Pues yo confío en tu amor,
en tu salvación goza mi corazón.
¡A Yahvé cantaré por el bien que me ha hecho,
tañeré en honor de Yahvé, el Altísimo!
(Salmos 13, 6) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
Part-of-speech: verb
Gender: unknown
Number: singular
Person: first person
State: not applicable
Verbal tense: imperfect
Verbal stem: qal
Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Part-of-speech: proper noun
Gender: masculine
Number: singular
Person: not applicable
State: absolute
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Part-of-speech: conjunction
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
Part-of-speech: verb
Gender: masculine
Number: singular
Person: third person
State: not applicable
Verbal tense: perfect
Verbal stem: qal
Part-of-speech: preposition
Gender: not applicable
Number: not applicable
Person: not applicable
State: not applicable
Verbal tense: not applicable
Verbal stem: not applicable
No es comparable el «tiempo» de Dios con el tiempo humano. Aquél se mide por eternidades; éste por breves días que confinan con la muerte. Si Dios no mira y atiende (4a), desaparecerá la luz de la vida y los ojos se entenebrecerán (4b). Sólo existe una disyuntiva: la mirada de Dios o el sueño de la muerte. Nace así el apremio y la urgencia con la que el salmista se dirige a Dios: la repetición de: «¿hasta cuando?» (2s). El ser humano dispone de un tiempo muy limitado. Es urgente que Dios responda para que el enemigo no cante victoria (5). Pese a todo, se impone la confianza en la benevolencia divina (6). La muerte, en efecto, ya no es el sueño definitivo según leemos en Efe_5:14. ¡El amor vence a la muerte! Convencidos de ello, podemos orar con el presente salmo.