Exodo  32 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 35 versitos |
1 ° Viendo el pueblo que Moisés tardaba en bajar de la montaña, se reunió en torno a Aarón y le dijo: «Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado».
2 Aarón les contestó: «Quitadles los pendientes de oro a vuestras mujeres, hijos e hijas, y traédmelos».
3 Todo el pueblo se quitó los pendientes de oro y se los trajeron a Aarón.
4 Él los recibió, trabajó el oro a cincel y fabricó un becerro de fundición. Entonces ellos exclamaron: «Este es tu dios, Israel, el que te sacó de Egipto».
5 Cuando Aarón lo vio, edificó un altar en su presencia y proclamó: «Mañana es fiesta del Señor».
6 Al día siguiente se levantaron, ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios de comunión. El pueblo se sentó a comer y beber, y después se levantaron a danzar.
7 El Señor dijo a Moisés: «Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto.
8 Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”».
9 Y el Señor añadió a Moisés: «Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz.
10 Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
11 Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: «¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta?
12 ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo.
13 Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre”».
14 Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
15 Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas del Testimonio en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados;
16 eran hechura de Dios y la escritura era escritura de Dios grabada en las tablas.
17 Al oír Josué el griterío del pueblo dijo a Moisés: «Se oyen gritos de guerra en el campamento».
18 Contestó él: «No es grito de victoria, no es grito de derrota, que son cantos lo que oigo».
19 Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, Moisés, encendido en ira, tiró las tablas y las rompió al pie de la montaña.
20 Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, que echó en agua y se lo hizo beber a los hijos de Israel.
21 Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo para que nos acarreases tan enorme pecado?».
22 Contestó Aarón: «No se irrite mi señor. Sabes que este pueblo es perverso.
23 Me dijeron: “Haznos un dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado”.
24 Yo les dije: “Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé; yo lo eché al fuego y salió este becerro”».
25 Moisés vio que el pueblo estaba desenfrenado, pues Aarón le había quitado el freno, exponiéndole a la burla de sus enemigos.
26 Entonces Moisés se plantó a la puerta del campamento y exclamó: «¡A mí los del Señor!», y se le unieron todos los levitas.
27 Y les dijo: «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Ceñíos cada uno la espada al costado, revisad el campamento de puerta a puerta y volved a revisarlo. Mate cada uno a su hermano, a su amigo y a su vecino”».
28 Los levitas cumplieron la orden de Moisés y cayeron aquel día unos tres mil hombres del pueblo.
29 Luego Moisés dijo: «Consagraos hoy al Señor, cada uno a costa de su hijo o de su hermano. Que él os dé hoy la bendición».
30 Al día siguiente Moisés dijo al pueblo: «Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro pecado».
31 Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: «Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo haciéndose dioses de oro.
32 Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro que has escrito».
33 El Señor respondió: «Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro.
34 Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije: mi ángel irá delante de ti; y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado».
35 El Señor castigó al pueblo por el becerro que había hecho Aarón.

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Introducción a Exodo 

ÉXODO

El Éxodo -cuyo nombre significa «salida»- es uno de los libros bíblicos con mayor carga y densidad teológica. En él ocupan un puesto relevante cuestiones tan importantes como la liberación, la alianza, la teofanía, la ley o el santuario. En todas ellas aparece Dios, con un protagonismo indudable. El Dios del Éxodo aparece como el Señor (Éxo 3:15), el que salva; es un Dios comprometido en los acontecimientos que afectan a su pueblo, pues lo considera como su hijo primogénito (Éxo 4:22 s).

Tras la liberación de Egipto, y una vez convertido en soberano de Israel, el Señor guía y protege a su pueblo por el desierto, dándole el agua (Éxo 15:22-27; Éxo 17:1-7) y el alimento (Éxo 16:1-36) necesarios para sobrevivir; ayudándolo a superar otras dificultades externas e internas (Éxo 17:8-16; Éxo 18:1-27). Viene luego el Sinaí, escenario de la alianza entre Dios y su pueblo (véase especialmente Éxo 19:3-8; Éxo 24:3-8; Éxo 34:10-27). La alianza aparece aquí trabada primero con la teofanía y la ley (Éxo 19:3 - Éxo 24:11) y luego con el santuario (Éxo 24:12 - Éxo 40:38). Si el santuario pretende asegurar la presencia del Señor en medio de su pueblo, la alianza trata de establecer una relación entre ambos.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Exodo  32,1-35*19-40 Con la llegada al Sinaí se alcanza una meta importante en la marcha por del desierto. La montaña será el escenario de acontecimientos decisivos para el pueblo de Israel.


Exodo  32,1-35*24:12-40:38 Mientras que la primera y la última parte de la sección (Éxo 24:1-18; Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18 y Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38) giran en torno al Santuario, la parte central gravita en torno al becerro de oro y la alianza renovada (Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35). La nube y la gloria del Señor, símbolos de la presencia divina, abren y cierran la sección (Éxo 24:15-18 y Éxo 40:34-38).
Exodo  32,1-35*32-34 Esta unidad menor gira en torno a la ruptura de la alianza (Éxo 32:1-35) y su renovación (Éxo 34:1-35). Hasta que no se renueve la alianza no se podrá construir el Santuario ni instaurar un culto. El incidente del becerro de oro -una especie de «anti-santuario»- contraviene el mandamiento de Éxo 20:4 y comporta la ruptura de la alianza, simbolizada por la de las tablas de la ley. En el antiguo Oriente, el dios de la tormenta se representaba a veces sobre un buey joven. Aquí el buey no está divinizado, sino que es el pedestal de la divinidad.