Da al bueno, no socorras al malvado,
alivia al que sufre, no des al arrogante. (Eclesiástico 12, 8) © La Biblia de Nuestro Pueblo (2006)
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12. Normas de Comportamiento con el Prójimo.
1 Si al bueno le haces mal, ¿a quién harás bien y quién tendrá que agradecerte un beneficio? 2Haz bien al justo y tendrás tu correspondencia; si no de él, a lo menos del Altísimo. 3 No será dichoso el que alienta al impío, y no hace con ello cosa buena. 4 Da al justo y no acojas al pecador. 5 Haz bien al humilde y no favorezcas al soberbio, 6porque el Altísimo aborrece a los pecadores y a los impíos les hará experimentar su venganza. 7 No des armas al impío, no te haga con ellas la guerra. Hallarás al tiempo de tu necesidad males duplicados por los bienes que le hubieres hecho.
Comienza el sabio con una advertencia que viene a ser conclusión de la perícopa precedente: antes de hacer el bien, mira a quién. En ésta concreta que hay que hacer el bien al justo, no, en cambio, al pecador, indicando las razones que abogan por una y otra actitud.
A hacer el bien al justo te han de mover, en primer lugar, los sentimientos de gratitud que sin duda recibirás por el beneficio que otorgaste; en segundo lugar, la recompensa que por el mismo recibirás. Bien podría ocurrir que aquel a quien protegiste no pudiera recompensar tu favor; pero el Señor, que está en los cielos, autor de la riqueza y de la pobreza 1, que considera como hecho a sí mismo lo que a los suyos se hace, no dejará sin premio tu buena acción.
Se extiende un poco más en dar razones por las que aconseja no hacer bien al impío. No se sentirá feliz quien se lo hace, porque no recibirá por ello agradecimiento alguno, no anida en su corazón sentimientos tan nobles. Ni harás con ello cosa buena, porque el impío posiblemente hará mal uso de los beneficios que le hiciste, y tal vez contra las mismas personas que se los hicieron 2. El Altísimo aborrece a los pecadores, no en cuanto seres humanos, claro está, sino en cuanto pecadores, y, por tanto, no detesta cualquier beneficio, sino aquel que les va a servir de ocasión de permanecer en sus pecados o aumentarlos, y hacerlo merecedor, en consecuencia, de un castigo cada vez mayor. Queda así claro en qué sentido hay que entender el consejo del sabio. Hay que ayudar al pecador en cuanto a sostener su naturaleza, pero no para fomentar la culpa. 3
Prudencia respecto de amigos y enemigos (12:8-19).
8 No es en la prosperidad cuando se conoce al amigo, ni en la desgracia cuando se oculta el enemigo, 9 En la dicha, hasta el enemigo es amigo; en la desgracia, hasta el amigo se retira. 10 No te fíes jamás de tu enemigo, pues como el ácido que destruye el hierro, así es su maldad. 11 Aunque a ti acuda y se te muestre obsequioso ponte sobre aviso y guárdate de él. Haz con él como quien limpia un espejo, y verás que está del todo oxidado. 12 No le pongas junto a ti, no te derribe y ocupe tu puesto. No le sientes a tu derecha, no sea que te quite tu silla y al fin reconozcas la verdad de mis palabras y te compunjas al recordar mis advertencias, 13¿Quién se compadecerá del encantador a quien muerde la serpiente y del que anda con fieras? Así del que busca la compañía del pecador y se mezcla en sus pecados. 14Mientras tú estés en pie, no se descubrirá; pero en cayendo tú, te abandonará. 15El enemigo te acariciará con sus labios, pero en su corazón medita cómo echarte en la fosa. 16Derramarán lágrimas sus ojos; pero, si hallare oportunidad, no se hartará de sangre. 17Si la desgracia te alcanza, le tendrás junto a ti, 18 y fingiendo socorrerte, te echará la zancadilla 19 Moverá la cabeza y batirá palmas, y murmurando mudará el semblante.
Una de las cosas en que es preciso proceder con no poca cautela es respecto de los amigos y enemigos. El sabio señala unos criterios para descubrirlos y da unas normas de comportamiento para con ellos, especialmente para con los segundos.
El crisol que prueba quién es tu verdadero amigo y quién tu enemigo no es la prosperidad, sino la adversidad. En aquélla hasta el más enemigo simula confiada amistad y procura portarse como el mejor amigo para participar de los beneficios de aquélla. En ésta, en cambio, cuando nada se puede ya esperar, el verdadero amigo permanece fiel, siendo con desinteresada lealtad tu mejor ayuda y fortaleza en tal ocasión; pero el enemigo no sólo se aparta, sino que a veces hasta se burla y aprovecha de tu desgracia para sus propios intereses.
Por eso ponte siempre en guardia frente al malvado que ha sido tu enemigo o sospechas puede tener motivos para serlo, y no te muestres con él demasiado familiar y confiado por más atento y obsequioso que se muestre contigo. Como el hierro una vez limpio vuelve a enmohecer, los viejos resentimientos pueden revivir y ocultarse maliciosamente bajo las apariencias de una amistad hipócrita, que en el momento oportuno te hará traición. Víctima de ésta, nadie se compadecerá de ti por tu imprudencia en acercarte al malvado, como no se compadece del encantador de serpientes o domador de fieras que temerariamente se pone en el peligro. Nunca creas fiel al amigo que antes fue enemigo, decía Séneca4. No quiere decir, evidentemente, el autor sagrado que hayamos siempre de desconfiar de quien fue enemigo y considerarlo incapaz de una sincera amistad, pues su arrepentimiento pudo ser sincero, y menos todavía que no hayamos de perdonar la infidelidad anterior, sino que, recogiendo una frecuente experiencia, aconseja suma prudencia y cautela en admitir, sin más, a una plena confianza a quienes fueron enemigos, como si se tratara de personas cuya amistad ha probado el tiempo y la adversidad. La advertencia ha de ser puesta en práctica con peculiar interés, conforme a la enseñanza de Jesucristo, cuando lo que la falsa amistad puede poner en peligro no es ya los bienes terrenos, sino la vida del alma 5.
La última parte (v.14-19) hace una maravillosa descripción de la actitud hipócrita del falso amigo. En tu prosperidad, mientras que de ella puede obtener algún beneficio, procurará pasar como tu mejor amigo; pero, si un día vienes a menos en tus negocios y ya no puedes disfrutar de los anteriores beneficios, te dejará solo en tu desgracia. Pregonará con su boca la amistad para contigo y te alabará en todas partes, pero en su interior medita cómo echarte en la fosa; la frase indica una imagen corriente para indicar secretas asechanzas. Hipócrita y cínico, si un día eres víctima de una grave desgracia, lo tendrás el primero junto a ti derramando lágrimas contigo; pero, tan pronto como la ocasión se presente, te precipitará en la ruina, te tenderá asechanzas y sólo tu sangre le saciará. En las cortes de reyes y príncipes y en las cancillerías de los estados se escriben numerosos comentarios a estos versos. Y cuando haya conseguido del todo tu caída, se quitará la máscara y manifestará exteriormente su contento 6 y querrá hacer entender a los demás con sus tergiversaciones y calumnias que cuanto te sucedió lo tenías bien merecido 7.
1 11:14. - 2 V.7; cf. 11:33 - 3 2-2 q.32, a.g. - 4 Citado en A Lapide, o.c., p.275. - 5 Mat_10:28. - 6 Lam_2:15; Eze_25:6; Nah_3:19; Job_16:4; Sal_22:8; Sal_109:25; Mat_27:39. - 7 No se ve claro si los gestos del v.1g denotan manifiestas burlas o fingidos sentimientos de compasión.