrgicas (v. 19-22).
Respecto del primer grupo, referente a los superiores jerárquicos, pide respeto y amor para con ellos, en atención al trabajo que se toman por la comunidad (v.12-13). San Pablo habla de los superiores en general, sin especificación alguna; pero es de suponer que esos superiores se correspondan con los obispos y diáconos, de que se habla en Flp_1:1. Es importante señalar los tres términos con que designa sus funciones: trabajar (por el bien espiritual de los fieles), presidir, amonestar.
Por lo que toca a las relaciones mutuas, San Pablo recomienda sobre todo la paz y la caridad (v. 13^15), insistiendo también en la alegría, la oración y la acción de gracias (v. 17-18). Recomendaciones semejantes encontramos en otros lugares de sus cartas (cf. Rom_14:19; 2Co_13:11; Efe_5:20; Flp_4:4-7). No está claro quiénes son esos fuera de orden (???????? ), a que se alude en el v.14. San Pablo vuelve a usar la misma expresión en 2Te_3:6-7. Lo más probable es que se trate de fieles que, ante la soñada inminente parusía, no querían trabajar, llevando una vida ociosa, fuera del común orden social 317. Tampoco es claro si la expresión: tal es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto a vosotros (v.18), ha de referirse sólo a dad gracias por todo, que es lo que precede inmediatamente, o al conjunto de las tres recomendaciones: gozo-oración-acción de gracias. Quizás sea más probable esto último. Lo de en Cristo Jesús trata de señalar o que Dios nos ha manifestado su voluntad en Cristo y por medio de Cristo (así unos), o que quiere nuestra santificación, no aisladamente, sino unidos a Cristo cabeza (así otros).
Finalmente, por lo que se refiere a los consejos para las asambleas litúrgicas, San Pablo recomienda: que no impidan a los carismáticos la libre manifestación de lo que el Espíritu les inspira (v.19; cf. 1Co_12:7-11; 1Co_14:26-33); que, de modo particular, tengan en la debida estima las profecías (v.20; cf. 1Co_14:1-3), pero examinando antes todo y viendo si los que hablan son de verdad profetas o solamente ilusos (v.ai; cf. 1Co_12:3; 1Co_14:29; Gal_1:8-9); que se abstengan de todo mal y de todo lo que se le parezca (v.22; cf. 2:3; Rom_14:15; 1Co_8:13). Probablemente este último consejo, aunque enunciado en forma general, está aludiendo al justo discernimiento de los carismas, donde tan fácilmente pueden entrar las ilusiones y el error.




Epilogo,1Co_5:23-28.

Oración por los tesalonicenses,1Co_5:23-24.
23 El Dios de la paz os santifique cumplidamente, y que todo vuestro espíritu, vuestra alma y vuestro cuerpo se conserven sin mancha para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 24 Fiel es el que os llama, y que también lo cumplirá.

El Apóstol sabe muy bien que los tesalonicenses, con sus solas fuerzas, no podrán poner en práctica cuanto les ha venido aconsejando, pues la santificación, dejada a salvo nuestra libertad, es obra principalmente de Dios. Por eso pide para ellos que Dios los santifique cumplidamente (??????? ???? ????????? ), de modo que en todo su ser (espíritu-alma-cuerpo) se mantengan irreprochables, y así aparezcan luego cuando llegue el momento solemne de la pa-rusía o segunda venida de Jesucristo (v.23). Ni deben jamás desconfiar de Dios, pues es El quien les ha llamado a la fe y, consiguientemente, se ha como obligado a cumplir todo lo que sea necesario para llevar hasta su término esa primera llamada (v.24; cf. Rom_4:20-21; 1Co_1:9; Flp_1:6).
Aunque la idea general del pasaje, conforme acabamos de exponer, es clara, no así esa enumeración de espíritu-alma-cuerpo, en que el Apóstol descompone el ser del hombre (v.23). Es evidente que no pretende proponer ninguna teoría filosófica sobre si la constitución del ser humanoes unitaria o dicotómica o tricotómica; pero también es evidente que algo pretende indicar con esas tres palabras y que alguna diferencia establece entre el significado de cada una de ellas. La diferencia entre cuerpo y alma es fácilmente explicable; pero ¿en qué se diferencian el espíritu y el alma? Parece ser, a juzgar por el modo de hablar en otros muchos lugares de sus cartas (cf. Rom_8:1-11; 1Co_2:13-15; 1Co_15:44-46; Gal_5:16-17), que, para San Pablo, el espíritu y el alma son la misma realidad, aunque connotando aspectos diferentes. Esa parte más íntima y noble del hombre, contrapuesta al cuerpo, se llama [espíritu (?????? ) en cuanto principio motor de acciones morales y campo de acción del Espíritu Santo (cf. Rom_8:4-11) y se llama alma (???? ) en cuanto principio de vida sensitiva con su cortejo de pasiones y concupiscencias.

Ultimas recomendaciones y bendición final,Rom_5:25-28.
25 Hermanos, orad por nosotros. 26 Saludad a todos los hermanos con el ósculo santo. 27 Os conjuro por Jesucristo que esta epístola sea leída a todos los hermanos. 28 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.

Tres cosas pide San Pablo a los tesalonicenses: que rueguen por él (v.25; cf. Col_4:3; 2Te_3:1), que se saluden con el ósculo santo (v.26; cf. Rom_16:16; 1Co_16:20; 2Co_13:12), y que lean la carta públicamente (v.27). Esta última recomendación la hace con toda solemnidad y en nombre de Jesucristo. Ello es debido probablemente a que teme que surjan tergiversaciones y si dijo o dejó de decir esto o aquello. Que tenía razón en sus sospechas lo vemos por su segunda carta (cf. 2Te_2:2; 2Te_3:17).
La bendición final (v.28) es la acostumbrada en sus cartas (cf. Rom_16:20; 1Co_16:23; Col_4:18).

294 Que Timoteo, por encargo de Pablo, había realizado una visita a los tesalonicenses, no cabe duda (cf. 1Te_3:1-2). Sin embargo, no es claro si para esa visita partió de Atenas, adonde se habría juntado ya con el Apóstol, o, por el contrario, recibió el encargo estando todavía en Berea, cuando el Apóstol estaba en Atenas. De esta cuestión ya tratamos al comentar Act ? ?,? 5· 295 Cf. A. Deissmann, Licht vom Oslen (Tübingen 1909) p.279-283, donde recoge los principales textos de papiros e inscripciones en que aparece el término parusía con este sentido técnico. Sabemos que esa parusía de los soberanos helenísticos era una fiesta emi- ' nentemente popular, cuidadosamente preparada y reglamentada. He aquí cómo se describe la preparación para la parusía del rey átalo III (138-133 a. C.) en una ciudad del reino de Pérgamo: Al acercarse el soberano a la ciudad, todos los estefanóforos de los doce dioses. tomarán su corona, los sacerdotes y las sacerdotisas abrirán los templos de los dioses, esparcirán incienso, recitarán las oraciones rituales para que ahora y siempre sea dada al rey átalo. salud, victoria, poderío en la tierra y en el mar. Deben salir a su encuentro los antedichos sacerdotes y sacerdotisas, los estrategas, los arcontes y los vencedores de los juegos con las coronas que han ganado, el gimnasiarca seguido de los efebos y de los cadetes, el pedagogo a la cabeza de sus niños, luego los ciudadanos y las mujeres y las jóvenes todas y todos los habitantes con vestidos blancos y con coronas. Será un día de fiesta. (Cf. W. Dittenberger, Onentis Graeci Inscript., n.332:1:26-39). 296 Cf. L. Cerfaux, El cristiano en San Pablo (Madrid 1965) p.12. 297 Gf. J. B. Orchard, Thessaloníans and the Synoptic Gospels: Bibl. 19 (1938) 19-42; F. Spadafora, L'escatologia in San Paolo (Roma 1957); J. renié, L'eschatologie des deux építres aux Thess.: Div. Th. 40 (1937) 350-360; A. Feuillet, art. parousie: Dict. Bibl.-Suppl., vol.6, 001.1362-1366; E. Cothenet, La U ¿pitre aux Thess. et l'apocalypse synoptique: Redi. Sr. Relig. 42 (1954) 5-39- 298 Gf. Denz. n.2179-2081. 299 Refiriéndose a esta expresión paulina, dice San Agustín: lili quos hic viventes inven-turus est Christus, quorum personam in se. transfigurabat apostolus (De Civit Dei 20:20:2: PL 41:688). 300 Cf. O. Cullmann, Chríst et le temps (Neuchatel 1957) ? .6? -62; ? . ??????, ¿Resurrección al final de los tiempos o inmediatamente después de la muerte?: Goncil. (1970) IV, p. 103-105; J. Alonso Díaz, La resurrección corporal en el ? . ? .: Est. Bibl. 32 (1973) 43-56. 301 Cf. L. Cerfaux. El cristiano en San Pablo (Madrid 1965) p.ióo. 302 Cf. J. Dupont, ??? ?????? . L'unión avec le Christ suivant S. Paul (París 1952) p.iSs. Insistiendo en ese cambio que se habría operado en San Pablo, escribe M. Goguel: Si morir es para el fiel estar en Cristo, como se dice en Flp_1:21-23, no puede ser al mismo tiempo entrar en la nada provisional de la tumba, para no salir sino en la parusía. Ninguna habilidad dialéctica podrá armonizar estas dos escatologías. La primera es una herencia del apocalipsis judío, mientras que la segunda deriva de la experiencia mística del Apóstol (M. goguel, La naissance de Christianisme [París 1946] p.298). 303 A este respecto, creemos muy acertado lo que escribe Cerfaux: Eftá de moda hablar de la visión sintética que los semitas tenían del hombre. y, por tanto, que Pablo, hebreo e hijo de hebreos, no podía concebir una parte superior del hombre, distinta del cuerpo, a la que llamará inteligencia (voOs) con Platón y espíritu (?????? ) con los Estoicos. Desde luego, nadie pretende sostener que el Apóstol fuera dualista a la manera de los griegos platonizantes; pero. viviendo en un medio penetrado de las concepciones del dualismo griego, con las esperanzas del más allá que llevaban consigo, ¿cómo un espíritu tan desembarazado y que quiere ser griego con los griegos no había de experimentar su influencia?., Precisamente la línea de pensamiento platonizante que hemos ya advertido en sus confidencias sobre el hombre interior (cf. 2Co_4:16-18), le proporciona también ahora (2Co_5:6-8) las palabras necesarias para pintarse una vida futura independiente de la resurrección material. La existencia después de la muerte no depende del cuerpo: el hombre interior, la verdadera personalidad, sostenido por el amor y el poder de Cristo, subsistirá después de la muerte, aguardando todavía conscientemente la venida gloriosa. De esta manera San Pablo se desentiende de la estrechez de la concepción del judaismo para abrazar, en un momento de intensa iluminación intelectual, la perspectiva del dualismo griego. Adoptó, precisó, cristianizó la sabiduría de los antiguos (L. cerfaux, Itinerario espiritual de San Pablo [Barcelona 1968] p.111 y 115)· 304 Cf. S. Lyonnet, Les etapes de l'histoire du salut selon Vépítre aux Romains (París 1969) p.21o. Puede verse también: P. Hoffmann, Die Toten tn Chrtstus (Münster 1969) p.296-301. 305 Cf. J. Dupont, L'aprés-mort dans Voeuvre de Lúe: Rev. Theol. de Louv. 3 (1971) 3-21. 305* La exposición que acabamos de hacer trata de reflejar con la mayor fidelidad posible el pensamiento de Pablo sobre la parusía, pensamiento que evidentemente está encuelto en formas ? categorías espacio-temporales: dos venidas de Cristo, resurrección corporal al final de los tiempos, juicio universal, transformación del cosmos. Es sabido, sin embargo, que no pocos autores actuales, apoyándose en la filosofía como hermenéutica, dicen que todo ese montaje escatológico en formas espacio-temporales, que procede de la apocalíptica judía, debemos trasladarlo a nuestro lenguaje; y en nuestro lenguaje no hay razón para el desdoblamiento de un juicio particular y un juicio universal; tampoco es necesario distinguir dos venidas de Cristo al mundo. La muerte de cada hombre, lo mismo que su resurrección, serían contemporáneas en la duración crística de la muerte y resurrección del mismo Señor. Esos conceptos de venida, resurrección, glorificación, transformación del cosmos, vistos desde la perspectiva del tiempo, pueden estar separados por distancias largas de siglos o milenios; pero en el ritmo del tiempo de Cristo son momentos inmediatos en los que va desembocando la historia humana (J. Losada, Escatología y mito: Est.Bibl. 28, 1969, p.94-95). 306 Las palabras ante nuestro Dios y Padre (v.3), que en nuestra traducción hemos unido a haciendo sin cesar. memoria (??????????? ????????????? ), otros prefieren ponerlas al final del versículo, con referencia a las tres virtudes teologales ahí mencionadas, practicadas bajo la mirada de nuestro Dios y Padre. Sería un nuevo aspecto de la unión de los tesalonicenses con Dios, a que se hizo referencia en el v.1: mientras en el v.1 se consideraba a Dios como algo en que los tesalonicenses estaban sumergidos, aquí es considerado como un Padre que mira constantemente a sus hijos y les ayuda poderosamente en sus dificultades. Grama-ticalmente, ambas interpretaciones son posibles. 307 La frase no fue ???? (???? ) podría de suyo interpretarse en el sentido de que la predi -cación de Pablo en Tesalónica no había sido sin fruto (cf. 3:5); sin embargo, parece más en consonancia con el contexto darle el sentido, también posible, de desprovista de fuerza o valor (cf. 1Co_15:10). 307* claro qué quiera significar el Apóstol al decir que su predicación no procedía de concupiscencia (?? ????????? ). Bastantes autores (Buzy, Amiot, Rigaux) creen que alude a la impureza o licencia sexual, que es el significado ordinario de la palabra (cf. Rom_1:24; 2Co_12:21, Col_3:5), dando a entender que sus doctrinas no favorecían las pasiones carnales, como a veces otras religiones. Sin embargo, más bien parece (Knabenbauer, Steinmann, Toussaint) que en este contexto (cf. v.5-6) hemos de dar a la palabra concupiscencia un sentido general, significando toda clase de motivos no confesables, como lucro, ambición, vanagloria, etc. 308 En lugar de pequeñuelos (?????? ), algunos códices tienen mansos (????? ). Parece que debe preferirse la lección ?????? , más apoyada en los códices, cambiada por algún amanuense en ?????? , para evitar la incoherencia de imágenes que resulta de que el Apóstol se llame pequeñuelo y nodriza en un mismo versículo. Sin embargo, la incoherencia y cambio rápido de imágenes es muy del estilo de San Pablo. Poco después, en el v.1 i, se compara a un padre. 309 Esta última expresión alude al orgullo de los judíos, con desprecio para todos los demás, resultándoles odioso que el reino mesiánico no fuese en adelante monopolio suyo. Es la misma idea, en el fondo, que expresa también el historiador romano Tácito: Apud ipsos fides obstinata, misericordia in promptu; sed adversus omnes alios, hostile odium (Hist. 5:5). 310 Es interesante hacer notar que el verbo dirigir (v.1 i), cuyo sujeto es Dios Padre y Jesucristo, va construido en singular (????? ^???? ), teniendo aplicación también aquí lo que ya dijimos al comentar 1:1, de que ninguna manera mejor, en lo que puede hacerlo una fórmula literaria, para expresar la unidad sustancial de Padre e Hijo. 310 * Donde nosotros, siguiendo a gran número de autores (Knabenbauer, Zorell, M. Sales, Vosté), hemos traducido su mujer (v.4), traducen otros su cuerpo, con referencia a que el cristiano debe conservar puro su cuerpo, sin dejarse arrastrar por la concupiscencia. Desde luego, la expresión paulina no es clara. El Apóstol no dice mujer ni cuerpo, sino ?????? que literalmente significa vaso, instrumento. Pero ¿cuál es el sentido real? No negamos que el término ?????? es usado con frecuencia para designar el cuerpo, considerado como instrumentó o vaso que aprisiona al alma; y el mismo San Pablo parece usar este lenguaje (cf. 2Co_4:7). Sin embargo, la frase toda: adquirir su propio cuerpo (?? ??? /??? ???? /os ???? 3?? ), resultaría muy extraña. Más obvio parece darle el sentido de mujer, frecuentemente designada con este término, que corresponde al hebreo keli en la literatura rabínica. Valga este testimonio: Dixit Asuerus: vas (= uxor) quo ego utor nec medicum nec persicum est. (Me-gilla lib. Esther 1:11). También San Pedro usa el término ?????? en el mismo sentido (cf. 1Pe_3:7), De esta forma, el verbo adquirir (???? 3?? ) conservaría su propio significado: adquirir mujer, es decir, casarse. El consejo sería muy parecido al de 1Co_7:2 : para evitar la fornicación, que cada uno tenga su propia mujer, con la cual viva santa y honestamente. Tampoco es del todo clara en el texto griego la expresión del v.6: que en esta materia ninguno haga injuria a su hermano (?? ?? ??????????? ??? ??????????? ?? ?? ???????? ??? ??????? ????? ). Literalmente habría que traducir: que ninguno atrepelle ni, llevado de la codicia (para abundar más que él), engañe a su hermano en el negocio. Hay quienes creen que el Apóstol, con esta recomendación, se refiere a la probidad en los negocios, sin injusticias ni trampas, vicio que seguramente estaba bastante extendido en Tesalónica, ciudad de fuerte movimiento comercial. De suyo, ése es el sentido corriente de ??????????? , como vemos en 2Co_7:2 y 12:17, usado por San Pablo para decir que nunca, con pretexto de la predicación del Evangelio, ha tratado de enriquecerse a expensas de nadie.^ Sin embargo, en este contexto parece claro que se alude al negocio o materia de que se viene hablando, es decir, a la lujuria, dado que todo el pensamiento tiende a la impureza lujuriosa del v.7 (cf. P. rossano, De concepta p/eonexia in ? . T.: Verb. Dom. 32 (iQ54) 257-265). 312 En el texto griego, solamente en el v.16 usa San Pablo la palabra muertos (?????? ); en Jos demás versículos (13.14.15) usa siempre los que se durmieron (??? ?????????? . ??? /s ????? 3????? ). El verbo dormir, para significar la muerte, es corriente en la Escritura (cf. Gen_47:30; 2Sa_7:12; Jn ?2Sa_1:1? ; Hec_7:6o), y muy conforme con el dogma de la resurrección. Sin embargo, sería urgir demasiado las cosas querer probar el dogma de la resurrección por la sola palabra durmientes; pues esta metáfora la encontramos también en los autores paganos, sin que haya indicio alguno de que con ella intentasen expresar su esperanza en la resurrección (cf. Iliada 16:681-683; Eneida 6:278). 313 La fórmula muertos en Cristo (v.16), para indicar la muerte de los justos, unidos a Cristo por la fe y la caridad, es normal. Sin embargo, es de notar que en el v.14 literalmente no se dice los que durmieron en Jesús, sino por Jesús (??? /s ??????????? ??? ??? ????? ); Se trata de una frase elíptica, cuyo sentido, desarrollada la fórmula, sería: los muertos y resucitados por (??? ) Jesús los llevará Dios con El, es decir, con Jesús. Quiere dar a entender el Apóstol que la muerte de los justos no es algo estático, sino que Jesús seguirá actuando en ellos, como la vid en el sarmiento, hasta que los lleve a la resurrección gloriosa. Puede pues, decirse que es causa de nuestra muerte; no de la muerte en general, sino de tal muerte, a la que se debe una resurrección gloriosa, precisamente en virtud del influjo y acción de Cristo. Creemos menos probable la opinión de algunos autores, como Prat y Bover, que suprimen la dificultad uniendo ese por Jesús, no con los que se durmieron, sino con el verbo llevará. Gramaticalmente ello sería posible; pero, además de que destruiría el paralelismo con muertos en Cristo del v.16, resultaría una redundancia decir que Dios por mediación de Jesús llevará con El (con Jesús) a los justos. 314 El Apóstol lo da como palabra del Señor (?? ???? ?????? ), es decir, que no se trata de doctrina o elucubración humana, sino de algo revelado por Dios. El concretar más es difícil. Algunos autores hablan de revelación hecha por Cristo y conservada en la tradición escrita (cf. Mat_24:30; Jua_6:39-40); otros hablan de un agraphon, como en Hec_20:35; otros creen que se trata de una revelación especial hecha a Pablo, de quien sabemos que tuvo tales revelaciones (cf. 1Co_15:51; 2Co_12:4; Gal_1:12). Lo cierto es que lo da como palabra del Señor y, por tanto, perteneciente al depósito revelado (cf. 1Ti_6:20). No está claro, sin embargo, si Pablo está mirando al hecho mismo de la resurrección o incluye también directamente esa consecuencia que aquí deduce, es a saber, que los muertos no estarán en peor condición que los que se hallen en vida. 315 No se da el nombre del arcángel. Quizá se aluda al arcángel Miguel, inspirándose en Dan_12:1 (cf. Jud_1:9). Pero, como el texto griego no lleva artículo (?? ???? ?????????? ), es dudosa la identificación. 316 Como advierte F. Zorell (Lex. gracc. ? . ? ., ? . ?????? ) los términos ?????? y ?????? fere ita differunt ut locus [determinatus] a spatio [indeterminato aut inmenso]. En nuestro caso, ?????? indicaría tiempo en general (qué época o período), mientras que ?????? indicaría tiempo concreto y determinado (qué día y fecha). Añadamos, por lo que respecta a ?????? , que este término es el que suele emplearse en el uso profano para designar la ocasión particularmente propicia para una determinada empresa, lo que en lenguaje moderno llamaríamos el día J. Generalmente es en virtud de consideraciones humanas cómo un momento determinado nos parece particularmente propicio para la realización de tal o cual proyecto, convirtiéndose en un ?????? . En ese sentido dice Félix a Pablo: cuando llegue el momento (?????? ) ya te llamaré (Hec_24:26). Pues bien, con referencia a la historia de la salud, el Nuevo Testamento sigue usando este término en el mismo sentido, pero con esta diferencia: no son las apreciaciones humanas, sino un decreto divino el que hace de tal o tal fecha un ?????? , y esto en vista de la realización del plan divino de salud (cf. O. Cullmann, Christ et le temps [Neuchátel 1957] p.27-28). 317 En su origen, el término ??????? parece que fue una voz de la terminología militar, y designaba al soldado que en las filas no está en el puesto (????? ) que se le señala, manteniéndose fuera de orden. Para este pasaje paulino, la interpretación tradicional ha sido la de revoltoso ? inquieto, como traduce la Vulgata latina. Sin embargo, como resulta de los papiros griegos recientemente descubiertos, donde con frecuencia encontramos ese término, parece que en los tiempos de San Pablo más bien significaba perezoso, que no quiere trabajar, que es el sentido que le hemos dado nosotros, y que cuadra perfectamente con el que tiene en 2Te_3:7. Es probable que los pusilánimes (que se abaten fácilmente ante los contratiempos) y los débiles (flacos en la fe: cf. Rom_14:1) se refieran a los mismos fuera de orden de antes, quizá demasiado abatidos por sus muertos y por el retraso de la parusía, con peligro de flaquear en la fe. Con ello damos unidad a estas recomendaciones, que parecen tan dispares.