Comentario de Santo Toms de Aquino
Lección 2: 1Co 3,9-15
Afirma que a los ministros, como a coadjutores de Dios, buenos o malos, les esta preparada su propia recompensa, cuya diversidad la toma de la semejanza con un arquitecto.Pero cada uno recibirá su propio salario a medida de su trabajo.9. Porque nosotros somos unos coadjutores de Dios; vosotros sois el campo que Dios cultiva, sois el edificio que Dios fabrica.10. Yo, según la gracia que Dios me ha dado, eché cual perito arquitecto el cimiento del edificio; otro edifica sobre él, Pero mire bien cada uno como alza la fabrica o qué doctrina enseña.11. Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya ha sido puesto, el cual es Jesucristo.12. Y si sobre tal fundamento pone alguno por materiales, oro, plata, piedras preciosas, o maderas, heno, hojarasca,13. sepa que la obra de cada uno ha de manifestarse, por cuanto el dia del Señor la descubrira, como quiera que se ha de manifestar por medio del fuego, y el fuego mostrara cual sera la obra de cada uno.14. Si la obra de uno sobrepuesta subsistiere sin quemarse recibira la paga.15. Si la obra de otro se quemare, sera suyo el daño; con todo eso, él no dejara de salvarse; si bien como quien pasa por el fuego.Después de haber mostrado el Apóstol cual sea la condición de los ministros, trata aquí de su recompensa, y primero de la de los buenos; segundo, de la de los malos o de su castigo. Acerca de lo primero 3 cosas: primera, promete a Jos ministros su propia recompensa. Segunda, indica por qué. Tercera, declara que sera diferente. Dice, pues: ya dicho esta que ni el que planta es algo, ni el que riega, mas no que planta o riega de balde, sino que "cada uno recibira su propio salario a medida de su trabajo"; porque, aunque sea Dios quien da el crecimiento y El obre solo por dentro, da también a los que exteriormente trabajan su recompensa, según aquello de Jeremias: "cesen tus labios de prorrumpir en voces de llanto, y tus ojos de derramar lagrimas; pues por tu pena recibiras galardon" (31,16); el cual galardon es Dios mismo, "y galardon sobremanera grande" (
Gn 15), y por el cual los mercenarios quq trabajan son alabados, como dice San Lucas: "¡Ay, cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí estoy pereciendo de hambre" (15,17). Que, si así no fuera, si por otro salario trabajase uno en la obra de Dios, no mereciera alabanza, puesto que "el mercenario en viendo venir al lobo, desampara las ovejas y huye" (
Jn 10,12).Pero esta recompensa a un tiempo es comun a todos y propia de cada uno. Comun, porque lo que verán todos, y lo que disfrutaran, es lo mismo, a saber, Dios, según aquello de Job: "en el Todopoderoso abundaras en delicias, y lleno de confianza alzaras a Dios tu rostro" (22,26); y lo que dice Is : "en aquel dia el Señor de los ejércitos sera corona de gloria y guirnalda de regocijo para las reliquias de su pueblo" (28,5); y ésta es la razón por la que, como dice San Mateo, se da de paga un denario a todos los jornaleros que trabajan en la vina.Pero también, cada uno tendra su propio salario, recompensa o galardon, pues mas clara la visión, y mas plena la fruición, uno la tendra, y no otro, según su tasa y medida. De ahí que en Daniel los sabios son comparados al fulgor del firmamento, pues como estrellas brillaron, en la ciencia que enseñaron, a muchos, de la justicia o virtud (12,3). De ahí también que se diga "en la casa de mi Padre muchas mansiones hay" (
Jn 14); y por la misma razón lo mismo se dice aquí: "se ha de dar a cada uno su propio galardon".Pero la tasa y medida de la propia recompensa a qué titulo ha de darse ya lo dice, al anadir: "según su propio trabajo". De donde, lo dice el Salmo: "¡Dichoso tu porque comeras del trabajo de tus manos, seras feliz, y te ira bien!" (127,1). Lo cual no quiere decir que, según la cantidad, haya de ser la igualdad, de trabajo a recompensa, pues como dice en Corintios: "porque las aflicciones tan breves y tan ligeras, de la vida presente, nos producen el eterno peso de una sublime e incomparable gloria" (II,4,17). 1gualdad,de proporción es la que designa aquí, de suerte que donde hubo trabajo mas esmerado, a proporción corresponda mas cumplido galardon.Lo del trabajo esmerado, o de mayor calidad, puede entenderse de 3 maneras: de una, conforme a la forma que imprime la caridad, a que corresponde la paga del galardon esencial, esto es, la visión y la fruición divina. De donde dice San Lucas: "al que me ama le amara mi Padre, y Yo también le amaré, y me le daré a conocer". De ahí que aquel que trabaja con superior caridad, aunque en menor cantidad soporte menor trabajo, mas premio recibira del galardon esencial.Otra manera de entender lo del trabajo se refiere a la especie de la obra; porque así como en lo humano mayor premio se da a quien trabaja en obra de mayor lustre, así como el arquitecto, aunque con menos trabajo que el artesano manual; asimismo en lo divino, aquel que tiene su empleo en mas noble ocupación, aun cuando menor fatiga sienta su cuerpo quiza, mas premio recibira, cuanto a la prerrogativa de algún premio accidental. De ahí la llamada aureola para los doctores, los virgenes, los martires.La otra manera se refiere a la cantidad de trabajo, que acontece de dos modos; porque unas veces a mayor trabajo mayor premio, especialmente en cuanto a remisión de penas, pongamos por ejemplo el que ayuna por mas tiempo, o peregrina mas lejos en mas largas romerias, y también en cuanto al gozo de haber trabajado mas. De ahí lo que dice el Sabio: "dio en retorno a los justos (Dios) el galardon de sus trabajos" (10,17). Otras veces, por falta de voluntad, se hace mayor el trabajo, que no tanto lo sentimos, cuando en las cosas que hacemos va la propia voluntad; mas tanto trabajo a cuestas, en vez de aumentar el premio, menguado lo dejara. De donde dice Is : "mas los que tienen puesta en el Señor su esperanza adquirirán nuevas fuerzas, tomarán alas como de aguila, correrán y no se fatigaran, andarán y no desfalleceran"; pero antes había dicho: "desfallecera fatigada de cansancio la edad lozana, y se caera de flaqueza la juventud" (40,3 1).-"pues somos coadjutores de Dios". Señala el por qué de lo antedicho, pone la razón primero y emplea una semejanza, la de !la agricultura divina. Dice, pues, lo primero: esta muy puesto en razón que cada uno de nosotros reciba su galardon, según lo que trabajemos, "porque ayudamos a Dios"; contra lo cual , parece, esta lo que dice Job: "¿a quién quieres tu auxiilar? ¿A quien padece flaqueza?" (26,2); e Is : "¿quién ayudo al Espíritu del Señor?" (40,13). A esto hay que decir que uno ayuda a otro de dos modos: de uno aumentando su poder, y así nadie puede ayudar a Dios. De ahí que a continuación de lo dicho anteriormente agregue Job lo siguiente: "¿o pretendes sostener el brazo del que no es fuerte?"De otro modo obedeciendo, por dar gusto, en la tarea de otro, como, pongo por ejemplo, si se dijese que ayuda el ministro a su Señor, en cuanto ejecuta o lleva a efecto su obra o su ministerio; y de esta manera ayudadores de Dios son sus siervos o ministros (
2Co 6). Por tanto, así como los ministros de los hombres, que ejecutan sus obras, reciben de ellos su premio, conforme a lo que trabajan, así el ministro de Dios.Emplea, en segundo lugar, la semejanza de un trabajo sencillo, como el de la agricultura o el de la construcción de un edificio; por cuanto que el pueblo fiel es campo que Dios cultiva, cuando por la operación divina produce fruto de buenas obras que a Dios agradan, según aquello de Romanos: "para ser de otro, esto es, del que resucito de entre los muertos, a fin de que nosotros produzcamos frutos para Dios" (7,4). San Juan dice: "mi Padre es el labrador" (15), y esto es lo que primero se afirma: "sois agricultura de Dios", esto es, sois como un campo cultivado por Dios, que produce fruto por obra suya; y el pueblo fiel es como una casa fabricada por Dios, es a saber, en cuanto Dios habita en él, según lo de Efesios: "por El entráis también vosotros a ser parte de la estructura de este edificio para llegar a ser morada de Dios" (II,22). Por eso lo segundo que aquí se dice es que "sois el edificio que Dios fabrica", esto es, un edificio construido por Dios, según el Salmista: "si el Señor no edifica la casa... " (126). De modo que los ministros son de Dios ayudadores, en cuanto trabajan en el cultivo del campo y en fabricar el edificio del pueblo fiel.Al decir luego: "yo, según la gracia que Dios me ha dado... ", trata de la diversidad de galardones, y ya que éstos se distinguen -según se dijo- como se distinguen los trabajos, por eso trata, en primer lugar, del diferente modo de trabajar, y en segundo de los diversos galardones.Acerca de lo primero, con la diversidad del trabajo, añade una admonición: "pero mire bien cada uno como alza la fabrica"; y dejando la semejanza de la agricultura, de que hablo arriba, describe su propio trabajo con el simil de la fabrica diciendo: "yo, según la gracia que Dios me ha dado, eché cual perito arquitecto el cimiento del edificio"; donde es de considerar que el arquitecto se dice el principal artifice, mayormente de un edificio, a quien toca abarcar en suma la disposición de toda la obra, que con el trabajo de los albaniles se van llevado a efecto. Por tal razón se le liama sabio arquitecto; pues sabio a secas es el que conoce la suprema causa, conviene a saber, a Dios, y ordena las otras cosas, poniendo por regla a Dios. Por semejante manera, es sabio en edificar quien la causa principal, esto es, el fin considera, y ordena a los inferiores por tal fin lo que hay que hacer.Y es cosa clara que toda la estructura del edificio depende de los cimientos; por tanto, al sabio arquitecto concierne colocar buenos cimientos. Pablo mismo puso los cimientos del edificio espiritual de los Corintios. De allí lo que dijo arriba: "yo planté"; pues lo que es para el edificio el fundamento lo es la plantación para las plantas, va que por ambas cosas significase espiritualmente la primera predicación de la fe. De donde él mismo dice: "he tenido cuidado de no predicar el Evangelio en lugares en que era ya conocido el nombre de Cristo, por no edificar sobre fundamento de otro" (
Rm 15,20), y por eso se compara a un perito arquitecto; mas esto no lo atribuye a virtud suya, sino a la gracia de Dios. Es lo que quiere decir: "según la gracia que Dios me ha dado", es a saber, con la que me ha hecho apto e idoneo para desempenar este ministerio. "He trabajado mas copiosamente que todos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo" (
1Co 1 1Co 5,10).Describe, en segundo lugar, el trabajo de los otros, diciendo: "mas otro, esto es, cualquiera que trabaja entre vosotros, edifica sobre él" el cimiento puesto por mi; que puede entenderse de dos maneras: de una en cuanto alguno edifica sobre la fe fundada en si mismo el aprovechamiento en la caridad y en las buenas obras. "Sois también vosotros a manera de piedras vivas, edificados encima de El" (
1Pe 2,5). De otra, respecto de la doctrina, por la que da a conocer, mas perfecta y luminosa, la fe fundada en los otros. De ahí lo de Jeremias: "edificar y plantar"; según lo cual, esta sobreedificación significa lo mismo que arriba la irrigación.-"Pero mire cada uno... ". Aquí va la admonición: se dijo ya que a los otros toca sobreedificar; "mas mire bien cada uno, esto es, advierta con diligencia, como va alzando la fabrica, quiere decir, qué género de doctrina de fe fundada en los otros sobreanada, o qué género de obras de fe fundada en si tenga. "Dirige tus ojos rectamente, y adelantese tu vista a los pasos que des" (
Pr 4,25).Responde, en segundo lugar, a una tacita pregunta, es a saber, por qué en sobreedificar, y no en echar los cimientos, insiste y a los otros amonesta; o mas bien indica y da la razón de por qué dijo que a otros toca sobreedificar, diciendo: "pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya ha sido puesto, por mi, que es Jesucristo", el cual, como se dice en Efesios, por la fe habita en vuestros corazónes; y del cimiento dice Is : "he aquí que Yo pondré en los cimientos de Sión una piedra, piedra escogida, angular, preciosa, esto es, asentada por fundamento" (28,16).Mas el Apocalipsis parece decir lo contrario: "y el muro de la ciudad tenía 12 cimientos, y en ellos los 12 nombres de los 12 apostoles del Cordero" (21,14); de suerte que, según esto, no es solo Cristo el cimiento. La respuesta es que hay dos cimientos: uno, que es solido de por si como solida es la roca sobre la cual se construye el edificio, y a este fundamento es comparado Cristo, porque El es la piedra, de la que dice San Mateo que "estaba fundada sobre piedra firme". El otro cimiento no es solido de por si, sino por otro cimiento sobre el que esta sobrepuesto, como las piedras que se echan sobre otra solida. De este modo se llaman los apostoles cimientos de la 1glesia, porque ellos son los primeros que, por la fe y caridad, edificados están sobre Cristo. De allí que diga en Efesios: "edificados estáis sobre el fundamento de los apostoles".-"Y si sobre tal fundamento pone alguno... " Trata de la diferencia de premios, que consiste en que unos los reciben sin daño, y otros con detrimento; y enseña que por el premio se pone de manifiesto la calidad del trabajo, y cuando y como sea esto. Acerca de lo primero es muy de considerar que, pretendiendo el Apóstol mostrar la diversidad de sobreedificaciones, pone 6, tres contra tres: de una parte, con el oro, la plata y piedras preciosas; de otra madera, heno y paja; de las cuales las primeras, ademas de no gastarse, tienen cierta claridad ilustre y preciosidad; las otras tres, al contrario, oscuras y viles son, y facilmente las consume el fuego. De allí que se dé a entender algo preclaro y estable por el oro, plata y piedras preciosas, y algo material y transitorio por la madera, heno y paja.Dijose también arriba que la superestructura puede entenderse de las obras que uno alza sobre el cimiento de fe, o bien sea de la doctrina que un predicador o doctor levanta sobre el cimiento de la fe fundada por los Apostoles. De donde a una superestructura o a otra puede referirse lo que el Apóstol toca de la diversidad. Mas unos, aplicando lo dicho a la superestructura de obras, dijeron que por el oro, la plata y piedras preciosas, han de entenderse las buenas, que uno a su fe sobreanade; y por madera, heno y paja, han de entenderse las malas, o los pecados mortales que uno hace, recibida ya la fe; pero tal exposición no puede admitirse de ninguna manera.Primero, porque los pecados mortales son obras muertas, según aquello de Hebreos: "limpiara nuestras conciencias de las obras muertas de los pecados" (9,14); y en este edificio nada se levanta que no esté vivo, según San Pedro: "y vosotros, como piedras vivas, sois edificados sobre El" (
1Pe 2). De donde quien con la fe tiene pecados mortales no sobreedifica, sino mas bien destruye o profana, y contra éste se dice: "si alguno profanare el templo de Dios, perderle ha Dios a él".Segundo, porque los pecados mortales mas bien se comparán al fierro, o al plomo o a la piedra, bien sea por su peso, bien porque no se renuevan por el fuego, sino permanecen en el mismo estado en que de presente están; en cambio, los pecados veniales comparanse a la madera, al heno y a la paja.^ya porque poco pesan, ya también porque de ellas facilmente se desembaraza o purificase uno por el fuego.Tercero, porque, según esta exposición, ,al parecer se sigue que quien muere en pecado mortal, con tal que mantenga la fe, al fin consigue su salvación, aunque padezca primero algunas penas, que es lo que dice a continuación: "si la obra de alguno se quemare, sera suyo el daño; eso no obstante, no dejara de salvarse; si bien como quien pasa por el fuego"; lo cual esta en manifiesta contradicción con la sentencia del Apóstol que declara: "ni los fornicarios, ni los idolatras, ni los adulteros, ni los sodomitas, ni los ladrones . . han de poseer el reino de Dios" (6,10) y "como ya tengo dicho, los que tales cosas hacen no alcanzarán el reino de Dios" (
Ga 5,21). No, no hay salvación posible sino en el reino de Dios; porque, como dice San Mateo, quienes de allí son excluidos son precipitados al fuego eterno, "al eterno suplicio" (25,46).Cuarto, porque la fe no puede llamarse fundamento sino por cuanto por ella habita Cristo en nosotros, habiéndose ya dicho arriba que Cristo Jesús mismo es el fundamento; pues no habita en nosotros por una fe no formada; de otra suerte habitaria en los demonios, de quienes esta escrito: "también creen los, demonios y se estremecen" (Stg. 2,19).De donde lo que se dice en Efesios que Cristo habita por la fe en nuestros corazónes hay que entenderlo de la fe formada por la caridad, habiendo ya escrito San Juan: "el que permanece en la caridad en Dios permanece, y Dios en él" (I,4). Esta es la fe que obra movida por el amor, como se dice mas adelante: "la caridad no obra sin ton ni son" (13,4). De donde es cosa clara que los que cometen pecados mortales no tienen la fe formada, y así no tienen cimiento. Habra que entender, entonces, que aquel que sobreedifica oro o plata... , heno o paja... , sobre el dicho fundamento, evita los pecados mortales; para cuya distinción ha de tenerse presente que los actos humanos se especifican por sus objetos.Ahora! bien, el objeto del acto humano es doble, conviene a saber, las cosas espirituales y corporales, con triple diferencia entre si.Primera, porque las cosas espirituales son permanentes, las corporales son transitorias. De donde dice en Corintios: "porque las cosas que se ven son transitorias; mas las que no se ven son eternas" (II,4,18).Segunda, las espirituales en si son esclarecidas; las corporales oscuras, por razón de la materia. "Luminosa es e inmarcesible la sabiduría"; "el tiempo de nuestra vida es el paso de una sombra" (
Sg 6 y 2).Tercera, que en preciosidad y nobleza aventajanse a las corporales las espirituales (
Pr 3 Sg 7).Por eso en lo espiritual y divino las obras en que hace pie el hombre comparanse al oro, piedras preciosas y plata, que son solidas, esclarecidas, preciosas; mas de tal guisa que por el oro se designen los actos por los que el hombre, por el amor y la contemplación, a Dios mismo se encamina. De donde dice el Cantar: "su cabeza oro finisimo" (5,1 1); que, como dice Is , cabeza de Cristo es Dios; y San Juan dice del oro: "aconsejote que compres oro afinado en el fuego" (
Ap 3,18), esto es, sabiduría acompanada de caridad.Por la plata significanse los actos por los que el hombre se adhiere a amar, creer, contemplar las cosas espirituales; de ahí que al amor del prójimo la plata aplique la Glosa, y que describa plateadas las plumas de la paloma el Salmo 67, cuya parte superior, esto es, la de detras, brille con cola dorada.Mas por las piedras preciosas designanse las obras de diferentes virtudes, con las cuales se engalana y atavia el alma humana. De donde dice el Eclesiastico: "como un vaso de oro macizo, guarnecido de todo género de piedras preciosas" (50,10). O designanse también los mandamientos de la Ley de Dios, según el Salmo 118: "amé tus mandamientos mas que el oro y el topacio".Pero las obras humanas por las que el hombre se aplica a procurarse las cosas para el cuerpo se comparán a las pajas, que son viles, pues si brillan, quémanse también facilmente; hay, con todo, ciertos grados en ellas, ya que unas tienen mas firmeza que las otras, y mas presto se consumen que las primeras las otras. Comparación muy a pelo, puesto que los hombres mismos entre criaturas carnales por sucesión se conservan y son de mas dignidad. De ahí que, según Jueces, se comparen a los arboles: "juntaronse los arboles para ungir un rey sobre ellos" (9,8). Comparanse también al heno (
Is 40), porque la carne, por muerte y enfermedad facilmente se corrompe; y asimismo la paja (
Sal 82), ya que pasa velozmente todo lo que huele a gloria de este mundo transitorio.Así que sobrelabrar con oro y piedras preciosas es edificar encima del fundamento de fe lo concerniente al amor de Dios, y a la devoción de los santos, y al obsequio del prójimo, y al ejercicio de las virtudes, y a la sabia contemplación de las cosas divinas; en cambio, sobrelabrar madera, heno y paja, es agregar por encima del fundamento de fe lo que a la disposición de lo humano pertenece, y a la gloria de fuera, y al cuidado de la carne.Pero acaece que un hombre esto busque de tres modos: a) de suerte que en estas cosas éstas tenga por su fin; mas, siendo culpa mortal, con esto no sobrelabra, sino pone fundamento diferente del primero, que socava; pues el fin es el fundamento en las cosas apetecibles que se buscan por el fin.b) Otro modo de buscarlas es usarlas ordenandolas del todo a gloria de Dios; y porque las obras se especifican por el fin que se pretende, esto ya no sera edificar madera, heno y paja, sino oro y piedras preciosas.c) El tercer modo es aquel en que, aunque uno no ponga su fin en las dichas cosas, ni pretendiera por ellas en algo ofender a Dios, aficionase, con todo, mas de lo debido, a ellas, de tal guisa que por ellas, va con paso tardo a Dios, en su divino servicio, lo cual es culpa venial y esto es propiamente sobreedificar madera, heno y paja; no porque, propiamente hablando, esos materiales se sobreedifiquen, mas porque las obras que conciernen al cuidado de lo temporal llevan pegadas consigo algunas faltas veniales, por el afecto a esas cosas mas encendido y vehemente; y según es la afición, mas o menos con que esta el hombre adherido a ellas, comparase a la madera, al heno o a la paja. Y en esto también puede haber su distinción, según la permanencia de las cosas espirituales, como antes se dijo, o según la vehemencia de la adhesión.Con todo, es de saber que los que se dan a cosas espirituales no pueden verse del todo libres del cuidado de las cosas temporales; ni los que por caridad tienen que atender a las cosas temporales están del todo vacios de lo espiritual; pero la diferencia entre unos y otros esta en el blanco de su afición, que unos la ordenan a lo espiritual, y si se aplican a lo temporal, solo es en cuanto lo pide la necesidad de la vida corporal. Otros, en cambio, aunque se aplican a procurarse lo temporal, no dejan de valerse, para el gobierno de su vida, de lo espiritual. Así pues, los primeros sobreedifican oro, plata, piedras preciosas; los segundos heno, madera, paja. De donde se pone de manifiesto que los que sobreedifican oro, plata, piedras preciosas, tienen sus motas de pecados veniales, mas no en gran cantidad, pues poco les apremia el cuidado de las cosas temporales. Asimismo los que madera, heno, paja sobreedifican algo de estable tienen, noble y precioso, empero menos en cantidad, es a saber, en cuanto se sirven para su gobierno de lo divino y espiritual.Puede también esta diversidad referirse a la superedificación de la doctrina; pues los que a \a fe fundada por los Apostoles sobreedifican, por su doctrina, la verdad sólida y clara o manifiesta, y enderezada a adornar la iglesia, piedras preciosas, y plata y oro sobreedifican. "Plata finisima la lengua del justo" (10,20). Mas los que a la fe fundada por los Apostoles encima agregan en su doctrina cosas inútiles, ni manifiestas, ni estables en la firmeza de la verdad, sino vanas e insustanciales, madera, heno y paja sobreedifican. De ahí lo de Jeremias: "que cuente su sueno aquel profeta que así suena; y predique mi palabra con verdad aquel que recibe mi palabra, y se veré la diferencia. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?" (23,28).Mas quien enseñase falsedades no sobreedificaria, sino que socavaria el fundamento. Dice, pues: "si sobre tal fundamento, esto es, sobre la fe formada en el corazón, o sobre la fe fundada y predicada por los Apostoles, pone alguno por materiales, trabajando o enseñando, oro, plata, piedras preciosas, es a saber, obras espirituales, esclarecida doctrina; o maderas, heno, hojarasca, esto es, obras corporales o doctrina frivola, sepa que la obra de cada uno ha de manifestarse, por cuanto el dia del Señor (el juicio) la descubrira, y el fuego mostrara cual sera la obra de cada uno"; pues no esta escondida por ignorancia humana; ya que algunos al parecer superedifican oro, plata, piedras preciosas, pero en realidad sobreedifican heno, paja, madera, porque en las cosas espirituales están pensando en las corporales, pongo, por ejemplo, la ganancia o el favor humano. Otros, en cambio, sobreedifican, al parecer, madera, heno, paja, mas en realidad oro, plata, piedras preciosas, porque en el manejo de las cosas temporales no piensan en cosas sino espirituales. "Yo iré con una antorcha en la mano registrando a Jerusalén" (Sof. 1,12); "Nada hay oculto que no salga a luz" (
Lc 12,2).-"Por cuanto el dia del Señor la descubrira". 1ndica cuando sera esa manifestación; y pone primero el tiempo al decir: "el dia del Señor", acerca de lo cual es de saber que dia y tiempo de alguna cosa dicese el en que esta en su mejor estado y en el maximo grado de su poder. Eso quiere decir "todo tiene su tiempo" (Eccl. 3). Así que cuando el hombre, aun contra Dios, da libre curso a su voluntad, ése es entonces el dia del hombre. De allí lo de Jeremias: "no apeteci nunca dia o favor de hombre alguno" (17,16).Mas dia del Señor dicese cuando se cumple en los hombres su voluntad, que por su justicia o serán premiados o condenados, según aquello: "cuando me tomare tiempo, conforme a derecho Yo juzgaré" (
Sal 74,3). De donde, correspondiente al juicio divino, que es triple, triple también puede entenderse su dia; porque habra un juicio general para todos, según San Mateo: "los Ninivitas se levantarán en el dia del juicio contra esta raza de hombres y la condenaran" (12,41). A este tenor dia del Señor dicese el ultimo dia, el del juicio (2Ts 2), y el texto que se viene explicando: "el dia del Señor la descubrira" ha de entenderse así: que en el dia del juicio se hara patente la diferencia de méritos de unos hombres y otros (
Rm 2).Habra otro juicio particular, que es la muerte de cada uno, al que alude San Lucas: "sucedio, pues, que murio dicho mendigo, y fue llevado por los angeles al seno de Abraham. Murio también el rico y fue sepultado en el infierno" (16,22). Según esto por dia def Señor puede entenderse el dia de la muerte: "como el ladron de noche, así vendra el dia del Señor" (
1Th 5,2); y lo del descubrimiento del dia del Señor consiste en que al morir cada uno quedan sus méritos af descubierto. De ahí que digan los Proverbios: "muerto el impio, se acabo su esperanza" (XI,7); "mas el justo aun en su muerte la conserva" (14,32).El tercer juicio es el de esta vida, por cuanto Dios, por medio de las tribulaciones, prueba de cuando en cuando a los hombres, que es lo que dice mas abajo: "cuando somos juzgados, el Señor nos castiga a fin de que no seamos condenados juntamente con este mundo" (1Co XI). En este sentido dicese dia del Señor el dia de la tribulación temporal, del que dice Sofonias: "amargas voces serán las que se oigan en el dia del Señor: los poderosos se verán entonces en apreturas" (1,14). Así que el dia dd Señor la descubrira, porque en el tiempo de la tribulación pruébase el afecto del hombre. "El horno pone a prueba los vasos del alfarero, y a los justos la tribulacion" (
Si 17).Muestra, en segundo lugar, por qué medio se hara esta declaración, y dice que por fuego: "se ha de manifestar por medio del fuego", es a saber, el dia del Ssnor; porque el dia del juicio se dara a conocer por medio del fuego, que antecedera la presencia del Juez y abrasara el mundo, envolviendo a los reprobos y purificando a los justos. "Fuego avanza delante de El y abrasa en derredor a sus enemigos" (
Sal 96,3).Pero el dia del Señor, que es el dia de la muerte, lo pondra de manifiesto el fuego del purgatorio, que pu-x ccia lo que halle apto de purificarse en los elementos, del cual puede entenderse lo que se dice en Job: "me ha acrisolado con trabajos, como se hace con el oro que pasa por el fuego" (23,10).Mas el dia que es el de la tribulación permitida por juicio divino se hara patente por el fuego de la tribulación, como dice el Eclesiastico: "en el fuego se prueba el oro y la plata; así los hombres aceptos a Dios en la fragua de la tribulacion" (2,5).Pone, en tercer lugar, el efecto de la manifestación, al anadir: "y el fuego mostrara cual sera la obra de cada uno", es a saber, que los méritos o deméritos de los hombres cualquiera de los fuegos predichos los pondra a prueba. "Me pasaste por fuego, y no se hallo en mi iniquidad" (Sal X). En estos tres casos que aquí pone él Apóstol, el primero es conclusión de los dos siguientes; porque si el dia del Señor se ha de manifestar por el fuego, y el fuego mostrara cual sera la obra de cada uno, siguese que el dia del Señor declarara la diferencia de las obras.Al decir después: "si la obra de uno sobrepuesta subsistiere... ", muestra como se hara la antedicha manifestación; y primero, cuanto a las buenas obras, al decir: "si de uno, esto es, alguno, la obra, que sobreedifico, subsistiere, en el fuego, él, que sobreedifico, recibira la paga" (
Jr 31, Is 40).Dicese que una obra subsistira en el fuego sin quemarse de dos maneras: De una, de parte del que hace la obra, porque el que tal hace, conviene a saber, la de la buena doctrina, o cualquiera buena obra, por una -obra de este género no es castigado, quiere decir, ni sera atormentado por el fuego del purgatorio, ni por el fuego que precedera la presencia del Juez, ni tampoco se vera abrasado por el fuego de la tribulación; pues quien no amo desmedidamente lo temporal es consiguiente que no sienta demasiado su pérdida, ya que el dolor de perder una cosa es a proporción del amor que se le tiene. De donde un amor excesivo engendra un dolor sin medida.Otra manera de entender esto es de parte de la obra misma; pues, comoquiera que sea el juicio, permanece la buena obra, ya se trate de la buena doctrina, ya de otra buena obra cualquiera; porque, al caerle encima el fuego de la tribulación, no deja por eso el hombre ni la verdadera doctrina, ni la obra buena virtuosa; que ambas cosas le quedan, cuanto al mérito, tanto en el fuego del purgatorio, como en el fuego que vendra de precursor del Juez.Señala, en segundo lugar, el dia, en lo tocante a las malas obras, diciendo: "si la obra de alguno se quemare, por un fuego de los antedichos, sera suyo el daño", esto es, del que tal obra hizo, mas no a tal grado que llegue a condenarse. De ahí la anadidura: "con todo, él no dejara de salvarse, es a saber, con la salvación eterna (
Is 45), si bien como quien pasa por el fuego", que soporto antes, o en esta vida, o al fin de ella, o al fin del mundo. De ahí lo que dice el Salmo: "pasamos por fuego y por agua, pero nos ha dado descanso" (65,12); y lo que Is : "cuando anduvieres por en medio del fuego, no te quemaras, ni las llamas te abrasarán con su ardor" (43,2).Lo de quemarse la obra de alguno se dice de dos maneras: de una, de parte del obrador, en cuanto se ve afligido por el fuego de la tribulación, por causa del afecto desmedido con que amo en demasia las cosas terrenas, y es castigado por el fuego del purgatorio, o por el fuego precursor del Juez, a causa de los pecados veniales que cometio por atender a las cosas terrenas, o también por sus enseñanzas vanas y frivolas.De otra, de parte de la obra misma, porque, al sobrevenir la tribulación, el hombre no puede entregarse ni a vanas doctrinas ni a bienes terrenos, según aquello del Salmo: "entonces perecerán todos sus designios" (145,4). Tampoco le quedara, con el fuego del purgatorio o el fuego precursor, nada de lo antedicho para remedio o para mérito. Asimismo padecera doble daño, o por cuanto es castigado, o por cuanto pierde lo que hizo, a cuyo propósito dice el Eclesiastico: "toda obra corruptible ha de perecer finalmente, y su artificio tendra el mismo paradero que ella. Mas todas las obras escogidas o justas serán aprobadas, y el que las hace sera por ellas glorificado" (14,20); cuya primera parte se refiere al que sobreedifica madera, heno y paja, que es obra quo ardera en el fuego; v la segunda al que sobreedifica oro, plata, piedras preciosas, que es obra que sin daño subsistirá en el fuego.