I Reyes 8 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 66 versitos | I Reyes 8 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 66 versitos
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Dedicación del templo
2 Sm 7; 2 Cr 5s

Entonces Salomón convocó a palacio, en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a los jefes de tribu y a los cabezas de familia de los israelitas para trasladar el arca de la alianza del Señor desde la Ciudad de David – o sea, Sión– .
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Traslado del arca de la alianza.
Entonces Salomón congregó a los ancianos de Israel (todos los jefes de las tribus y los cabezas de familia de los israelitas ante el rey Salomón) en Jerusalén para hacer subir el arca de la alianza de Yahvé desde la ciudad de David, que es Sión.
2 Todos los israelitas se congregaron en torno al rey Salomón en el mes de octubre, el mes séptimo, en la fiesta de las Chozas.2 (Se congregaron en torno al rey Salomón todos los hombres de Israel). En el mes de Etanín (que es el mes séptimo, en la fiesta,
3 Cuando llegaron todos los ancianos a Israel, los sacerdotes cargaron con el arca del Señor,3 vinieron todos los ancianos de Israel y) los sacerdotes condujeron el arca
4 y los sacerdotes levitas llevaron la tienda del encuentro, más los utensilios del culto que había en la tienda.4 (e hicieron subir el arca de Yahvé) y la Tienda del Encuentro, con todos los objetos sagrados que había en ella.
5 El rey Salomón, acompañado de toda la asamblea de Israel reunida con él ante el arca, sacrificaba una cantidad incalculable de ovejas y bueyes.5 El rey (Salomón) y todo Israel (toda la comunidad de Israel reunida en torno a él) sacrificaron ante el arca ovejas y bueyes en número incalculable e incontable.
6 Los sacerdotes llevaron el arca de la alianza del Señor a su sitio, al camarín del templo – al Santo de los santos– , bajo las alas de los querubines,6 Los sacerdotes llevaron el arca de la alianza de Yahvé al santuario del templo, el Santo de los Santos, a su propio lugar, situado bajo las alas de los querubines.
7 porque los querubines extendían las alas sobre el sitio del arca y cubrían el arca y las andas por encima.7 Los querubines extendían las alas sobre el lugar del arca y cubrían el arca y sus varales por encima.
8 Las andas eran lo bastante largas como para que se viera el remate desde la nave, delante del camarín, pero no desde fuera.8 Los varales se prolongaban hasta dejar ver sus extremos desde el santuario, pero no se dejaban ver más hacia fuera. (Han estado allí hasta el día de hoy).
9 En el arca sólo estaban las dos tablas de piedra que colocó allí Moisés en el Horeb, cuando el Señor pactó con los israelitas, al salir de Egipto, y allí se conservan actualmente.9 En el arca no había nada más que las dos tablas de piedra que Moisés depositó allí, en el Horeb, las tablas de la alianza que Yahvé estableció con los israelitas cuando salieron de la tierra de Egipto.
10 Cuando los sacerdotes salieron del Lugar Santo, la nube llenó el templo,10
Dios toma posesión de su templo.
Cuando los sacerdotes salieron del santuario, —pues la nube había llenado el templo de Yahvé—,
11 de forma que los sacerdotes no podían seguir oficiando a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba el templo.11 los sacerdotes no pudieron permanecer ante la nube para completar el servicio, pues la gloria de Yahvé llenaba el templo de Yahvé.
12 Entonces Salomón dijo:
– El Señor puso el sol en el cielo, el Señor quiere habitar en las tinieblas,
12 Entonces Salomón dijo:
«Yahvé puso el sol en los cielos,
pero ha decidido habitar en densa nube.
13 y yo te he construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre.13 He querido erigirte una morada principesca,
un lugar donde habites para siempre.»
14 Luego se volvió y bendijo a toda la asamblea de Israel mientras ésta permanecía de pie14
Discurso de Salomón al pueblo.
El rey, volviéndose, bendijo a toda la asamblea de Israel, que se mantenía en pie,
15 y dijo:
–¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel! Que ha cumplido con su mano lo que su boca había anunciado a mi padre David cuando le dijo:
15 y dijo: «Bendito sea Yahvé, Dios de Israel, que con su mano ha cumplido lo que había prometido con su propia boca, diciendo:
16 Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo, Israel, no elegí ninguna ciudad de las tribus de Israel para hacerme un templo donde residiera mi Nombre, sino que elegí a David para que estuviese al frente de mi pueblo, Israel.16 “Desde el día en que saqué de Egipto a mi pueblo Israel no elegí ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel para edificar un templo en el que resida mi Nombre [y no elegí tampoco ningún varón para que fuera príncipe sobre mi pueblo Israel, pero he elegido a Jerusalén para que resida allí mi Nombre], y he elegido a David para que esté al frente de mi pueblo Israel.”
17 Mi padre, David, pensó edificar un templo en honor del Señor, Dios de Israel,17 Mi padre David acariciaba en su corazón el propósito de construir un templo al Nombre de Yahvé, Dios de Israel,
18 y el Señor le dijo: Ese proyecto que tienes de construir un templo en mi honor haces bien en tenerlo;18 pero Yahvé dijo a David mi padre: “Has acariciado en tu corazón el deseo de construir un templo a mi Nombre; has hecho bien en ello,
19 sólo que tú no construirás ese templo, sino que un hijo de tus entrañas será quien construya ese templo en mi honor.19 pero no serás tú el que construya el templo. Un hijo tuyo, salido de tus entrañas, ése será quien construya el templo a mi Nombre.”
20 El Señor ha cumplido la promesa que hizo: yo he sucedido en el trono de Israel a mi padre, David, como lo prometió el Señor, y he construido este templo en honor del Señor, Dios de Israel.20 Yahvé ha cumplido la promesa que pronunció. Me ha establecido como sucesor de mi padre David y me ha sentado sobre el trono de Israel, como Yahvé había dicho, y yo construiré el templo al Nombre de Yahvé, Dios de Israel,
21 Y en él he fijado un sitio para el arca, donde se conserva la alianza que el Señor pactó con nuestros padres cuando los sacó de Egipto.21 y fijaré en él un lugar para el arca en la que se encuentra la alianza que Yahvé pactó con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.»
22 Salomón, de pie ante el altar del Señor, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos al cielo22
Oración personal de Salomón.
Salomón se puso en pie ante el altar de Yahvé frente a toda la asamblea de Israel, extendió las manos al cielo
23 y dijo:
–¡Señor, Dios de Israel! Ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios como tú, que mantienes la Alianza y eres fiel con tus servidores, cuando caminan delante de ti de todo corazón como tú quieres.
23 y dijo: «Yahvé, Dios de Israel, no hay Dios como tú arriba en los cielos ni abajo en la tierra, tú (que guardas la alianza y la fidelidad a tus siervos que caminan ante ti de todo corazón,)
24 Tú has cumplido, a favor de mi padre David, la promesa que le habías hecho, y hoy mismo has realizado con tu mano lo que había dicho tu boca.24 que has mantenido a mi padre David la promesa que le hiciste y que has cumplido en este día con tu mano lo que con tu boca habías prometido.
25 Ahora Señor, Dios de Israel, mantén en favor de tu servidor, mi padre, David, la promesa que le hiciste: No te faltará un descendiente que esté sentado delante de mí en el trono de Israel, a condición de que tus hijos sepan comportarse procediendo de acuerdo conmigo, como has procedido tú.25 Ahora, pues, Yahvé, Dios de Israel, mantén a tu siervo David mi padre la promesa que le hiciste diciéndole: “Nunca te faltará uno de los tuyos en mi presencia que se siente en el trono de Israel, siempre que tus hijos guarden su camino, procediendo ante mí como tú has procedido.”
26 Ahora, Dios de Israel, confirma la promesa que hiciste a mi padre, David, servidor tuyo.26 Y ahora, Dios de Israel, cúmplase la palabra que dijiste a tu siervo David, mi padre.
27 Aunque, ¿es posible que Dios habite en la tierra? Si no cabes en el cielo y lo más alto del cielo, ¡cuánto menos en este templo que he construido!27 ¿Habitará Dios con los hombres en la tierra? Los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos este templo que yo te he construido!
28 Vuelve tu rostro a la oración y súplica de tu servidor. Señor, Dios mío, escucha el clamor y la oración que te dirige hoy tu servidor.28 Inclínate a la plegaria y a la súplica de tu siervo, Yahvé, Dios mío. Escucha el clamor y la plegaria que tu siervo entona hoy en tu presencia.
29 Día y noche estén tus ojos abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu Nombre. ¡Escucha la oración que tu servidor te dirige en este sitio!29 Que día y noche tus ojos estén abiertos hacia este templo, hacia este lugar del que dijiste: “Allí estará mi Nombre”. Escucha la plegaria que tu servidor entona en dirección a este lugar.
30 Escucha la súplica de tu servidor y de tu pueblo, Israel, cuando recen en este sitio; escucha tú desde tu morada del cielo, escucha y perdona.30 Escucha la súplica de tu siervo y de tu pueblo Israel que entonen en dirección a este lugar. Escucha tú, hacia el lugar de tu morada, hacia el cielo, escucha y perdona.
31 Cuando uno peque contra otro, si se le exige juramento y viene a jurar ante tu altar en este templo,31
Súplicas por el pueblo.
«Si un hombre peca contra su prójimo y éste pronuncia una imprecación para traer maldición sobre él y viene con su imprecación ante tu altar en este templo,
32 escucha tú desde el cielo y haz justicia a tus servidores: condena al culpable dándole su merecido y absuelve al inocente pagándole según su inocencia.32 escucha tú en los cielos; intervén y juzga a tus siervos; declara culpable al malo, de modo que su conducta recaiga sobre su cabeza, e inocente al justo, retribuyéndole según su justicia.
33 Cuando los de tu pueblo, Israel, sean derrotados por el enemigo, por haber pecado contra ti, si se convierten a ti y te confiesan su pecado, y rezan y suplican en este templo,33 «Cuando tu pueblo Israel haya sido derrotado por un enemigo, por haber pecado contra ti, y se vuelva a ti y alabe tu Nombre, ore y suplique ante ti en este templo,
34 escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu pueblo, Israel, y hazlos volver a la tierra que diste a sus padres.34 escucha tú en los cielos y perdona el pecado de tu pueblo Israel y devuélvelos a la tierra que diste a sus padres.
35 Cuando, por haber pecado contra ti, se cierre el cielo y no haya lluvia, si rezan en este lugar, te confiesan su pecado y se arrepienten cuando tú los afliges,35 «Cuando, por haber pecado contra ti, los cielos se cierren y deje de haber lluvia, y acudan a orar en este lugar y alaben tu Nombre y se conviertan de su pecado porque los humillaste,
36 escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu servidor, tu pueblo, Israel, mostrándole el buen camino que deben seguir y envía la lluvia a la tierra que diste en herencia a tu pueblo.36 escucha tú en los cielos y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino que deberán seguir, y envía lluvia a la tierra que diste en herencia a tu pueblo.
37 Cuando en el país haya hambre, peste, sequía y plagas en los sembrados, langostas y saltamontes; cuando el enemigo cierre el cerco en torno a alguna de sus ciudades; en cualquier calamidad o enfermedad,37 «Cuando en el país haya hambre, peste, tizón, añublo, langosta o pulgón, cuando el enemigo ponga asedio en una de sus puertas, en la desgracia o la enfermedad
38 si uno cualquiera o todo tu pueblo, Israel, ante los remordimientos de su conciencia, extiende las manos hacia este templo y te dirige oraciones y súplicas,38 de cualquier persona (o de todo el pueblo de Israel), que conozca la aflicción en su corazón, eleve plegarias y súplicas y extienda sus manos hacia este templo,
39 escúchalas tú desde el cielo, donde moras, perdona y actúa, paga a cada uno según su conducta, tú que conoces el corazón, porque sólo tú conoces el corazón humano;39 escucha tú en los cielos, lugar de tu morada, perdona e intervén, dando a cada uno según su merecido, tú que conoces su corazón, tú el único que conoce el corazón de los hijos de los hombres,
40 así te respetarán mientras vivan en la tierra que tú diste a nuestros padres.40 de modo que te respeten a lo largo de los días que vivan en la tierra que diste a nuestros padres.
41 También el extranjero, que no pertenece a tu pueblo, Israel, cuando venga de un país lejano atraído por tu fama41
Otras oraciones.
«También al extranjero, al que no es de tu pueblo Israel y viene de un país lejano a orar en este templo a causa de tu Nombre,
42 – porque oirán hablar de tu gran fama, de tu mano fuerte y tu brazo extendido– , cuando venga a rezar en este templo,42 —porque oirán hablar de tu gran Nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido—,
43 escúchalo tú desde el cielo, donde moras; haz lo que te pida, para que todas las naciones del mundo conozcan tu fama y te teman como tu pueblo, Israel, y sepan que tu nombre ha sido invocado en este templo que he construido.43 escúchalo tú en los cielos, lugar de tu morada; haz al extranjero según lo que te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te respeten como tu pueblo Israel, y reconozcan que tu Nombre es invocado en este templo que yo he construido.
44 Cuando tu pueblo salga en campaña contra el enemigo, por el camino que les señales, si rezan al Señor vueltos hacia la ciudad que has elegido y al templo que he construido en tu honor,44 «Cuando tu pueblo salga a la guerra contra el enemigo, por el camino por el que le envíes, y supliquen a Yahvé vueltos hacia la ciudad que has elegido y hacia el templo que he construido para tu Nombre,
45 escucha tú desde el cielo su oración y súplica y hazles justicia.45 escucha tú en los cielos su oración y su plegaria y hazles justicia.
46 Cuando pequen contra ti – porque nadie está libre de pecado– y tú, irritado contra ellos, los entregues al enemigo, y los vencedores los destierren a un país enemigo, lejano o cercano,46 Cuando pequen contra ti, pues no hay hombre que no peque, y tú, irritado contra ellos, los entregues al enemigo, y sus vencedores los deporten al país enemigo, lejano o próximo,
47 si en el país donde vivan deportados reflexionan y se convierten, y en el país de los vencedores te suplican, diciendo: Hemos pecado, hemos faltado, somos culpables,47 si en la tierra de sus dominadores se convierten en su corazón, se arrepienten y te suplican, diciendo: “Hemos pecado, hemos actuado perversamente, nos hemos hecho culpables”,
48 si en el país de los enemigos que los hayan deportado se convierten a ti con todo el corazón y con toda el alma, y te rezan vueltos hacia la tierra que habías dado a sus padres, hacia la ciudad que elegiste y el templo que he construido en tu honor,48 si en el país de los enemigos que los deportaron se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma y te suplican vueltos hacia la tierra que diste a sus padres y hacia la ciudad que has elegido y el templo que he edificado a tu Nombre,
49 escucha tú desde el cielo, donde moras, su oración y súplica y hazles justicia;49 escucha tú en los cielos, lugar de tu morada
50 perdona a tu pueblo los pecados cometidos contra ti, sus rebeliones contra ti, haz que sus vencedores se compadezcan de ellos,50 ; perdona a tu pueblo lo que ha pecado contra ti, todas las rebeliones que cometieron; concédeles que encuentren la compasión de sus dominadores para que se apiaden de ellos,
51 porque son tu pueblo y tu herencia, los que sacaste de Egipto, del horno de hierro.51 porque son tu pueblo y tu heredad, los que sacaste de Egipto, del crisol del hierro.
52 Ten los ojos abiertos ante la súplica de tu servidor, ante la súplica de tu pueblo, Israel, para atenderlos siempre que te invoquen.52
Conclusión de la plegaria y bendición del pueblo.
«Estén abiertos tus ojos a la súplica de tu siervo, a la súplica de tu pueblo Israel, para escucharles en cuanto te imploren.
53 Porque tú los separaste para ti de entre todas las naciones del mundo a fin de que fueran tu herencia, como lo dijiste tú mismo, Señor, por medio de tu servidor Moisés, cuando sacaste de Egipto a nuestros padres.53 Porque tú, Señor Yahvé, los apartaste para ti, en herencia, entre todos los pueblos de la tierra, según dijiste a través de Moisés tu siervo cuando sacaste a nuestros padres de Egipto.»
54 Cuando Salomón terminó de rezar esta oración y esta súplica al Señor, se levantó de delante del altar del Señor, donde estaba arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo.54 Cuando Salomón concluyó esta plegaria y súplica a Yahvé ante del altar de Yahvé, donde había estado arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo,
55 Y puesto en pie, bendijo en voz alta a toda la asamblea israelita, diciendo:55 se alzó y, puesto en pie, bendijo a toda la asamblea de Israel, diciendo en voz alta:
56 –¡Bendito sea el Señor, que ha dado el descanso a su pueblo, Israel, conforme a sus promesas! No ha fallado ni una sola de las promesas que nos hizo por medio de su siervo Moisés.56 «Bendito sea Yahvé que ha dado el descanso a su pueblo Israel, según todas sus promesas; no ha fallado ni una sola de las palabras de bondad que prometió por medio de Moisés su siervo.
57 Que el Señor, nuestro Dios, esté con nosotros, como estuvo con nuestros padres; que no nos abandone ni nos rechace.57 Que Yahvé, nuestro Dios, esté con nosotros como estuvo con nuestros padres, que no nos abandone ni nos rechace.
58 Que incline hacia él nuestro corazón, para que sigamos todos sus caminos y guardemos los preceptos, mandatos y decretos que dio a nuestros padres.58 Que incline nuestros corazones hacia él, para que marchemos por sus caminos y guardemos todos los mandatos, preceptos y decretos que ordenó a nuestros padres.
59 Que las palabras de esta súplica hecha ante el Señor permanezcan junto al Señor, nuestro Dios, día y noche, para que haga justicia a su siervo y a su pueblo, Israel, según la necesidad de cada día.59 Que estas palabras mías con las que he suplicado ante Yahvé permanezcan cercanas a Yahvé, nuestro Dios, día y noche, para que haga justicia a su siervo y a su pueblo Israel, según las necesidades de cada día,
60 Así sabrán todas las naciones del mundo que el Señor es el Dios verdadero, y no hay otro;60 para que todos los pueblos de la tierra reconozcan que Yahvé es Dios y no hay otro,
61 y el corazón de ustedes será totalmente del Señor, nuestro Dios, siguiendo sus preceptos y guardando sus mandamientos, como hacen hoy.61 y vuestros corazones estén enteramente con Yahvé, nuestro Dios, marchando según sus decretos y guardando sus mandatos como en este día.»
62 El rey, y todo Israel con él, ofrecieron sacrificios al Señor.62
Sacrificios en la fiesta de la Dedicación.
El rey, y todo Israel con él, ofrecieron sacrificios ante Yahvé.
63 Salomón inmoló, como sacrificio de comunión en honor del Señor, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron el templo el rey y todos los israelitas.63 Salomón sacrificó, como sacrificios de comunión en honor de Yahvé, veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. De este modo el rey y todos los hijos de Israel dedicaron el templo de Yahvé.
64 Aquel día consagró el rey el atrio interior que hay delante del templo, ofreciendo allí los holocaustos, las ofrendas y la grasa de los sacrificios de comunión; porque sobre el altar de bronce que estaba ante el Señor no cabían los holocaustos, las ofrendas y la grasa de los sacrificios de comunión.64 Aquel día consagró el rey el atrio interior que está delante del templo de Yahvé, ofreciendo allí el holocausto, la oblación y las grasas de los sacrificios de comunión, pues el altar de bronce que estaba ante Yahvé era demasiado reducido para contener el holocausto, la oblación y las grasas de los sacrificios de comunión.
65 En aquella ocasión, Salomón, con todo Israel, celebró la fiesta ante el Señor, nuestro Dios, durante siete días. Acudió al templo que había construido un gentío inmenso, venido desde el paso de Jamat hasta el río de Egipto. Comieron y bebieron e hicieron fiesta cantando himnos al Señor, nuestro Dios.65 En aquella ocasión Salomón celebró la fiesta. Todo Israel estaba con él, una asamblea inmensa, desde la entrada de Jamat hasta el torrente de Egipto, ante Yahvé, nuestro Dios, en el templo que había construido. Comieron, bebieron e hicieron fiesta ante Yahvé, nuestro Dios, durante siete días.
66 Al octavo día Salomón despidió a la gente, y ellos dieron gracias al rey. Marcharon a sus casas alegres y contentos por todos los beneficios que el Señor había hecho a su siervo David y a su pueblo, Israel.66 El día octavo despidió al pueblo. Bendijeron al rey y regresaron a sus tiendas, gozosos y felices por todos los beneficios que Yahvé había hecho a su siervo David y a su pueblo Israel.

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Introducción a I Reyes

1 REYES

Tema. Por el tema, los dos libros de los Reyes continúan la historia de la monarquía y la conducen en movimiento paralelo de dos reinos a la catástrofe sucesiva de ambos. Se diría una historia trágica o la crónica de una decadencia. El paralelismo de los dos reinos determina la composición del libro y hace resaltar una divergencia importante. Conspiraciones las hay en ambos reinos: al norte una conspiración produce cambio de dinastía; al sur produce cambio de monarca de la misma dinastía. Ataques externos los sufren ambos reinos: al norte favorecen los cambios dinásticos, al sur incluso los monarcas impuestos pertenecen a la dinastía de David. ¿Por qué sucede así? Porque la dinastía davídica tiene una promesa del Señor, perdura por la fidelidad de su Dios.

Horizonte histórico.
El autor tiene como horizonte de su libro el pueblo de Israel, unido o dividido. Si cruza la frontera nacional es porque algún personaje extranjero se ha metido en el espacio o el tiempo de los israelitas. Le falta, sin embargo, la visión de conjunto, la capacidad de situar la historia nacional en el cuadro de la historia internacional. Quizás por falta de información, o por falta de interés, o por principio. Los profetas escritores de aquella época tuvieron un horizonte más amplio.
Al faltar dicho horizonte amplio, falta la motivación compleja de muchos hechos que el autor cuenta o recoge. Esto se puede suplir en bastantes casos con datos sacados de los libros proféticos.

El principio teológico. La historia del pueblo y de la monarquía se desarrolla bajo el signo de la alianza, que constituye a Israel como pueblo de Dios y le exige fidelidad exclusiva y cumplimiento de los mandatos; cumplimiento e incumplimiento se sancionan con bendiciones y maldiciones. Es un código de retribución basado en la relación personal del pueblo con su Dios.
La fidelidad exclusiva toma al principio la forma de veneración y culto exclusivos al Señor, eliminando todo politeísmo, idolatría o sincretismo; los lugares de culto están diseminados por el país, aunque existe un santuario central para la corte y las grandes ocasiones.
Muy pronto la fidelidad exclusiva se encuentra amenazada en los santuarios locales: dioses y cultos de fertilidad, introducción de dioses extranjeros, imágenes prohibidas; entonces surgió la idea de atacar el mal en su raíz, purificando constantemente los cultos locales, hasta extirparlos con una fuerte centralización del culto. En ese momento la fidelidad exclusiva al Señor toma la forma de culto en un solo templo.

Mensaje religioso. Se puede resumir en dos palabras: conversión y esperanza. El tema de la conversión del pueblo y el perdón de Dios está presente a lo largo de toda esta historia. La fidelidad del pueblo no es lo último, la fidelidad de Dios la abarca y la desborda. La destrucción no es lo último, la historia continúa. No solo la historia universal -que continúa cuando desaparece Siria- sino la historia de Israel como pueblo de Dios.
El autor no quiere contar la historia de un pueblo desaparecido, sino que habla a los hijos y a los nietos, llamados a continuar la historia dramática. No por méritos del pueblo, sino por la fidelidad de Dios, quedan más capítulos por vivir en la esperanza.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Reyes 8,1-66Dedicación del templo. El nombre de Salomón va asociado a la construcción y a la inauguración del templo de Jerusalén, que marca una fecha clave en la historia bíblica (cfr. 6,1).
En el templo encontró morada y reposo definitivo el Arca de la alianza. Peregrina con el pueblo durante los años del desierto, al entrar en la tierra prometida el Arca fue instalada sucesivamente en Guilgal, en Siquén y en Siló. Desde aquí fue llevada al frente de batalla, donde cayó en manos de los filisteos, que la tuvieron bajo su control hasta los días de David, que la trasladó a Jerusalén. Aquí fue instalada, primero en casa de Obededón, luego en la tienda y hoy finalmente la vemos tomar posesión definitiva del templo.
Si se exceptúan las salidas que tenían lugar con motivo de las procesiones litúrgicas (cfr. Sal 132), el Arca, mejor dicho, la gloria de Dios, ya no abandonará el santuario hasta el 587, en que, destruida la ciudad y el templo, el Señor se exilia con los desterrados camino de Babilonia (cfr. Eze_11:22-24). El mismo Ezequiel (cfr. Eze_43:1-12) describe el retorno de la gloria o presencia divina a su morada de Jerusalén.
La nube como representación de la presencia del Señor en medio de su pueblo es un tema clásico (cfr. Éxo_40:34s). En este contexto se encuadra la expresión de Luc_1:35 : «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra», que parece inspirarse en la teología de la nube como símbolo de la presencia de Dios y de su poder fecundante. Es también Lucas el que habla de la nube que ocultó a Jesús en su ascensión al cielo, para indicarnos no su ausencia, sino su cambio de presencia entre nosotros (cfr. Hch_1:9).
En realidad, la imagen de la nube, que podría tener su origen en la cortina de incienso que llenaba el santuario durante las celebraciones litúrgicas, era muy apta para plasmar la presencia divina, trascendente e inmanente al mismo tiempo.
En la oración, de cuño deuteronomista, se destacan los temas siguientes. En primer lugar, la fidelidad. La historia bíblica está construida, en buena parte, sobre el esquema «promesacumplimiento». Desde sus mismos comienzos, la historia sagrada está jalonada de una cadena sucesiva de promesas, que se van cumpliendo a plazo más o menos largo. Este esquema pone de relieve dos ideas teológicas: por una parte, la fidelidad de Dios en cumplir su palabra, y, por otra, la eficacia de las palabras o promesas divinas, que vienen a ser como el principio dinámico y desencadenante de la historia de la salvación.
Sigue el tema de la trascendencia divina: «¿Es posible que Dios habite en la tierra? Si no cabes en el cielo y en lo más alto del cielo, ¡cuánto menos en este templo que te he construido!» (27). Es la eterna tensión entre trascendencia e inmanencia. Posiblemente estas palabras de Salomón, de origen deuteronomista, tienen un trasfondo polémico contra ciertas tradiciones y autores que subrayaban excesivamente la inmanencia de Dios y circunscribían su presencia a los recintos sagrados. Los deuteronomistas quieren dejar bien claro que Dios es inabarcable y que no solamente los santuarios sino ni siquiera los cielos lo pueden contener.
Finalmente, la oración apela de una manera general a la condescendencia y misericordia de Dios: «Escucha la suplica de tu siervo y de tu pueblo, Israel, cuando recen en este sitio; escucha tú desde tu morada del cielo, escucha y perdona» (30).
La apertura universalista (41-43) es propia del tiempo del destierro (segundo Isaías) y del período postexílico. El tercer Isaías (cfr. Isa_56:67) nos ofrece un buen contexto para encuadrar estos versículos de la oración de Salomón.
El tema de Jerusalén y del templo como centro de gravedad de todos los pueblos de la tierra da lugar a múltiples composiciones y poemas (cfr. Zac_8:20-22).
Con todo, conviene notar que todavía no es el universalismo del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento Jerusalén sigue teniendo una preeminencia que coloca a los demás pueblos en situación de inferioridad. En el Nuevo Testamento, la adoración es en espíritu y en verdad (cfr. Jua_4:21-24). El universalismo adquiere, además, en el Nuevo Testamento un carácter más personal y profundo: «Los que se han bautizado consagrándose a Cristo se han revestido de Cristo. Ya no se distinguen judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos ustedes son uno con Cristo Jesús» (cfr. Gál_3:27s). En el Nuevo Testamento ya no hay un pueblo elegido (Israel) y una Ciudad Santa (Jerusalén), a la que todos los demás pueblos hayan de venir a rendir homenaje y pleitesía, sino que todos, sin distinción alguna, son hijos de Dios y hermanos de Cristo, con los mismos títulos y privilegios.