recuperaron el templo famoso en todo el mundo, liberaron la ciudad y restablecieron las leyes que estaban a punto de ser abolidas, pues el Señor se mostró propicio hacia ellos con toda benignidad; (II Macabeos 2, 22) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
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Jeremías esconde el arca (2:1-8).
1 Se halla en antiguos documentos que el profeta Jeremías, al mandar a los deportados tornar del fuego antes referido, les entregó un ejemplar de la Ley 2 y les recomendó que no diesen al olvido los preceptos del Señor ni se pervirtiesen a la vista de los ídolos de oro y de plata y sus adornos. 3 Muchas cosas como éstas les dijo, exhortándolos a no apartarse jamás del amor de la Ley. 4 También en el documento estaba escrito que el profeta, por revelación divina, mandó que le siguiesen el tabernáculo y el arca al encaminarse al monte donde había subido Moisés para ver desde allí la heredad de Dios. 5 Llegado a él, Jeremías halló una gruta a modo de estancia, en la cual introdujo el tabernáculo, el arca y el altar de los perfumes, tapando en seguida la entrada. 6 Algunos de los que le acompañaban vinieron luego para poner señales por el camino, a fin de poder hallarlo después. 7 Mas así que Jeremías lo supo, los reprendió, diciéndoles: Este lugar quedará desconocido hasta que Dios vuelva a congregar a su pueblo y tenga de él misericordia. 8 Entonces dará a conocer el paradero de estas cosas, aparecerá su gloria, y asimismo la nube, como se manifestó al tiempo de Moisés y cuando Salomón pidió que el templo fuese gloriosamente santificado.
Los autores de la carta refieren algunas noticias que hallaron en antiguos documentos, de cuya naturaleza sólo se puede afirmar que no formaban parte de los libros canónicos. Peregrina es la noticia sobre el arca de la alianza, emplazada en la parte más santa del santuario (1Re_6:19). ¿Qué suerte corrieron estos objetos sagrados en la destrucción del templo por Nabucodonosor? Ninguna noticia se ha conservado sobre ello en los libros canónicos, para los cuales ninguna importancia tendría el arca en los días de la restauración mesiánica. Según el documento apócrifo citado en la carta, Jeremías la escondió en una gruta del monte Nebo (Djebel Neba, al nordeste del mar Muerto), borrando cuidadosamente todo indicio que pudiera traicionar el secreto. Tanto el arca como el tabernáculo y el altar de los perfumes no aparecerán hasta que vuelva Dios a congregar al pueblo de Israel en los últimos tiempos.
Recuerdos de Salomón (1Re_2:9-12).
9 También allí se cuenta cómo el rey sabio ofreció el sacrificio de la dedicación y terminación del templo; 10 y que así como, cuando Moisés oró al Señor, descendió fuego del cielo, que consumió el sacrificio, así también, orando Salomón, descendió fuego y consumió el holocausto. 11 Õ dijo Moisés: Por no haber sido comido el sacrificio por el pecado, fue consumido por el fuego. 12 También Salomón celebró la fiesta por ocho días.
El prodigio del fuego se realizó también en tiempos de Moisés (Lev_9:22-24), repitiéndose al ofrecer Salomón el sacrificio de la dedicación del templo (1Re_8:62; 2Cr_7:1). Las palabras que se atribuyen a Moisés no se hallan en ningún texto canónico, pero parece que se refieren al incidente narrado en Lev_10:16-20. Pero no dice el texto mencionado que el fuego comiera al macho cabrío. Siete días duraron las fiestas de la dedicación del templo por Salomón (1Re_8:65; 2Cr_7:8-10). El día octavo, también festivo, celebróse la gran asamblea (Lev_23:36-39).
La biblioteca de Nehemías y Judas (Lev_2:13-15).
13 Esto mismo se refiere en los escritos y memorias de Nehemías; y se dice, además, que había reunido una biblioteca y puesto en ella los libros de los reyes, los de los profetas y los de David y las cartas de los reyes sobre las ofrendas. 14Así también Judas reunió todos los libros dispersos por la guerra que hubimos de sufrir, que ahora se hallan en nuestro poder. 15 Si, pues, tuviereis de ellos necesidad, mandadnos quienes os los lleven.
El libro de las memorias de Nehemías nos es desconocido. Acaso sea el que sirvió de base para la composición del libro canónico que lleva su nombre. Nehemías, en época de restauración nacional completa, se preocupa de recoger los libros sagrados. Es el primer testimonio sobre la formación del canon de libros sagrados del Antiguo Testamento. El verbo griego episynagein da a entender que existía una colección anterior autorizadísima, a la cual se añadieron otros. A este supuesto se llega atendiendo al significado del verbo: reunir añadiendo una cosa a una cantidad determinada. Existía en tiempos de Nehemías la primera colección formada por los cinco libros del Pentateuco. A ésta se añadieron los libros de los reyes, que para los LXX son los dos de Samuel y los de los Reyes. En el canon judío, los libros de los reyes y de los profetas forman la segunda colección. De la tercera se mencionan los de David, con los que se alude a los salmos, que se coleccionaban bajo el nombre de este monarca, por considerarse el salmista por excelencia. Las cartas de los reyes sobre las ofrendas designan la colección de epístolas emanadas de la corte persiana, en las que se autorizaba a los judíos la restauración del templo. Estos libros ocupaban un lugar de honor y eran considerados como sagrados (Lev_8:23; 1Ma_12:9). Contra ellos se ensañó el impío Antíoco Epifanes (1Ma_1:56). Los judíos de Palestina están dispuestos a enviar a los de Egipto los libros sagrados de que tuvieran ellos necesidad, frase que puede interpretarse en el sentido de que en Palestina se reconocía la canonicidad de algún que otro libro de la tercera colección, de que no tenían todavía conocimiento los de Egipto.
Invitación final (1Ma_2:16-19).
16 Estando nosotros para celebrar la fiesta de la purificación, os escribimos estas letras: Haréis muy bien en solemnizar estos días. 17 Dios, que ha librado a su pueblo, nos ha devuelto a todos la heredad, el reino, el sacerdocio y el santuario, 18 como lo prometió en la Ley. Esperamos, pues, de Dios que pronto tendrá misericordia de nosotros y nos congregará en el lugar santo de entre todas las naciones que existen bajo el cielo, 19 pues nos ha librado ya de grandes calamidades y ha purificado el santuario.
Vuelve la carta a recomendar a los judíos de Egipto la celebración de la dedicación del templo. La situación político-religiosa reflejada en la conclusión de esta carta parece bastante optimista. La carta termina de manera abrupta. Es posible que la fecha que aparece en 1:9 se hallara originariamente al fin de la misma.
1 A. H. Sayce-A. E. Cowley, Aramaic papyri discovered at Assuan (Londres 1906); A. E. Cowley, Aramaic Papyri of fith Century B. C (Oxford 1923); E. Meyer, Der Papy-rusfund von Elephantine (Leipzig 1912); A. Vincent, La religión des Judéo-Araméens d'Ele-phantine (París 1937).
2 De victoria Verbi Dei 2:4:21: PL 169:1425-1438.
3 A.Sranqe, Le judaisme avant Jesus-Christ 520-557,.
4 Clem. De Alejandría, S trom. 1:22:150; 5:14:17; Eusebio, Praeparatio Evang. 7.14; 8:10; 13:12.
5 Orqtio suasorio. 1:6.
6 En Herkenne (Die Briefe zu Beginn des zweiten Makkabaerbuches: Biblische Studien, 8:4, Friburgo i. Br. 1904) se encuentran expuestas las tentativas para resolver una cuestión que hasta el presente yace en el misterio.
7 Nephtar: Dictionnaire de la Bible, 4:1597-1598.
Prefacio del autor.
La obra de Jasan (2:20-26).
20 La historia de Judas el Macabeo y de sus hermanos, la purificación del gran templo y la dedicación del altar, 21 las guerras de Antíoco Epifanes y de su hijo Eupator, 22 las apariciones celestes a los que gloriosamente combatían por el judaismo, para que, aun siendo pocos, recobrasen toda la tierra y pusieran en fuga muchedumbres de bárbaros, 23 y recuperasen el templo famoso en toda la tierra, y librasen la ciudad, y restableciesen las leyes que estaban a punto de quedar abolidas, siéndoles el Señor propicio con toda bondad, 24 fue narrada por Jasón de Cirene en cinco libros, que nosotros nos proponemos compendiar en un solo volumen. 25 Porque, considerando el número excesivo de los libros y la dificultad que hallan, por la muchedumbre de las cosas, los que quieren aplicarse a conocer las historias, 26 hemos pensado proporcionar solaz del alma a los aficionados a leer y dar a los estudiosos facilidad para aprender las cosas de memoria; en una palabra, alguna utilidad a todos aquellos que tomen este libro en sus manos.
Escribió Jasón la historia de las luchas de Judas Macabeo contra los reyes Antíoco Epifanes, Antíoco Eupator y Demetrio I Soter.
De la personalidad del autor nada se sabe; algunos i lo identifican con el legado mandado a Roma por Judas Macabeo (1Ma_8:17) Lleva el sobrenombre de Girene, por ser acaso originario de esta localidad africana. Del anonimato le ha sacado el autor de nuestro libro. El autor sagrado trata de compendiar en un solo volumen lo que Jasón dijo en cinco. Con ello se propone tres fines: 1) proporcionar solaz al alma; 2) ayudar la memoria del lector; 3) ser útil a todos. La historia de Jasón era muy densa, larga y, al parecer, farragosa.
La obra del autor sagrado (1Ma_2:27-30).
27 Mas para nosotros esta obra que hemos emprendido no ha sido cosa fácil, sino de mucho trabajo, sudores y desvelos. 28 Como el que prepara un festín, buscando complacer a otros, se echa encima una pesada carga, así nosotros, para merecer la gratitud de muchos, hemos tomado con gusto este trabajo. 29 Dejando al historiador el oficio de narrar detalladamente las cosas, nos hemos esforzado por seguir las normas de la condensación. 30 Pues así como el arquitecto que se propone levantar una casa nueva ha de pensar en el conjunto de la construcción, mientras que el decorador y pintor sólo tienen que cuidarse de lo que toca a la ornamentación, así creo yo que nos sucede a nosotros.
Por amor a los lectores se ha impuesto el autor un trabajo de síntesis, que le ha costado sudores y desvelos. Su labor puede compararse a la del que prepara un festín para satisfacer a los otros, mientras él se echa encima una pesada carga. El autor y el epitomador tienen cada uno su trabajo peculiar. A Jasón corresponde la tarea de examinar los hechos con acribía (diakriboun); al que compendia toca cumplir también con su cometido. Para ilustrar su pensamiento emplea una comparación sacada del arquitecto y del decorador. La explicación no es inútil, ya que manifiesta claramente que las características de la obra, su estructura, su composición literaria, lo que se juzga que se requiere para que uno pueda llamarse autor de un libro, pertenece a Jasón. Parece que el autor del libro deja a Jasón la responsabilidad de los detalles, mientras reclama para sí la gloria de haber interpretado fielmente su pensamiento y de haber condensado su obra voluminosa en un solo tomo. El autor sagrado aprueba las líneas generales de Jasón, pero no puede responder de los detalles. El no es historiador, y, por lo mismo, no se arroga el oficio de narrar detalladamente las cosas.
El autor y el compilador (1Ma_2:31-33).
31 Investigar la materia histórica, examinarla en todos sus aspectos y detalles, eso compete al narrador de la historia; 32 pero procurar el compendio de la narración, sin llegar a agotar e asunto, toca al compilador, 33 y con esto comenzamos nuestra narración, después de habernos extendido tanto en el prefacio. Sería una simpleza mostrarse difusos antes de entrar en materia, para luego ser breves en ésta.
En el texto original aparece clara la idea del hombre que entra en una propiedad de otro (embateuein), por la que se pasea a su gusto examinando todo hasta el último detalle, llegando al límite de la indiscreción. Esto es lo que hace el que escribe o narra una historia. Al compilador compete, en cambio, resumir la narración de manera que reproduzca en pocas palabras el pensamiento del autor. Con una expresión humorística pone término a su prólogo para no incurrir en el anacronismo de extenderse antes de entrar en materia, para ser breve luego en ésta.