Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
37. Retirada de los Asirios.
Ezequías consulta a Yahvé por medio de Isaías (1-4).
1 Y aconteció que, al oír el rey Ezequías esto, rasgó sus vestiduras, vistióse de saco y entró en el templo de Yahvé, 2 y envió a Eliaquim, prefecto de palacio; a Sobna, secretario, y a los más ancianos de los sacerdotes, vestidos de saco, a Isaías, hijo de Amos, profeta, 3 y le dijeron: Así dice Ezequías: El día de hoy es día de angustia, de castigo y de oprobio, porque los hijos han llegado al cuello del útero, pero no hay fuerza para dar a luz. 4 Quizá Yahvé, tu Dios, oiga las palabras de Rabsaces, mandado por el rey de Asiría, su señor, para insultar al Dios vivo, y castigue por las palabras que oyó Yahvé, tu Dios. Elévale una súplica por este resto que aún subsiste. Ezequías reaccionó religiosamente, según su reconocido carácter, y después de ir al templo a suplicar ayuda a Dios, envió una embajada a Isaías, formada por los dos parlamentarios y los ancianos entre los sacerdotes, que constituían una escala social especial y eran consultados en los asuntos de cierta importancia. El rey quiso saber la voluntad de Dios por medio de Isaías, que en los momentos de crisis es el centro de todas las esperanzas. Los delegados expusieron la situación extrema de la ciudad e ilustraron su pensamiento con un proverbio popular: Los hijos
han llegado al cuello del útero, pero no hay fuerza para dar a luz; e.d., la situación de la nación es como la de mujer que está a punto de dar a luz, pero no lo hace por falta de fuerza expulsiva, necesitando de una ayuda. La nación está en peligro y es necesario afrontar la crisis, pero no hay fuerza suficiente para tomar una decisión por las propias fuerzas, siendo preciso
la intervención de Dios, que ayude a salir de este paso difícil.
El rey suplica una manifestación justiciera de Dios para salir por sus fueros divinos. Yahvé ha sido despreciado y blasfemado como si fuera uno de tantos ídolos, cuando en realidad
es el Dios viviente (v.4), en contraposición a los ídolos de los otros pueblos, que no son nada. Y se dirigió a Isaías como
profeta, o ministro de Yahvé (tu Dios), pues sólo él podrá captar la benevolencia divina2 y salvar a este resto
que aún subsiste, e.d., la población diezmada de Judá. Aquí resto no tiene el sentido de porción
escogida en lo espiritual, sino de lo que queda aún entre la población judía después de tantas devastaciones.
Respuesta de Isaías (5-7).
5 Los servidores del rey Ezequías fueron a Isaías, 6 y les dijo Isaías: Así hablaréis a vuestro señor: Así habla Yahvé: No te asusten las palabras que acabas de oír, con las cuales los lacayos del rey de Asiría me han ultrajado. 7 He aquí que yo le voy a infundir un espíritu tal, que, en recibiendo cierta noticia, se volverá a su tierra, y le haré caer al filo de la espada en su propia tierra. La respuesta de Isaías es terminante: Senaquerib tendrá que abandonar sus planes de tornar Jerusalén, porque Dios hará que se apodere de él un pánico general (
un espíritu, ?.7) al oír cierta
noticia, que, por lo que se dice en el v.9, es la llegada del faraón Tirhaqa con un fuerte ejército al sur de Palestina. Quizá también esa noticia se refiera a las nuevas inquietantes que llegaban de las conmociones internas que pasaban en Nínive, que le obligaron a volver a la capital personalmente, para morir allí asesinado por dos de sus hijos en el 681 a.C., cuando se hallaba en el templo de su dios Nisroc (v.38).
Nueva intimación a la rendición (8-13).
8 Volvióse Rabsaces y halló al rey asediando a Libna, pues supo que se había retirado de Laquis, 9 Y oyó una noticia acerca de Tirhaqa, rey de Etiopía, en la que decían: Ha salido a luchar contra ti, y al oírla envió mensajeros a Ezequías, diciendo: 10 Así habréis de hablar a Ezequías, rey de Judá: Que no te engañe tu Dios, en quien confías, diciendo: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiría. 11 He aquí que tú has oído lo que hicieron los reyes de Asiría a todos los países, exterminándolos, y ¿ahora vas a salvarte tú? 12 ¿Acaso les salvaron los dioses de las naciones que exterminaron mis padres, a Gosán y a Jarran, a Resef y a los hijos de Edén, que están en Telasar? 13 ¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arpad y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Hiwah? El texto no nos dice nada sobre la respuesta definitiva que diera Ezequías a Rabsaces después de haber consultado al profeta, pero se colige que fuera negativa. El emisario asirio se volvió a Libna, pues Senaquerib había abandonado su cuartel general de Laquis para asediar aquella ciudad. Libna no estaba lejos de Laquis, y era la ciudad fronteriza entre Judá y Filistea 3. Se suele identificar con el lugar actual llamado
Tell es Safi, al sudoeste de Judá. Allí Senaquerib recibió la noticia de la inminente incursión de Tirhaqa, rey de Etiopía, es decir, rey de Egipto, procedente de la dinastía nubia-etiópica que se había apoderado del trono de Egipto. En realidad,
Tirhaqa no era rey de Egipto entonces (reinó entre el 688-633), Pero tenía suma influencia durante los dos reinados anteriores de Shabaca y Shabataca, también de la dinastía nubia. En esa invasión de Palestina, Tirhaqa podría ser el generalísimo de las tropas egipcias 4 y, de seguro, el primer ministro, conductor de toda la alta política egipcia.
Ante la inesperada invasión de los egipcios, Senaquerib se apresuró a enviar otra embajada para convencer a Ezequías y guardarse así la espalda en una batalla contra Egipto. La argumentación de los mensajeros se ciñó al elemento religioso: Ezequías es iluso si piensa que Yahvé le ha de liberar, cuando los dioses de otros pueblos no pudieron defender a sus naciones (v. 11). La enumeración es más larga que la empleada por Rabsaces (36:19). Además de
Arpad y Jamat (v.13), se cita a Gosán, la
Guzana de los documentos asirios; es el lugar de destino de los israelitas transportados del reino de Samaría (
2Re_17:6;
2Re_18:11), a la orilla del Jabur, afluente al norte del Eufrates (actualmente hay en esa región una localidad llamada Kausán).
Jarran o Harán, donde habitó la familia de Abraham (
Gen_11:32-32), al sudeste de Edesa, junto al afluente del Eufrates llamado Belih.
Resef (as.
Resapa), la actual
Rusafe, entre Palmira y el Eufrates. Hijos
de Edén es la traducción del
Bit-Adini de los documentos asirios, y era un pequeño reino arameo, en el Eufrates superior, al nordeste de Damasco, conquistado por Salmanasar III en 836 a.C. Tejasar, identificada por unos con
Til Assuri de los documentos cuneiformes, y por otros con
Til Basen de los mismos textos asirios. No se han podido identificar
Hena e
Hiwah.
Plegaria de Exequias (14-20).
14 Ezequías recibió la carta de manos de los mensajeros, y, luego de leerla, subió al templo de Yahvé, 15 y, desplegándola ante Yahvé, le dirigió esta plegaria: 16 ¡Oh Yahvé, Dios de Israel, que te sientas entre los querubines! Tú eres el solo Dios de todos los reinos de la tierra. Tú has hecho los cielos y la tierra. 17 Inclina tus oídos, ¡oh Yahvé! y oye. Abre, ¡oh Yahvé! tus ojos y mira. Oye todas las palabras que me dirige Senaquerib para escarnecer al Dios vivo. 18 Es verdad que los reyes de Asiría han devastado todos los pueblos y sus tierras; 19 que arrojaron al fuego a sus dioses, que no eran dioses, sino obra de la mano de los hombres, leños y piedra, y los destruyeron. 20 Ahora, Yahvé, Dios nuestro, líbranos de sus manos, y aprendan todos los reinos de la tierra que tú eres el Dios único. Ezequías, por toda respuesta, fue al templo a pedir ayuda a Dios, y desplegó la carta recibida (de pergamino o papiro), para con ella hacer más fuerza a Yahvé a intervenir contra los mofadores de su poder. Era la presentación de los documentos ante Dios, Juez supremo, para que resolviera este litigio. Sobre
los querubines (v.16): alude, sin duda, a los dos querubes que había puesto Salomón sobre el arca (
1Re_6:235). Con énfasis presenta el pergamino extendido: Ve.,
abre tus ojos (v.17), para hacerle más fuerza. Si Senaquerib venció a los otros pueblos, es porque los dioses de éstos no eran realmente tales (v.18), sino obra de la mano del hombre 5.
Es una confesión explícita de la divinidad y señorío de Yahvé sobre todos los pueblos y naciones.
Locas pretensiones del rey de Asiría (21-24).
21 Entonces Isaías, hijo de Amos, mandó a decir a Ezequías: Así dice Yahvé, Dios de Israel: Por la plegaria que tú me has dirigido a causa de Senaquerib, rey de Asiría, 22 he aquí la sentencia que Yahvé pronuncia contra él Te desprecia, se burla de ti, virgen, hija de Sión; tras de ti menea la cabeza, hija de Jerusalén. 23 ¿A quién has ultrajado y escarnecido? ¿Contra quién has alzado la voz y alzado en alto tus ojos? ¡Contra el Santo de Israel! 24 Por medio de tus esclavos le has ultrajado, y has dicho: Con mis numerosos carros he subido a la cresta de las montañas, a las cumbres del Líbano, y he cortado los sublimes cedros, sus escogidos cipreses. He llegado a sus más extremadas cimas, al bosque de su vergel. 25 He alumbrado y bebido aguas extranjeras y he secado con la planta de mis pies todos los canales de Egipto. El texto no dice nada respecto de la relación entre la oración de Ezequías y este nuevo oráculo de Isaías. Quizá éste conociera por. medios humanos o por revelación el contenido de la oración del rey, y contestó transmitiendo de parte de Yahvé un oráculo satírico contra el rey de Asiría. Métricamente, el fragmento está escrito en forma de
quinah o elegía.
Jerusalén es presentada como una
virgen porque no ha sido nunca violada. El v.22 puede tener dos sentidos:
a) el asirio desprecia y se burla de la
hija de Sión (Jerusalén); o
b) la
hija de Sión se burla, como doncella coquetona, de los asirios al verlos retirarse después que la han cortejado infructuosamente. Ella los ha rechazado despectivamente y no quiere tener amores con los invasores6. El profeta echa en cara la arrogancia de Senaquerib, que se ha atrevido a levantarse sobre el Santo
de Israel (v.23), ultrajándole por medio de sus subordinados. La arrogancia del monarca asirio está descrita con frases muy similares a las que dejaron los reyes asirios en sus inscripciones: fue subido.
a las cumbres del Líbano (v.24). Sabemos, por las inscripciones asirías, que los monarcas de Nínive mandaban periódicamente expediciones al
Líbano para cortar maderas para sus palacios (cf. 10:135). Por otra parte, nada se ha opuesto como obstáculo invencible a su paso: si se le cegaban los pozos a su paso al atravesar regiones de poca agua (como se solía hacer para evitar las invasiones), él se encargaba de abrir otros pozos de aguas:
he alumbrado aguas. (v.25), y, al contrario, si había ríos que se le oponían, con la sola
punta de los pies los apartaba de su curso, aunque fueran los mismos canales de Egipto. En realidad, Senaquerib nunca entró en Egipto, sino su sucesor Asaradón, que llegó hasta Menfis en el 671 a.C., venciendo a Tirhaqa; y después Asurbanipal invadió dos veces Egipto, llegando hasta Tebas (668-665). Pero Isaías hace hablar de este modo a Senaquerib como representante del imperio asirio, que había de traspasar los canales del Nilo en Egipto.
Humillación de Asiría (26-29).
26 ¿No has oído? Mucho tiempo ha que yo lo he realizado, desde tiempos antiguos lo he trazado, y ahora lo he hecho venir. Tú habrás de convertir en montones de ruinas las ciudades fuertes, 27 cuyos habitantes estarán sin fuerza. 7, espantados y confusos. Serían como la hierba de los campos, verdura tierna; serían como el musgo de los tejados y como grano marchitos 8. 2 Yo sé cuándo te levantas y cuándo te sientas, cuándo entras y cuándo sales; tu furor contra mí, 29 por cuanto tu enfurecimiento contra mí y tu insolencia han llegado a mis oídos; pondré mi aro en tu nariz y mi freno en tus labios, y haré que te vuelvas por el camino por donde viniste. El asirio se muestra arrogante,
y no sabe que es un mero instrumento de Dios para realizar sus planes de justicia sobre los pueblos. Todo lo que los invasores asirios han hecho ha entrado dentro de los planes divinos
desde tiempos antiguos (v.26). Por otra parte, si el asirio ha
convertido en montones de ruinas a ciudades fortificadas, fue porque sus habitantes estaban extremadamente debilitados, sin
fuerza (v.27); eran como el
musgo de los tejados, que al menor viento solano se agosta. No debe, por tanto, el asirio envanecerse de haber sometido pueblos débiles. Pero Yahvé conoce también las andanzas y tramas de los asirios (
sé cuándo te levantas y cuándo te sientas, cuándo entras y cuándo sales, v.28), y porque se ha permitido
enfurecerse contra Yahvé, como una bestia feroz, la va a tratar como tal, e. d., ponerle un anillo
en su nariz para sujetarla y domarla (cf.
Eze_19:4;
Eze_29:4;
Eze_38:4). Además, ésta era la práctica de los reyes asirios con los príncipes vencidos, a los que conducían con una especie de freno. Asiría, pues, quedará como embridada y sometida a Yahvé, sin libertad de movimientos, obligada a volver a su punto de partida (v.29), dejando libres a los países sojuzgados.
Rehabilitación de Judá (30-32).
30 He aquí la señal para ti: este año se comerá el producto de los granos caídos; al segundo año, lo que brote sin sembrar, y en el tercer año sembraréis y cosecharéis, plantaréis viñas y comeréis su fruto. 31 Lo que quedare a salvo de la casa de Judá, echará raíces por debajo y producirá fruto en lo alto. 32 Porque saldrá de Jerusalén un resto, y sobrevivientes del monte de Sión; el celo de Yahvé de los ejércitos hará esto. Este fragmento profético no tiene necesaria conexión con lo que precede, y parece proferido independientemente de lo anterior. La mente del profeta se proyecta hacia la era venturosa en que Judá adquirirá su plena rehabilitación. No obstante, dada la desconcertante psicología de los profetas, bien pudiera ser como un paréntesis después de anunciar que el asirio volverá a su tierra. Los profetas estaban tan poseídos de la idea mesiánica, que constantemente en los momentos de crisis recurren a ella como pensamiento consolador y garantía de que todas las crisis serán pasajeras, ya que Yahvé tiene empeñada
una promesa respecto de un futuro venturoso para su pueblo.
El profeta anuncia de momento que el tiempo de penuria durará aún dos años, pero al tercero todo volverá a su cauce: pasarán dos años en los que no se podrá sembrar (v.30) y tendrán que alimentarse de lo que espontáneamente produzca la tierra; pero al tercero se podrán cumplir tranquilamente las faenas agrícolas: sembrar, cosechar, etc. Quizá no hayan de tomarse esos tres años a la letra, sino como un proverbio popular para indicar un cierto período de angustia y escasez. Todo esto es una
señal (v.30) para Judá, es decir, su realización será prenda de que la promesa profética también tendrá pleno cumplimiento. Judá es comparado a un árbol que ha quedado en puro tronco por efecto de las tormentas, pero que terminará por retoñar y echar raíces de nuevo y frutos (v.31). De la catástrofe se salvará un resto (v.32), que será núcleo de salvación para su pueblo en el futuro. Y como garantía de la profecía está
el celo de Yahvé de los ejércitos; e.d., Dios empeña su palabra en ello y está celoso de su cumplimiento.
Derrota del rey de Asiría (33-38).
33 Por eso así dice Yahvé sobre el rey de Asiría: No entrará él a esta ciudad, ni arrojará allí flecha, ni se adelantará hacia ella con escudo, ni la rodeará de trincheras. 34 Por el camino que vino hacia ella se tornará; no entrará en esta ciudad, dice Yahvé. 35 Y yo protegeré a esta ciudad para salvarla por amor de mí y de mi siervo David. 36Y salió el ángel de Yahvé e hirió en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres, y a la mañana, al despertar, he aquí que todos eran cadáveres. 37Y Senaquerib, rey de Asiría, levantó el campo y se tornó, quedándose en Nínive; 38y sucedió que, mientras oraba en el templo de Nesroc, su dios, sus hijos Adramelec y Sareser le mataron a espada y huyeron a tierra de Ararat. Y le sucedió en el reino su hijo Asaradón. El profeta promete la ayuda y auxilio total de Yahvé en gracia a la piedad y súplica de Ezequías y de Isaías (v.33). Senaquerib no entrará en Jerusalén, teniendo que retornar a su país sin tomar la codiciada presa. En sus inscripciones se gloría de haber encerrado a Ezequías en Jerusalén
como pájaro en una jaula 9; pero no dice que haya entrado en ella. El amor que Yahvé tenía a David le forzaba a salir en favor de su descendiente en el trono 10.
Y el analista se apresura a poner el cumplimiento de la profecía de Isaías, relatando la destrucción del ejército de Senaquerib. El instrumento de Yahvé fue el
ángel de Yahvé, que en una noche mató a ciento ochenta y cinco mil asirios. En 2 Sam 24 se dice que el ángel de Yahvé desencadenó una peste. Por eso, no pocos autores suponen que aquí se trata de una
peste declarada súbitamente en el ejército asirio. Dios pudo haber utilizado causas segundas en este castigo de los invasores. Según Herodoto, entre los egipcios corría la leyenda de que, cuando Senaquerib se acercaba a Egipto, en una noche una peste de ratones acabó con los escudos y arcos de los soldados asirios, imposibilitándoles así el ataque U. Flavio Josefo dice que la retirada de los asirios se debió a una peste declarada en el campamento asirio I2. De todos modos, las cifras de muertos son exorbitantes, ya que no es verosímil que Senaquerib hubiera distraído cerca de doscientos mil hombres contra una operación de flanco, cuando tenía al enemigo egipcio de frente al sur de Palestina. Podemos suponer que las cifras están alteradas, exageradas por los copistas para hacer resaltar más la magnitud de la catástrofe. De todos modos tenemos que ver en la liberación de Jerusalén un hecho providencial y milagroso, aunque quizá sólo quoad modum, e. d., en cuanto que Dios utilizó medios naturales, pero de modo fuera del orden normal. Después de esta derrota (que no menciona en sus anales), Senaquerib se retiró a la capital del imperio, Nínive (v.37),
quedándose allí, e.d., sin aventurarse a nuevas expediciones militares. Sabemos que el estado interno de su imperio era muy delicado, y tuvo que dedicarse a consolidarlo, hasta que fue asesinado por dos de sus hijos. Conocemos a cinco de los hijos de Senaquerib, y ninguno de ellos coincide con estos dos nombres,
Adramelec y
Sareser, que pueden ser pronunciaciones dialectales deformadas de los nombres asirios 13. Tampoco conocemos ninguna divinidad asiría que se llame
Nesroc 14, nombre que parece está corrompido en su trasposición al hebreo. Respecto de la muerte de Senaquerib, tenemos la confirmación del relato bíblico en la crónica de Babilonia. Según ésta, Senaquerib fue asesinado por uno de sus hijos (lo que no excluye que tuviera a otro hermano como cómplice) el 20 del mes Tebet, en el invierno del 681, entre los dos colosos de la entrada del templo. Alejandro Polihistor dice que el motivo del asesinato fue que uno de sus hijos estaba disgustado porque su padre había asociado a su hijo Asaradón al trono mientras vivía Senaquerib. Después los asesinos huyeron a
Ararat, e.d., Armenia 15.
1 Cf.
Isa_66:7ss;
Ose_1:13. 2 Sobre la intercesión de los hombres justos cf.
Gen_18:2355;
Exo_32:31; i Saín 12:19;
Amo_7:2-5;
Jer_14:11;
Jer_15:1, etc. 3 Cf.
2Re_8:22;
Jos_10:29. 4 Algunos autores creen que este episodio se refiere a una expedición posterior de Senaquerib contra Judá, hacia el 690-681; pero no hay documentos probativos de la misma (cf. RB 1910 912). 5
Cf. 2:18-20; 17:8; 44:935;
Deu_4:28;
Deu_28:36;
Deu_29:17;
Eze_20:32. 6 El sentido de la frase depende de tomar hija de Sión como sujeto o como vocativo. 7 Lit. cortos de manos. 8 El texto está al final algo oscuro. Hemos traducido grano marchito siguiendo al lugar paralelo de
2Re_19:26, lo que hace perfecto sentido. 9 Cf. Cilindro Taylor, o prisma hexagonal de Senaquerib. 10 Cf.
1Re_11:13-34; 15:4- 11 Herod., II 141. 12 Flavio Josef.,
Antiq. Lud. X 1-5. 13 Adramelec quizá sea una deformación del hijo de Senaquerib, llamado Arad-Ninlil. 14 El nombre de Nesroc aparece en los códices griegos transcrito de muchas maneras: Nasaraj (B), Asaraj , etc., lo que prueba que está corrompido el original. 15 Asaradón cuenta que persiguió a los rebeldes hasta más allá del Tauro. Cf. con-damin, o.c., 225; skinner, o.c., 291.