Eclesiástico 1 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 30 versitos |
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PRÓLOGO

La Ley, los Profetas y los Escritos que les siguieron nos han transmitido muchas e importantes enseñanzas, que hacen a Israel digno de elogio por su instrucción y sabiduría. Ahora bien, no basta con que los lectores se hagan sabios; es necesario también que, como expertos, puedan ayudar a los de fuera, tanto de palabra como por escrito. Por eso, mi abuelo Jesús, después de haberse dedicado asiduamente a la lectura de la Ley, los Profetas y los otros escritos de los antepasados, y de haber adquirido un gran dominio sobre ellos, se propuso escribir sobre temas de instrucción y sabiduría. Su objetivo era que los deseosos de aprender aceptaran sus enseñanzas y pudieran progresar, llevando una vida más acorde con la ley. Quedáis, pues, invitados a leer este libro con benevolencia y atención, así como a ser indulgentes allí donde os parezca que, a pesar de nuestros denodados esfuerzos de interpretación, no hemos acertado en la traducción de algunas expresiones. Es evidente que las cosas dichas en hebreo no tienen la misma fuerza cuando se traducen a otra lengua. Esto sucede no solo en este libro, también con la Ley, los Profetas y los otros Escritos, que presentan notables diferencias respecto a sus originales. El año treinta y ocho del rey Evergetes llegué a Egipto, donde fijé mi residencia por un tiempo. Durante mi estancia allí encontré un ejemplar de abundante y no despreciable doctrina, y me sentí obligado a emprender la traducción de este libro con empeño y diligencia. Durante este período he dedicado muchas horas de vigilia y trabajo hasta poder terminar y publicar el libro, para uso de aquellos que, viviendo en el extranjero, desean aprender y reformar sus costumbres para vivir conforme a la ley.
(1) ° Toda sabiduría viene del Señor | y está con él por siempre.
2 La arena de los mares, las gotas de la lluvia | y los días del mundo, ¿quién los contará?
3 La altura de los cielos, la anchura de la tierra | y la profundidad del abismo, ¿quién las escrutará?
4 Antes que todo fue creada la sabiduría, | y la inteligencia prudente desde la eternidad.
5 La fuente de la sabiduría es la palabra de Dios en las alturas | y sus canales son mandamientos eternos.
6 La raíz de la sabiduría, ¿a quién fue revelada? | y sus recursos, ¿quién los conoció?
7 La ciencia de la sabiduría, ¿a quién fue revelada? | y su mucha experiencia, ¿quién la conoció?
8 Uno solo es sabio, temible en extremo: | el que está sentado en su trono.
9 El Señor mismo creó la sabiduría, la vio, la midió | y la derramó sobre todas sus obras.
10 Se la concedió a todos los vivientes | y se la regaló a quienes lo aman. | El amor del Señor es sabiduría digna de honor; | a los que se revela, se la distribuye para que lo vean.
11 El temor del Señor es gloria y honor, | alegría y corona de júbilo.
12 El temor del Señor deleita el corazón, | da alegría, gozo y larga vida. | El temor del Señor es un don del Señor, | pues se asienta sobre los caminos del amor.
13 El que teme al Señor tendrá un buen final | y el día de su muerte será bendecido.
14 El comienzo de la sabiduría es temer al Señor; | fue creada con los fieles en el seno materno.
15 Entre los humanos estableció su asiento eterno, | y con su descendencia se mantendrá fiel.
16 Plenitud de la sabiduría es temer al Señor; | embriaga a sus fieles con sus frutos.
17 Les llena de tesoros toda la casa | y de sus productos los graneros.
18 Corona de la sabiduría es el temor del Señor; | ella hace florecer la paz y la buena salud. | Ambas son dones del Señor para la paz, | extienden la gloria a los que lo aman.
19 Dios vio y midió la sabiduría, | hizo llover ciencia e inteligencia | y exaltó la gloria de los que la poseen.
20 Raíz de la sabiduría es temer al Señor, | sus ramas son larga vida.
21 El temor del Señor aleja los pecados, | el que persevera aleja la cólera.
22 El injusto apasionado no puede justificarse, | porque la furia de su pasión le hará caer.
23 El hombre paciente aguanta hasta el momento oportuno, | y al final su paga es la alegría.
24 Hasta el momento oportuno retiene sus palabras, | por eso muchos alaban su prudencia.
25 Entre los tesoros de la sabiduría hay proverbios muy atinados, | pero adorar al Señor repugna al pecador.
26 Si deseas la sabiduría, guarda los mandamientos, | y el Señor te la concederá.
27 Porque el temor del Señor es sabiduría e instrucción, | le agradan la fidelidad y la mansedumbre.
28 No seas reacio al temor del Señor, | ni te acerques a él con doblez de corazón.
29 No seas hipócrita delante de los demás | y vigila siempre tus labios.
30 No te ensalces a ti mismo, si no quieres caer | y cubrirte de vergüenza, | pues el Señor revelará tus secretos | y te humillará en medio de la asamblea, | porque no te has acercado al temor del Señor | y tienes el corazón lleno de engaño.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

Este libro, también conocido como Sirácida o de Ben Sira, fue tan leído en la Iglesia antigua que recibió el nombre de Eclesiástico, es decir, libro de la asamblea (ekklesia). Es el único libro del Antiguo Testamento que lleva la firma de su autor (Sir 50:27); fue escrito originalmente en hebreo por un maestro de sabiduría conocido como Jesús Ben Eleazar Ben Sira, hacia el 180 a.C. en Jerusalén. Ben Sira fue un sabio, un escriba profesional enamorado de la ley y de la sabiduría. Su pretensión fue transmitir el patrimonio religioso de Israel a las nuevas generaciones que, sin duda, sentían la atracción del mundo griego y de su cultura. Sin rechazar por principio las nuevas ideas que se iban infiltrando en la sociedad judía, el sabio supo inculcar a los jóvenes el valor de sus tradiciones y, sobre todo, su fe incondicional en Dios

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Eclesiástico 1,1-30*1-2 Estos capítulos contienen el núcleo teológico de la enseñanza de Ben Sira: la relación entre sabiduría y temor del Señor a través de la fidelidad a los mandamientos y la experiencia de la prueba. Como buen pedagogo, el sabio desarrolla su pensamiento en varias etapas y de forma gradual: el origen divino de la sabiduría (Sir 1:1-10), su íntima relación con el temor del Señor (Sir 1:11-30) y, por último, la prueba como condición indispensable para el discípulo que teme al Señor, cumple la ley y busca la sabiduría (Sir 2:1-18).