Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Padres e hijos, 6:1-4.
1
Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor, porque esto es justo. 2
Honra a tu padre y a tu madre, como dice el primer mandamiento seguido de promesa: 3
para que te vaya bien y tengas larga vida sobre la tierra. 4
Y vosotros, padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y en la enseñanza del Señor. A los consejos dados a los cónyuges siguen ahora, en la presente historia, los dados a padres e hijos. San Pablo toma como base (v.2-3) el cuarto precepto del Decálogo, primero de los que miran al prójimo, y que tiene la particularidad de llevar adjunta una promesa de bendición al que lo cumpla (cf.
Exo_20:12;
Deu_5:16). Esta promesa no debe considerarse fallida porque hijos sumisos mueran prematuramente o hijos rebeldes vivan largo tiempo, pues la vida terrena es un bien subordinado y no absoluto (cf.
Sab_4:11).
La expresión en el Señor (v.1), al mismo tiempo que el verdadero motivo, determina también los límites de la obediencia de los hijos para con los padres. Y en cuanto a éstos (v.4), que eduquen bien a sus hijos, ni tiranía ni dejar hacer, sino mezcla de firmeza y de bondad, a ejemplo de Cristo en la formación de sus apóstoles.
Amos y siervos,Sab_6:5-9.
5
Siervos, obedeced a vuestros amos según la carne, como a Cristo, con temor y temblor, en la sencillez de vuestro corazón; 6
no sirviendo al ojo, como buscando agradar al hombre, sino como siervos de Cristo, que cumplen de corazón la voluntad de Dios; 7
sirviendo con buena voluntad, como quien sirve al Señor y no a hombre; 8
considerando que a cada uno le retribuirá el Señor lo bueno que hiciere, tanto si es siervo como si es libre. 9
Y vosotros, amos, haced lo mismo con ellos, dejándoos de amenazas, considerando que en los cielos está su Señor y el vuestro y que no hay en El acepción de personas. El orden social antiguo estaba fundado en la esclavitud. San Pablo, al igual que en otras ocasiones (cf.
1Co_7:17-24;
Col_3:22-25), no condena abiertamente el sistema, cosa que no podría hacerse sin provocar un cataclismo, sino que se contenta con sentar los principios que preparen el camino para su abolición.
En los v.5-8 se refiere a los siervos, recomendándoles que sirvan a sus amos por motivos sobrenaturales, como si sirviesen a Cristo, considerando que Cristo recompensará a cada uno, siervo o libre, sin ninguna acepción de personas (cf.
Rom_2:11;
Hec_10:34), con el premio que haya merecido. Y en cuanto a los amos (v.9), que traten a los siervos guiados también del mismo espíritu sobrenatural, sin despotismos ni amenazas, sabiendo que uno mismo
es el Señor de todos, para el que no hay acepción de personas.
La armadura del cristiano,Hec_6:10-20.
10
Por lo demás, confortaos en el Señor y en la fuerza de su poder; n revestios de toda la armadura de Dios para que podáis resistir a las insidias del diablo, 12
que no es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal, que habitan en los espacios celestes. 13
Tomad, pues, la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, vencido todo, os mantengáis firmes. 14
Estad, pues, alerta, ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestida la coraza de la justicia,15
y calzados los pies, prontos para anunciar el Evangelio de la paz. 16
Abrazad en todo momento el escudo de la fe, conque podáis hacer inútiles los encendidos dardos del maligno. 17
Tomad el yelmo de la salud y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios,18
con toda suerte de oraciones y plegarias, orando en todo tiempo con fervor y siempre en continuas súplicas por todos los santos 19
y por mí, a fin de que, cuando hable, me sean dadas palabras con que dar a conocer con valentía el misterio del Evangelio, 20
del que soy embajador encadenado para anunciarlo valientemente y hablar de él como conviene hablar. Pablo, después de sus admirables consejos relativos a la vida familiar, termina su carta con una vibrante llamada a las armas contra poderosos enemigos
exteriores, que de todas partes nos acechan y persiguen. Insiste en que debemos vestirnos de la cabeza a los pies con la armadura de Dios (??? ????????? ??? ???? ), si queremos salir victoriosos en la lucha.
Lo primero que pide es fortaleza, que hay que buscar en Dios (v.10-11), pues la lucha no será simplemente contra la carne y la sangre, frase hebrea que equivale prácticamente a naturaleza humana (cf.
Gal_1:16), sino contra los principados y las potestades., espíritus del mal que habitan en los espacios celestes, es decir, contra poderes más que humanos (v.12). Evidentemente, San Pablo está aludiendo a los ángeles o espíritus malos, de que ya habló en 2:2; el que use los términos principados y potestades indica que también entre ellos, como entre los ángeles buenos (cf. 1:21; 3:10), distingue diversas categorías. Estos ángeles malos fueron ya derrotados por el triunfo de Cristo (cf.
1Co_15:24;
Col_1:13-14;
Col_2:15); pero la lucha prosigue en los cristianos, lucha a la que San Pablo
da una amplitud cósmica (cf. 1:9-10; 3:19). La armadura de Dios (v.11) es el conjunto de armas que Dios ofrece a sus soldados para la pelea, y que luego se explican en los v. 14-18. Pero antes, en el v, 13, vuelve a hablarse de armadura de Dios, necesaria para resistir y vencer plenamente en el día malo. Este día malo es interpretado por algunos autores como día especial de tentaciones, en que nos toque luchar más fuerte; parece, sin embargo, que se alude, en general, a todo el período de la vida humana en este mundo perverso (cf. 5:16). Trátase de los peligros presentes, considerados en una perspectiva escatológica.
La descripción que se hace de la armadura de Dios o
panoplia espiritual ^.14-17) está inspirada probablemente en las armas del pretoriano que custodiaba al Apóstol en su prisión, desde donde escribía la carta (cf.
Hec_28:16), y en parte quizá también en Is n, 4-5 y 59:17. Estas armas son: el
cinto, que sujetaba la túnica a los costados y sostenía la espada; la
coraza, formada con láminas de bronce y destinada a proteger el pecho y la espalda; las
botas o calzado, destinadas a proteger pies y piernas; el
escudo, que se llevaba en el brazo izquierdo y se empleaba particularmente en los asaltos a las fortalezas, desde lo alto de las cuales solían ser arrojados sobre los asaltantes
dardos encendidos; el
yelmo, destinado a resguardar la cabeza y el rostro; la
espada, principal arma ofensiva contra el enemigo. A todas estas armas va dando San Pablo sentido espiritual: el cinto, que es la
verdad cristiana, incluyendo el aspecto intelectual y el práctico, es a saber: concordia de pensamiento y acción; la coraza, que es
la justicia o rectitud ante Dios (cf. 4:24); el calzado, que es la
prontitud para anunciar el Evangelio (cf.
Rom_10:15); el escudo, que es la
fe, o sea, nuestra adhesión viva y operante a Cristo (cf.
Rom_1:16); el yelmo, que es la
esperanza de la salud, sabiendo que la victoria final será siempre nuestra (cf.
Rom_5:2-5;
Rom_8:18); la espada, que nos es dada por el Espíritu,
y consiste en la palabra de Dios o revelación divina contenida en el Evangelio (cf. 1Te_2:13; Heb_4:12). Sin embargo, no debe insistirse demasiado en encontrar la relación entre el arma y su interpretación, pues ni el mismo Pablo pone siempre la misma (cf.
1Te_1:8).
El empleo de estas armas, para ser eficaz, necesita una condición: que vayan acompañadas
de la oración al Señor (v.18; cf.
Col_4:2;
1Te_5:18;
Luc_18:1). El Apóstol les pide que nieguen de modo especial por él; pues necesita de la gracia para predicar con osadía y de modo persuasivo (cf.
Rom_1:14-16;
1Co_1:17;
1Co_15:10;
1Te_2:2).
Epilogo,1Te_6:21-24.
Noticias personales,1Te_6:21-22.
21
Y para que sepáis también vosotros lo que a mí se refiere y qué hago, os lo dará a saber Tíquico, hermano amado y fiel ministro en el Señor, 22
que os envío para que sepáis de nosotros y consuele vuestros corazones. Son estos dos versículos lo único que hay de tipo personal en toda la carta. Ese también vosotros del v.21 parece estar suponiendo que Pablo había dado ya noticias de su actual situación a otras iglesias. Probablemente se trata de los colosenses, a quienes seguramente acababa de escribir y en cuya carta encontramos casi con las mismas palabras lo mismo que dice aquí (cf.
Col_4:7-8).
De este Tíquico, que parece ser el portador de la carta, teníamos ya noticias por
Hec_20:4, donde es nombrado, junto con Trófimo, como oriundo del Asia proconsular, probablemente de Efeso, de donde ciertamente era Trófimo (cf.
Hec_21:29). Formaba parte del grupo de colaboradores del Apóstol, y de él se valió San Pablo para diversas misiones en el gobierno de las iglesias (
2Ti_4:12; Tit3,12).
Bendición final,2Ti_6:23-24.
23
Paz a los hermanos y caridad con fe, de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo. 24
La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en incorrupción. Es notable este final por su tono solemne e impersonal. Mientras que en la despedida de las otras cartas San Pablo usa la segunda persona, aquí usa la tercera, no dirigiéndose directamente a los destinatarios, sino a los cristianos en general.
Además, la fórmula es bastante compleja, separando paz (v.23) de gracia (v.24), que normalmente van juntas (cf. 1:2), y que para San Pablo, en realidad, vienen a significar lo mismo (cf.
Rom_1:7). La caridad acompañada de la fe (v.23) son dos virtudes que ya alabó en los efesios (cf. 1:15), y cuya permanencia y aumento les augura ahora en la despedida. No es claro qué signifique la expresión en incorrupción (?? ???????? ), puesta al final. Algunos autores la refieren a Jesucristo, del que se afirmaría que se halla en estado de incorruptibilidad y gloria; otros la refieren a gracia, de la que se diría que es gracia que se consuma en la inmortalidad o vida incorruptible; los más prefieren unirla con aman, para dar a entender que se trata de un amor incorruptible, sobrenatural, que está por encima de lo que acaba y muere (cf.
Rom_8:38-39;
1Co_13:8).
246 Hemos dicho que en esta carta a los Efesios el término
iglesia está referido siempre a la Iglesia universal (cf. 1:22; 3:10.21; 5:23-32). También en Colosenses suele ser ése su sentido (cf. 1:18.24), aunque no siempre (cf. 4.15-16). Parece que el término iglesia, como autodesignación de los cristianos, es ya anterior a Pablo, conforme explicamos al comentar
Hec_5:11. De ordinario está empleado para designar las iglesias locales (cf.
1Co_7:17;
1Co_16:1.19;
Rom_16:5;
Flp_4:15;
Hec_11:22;
Hec_13:1); lo que no quiere decir que no se use también en sentido de Iglesia universal o pueblo de Dios escatológico (cf.
Hec_5:11;
Hec_8:3;
Hec_9:31;
Hec_9:20,
Hec_9:8;
1Co_12:28;
1Co_15:9;
Gal_1:13;
Flp_3:6), que parece ser el significado primario y más primitivo, como también explicamos ya al comentar
Hec_5:11. No creemos, en contra de Cer-faux y algunos otros autores, que hayamos de esperar a las cartas de la cautividad para encontrar en Pablo el término iglesia en sentido de
Iglesia universal, con referencia al conjunto de todos los cristianos. 247 Cf. ? . Schmidt, Der Leib Christi (Leipzig 1919); E. Kásemann, Leib und Leib Christi (Tübingen 1933); E. Mersch, Le Corps mystique du Christ (Louvain 1933); A. Wi-Kenhauser, Die Kirche ais der mystiche Leib Christi nach den Apostel Paulas (Münster 193?) ? ? . ? . Wambacq, De relatione ínter Corpus Christi mysticum et hierarchiam secundum S. Pau-lum: Verb. Dom. 22 (1942) 193-208; L. Malavez, L'église, corpsdu Christ, sens etprovenance de 'expresión chz S. Paul: Rev. Scien. Relig. 32 (1944) 27-49; J· Havet, Christ collectif ou Christ individuel en
1Co_12:12 : Eph. Theol. Lov. 23 (iQ47) 499-520; W. goossens, L'église corps du Christ d'aprés S. Pauí (París 1949); P. Benoit, Corps, tete et plérome dans les Epítres de la Captivité: Rev. Bibl. 63 (1956) 1-44; L. Bouyer, Oú en est la theologie du Corps mysti-que: Rev. Scien. Relig. 22 (1948) 314-332; J. A. Robinson, The Body (London 1952); L. Cer-Faux, La theologie de l'église suivant S. Paul (París 1965) P-20I-259; E. Sauras, Ei Cuerpo místico de Cristo (Madrid 1956); P. Bonnard, L'église, Corps du Christ dans le paulinisme: Rev. Theol. Phil. 8 (1958) 268-282; L. Quellette, L'église, corps du Christ, origine de l'expres-sion chez S. Paul (Montreal 1962); P. Dacquino, De Christo capite et de Ecclesia eius corpore secundum S. Paulum: Verb. Dom. 40 (1962) 81-88; R. Velasco, La Iglesia, ¿cuerpo físico de Cristo?.· Claret. 10 (1970) 321-337- 248 Cf. I. M. J. Congar: Rev. Scien. Phil. Theol. 31 (1947) P-83- 249 Cf. Const.
Lumen gentium n.8. 250 Gf. T. Zapelena, Vos
estis corpus Christi: Verb. Dom. 37 (1959) 78-95 y 162-170; ? . ? . Allo, Premiare ¿pitre
aux Corinthiens (París 1956) 328-334; ? . Meinertz,
Teología del Nuevo Testamento (Madrid 1963) p.412-413. 251 Gf. plat.,
Leg. 8:829; Dion. Halic.,
Ant. Rom. 6:86; Cíe.,
De off. 3:19-22;
De fin. 3:19; Sénec.,
Epist. 92:30; Fil.,
De spec. leg. 3:131; fl. Jos.,
De bell. jud. 1:25:4; 2:13, 6; 4:7:2; Marc. Aur. 2:1; 7:13; tit. Liv. 2:32. Damos el texto de la fábula tal como se encuentra en Tito Livio: En el tiempo en que el cuerpo humano no formaba como hoy un todo en perfecta armonía, sino que cada miembro tenía su opinión y su lenguaje, todos estaban indignados de tener que tomar sobre sí' el cuidado, la preocupación y la molestia de proveer al estómago, en tanto que él, ocioso en medio de ellos, no hacía otra cosa que disfrutar de los placeres que se le procuraban; todos, de común acuerdo, tomaron una decisión: las manos, de no llevar alimento a la boca; la boca, de no recibirlos; los dientes, de no masticarlos. Pero queriendo en su cólera reducir al estómago por el hambre, de repente, los miembros, también ellos, y el cuerpo entero, cayeron en un agotamiento completo. Entonces comprendieron que, la función del estómago no era ociosidad, y que si ellos lo alimentaban, él los alimentaba a ellos enviando a todas partes del cuerpo este principio de vida y de fuerza repartido en todas las venas, el fruto de la digestión, la sangre. Tito Livio concluye diciendo que Menenio Agripa, comparando luego la discusión interna del cuerpo con la cólera de la plebe contra el Senado, doblegó los ánimos de aquellos hombres. 252 por supuesto, se usaba el símil del cuerpo humano con referencia al Estado, conforme indicamos antes; pero eso no significa que el término mismo de ???? se usara ya en sentido colectivo. Hay autores (Bonsirven, Lyonnet.) que lo afirman, citando al respecto una inscripción descubierta en Girene (6 a.C.) y un texto de Cicerón (6o a.C.) en que, refiriéndose a unos cuantos discursos suyos enviados a ático, habla de hoc totum Soma (cf. Bíblica, vol. 31, 1950, P-412, y vol. 32, p.284); sin embargo, otros autores (Cerfaux, Cambier.) lo niegan, y tratan de explicar esos textos como latinismos, es decir, dando a SOMA el sentido de corpus latino, que parece se usaba ya en sentido colectivo (cf. L. Cerfaux,
La théologie de l'église [París 1948] p.208-210). 253 Es en conformidad con esta manera de ver cómo se expresaba un grupo de teólogos del concilio Vaticano II al empezarse a discutir el primitivo Esquema sobre la Iglesia: In definíendam Ecclesiam ut 'corpus Christi', Schema illud corpus non intelligit sensu bíblico i. e. relate ad corpus
gloriosum ipsius Christi, cum quo a Sto. Paulo ipsa Ecclesia quodammo-do, nempe sacramental iter, identificatur; sed tantummodo in sensu potius secundario ali-cuius
organismi vitalis ex variis membris constantis. Secundum autem rei veritatem hic alter aspectus non est nisi consequentia primi aspectus (texto de una hoja volante, sin firma, repartida entre teólogos y Padres). 254 Este mito procede, a lo que parece, de fuentes muy antiguas, con origen probablemente en el Irán, y estaba muy extendido por el mundo grecorromano. Todo hace suponer que en un principio fue un mito de carácter cosmológico, especie de dios al que se representaba con un cuerpo de gigante, que unía en sí las diferentes partes del mundo, consideradas como sus miembros. Posteriormente, recogido este mito por la gnosis, pierde en gran parte su carácter cosmológico, convirtiéndose en una especie de
hombre-redentor, que baja del cielo a liberar a las almas que habían caído en la materia, uniéndolas a sí y subiéndolas al cielo en su cuerpo así reconstituido. Dicho mito, que sólo conocemos por fuentes posteriores al cristianismo, parece que habría sido ya muy influenciado por éste (cf. L. cerfaux, art. Gnose: Dict. Bibl. Suppl., 3, col. 683 y 696); H. schlier, art. ?????? :
Grande Lessico del N. T. (Kittel), V, col. 371-386. últimamente, el P. Dubarle ha propuesto la hipótesis de que Pablo esté influenciado por
Gen_2:24 : Y serán dos en una carne (cf. A. M. dubarle,
L'origine dans ? Anden Testament de la notion paulinienne de l'église corps du Christ: Stud. Paulin. Congr. Intern. Cath., I [Roma 1963] p.232-240). Sin embargo, es opinión general que la idea
Iglesia-cuerpo de Cristo, en el pensamiento de Pablo, precede a la de
mujer-cuerpo del marido. 254 Notemos que ya en
1Co_12:21 se habla de cabeza dentro del cuerpo de Cristo, pero simplemente
como un miembro más, no en el sentido de Cristo cabeza, como en Colosenses y Efesios. 255 Desde luego, dichas palabras se encuentran en la mayoría de los códices griegos, así como también en las antiguas versiones latina, cóptica, siríaca, etc. De ahí que generalmente sean conservadas en las actuales ediciones críticas del Nuevo Testamento, como Merk y Bover. Sin embargo, faltan en el texto primitivo de los códices ? y S (Vaticano y Sinaítico), pues, aunque actualmente sí las tienen, se ve claro que son añadidas por mano posterior. Igualmente faltan en el P46 (Chester Beatty), del siglo ni. San Basilio
(Contra Eunom. II 19) afirma expresamente que faltaban en algunos antiguos códices consultados por él. Tampoco Orígenes y San Jerónimo parecen considerarlas auténticas, pues en sus comentarios a esta carta, al tratar del primer versículo, explican el texto paulino como si no contuviese indicación alguna de Efeso. Algo parecido hemos de decir de Tertuliano, quien, para probar contra Mar-ción que esta carta está dirigida a los efesios
(Adv. ?? re. V 11.17). no recurre a la expresión en Efeso, como sería lo natural si considerase esas palabras auténticas, sino simplemente a la tradición. Son, pues, muy fuertes las razones que nos obligan a la duda. En caso de que las palabras en Efeso no sean auténticas, como parece resultar más probable, se pueden hacer varias hipótesis: quizás, por tratarse de una carta circular, el texto paulino dejaba en blanco el nombre de los destinatarios, o quizás decía simplemente a los santos y fieles de Jesucristo. Posteriormente, en consonancia con la fórmula de otras cartas (cf. Rom 1.7; Col
1.2). habría sido añadido en Efeso que era de donde la tradición eclesiástica recibía la carta; Marción, por su parte, habría puesto en Laodicea quizás por influjo de Gol 4.16, que así recibía clara explicación. Advirtamos, finalmente que aunque fuesen auténticas las palabras en Efeso no por eso quedaría descartada la opinión de que es
carta circular, pues Efeso, capital de la provincia romana de Asia, era como la metrópoli de todas aquellas comunidades cristianas a las que Pablo se dirigía. 256 La expresión en los cielos se repite hasta cinco veces en la carta, casi a modo de estribillo (cf. 1:3.20; 2:6; 3:10; 6:12), e indica las
esferas celestes en general, sea cualquiera su complejidad, en oposición a terrestres (cf.
1Co_15:40;
Flp_2:10). Los antiguos suponían diversos cielos o esferas celestes, y Cristo estaría en el más alto, a la derecha de Dios, Kor encima de los principados (
Flp_1:20-21), mientras que las potencias estarían en cielos in-:riores, quizás dentro de ese imperio del aire en que los antiguos colocaban a los demonios 257 El verbo ????????????????? es traducido en la Vulgata latina por instaurare, ello ha influido sin duda para que los Padres y escritores latinos suelan dar a la expresión de San Pablo el sentido de reparación o restauración de todas las cosas en Cristo, que las habría vuelto a poner en su estado primitivo de antes del pecado. San Agustín ve esa restauración, por lo que toca al cielo, en el hecho de que los elegidos ocupan el lugar de los ángeles rebeldes; y por lo que toca a la tierra, en el hecho de que volvamos a ser revestidos de la gloria divina los que la habíamos perdido por el pecado (cf.
Ench. 62: PL 40:261). Desde luego, no negamos que la obra redentora de Cristo incluya la idea de reparación, devolviendo a los hombres privilegios perdidos; pero es mucho más que simple reparación. Además, nada hay en el texto bíblico que insinúe ser esa idea de reparación la intentada expresar por el Apóstol, al menos de modo directo. El término ?????????????? -??? , derivado de ?????? (cabeza), o más probablemente de ????????? (cumbre, suma total, resumen), indica más bien recapitulación o resumen, y San Pablo lo aplicaría a Cristo en el sentido de que todas las cosas están como recapituladas en El, habiéndole Dios colocado a la cabeza de todas ellas como principio de unidad y cohesión. 258 Véase, por ejemplo, el comienzo del poema babilónico sobre el origen del mundo: Cuando en lo alto el cielo no
era nombrado, y abajo la tierra no
tenía nombre.· 258* Gf. J. Melhmann, Natura filii irae. Historia interpretationis
Efe_2:3 eiusque cum doctrina de peccato originali nexus (Roma 1957). 259 La expresión ley de los mandamientos formulada en decretos (??? ????? ??? ??????? ?? ???????? ), con que San Pablo designa la Ley mosaica, resulta un poco extraña, y no aparece en ninguna otra parte de la Escritura. Algunos autores refieren el término mandamientos a la Ley, y el término decretos a las precisiones de los rabinos. Sin embargo, no parece que San Pablo piense sino en la Ley; quizás se trate simplemente de que para designar la Ley quiso emplear una fórmula más larga, a fin de dar más énfasis a su afirmación sobre la eficacia de la obra de Cristo. La anulación de la Ley, de que aquí habla el Apóstol, se refiere a la Ley como economía de salud, en el sentido jurídico que le daban los judíos, no en el sentido moral a la luz del precepto de la caridad, en cuyo sentido fue más bien confirmada por el Evangelio (cf.
Rom_3:31;
Efe_13:8-10). 260 J. M. Bover,
Teología de San Pablo (Madrid 1946) p.ói?. 261 Gf. S. Lyonnet,
De Christo summo angulari lapide sec. Efe_2:20, Lapis fastizii an lapis fundamenti?: Verbum Domini 27 (1949) 74-83. Cerfaux, por el contrario, interpreta el término paulino en sentido de
clave de bóveda: Todo el edificio se alza como para alcanzar la clave de bóveda, de la cual desciende su solidez (L. gerfaux,
Itinerario espiritual de San Pablo [Barcelona 1968] p.188). 262 Para muchos autores se trataría simplemente de una acomodación, dado que el salmista, como aparece claro del contexto, no se refiere al Mesías, sino a Yahvé, a quien presenta como rey de Israel que, vencidos sus enemigos, entra triunfante en Sión, donde recibe los homenajes de los hombres. San Pablo, que además hace la cita bastante libremente, no haría sino valerse del texto bíblico como medio de expresión para exponer su tesis. Creemos, sin embargo, que hemos de poner algo más que una acomodación, dada la fuerza que el Apóstol parece atribuir a la cita en su argumentación. Notemos que el salmista presenta, sí, a Yahvé entrando triunfante en Sión, con alusiones evidentes a la historia pasada de Israel; pero lo hace en cierta forma idealizada, mezclando alusiones al futuro, de permanencia eterna en el santuario (v.17)
y de conversión de los gentiles (v.30-33). Es esta idealización la que da evidente carácter mesiánico al salmo. Pues bien, supuesto este mesianismo, la cita de San Pablo nada tiene ya de extraño, quien no hace más que aplicar a Cristo lo dicho de Yahvé, conforme hemos visto que hace también en otros lugares (cf.
Rom_9:33;
Rom_10:13). Referente a la expresión partes inferiores de la tierra (v.g), no es claro qué quiera significar el Apóstol. Bastantes autores (Knabenbauer, M. Sales, Médebielle) creen que se alude simplemente a la
tierra (genitivo epexegético), que es lo inferior respecto del^ universo y adonde Cristo descendió en la encarnación. Parece, sin embargo, más obvio y más conforme con el contexto, que habla de llenarlo todo, interpretar el genitivo
de la tierra en sentido partitivo, con alusión a las partes interiores de la tierra, donde se suponía que estaba el
Sheol y limbo de los justos, y adonde habría bajado Cristo después de su muerte (cf.
Rom_10:7;
1Pe_3:19;
Hec_2:27). Por lo que se refiere a sobre tocios los cielos, cf.
2Co_12:2. Sobre esta bajada de Cristo a los infiernos y su problemática actual, cf. H. Vorgrimler,
Cuestiones en torno al descenso de Cristo a los infiernos: Concil. (1966) I, p.140-151; ch. Perrot,
La deséente du Christ aux enfers dans le N.T.: Lum. et Vie 87 (1968) 5-29. 263 En tiempos posteriores es llamado explícitamente iluminación (???????? ), como tenemos en San Justino
(Apol. I, 61:12). 264 Cf. Daremberg-Saglio, art.
Loutrophoros p.1317. y art. Matrimomum p.1948; Dict. de la Bible, art.
Noces col. 1659-1660. 265 Cf. P. Dacquino, Note sur E/
2Cr_5:22-31 : La Scuola Catt. 86 (1958) 321-331.