Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Capitulo 8.
E sta sección de los capítulos 8 y 9 es manifiestamente intencionada y sigue el procedimiento sistemático y de tesis del evangelio de Mateo. Después que presentó a Cristo como legislador de la nueva Ley, demuestra y rubrica aquí su
poder mesiánico con los milagros que realiza, tanto sobre enfermedades corporales como del alma y aun sobre los mismos elementos de la naturaleza y los demonios. Los ciegos ven, los rengos andan, los leprosos son limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan,
los pobres son evangelizados (
Mat_11:15;
Luc_7:21-22). Esta es la respuesta que Cristo da a los emisarios de Juan y el mejor comentario apologético a sus propias palabras.
Este esquema no está basado en el número sagrado convencional de diez, cuya apología se hace en la obra
Pirqé Aboth (Sentencias de los Padres) 1, pues en Mt salen trece o más milagros o grupos de éstos. El tema anterior de la autoridad de Cristo y la Ley se sigue ahora con su autoridad sobre la naturaleza.
Mientras los apocalípticos de la época de Cristo anunciaban la salvación con catástrofes cósmicas, aquí la naturaleza se pacifica
a la voz de su Creador y Salvador.
Curación de un leproso,Luc_8:1-4 (Mar_1:40-45; Luc_5:12-16).
1
Como bajó del monte, le siguieron muchedumbres numerosas, 2
y, acercándose un leproso, se postró ante El, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.3
El, extendiendo la mano, le tocó y dijo: Quiero, sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra. 4
Jesús le advirtió: Mira, no lo digas a nadie, sino ve a mostrarte al sacerdote y ofrece la ofrenda que Moisés mandó, para que les sirva de testimonio. Estando Cristo en una ciudad se le acercó un leproso, al que Lc considera muy grave, pues lo describe lleno de lepra; los términos de totalidad son estilo de Lc 2. Esta enfermedad tenía una triple repercusión en quien la padecía: corporal, social y religiosa. Los miembros del cuerpo eran invadidos lentamente, con el agravante de que era una enfermedad incurable (
2Re_5:7). Era como vivir muriendo. Socialmente eran seres aislados. Por temor al contagio se les declaraba legalmente impuros y se les apartaba de las ciudades, obligándoles a llevar vestidos desgarrados, la cabeza desnuda y a advertir su proximidad gritando:
Tamé, tamé, impuro, impuro. Religiosamente no eran excomulgados, pero en las ceremonias del culto en las sinagogas debían colocarse aparte. Esto era humillante, pero aún lo era más
al ser considerada su enfermedad como castigo de Dios, merecido por grandes pecados (
Num_12:9-15;
2Re_15:5;
2Cr_26:19-21). De ahí el nombre lepra: tz
ara'at, golpe, azote divino 3. Sin embargo, la lepra en la antigüedad no tenía un diagnóstico científico, y por eso se incluían entre ella otras enfermedades de la piel curables (Lev c.13 y 14). Tal es el caso de Simón el leproso (
Mat_26:6;
Mar_14:3) 4.
A los leprosos que no eran recluidos 5, aunque tenían que vivir aislados, se les permitía venir a las ciudades a pedir limosna o ayuda a los suyos, debiendo hablar a las personas a cuatro codos de distancia 6. Este leproso se acercó mucho a Cristo,
pues El extendió su mano y le tocó para curarle. Se postró delante de él (Mt), de rodillas (Mc) y sobre su rostro (Lc) en tierra, conforme al uso judío 7. Pueden ser reflejos históricos, o simples formas libres literarias ambientales para expresarlo.
Cristo no le apartó ni se comportó como algunos rabinos que huían al divisarlos o les arrojaban piedras para apartarles de su camino y no contaminarse legalmente 8. Si quieres, puedes limpiarme, dijo el leproso.
Su fe era grande. Quiero, sé limpio, le contestó Cristo extendiendo su mano. Y le tocó. La Ley (
Lev_15:7) declaraba impuro al que tocase a un leproso. Pero Cristo toca para curar. No podrá contagiarse de esta enfermedad ni contraer ninguna impureza legal el que curaba las enfermedades y el que era Señor del sábado y de toda la Ley. Y al instante desapareció la lepra y quedó limpio (Mc).
En varios códices se lee que Cristo, al ver al leproso, se airó; en otros, que, compadecido, lo cura. La primera lectura, de no ser primitiva, no se explicaría bien; de ahí su inserción de la segunda. ¿Se referiría, acaso, al ver que el leproso transgredía tan abiertamente la Ley de Moisés? (
Lev_13:45.46). Mt y Lc omiten la compasión cuando la registran en otros casos (
Mat_20:33;
Luc_7:13). ¿Es por esto por lo que Mc dice que Cristo le despidió con una fuerte
conmoción de ánimo (ÝìâñéìçóÜìåíïò)?
F. Mussner escribe: No se enciende en ira sobre el poder de la muerte, como se sospechaba, sino sobre la injusticia que se cometía en Israel contra los leprosos. Por eso Jesús extiende la mano sobre el enfermo, así como, según la Biblia, Dios extiende la mano sobre alguien para protegerlo.
Con esto Jesús pone al enfermo bajo la protección de Dios, y por el contacto lo pone en comunión con él (
Los milagros de Jesús [1970] p.32).
Se comprende la sorpresa, la gratitud y la reacción de aquel hombre al verse limpio, justificada su inocencia y hábil para volver a la sociedad y a su hogar. La explosión apuntaba. Y ante ello Cristo, con fuerte conmoción de ánimo (cf.
Jua_11:13), le ordena que no diga nada a nadie. Debían de estar ellos dos solos o muy poca gente que no comprometía el peligro de divulgación, en cuya medida de precaución pone al leproso curado. El proclamarlo en aquel ambiente de sobreexcitación mesiánica no hubiera logrado más que hacer intervenir intempestivamente al sanedrín (
Jua_1:19-20) o, incluso, a la misma autoridad romana 8.
Luego le ordena que cumpla la Ley presentándose en el templo a los sacerdotes, que como personas más ilustradas podrían certificar la curación y aun darle por escrito un certificado de ello. Y añade: para que les sirva de testimonio a ellos (áýôïÀò). Según el concepto que a este propósito se dice en el Levítico (
Jua_14:1-32), éste era un testimonio de la curación en forma de sacrificio a Dios hecha a
un y por
un sacerdote, ya que es lo que prescribió Moisés y es a lo que aquí se refiere. Sin embargo, en la fórmula a ellos es posible que no sea ajeno al deseo de Cristo enviar a aquellos sacerdotes o corpus sacerdotale
un rayo más de luz mesiánica para hacerles ver que había surgido un taumaturgo entre ellos en los días en que el cetro ya no estaba en manos de Judá (
Gen_49:10), y curando enfermos de todo tipo, lo, que era
una señal de la obra del Mesías (
Isa_5:35;
Isa_61:1; cf.
Mat_11:5.6). Así la Ley venía a testimoniar la grandeza y obra de Cristo.
El leproso curado, sin embargo, comenzó a pregonar su curación, creando dificultades a Cristo para venir públicamente a las ciudades. Por lo que se retiraba a lugares desiertos, aunque esto también lo hacía
para darse a la oración (
Luc_5:15.16).
Curación del siervo del centurión,Luc_8:5-13 (Luc_7:2.-10; cf. Jua_4:46-53).
5
Entrado en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, suplicándole 6
y diciéndole: Señor, mi siervo yace en casa paralítico, gravemente atormentado. 7
El le dijo: Yo iré y le curaré. 8
Y respondiendo el centurión, dijo: Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo: di sólo una palabra, y mi siervo será curado. 9
Porque yo soy un subordinado, pero bajo mi tengo soldados y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi esclavo: Haz esto, y lo hace. 10
Oyéndole Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en nadie de Israel he hallado tanta fe. Os digo, pues, que del Oriente y del Occidente vendrán y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, 11
mientras que los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y crujir de dientes. 12
Õ dijo Jesús al centurión: Ve, hágase contigo según has creído. Y en aquella hora quedó curado el siervo. Este milagro lo realiza Cristo después del sermón de la Montaña, en Cafarnaúm, donde tenía, desde hacía ya mucho tiempo, su domicilio (
Mat_4:13).
Vivía allí un centurión 9, no judío (
Luc_7:5), sino gentil, pero que admiraba la religión judía. Ama a nuestro pueblo, decían los de la ciudad, y prueba de ello es que les había levantado la sinagoga (Lc). Debía de estar a las órdenes de Herodes Antipas, que tenía un pequeño ejército compuesto de tropas mercenarias y extranjeras organizadas al modo romano 10. Este centurión tenía un esclavo al que amaba mucho. Estaba enfermo de parálisis y próximo a la muerte (Lc). En esta circunstancia llegó Cristo a Cafarnaúm y el centurión acudió a él con solicitud y urgencia.
Hay en este punto divergencias entre los evangelistas. Mientras Mateo (v.5-6) dice que el centurión se le acercó a Cristo, Lucas dirá que envió algunos ancianos de los judíos rogándole que viniese para salvar a su siervo, y, cerca ya de su casa, le envió, en una segunda embajada, algunos amigos. De estas divergencias no se puede concluir que sean sucesos distintos. El fondo y la trama son los mismos. San Agustín proponía como solución que lo que se hacía por medio de otros, se puede decir personalmente de aquel que los envía 11; sin embargo, las palabras que Lucas pone en boca de estos amigos parecen pronunciadas directamente por él 12. Es posible, como proponía San Juan Crisóstomo, que después que el centurión envió a los amigos, hubiese venido él mismo 13 o al ver llegar a Jesús saliese, fuertemente impresionado, a su encuentro y dijese entonces esas palabras tan personales y acusadoras de su fe y confianza en el poder de Cristo 14.
Sobre esta doble embajada, se estudia en Lc en su lugar correspondiente. Mt se distingue en este relato de Lc en que en Lc el centurión es amigo de los judíos. En Mt se omiten estos detalles. Acaso se deba a que Mtg se escribe en una época en la que el judaismo se enfrentó abiertamente al cristianismo. Para otros al antifariseísmo judío de Mtg, o acaso debido a las fuentes.
Jesús, admirándose, dijo a los que le acompañaban: En verdad os digo que en nadie de Israel he hallado tanta fe.
¿En qué pudo consistir esta fe/confianza tan grande (ôïóáýôçí) del centurión? Los autores toman posiciones diversas. 1) ¿Acaso cree que Cristo no es un subordinado en el orden religioso, como el no lo es el orden temporal? 2) ¿Acaso imbuido por la mitología romana sospecha que pueda ser hijo de algún dios o un ser muy excepcional? 3) En que Cristo puede curar a distancia (B. Weiss); 4) en el impulso irracional de confianza en Cristo (A. Schlatter); 5) en el esperar ardientemente un milagro (Kijostermann); 6) en su comprensión de la palabra en el misterio de Cristo (Schniewind); 7) en una gran fe y confianza en el poder de Cristo, a causa de los milagros que hubiese visto u oído. Parecería lo más lógico. En cualquier caso, parece percibirse la polémica mateana, reconocido el valor histórico del hecho de Cristo,
contra el judaísmo hostil y la gentilidad dócil a la fe 15.
Evocándose este contraste de fe entre Israel, pueblo elegido, y el centurión, hace Cristo la profecía
de la vocación universal de las gentes que Lucas pondrá en otro contexto (
Luc_13:23-29) , en el que no se refiere a todo Israel, sino a los obradores de iniquidad y de su ingreso
en el reino mesiánico y la reprobación de Israel culpable: Os digo, pues, que vendrán (gentiles) del Oriente y del Occidente y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Mientras que los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y crujir de dientes. La felicidad mesiánica que profetiza para los gentiles se la describe con frecuencia, tanto en la Escritura (
Isa_25:6;
Rev_19:9) como en los escritos apócrifos apocalípticos y rabínicos, bajo la imagen de un banquete 16. Para los judíos, que eran por excelencia los hijos del reino y que pensaban sentarse en este festín al lado de los patriarcas, mientras los gentiles, llenos de confusión, quedarían a la entrada, en las tinieblas exteriores 17, les profetiza la reprobación. Por su resistencia en recibir al Mesías son reprobados (
Mat_22:2-7.21.37-45;
Rom_11:11) 18, a las tinieblas de afuera, imagen tal vez de un festín nocturno cuya sala está llena de lámparas, mientras fuera sólo hay oscuridad. Allí habrá llanto y crujir de dientes, imagen que indica el castigo para expresar las injurias de los impíos contra los justos (
Sal_35:16;
Sal_37:12, etc.) y lugar común en la literatura judía escatológica 19. En Mt frecuentemente se usa para hablar de la escatología final (
Mat_13:42-50).
Ve, hágase contigo según has creído. Y en aquella hora se curó el siervo (Mt). El como (ùò) del has creído, tiene el sentido causal de porque.
Curación de la suegra de Pedro,Mat_8:14-15 (Mar_1:29-31; Luc_4:38-39).
14
Entrando Jesús en casa de Pedro, vio a la suegra de éste que yacía en el lecho con fiebre. 15
Le tocó la mano, y la fiebre la dejó, y ella, levantándose, se puso a servirles. Mt introduce la escena, según su frecuente método, diciendo sin más que Jesús, entrando en casa de Pedro. Fue en Cafarnaúm y en un sábado (
Mar_1:21.29;
Luc_4:31-38).
Pedro y su hermano Andrés eran de Betsaida (
Jua_1:44). Acaso razones de comercio pesquero les hicieron cambiar de residencia.
Fue al salir de la sinagoga de los oficios del sábado (Mc-Lc). Estas reuniones solían ser antes del mediodía 20; pero también había un servicio cultual al atardecer 2l. Acaso se refiere el texto evangélico a la salida de la reunión sinagogal de la tarde, por vincular los tres sinópticos esta escena a la siguiente, a la que, al ponerse el sol (Lc), le traían los enfermos para que los curase, y que probablemente era en el mismo Cafarnaúm, pues se reunieron en la puerta de la ciudad (
Mar_1:33).
La suegra de Pedro yacía postrada por la enfermedad. Sólo se describe que tenía una enfermedad febril. Lucas, acaso por sus aficiones médicas, lo matiza diciendo que tenía una gran fiebre. Es un término técnico de la medicina de entonces y usado probablemente en este sentido por Lc 22. En ciertas épocas del año estas fiebres son muy frecuentes en las riberas del lago Tiberíades 23.
La curación fue instantánea. La tocó por la mano (Mt); en Mc la tomó de la mano; mandó con gran energía a la fiebre (Lc) que la dejase y la levantó (Mc); es decir, teniéndole sujeta la mano e imperando a la fiebre, al mismo tiempo la ayudó a incorporarse, y la fiebre la dejó, y se levantó inmediatamente (Lc-Mt).
Los gestos de Cristo en esta curación todos convergen a lo mismo cogerla por la mano, imperar a la fiebre con gran energía, ayudarla a incorporarse , a hacer plásticamente visible su dominio sobre la enfermedad y la conciencia clara de su poder.
En Ìt se ve que se trae el texto para polemizar contra la incredulidad judía; en otro milagro semejante en Jn (
Mar_4:46ss) se polemiza contra una religiosidad gnóstica que viene a buscar algo de Cristo en lugar de entregársele a El. Lo que se destaca abiertamente es la autoridad de Cristo aquí, como en toda esta parte del evangelio.
Y los tres sinópticos resaltan que, tan pronto como se sintió curada, se levantó y se puso a servirles (Mc-Lc); lo que Mt centra en la persona bienhechora de Cristo: y le servía. No está relatado esto aquí sin especial intención; era gratitud y es apologética y tendencia de Mt a destacar a Cristo de los grupos.
Era la evidencia del milagro. No solamente la dejó la fiebre, sino que se restableció también instantáneamente de su estado anterior de agotamiento en que deja una gran fiebre, como ya lo hacía notar San Jerónimo, máxime si era fiebre de días.
Como todo milagro de Cristo sobre una enfermedad, que en aquel ambiente se atribuía
a un espíritu del mal, poder demoníaco, también éste tiene, por lo mismo, un valor escatológico: el triunfo de Cristo sobre Satán y la llegada del reino. Acaso el gesto de levantarla evocase en la catequesis primitiva
el triunfo pascual de Cristo. El que resucitó (ÞãÝñèç =
Mat_28:6) venciendo la muerte, las enfermedades y miserias, era el que hacía levantarse (ÞãÝñèç =
Mat_8:15) a los pecadores y enfermos. A diferencia de la estructura literaria de la mayor parte de los milagros de Mt nada de diálogo (
Mat_8:2-4;
Mat_8:5-13;
Mat_9:18-30;
Mat_15:21-28;
Mat_20:29-34) , éste es un 'relato catequético' sobre el efecto de la redención operado simbólicamente por Jesús (L.- Dufour, o.c., p.141) 23.
Curación de muchos,Mat_8:16-17 (Mar_1:32-34; Luc_4:40-41).
16
Ya atardecido, le presentaron muchos endemoniados, y arrojaba con una palabra los espíritus, y a todos los que se sentían mal los curaba. 17 Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, que dice: El tomó nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias. Es un clásico cuadro sumario. Mt lo trae
agrupado aquí, Mc-Lc lo ponen antes del sermón de la Montaña. Fue ya atardecido, sea por referencia histórica o para indicar también el fin del reposo sabático, antes del cual no se podían transportar camillas de enfermos (
Jer_17:21;
Jua_5:9.10) ni incluso ser curados en sábado (
Jua_9:13-16;
Mat_12:10-14 par.).
Se destaca la curación de los endemoniados, pues indicaba ello el establecimiento del reino de Dios (
Mat_12:8). Lc destacará que los curaba imponiendo a cada uno sus manos, lo que indica la potestad que tenía (
Luc_4:40), con lo que se veía su poder. Aquí lo hace con su palabra para indicar éste 24, en contraposición a las largas e inciertas fórmulas de los exorcismos judíos. ¿Qué
palabra es esta que con
autoridad y poder impera a los espíritus y salen? (
Luc_4:36). Mt se complace en destacar
el poder de la palabra de Cristo (
Mat_8:8). Así la palabra que proclama la nueva Ley (
Mat_7:24.28) es la misma que cura.
Es interesante destacar que Mt, conforme a su tendencia a acentuar los efectos milagrosos, dice que le llevaron a muchos enfermos y que curó a todos; en Mc se dirá, con este tipo de fórmulas, que curó también a muchos.
Mt solo, siguiendo su método de confirmaciones proféticas, cita un texto de Isaías sobre el Mesías (
Isa_53:4): Verdaderamente él llevó sobre sí nuestras enfermedades y nuestros dolores, que pertenece al poema del Siervo de Yahvé (Is 52:13-35:1-12), y que presenta al Mesías no tanto echando sobre sí nuestras dolencias cuanto
quitándolas de otros.
El interés de la citación dice Lagrange es precisamente que ella se puede aplicar literalmente a la situación en términos que contienen un pensamiento más profundo. 24 Cristo había llevado estos dolores para expiarlos, pues éste es el contexto en Isaías: Ofreció su vida en sacrificio por el pecado (
Isa_52:10), y en sus llagas hemos sido curados (
Isa_53:5). Si la restauración
total del hombre caído sólo se dará cuando se encuentre en la libertad de la gloria de los hijos de Dios (
Rom_8:21), esta restauración parcial también está incluida en el plan de Dios,
pero el poder de ejercerla lo tiene Cristo merecido por su muerte, como dice Isaías.
Por eso Mt ve estas curaciones mesiánicas hechas por Cristo
vinculadas, de algún modo, al texto de Isaías.
Condiciones de los seguidores de Jesús,Rom_8:18-22. (Luc_9:57-62).
18
Viendo Jesús grandes muchedumbres en torno suyo, dispuso partir a la otra ribera. 19
Le salió al encuentro un escriba, que le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 20
Díjole Jesús: Las raposas tienen cuevas, y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. 2
I Otro discípulo le dijo: Señor, permíteme ir primero a sepultar a mi padre; 22
pero Jesús le respondió: Sígueme y deja a los muertos sepultar a sus muertos. Esta perícopa la traen Mt-Lc, aunque éste añade un tercer caso por afinidad temática. El situarlos aquí juntos, siendo improbable la realización de ambos en un mismo momento, hace ser su agrupación artificial temática. Literariamente se puede justificar el poner aquí estos casos porque Cristo abandona la región de Cafarnaúm. Se ha visto en ello, además, un valor tipológico. Cristo parte a la otra ribera, donde estallará la tormenta en el mar, Cristo parte y éstos quieren seguirle. Así han de ser los seguidores de Cristo:
tener decisión y confianza en El hasta afrontar todo tipo de tormentas 25. El pasaje siguiente (v.19) comienza: Cuando subió a la nave, le
siguieron sus discípulos.
a la barca y a la tormenta. El verbo le siguieron (Þ÷ïëïõèçóáí) es término técnico que indica
el discipulado.
Primer ofrecimiento a seguirle.
Al hacer el ofrecimiento un escriba, parece que esta escena es anterior a las grandes luchas judías contra Cristo, aunque supone
ya obra de apostolado de Cristo. De este escriba, en realidad, no se dice que Cristo le rechace, sino que le pone la perspectiva ardua del apostolado: sólo tiene asegurado, en comparación con las raposas y aves, el incesante ir y venir
para anunciar la Buena Nueva. El que el Hijo del hombre no tenga dónde reclinar la cabeza debe de referirse a esta vida de incesante
caminar apostólico más que al no tener alguna morada para descansar, como en Nazaret y Cafarnaúm.
Es aquí donde por vez primera sale en lo evangelios el título que se da Cristo de Hijo del hombre.
El Título de Hijo del Hombre.
Jesucristo frecuentemente lo utilizará para nombrarse. Este título sale 50 veces en los sinópticos. Y si se incluyen los lugares paralelos, se cuentan 76 ó 78 veces, ya que
Mat_18:11 y
Luc_9:56 son críticamente dudosos. En San Juan sale 12 veces. Esta expresión sólo aparece en los evangelios en boca de Cristo. Es El quien se designa con ella. Fuera de aquí, sólo San Esteban designa a Cristo con el título de Hijo del hombre ante el sanedrín (
Hec_7:55).
En el A.T. solamente se usa esta denominación en Ezequiel para llamar a una persona. Un ángel llama a Ezequiel hijo de hombre como a ser de otra especie (
Eze_2:1.3.6.8;
Eze_1:2.34, etc.).
De suyo la simple expresión hebrea hijo del hombre sólo es sinónimo de hombre, sea bajo la forma
adam o
enash. Así aparece claramente en numerosos pasajes bíblicos (
Gen_11:5;
Job_25:6;
Sal_8:5;
Pro_8:31;
Isa_56:2;
Eze_2:1;
Dan_7:13, etc.).
Además, esta expresión no significa hombre sin más, sino que hay en ella un intento de algo peculiar y solemne, ya que solamente se usa en poesía o en una prosa más escogida; de lo contrario, sólo se pone la palabra hombre 26.
¿Qué intenta Cristo al designarse con esta expresión? En boca de Cristo es usada siempre para denominarse a sí, pero no figura siempre con el mismo matiz. Los textos en que aparece usada por Cristo se pueden reducir a tres grupos.
1) Textos en los que es denominativo suyo (
Luc_6:22;
Mat_8:11 par.;
Mat_11:19 par.;
Mat_16:13 par.;
Luc_12:8 par.;
Luc_9:58;
Mar_8:31 par.).
2) Textos en los que se usa esta expresión para designar, calificativamente, al Mesías humilde, despreciado, y que irá a la muerte (
Mat_17:22;
Mat_20:18 par.;
Mat_12:40;
Mat_17:12;
Mat_10:33.34;
Mar_8:31ss par.;
Mar_9:30.31;
Luc_9:12.44).
3) En otros textos se designa con esta expresión al Mesías en su aspecto glorioso y triunfal, o para destacar su potestad (
Mar_14:61ss par.;
Mar_8:38 par.;
Luc_18:8;
Luc_17:24.37;
Mat_24:27.30;
Mat_19:28; cf.
Luc_6:5 par.;
Luc_11:30;
Luc_19:10;
Mat_9:6 par.;
Mat_13:37) 27.
La expresión, literariamente, está tomada de Daniel. El profeta refiere una visión en la que vio venir en las nubes del cielo a un
como hijo de hombre, que se llegó al Anciano de días (Dios) y fue presentado a éste. Fuele dado (al Hijo del hombre) el señorío, la gloria y el imperio, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron, y su dominio es dominio eterno, que no acabará nunca, y su imperio nunca desaparecerá (
Dan_7:13.14) 28.
Dos diferencias han de notarse entre el texto daniélico y su uso por Cristo. En Daniel, la expresión Hijo del hombre aparece sin artículos. La otra diferencia es que, en Daniel, el Hijo del hombre tiene un valor colectivo, mientras que Cristo lo usa en sentido personal.
Sin embargo, ya la antigua sinagoga había interpretado este pasaje, no con un valor colectivo del pueblo de los santos, sino personalmente de sólo el Mesías. 29
¿Cuál es el sentido de esta expresión en labios de Cristo?
En la antigüedad se vería preferentemente el sentido de humillación y sufrimiento del Mesías. Se usaría este título por Cristo para hacer ver que el mesianismo verdadero no era político ni ostentoso, sino de una naturaleza muy distinta de como lo habían interpretado o deformado los rabinos. Por su contenido es el mesianismo doliente del Siervo de Yahvé.
Modernos exegetas se fijan preferentemente para valorarlo en el pasaje de Daniel, que Cristo usa para presentar su venida en el discurso escatológico (
Mat_24:30) y en su condena ante el sanedrín (
Mat_26:64;
Mar_14:62;
Luc_22:69). Era su mesianismo triunfal y escatológico. Así, sin tomar el título oficial de Mesías, podría ir gradualmente llamando la atención y llevándola hacia ese misterioso personaje que Daniel describe como un Hijo del hombre, y, veladamente, identificándose con él.
Lagrange supone que Cristo toma este título, y no como mesiánico corriente, para hacer ver que su mesianismo no se identificaba con las creencias populares.
Este doble uso de este título en Cristo responde a una doble corriente en Israel. Generalmente se tenía del Mesías el simple concepto de un origen terreno. El mismo planteará a los fariseos un mesianismo trascendente (
Mat_22:41-46 par.). Más tarde, por influjo de los apocalípticos, se admitió en algunos sectores el concepto de un Mesías trascendente. Y es a esta corriente a la que Cristo apunta, como interpretadora de este sentido trascendente en la interpretación, ya entonces personal, de la profecía daniélica del Hijo del hombre. Viene del cielo y tiene una trascendencia sobrehumana, divina 29.
Conforme a las categorías de significados con que este título aparece usado por Cristo, se ven en él dos intentos, según los casos: concentrar en sí, de un modo nuevo, el auténtico mesianismo doliente
del Siervo de Yahvé y el celestial y divino con que ya se interpretaba el misterioso Hijo del hombre en la profecía de Daniel 30.
Segundo ofrecimiento a seguirle.
Ahora es un discípulo que ruega al Señor antes de seguirle totalmente, atender a sus padres. Pero Cristo le da la orden-invitación de Sígueme. 30
No era esta invitación para incorporarlo a ser uno de los Doce. Era invitarle a seguirle más de cerca, y acaso más habitualmente, en sus correrías apostólicas, como le acompañaban sus discípulos en ocasiones (
Jua_6:60;
Luc_10:1).
Pero este discípulo, en lugar de seguir al punto la invitación del Maestro el contraste de situaciones psicológicas aparece fuertemente acusado ante el ofrecimiento espontáneo que le hizo el escriba , le suplicó un espacio de tiempo para cumplir un deber sagrado: ir a sepultar a mi padre.
La frase y el ruego no se refiere, manifiestamente, a que el padre de este discípulo acabase de morir o estuviese muy grave y le pidiese licencia para ir a cumplir sus deberes de piedad. Sería una coincidencia aquí increíble. Y más increíble aún el que Cristo le hubiese negado
lo que era un deber incluido en el mandamiento del Decálogo: Honra a tu padre y a tu madre (
Exo_20:12). Debe, pues, de tratarse de un discípulo que, antes de seguir a Cristo en su apostolado de una manera total y habitual, rogó que se le permitiese antes esperar a la muerte de su padre, para, despreocupado de estos deberes, entregarse entonces a esta misión. Pero esto era incierto,
y la llamada del Señor para acompañarle en la mies, que era mucha y los operarios pocos, urgía. Y vino aquí la gran lección, que ya se presentía, en función del supremo amor a El sobre los padres (
Luc_14:26): Deja a los muertos sepultar a los muertos. Los rabinos hablan metafóricamente de vivos y muertos como sinónimos de
justos e
impíos. Pero ciertamente
no es éste el sentido en que aquí habla Cristo. Parece tratarse de un proverbio griego, que significaría que la vida humana, por ser mortal, no merece llamarse vida; es como una muerte. No es más que un contraste metafórico que se establece para hacer ver lo que significa esta obra de apostolado. Frente a la obra de apostolado que es la predicación del reino la vida eterna ,
lo demás es como muerte. Los que viven en el mundo despreocupados de esta vida eterna, están como muertos. Que ellos cuiden de sí mismos: que los muertos entierren a los muertos. Por eso, aquí los muertos citados primero, en el v.22, designan a todos los que no han encontrado la vida del Reino en Cristo (cf.
Mat_7:13.14; cf.
Luc_15:32;
Mat_22:32;
Efe_2:1;
Col_2:13).
En el fondo no es otra cosa que una fuerte paradoja para expresar los derechos suyos de Dios sobre los mismos de los padres. Al estilo que expresa en otro lugar, que su amor ha de ser superior al de los padres, diciendo: si alguno viene a mí y no
aborrece a su padre, madre., no puede ser mi discípulo (
Luc_14:26). Por este procedimiento, Cristo evoca su trascendencia divina.
Calma una tempestad en el mar,Luc_8:23-27 (Mar_4:35-40; Luc_8:22-25).
23
Cuando hubo subido a la nave, le siguieron sus discípulos. 24
Se produjo en el mar una agitación grande, tal que las olas cubrían la nave; pero él, entre tanto, dormía, 25
y, acercándose, le despertaron, diciendo: Señor, sálvanos, que perecemos. 26
El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar y sobrevino una gran calma. 27
Los hombres se maravillaban y decían: ¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen? Con matices distintos narran este hecho los sinópticos. Sintetizado, como es su costumbre, Mateo; colorista, Marcos; intermedio, Lucas. Sin embargo, en todos reviste el carácter de impresionante.
Sucedió cronológicamente de inmediato a la curación de los endemoniados gerasenos (Mt y Lc). Marcos precisa que fue en la tarde del día en que Cristo tuvo la gran jornada de las parábolas (
Mar_4:35;
Mar_4:1).
La descripción es tan realista como hábilmente tipológica. Estas tormentas del lago son tan rápidas como imponentes. Lc es el que usa el término preciso: descendió (÷áôÝâç) un gran torbellino de viento sobre el lago. Situado éste a 208 metros bajo el nivel del Mediterráneo, el efecto es el de una caída imponente de masa de aire que pone en enorme agitación el lago 31. Testigos presenciales describen estas tormentas como estando cubiertos por las olas los que iban en barca 32, lo mismo que el peligro de zozobrar, al no poder achicar el agua 33. Esta tormenta evangélica fue muy grande. Mt va destacando una serie de datos que le valen su descripción tipológica de la grandeza de Cristo, que mira por sus discípulos que van en la barca. Lc siguen en la barca por su mandato (
Mat_8:18); en el intervalo inserta hábilmente la doble escena del discipulado. En la barca tienen fuerte angustia ante la tormenta imponente, mientras Jesús dormía. Pero con El vendrá la calma y la calma de los suyos. Mc-Lc ponen a los discípulos despertando a Cristo; Mc, reflejando el estadio primitivo de la tradición, lo pone en forma demasiado espontánea (
Mar_4:38). En Mt (v.25) es casi una oración, que acaso proceda en su redacción del uso litúrgico (
Mat_14:30); Mc-Lc lo llaman Maestro (Rabí); Mt pone la expresión
Señor (Êýñéïò), con la que lo confiesan dotado de poderes divinos (
Mat_8:2-6;
Mat_9:28;
Mat_15:27;
Mat_17:15;
Mat_20:30),
término con el que la Iglesia primitiva, a la hora de la composición de los evangelios,
confesaba la divinidad de Cristo.
Los discípulos habían visto milagros; pero ante aquel espectáculo cósmico quedaron especialmente impresionados. Les faltó confianza en El, aún dormido. Es un aspecto de la gran lección, y que El les reprocha. El siempre vigila por los suyos. Mc-Lc acusan la admiración de los discípulos. Ellos lo conocían como taumaturgo y Mesías. Pero iba habiendo un
climax en la revelación de su persona. Por eso, ellos preguntan admirados quién sea este al que obedecen los vientos y el mar embravecidos. En el A.T. era Dios el que dominaba el mar embravecido (
Sal_88:10;
Job_26:12;
Isa_51:10). La vía hacia su divinidad se va abriendo 34. Sólo Dios había separado las aguas (
Gen_1:9;
Exo_14:21ss) y juntado las aguas en el diluvio sobre la humanidad (
Gen_7:10ss).
En Mt esta pregunta la hacen no los discípulos, sino los hombres. Es la repercusión que este hecho tuvo, por su divulgación, en las gentes. Y hasta se piensa que pueda ser eco de los debates de los predicadores cristianos de la primera mitad del siglo I con los hombres del mundo grecorromano. Probablemente es el intento central de Mt destacar esta falta de confianza en el Mesías.
La tradición cristiana vio, reiteradamente, en este milagro un signo de la historia de la Iglesia, zozobrada la barca de Pedro por las tempestades, mientras parece que Cristo, que va en ella, duerme 35; lo mismo que se le consideró también, por un análogo motivo, como tipo del alma cristiana atacada por las pasiones 36. Es muy probable que Mt refleje en ello la barca las primeras persecuciones de la Iglesia, en el triunfo asegurado de Cristo en ella.
Curación de dos endemoniados,Gen_8:28-34 (Mar_5:1.-20; Luc_8:26-39).
28
Llegado a la otra orilla, a la región de los gerasenos, le vinieron al encuentro, saliendo de los sepulcros, dos endemoniados, tan furiosos, que nadie podía pasar por aquel camino. 29
Y le gritaron, diciendo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a destiempo para atormentarnos? 30
Había no lejos de allí una numerosa piara de puercos paciendo, 31
y los demonios le rogaban, diciendo: Si has de echarnos, échanos a la piara de puercos. 32
Les dijo: Id. Ellos salieron y se fueron a los puercos, y toda la piara se lanzó por un precipicio al mar, muriendo en las aguas. 33
Los porqueros huyeron, y, yendo a la ciudad, contaron lo que había pasado con los endemoniados. 34
Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, y, viéndole, le rogaron que se retirase de sus términos. Mt es el que menos se extiende en este relato. Se estudia en
Mar_5:1-20. Se destaca la grandeza de Cristo sobre los endemoniados, señal de que llegó su reino (
Mat_12:28). Aquí sólo se destaca un aspecto. Mt pone que fueron
dos posesos en lugar de uno, como trae Mc-Lc. La escena es la misma. Se propusieron varias soluciones.
Mt tiene una tendencia a pluralizar. Así, mientras Mc-Lc sólo presentan en escena un ciego que es curado por Cristo (
Mar_10:46-52;
Luc_18:39-43), Mt presenta la misma curación hecha en dos ciegos (
Mat_9:23-31). También los ladrones que están crucificados con Cristo, según Mt, blasfemaban (
Mat_27:44; cf.
Mar_15:32), mientras que sólo uno era el que le ultrajaba (Mt 21:2 con
Mar_11:2.4.5.7 y
Luc_19:30.33.35). Probablemente sea ésta la solución.
Como matiz de esta solución se propone que Mt tiende a veces a
compensar por otras omisiones. Sería, en este caso, la compensación de la omisión hecha por Mt de otra curación de un poseso que Mc relata (
Mar_1:21-28; cf.
Mat_20:30; cf.
Mar_8:22-26) 37.
San Agustín, en su obra
De consensu Evangelistarum, había propuesto otra solución: eran
dos los endemoniados, que es lo que recoge Mt; pero Mc-Lc sólo señalan uno por ser el
más famoso o el más
conocido por algún motivo 38. A lo que podría añadirse la posibilidad de que, no matizándose en la escena la parte de uno o de otro, o por ser en casi todo análogas sus reacciones, quedaba perfectamente valorada la escena con sólo presentar a uno de ellos 39. A esto ha de tenerse en cuenta las fuentes y el intento esquemático y propio de Mt.
1
Pirqé Aboth V 1-6; Bonsirven,
Textes n.33-35. 2 Hobart,
The medical language of S.
Luke (1882) p.5. 3 Schürer,
Geschichte derjüd. Volkes II p.451; Edersheim,
The Life and Times of Jesús (1901) p.494-495; Fillion,
Vida., vers. esp. (1942) II p.22-222. 4 Sobre el tema bíblico de la lepra, cf. A. Macalister, art. Leprosy, en Has-Tings,
Dictionary of the Bible III 95-99;
Dict. de la Bibl. IV col 176-177. Sobre la doctrina de los judíos sobre la lepra y los leprosos, Strack-B.,
Kommentar. IV p.741-763. 5 Bonsirven,
Textes n.2435.2438. 6 Felten,
Storia dei tempi del N.T. vers. ital. (1932) I p.209-210. 7 Strack-B.,
Kommentar. I p.78; cf.
Mat_26:39. 8 Edersheim,
Life and Times of Jesús (1901) I p.493. 8 Sobre el secreto mesiánico, cf.
Introduction al evangelio de Mc. Biblia comentada 5a 9 Sobre la constitución del ejército romano, cf. Daremberg-Saglio,
Dict. des antiq. graec. et rom., palabra Centurión;
Dict. Bibl. I col.994-997. 10 Josefo,
Antiq. XVII 8:3. 11
De cons. evang. II 20-49:
Mal_34:1100. 12 Lagrange,
Evang. s. St. Lúe (1927) p.207. 13 S. Crisóstomo,
Hom. in Matth. XXVI: MG 57:336; J. Manson,
De sanatione pueri Centuñonis (Mat_8:5-13): Collectanea Mechlin. (1959) p.633-636; S. ? . ????? ,
Jesús and the Centurión: Mattew VIH, 5-10, en
The Exposit. Tim. (1957) p.79-80. 14 Para la valoración complementaria, cf.
Comentario a Luc_7:1-10. 15 Holzmeister: VD (1937) 27-30; S. Mariner,
Sub potestate constitutus: Hel-mántica (1956) 391-399; G. Zuntz,
The Centurión of Capernaum and his Autoñty; ED. Schweizer,
Die Heilung des Kóniglichen: Evang. Theol. (1951) 2 p.64-71; E. Haen-Chen,
Faith and miracle: Stud. Evang. (1959) p.495ss. 16
Libro de Henoc LXII 30;
Apoc. de Baruk XXLX 4; Strack-B.,
Kommentar. IV p.1154. 17 Strack-B.,
Kommentar. I p.476ss. 18 Nestlé,
N.T. graece et latine (1928) apar. crít. a
Mat_8:12. 19
Salmos de Salomón XIV 6; XV 11;
Libro de Henoc LXíI 14;
Apoc. de Baruk XXIX 4; Talmud:
Aboth III 20; VOLZ,
Jüdische Escatologie p.31. 20 Eusebio,
Praep. evang. VIII 7:13. 21
Megilla 3:6; 4:1. 22 Hobart,
The medical language of St. Luke (1882) p.3s. 23 Thomson,
The Land of the Book (1876) p.238. 23 P. Lamarche, La guerison de la belle mere de Fierre et le genre littéraire des évangües: Nouv. Rev. Théol. (1965) 515-517; L. Dufour, La guerison de la belle mere de Fierre: études d'évangile (1965) 125-147. 24 Feuillet,
L^exousía de Fih de VHomme: Rev. Se. Relig. (1954) 161-181. l
Evang. s. Sí. Matth. (1927) p.169. 25 G. Bornkamn-H. J. Helo,
überlieferung und Auslegung in Matthaus-Evangelium (1960) p.48-53 y 125-189. 26 Fiebig,
Der Menschensolhn (1901). 27
Simón-Dorado,
Praelectiones biblicae N.T. (1947) p.478-479. 28 Ceuppens, De prophetiis messianicis in A.T. (1935) p.481-490; Le Fils de l'homme de Daniel et la tradition biblique: Rev. Bib. (1953) p. 170-202.321-346. 29 Strack-B.,
Kommentar. I p.483. 29 benoit,
La divinité de Jesús dans les evangiles synoptiques: Lumifcre et Vie (1953) 65-71. 30 Bauer, Gñechisch-deutsches Worterbuch zu. N.T. (1937) col!385-1386; Tlll-Mann, Der Menschensohn (1907); Roslaniec, Sensus genuinus et plenus locutionis Films hominis (1920); Dleckmann: VD (1928); Lemonnyer, Theologie du N.T. (1928) p.65-73; Dupont, Le Fils de l'homme (1924); Robert-Feuillet, Int. a la Bib. II p.790-795; Dalman, Die Worte Jesu p.191-219. 30 Cerfaux, Eph. Theol. Lov. (1935) 326-328; Vaccari, VD (1938) 308-312. 31 Willam,
La vida de Jesús, vers. esp. (1940) p.254-256. 32 Ehrhardt,
Lass die Toten ihre begraben: Studia Theol. (1952) 128-164; Buzy
Evang. s. Sí. Matth. (1946) p.109. 33 Dortet,
La Syrie d'aujourd'hui p.502-503. 34 J. B. Bauer,
Procellam cur sedavit Salvatart: VD (1957) 89-96; Fonck: VD (1923) 321-328. Cf.
Comentario a Mar_5:1-10 35 Tertuliano,
De bapt. 12:
Mal_1:1321; K. Goldammer,
Navis Ecdesiae: Zeits. Neut. Wissen. 36 san agustín,
Mal_38:424.
37 J. Alonso Díaz, La calma de la tormenta según el evangelio de Mt.: Cult. Bíbl. (1963) p. 149-157; Evangelio y evangelistas (1966) p.83. 38 De cansen, evang. II 56. 39 J. Smith, De daemoniacis in historia evangélica (1913) p.359-363.