Ver contexto
después nosotros, los vivos, los que quedamos, junto con ellos, seremos arrebatados en las nubes, al encuentro del Señor en los aires, (I Tesalonicenses 4, 17) © Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 4

Parte segunda

INSTRUCCIONES PARA LA VIDA CRISTIANA 4,1-5,24

La acción de gracias introductoria (1,2-3,13) ha ocupado toda la «primera parte» de la carta. De forma semejante, la exhortación final se extiende ahora para formar una «segunda parte» (4,1-5,24). No podemos limitarnos a ver en esta parte de la carta un mero discurso de exhortación moral; es algo más: Pablo no se limita a exhortar; da consignas apostólicas, directrices fundamentales para la vida cristiana en la comunidad y fuera de ella. Llana y fraternalmente expone en cinco temas la forma cristiana de vida. Esta «tradición» cristiana (2Th_2:5) se remonta a Cristo mismo (2Th_1:6); el Apóstol la propone en nombre de Cristo. Cierto que está adecuada vitalmente, en el Espíritu Santo, a la situación peculiar de la comunidad de Tesalónica, pero sigue siendo válida y obligatoria para las comunidades y los cristianos de todos los tiempos. El Apóstol intenta formular aquí, en sus rasgos esenciales, qué es lo que agrada a Dios (2Th_4:1), lo que Dios «quiere» (2Th_4:3; 2Th_5:18), y así lo afirma al principio y al fin. Con estas instrucciones pone los cimientos sobre los que ha de asentarse, dentro de la Iglesia, la vida cristiana. Es importante, por tanto, colocarse sobre estos cimientos apostólicos, evitando apoyarse en cualquier otra base.

INTRODUCCIÓN: PROCURAD AGRADAR A DIOS (4/01-03a).

1 Por lo demás, hermanos, éste es nuestro ruego y nuestra exhortación en el Señor Jesús: habéis recibido de nosotros la manera de portaros para agradar a Dios; ya os portáis así; seguid progresando. 2 Conocéis bien las instrucciones que os hemos dado de parte del Señor Jesús.

Cuando un apóstol exhorta, el Señor está tras él. El Señor exhorta por medio de él. El apóstol enseña como quien «tiene el Espíritu de Dios» (1Co_7:40). Por eso puede «saber y estar seguro» (Rom_14:14), en el Señor, de cuál es la voluntad de Dios, y tener esperanza (Phi_2:19). Eso da a sus disposiciones valor de capítulos del derecho sagrado, de instrucciones espirituales dadas «en nombre del señor Jesucristo» (2Th_3:6; 1Co_1:10), que obligan en conciencia y piden obediencia. No es un cualquiera el que nos exhorta... Estas instrucciones apostólicas han pasado a ser tradiciones en la Iglesia 30. ¿Cómo puede uno conocer lo que está bien y es justo? Fíjese en lo que desde el principio se considera en la Iglesia como bueno y conveniente. En la vida y en la conciencia de fe de la Iglesia, es decir, en la tradición eclesial, ha expuesto y fijado el Espíritu Santo la voluntad de Dios; quien sigue esas tradiciones obedece al Señor mismo, que, mediante ellas, da a conocer su santa voluntad.

Es importante el punto de vista al que subordina Pablo todo el quehacer moral: agradar a Dios. En los comienzos de la predicación (1,10) se aludía al juicio futuro (4,6; cf. 3,13). Lo importante, ahora, es agradar en todo a aquel que escudriña los corazones (2,4). Todo quehacer moral debe ser obediencia religiosa. El cristianismo busca con amor la faz de Dios en todo lo que hace. Sólo conseguirá esa obediencia religiosa quien, como Pablo, mire vitalmente el futuro y sea consciente de que Dios vendrá como juez. Sólo quien mire sin cesar hacia el fin podrá obedecer con fidelidad y sin cesar.

Pablo se corrige a sí mismo: no es necesario exhortar a los tesalonicenses a portarse bien y agradar al Señor; basta exhortarles a seguir progresando en ese camino. El esfuerzo por agradar a Dios no conoce medida. Por eso es necesario seguir exhortando a los que se han convertido y se han decidido a portarse bien y agradar a Dios. Es posible crecer siempre, sin llegar nunca al fin; pues cuando el Señor es Dios, ¿cómo puede decir el siervo que ya ha llegado a la obediencia plena?

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30. Cf. 1,6; 2,13s; 2Th_2:5.

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3a ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación;...

SANTIFICACIÓN: Como introducción (aquí) y conclusión (2Th_5:23), expone Pablo qué es lo que realmente importa en todo quehacer moral: la santificación que Dios pedía ya en el Antiguo Testamento: «Mostraos como santos y sed santos, porque yo soy santo. Yo soy el Señor que os ha sacado de Egipto para ser vuestro Dios. Tenéis que ser santos, porque yo soy santo» (Lev_11:44 s). Es difícil que se haya formulado alguna vez con mayor claridad qué es lo que Dios quiere de nosotros. Hoy, en la nueva alianza, la santificación ya no consiste en sacrificar víctimas ni en observar una serie de prácticas cultuales, como opinaban los gentiles; tampoco consiste en cumplir la ley ni en observar las tradiciones, como creían los judíos; lo que se pide ahora es una vida moralmente santa. Esta vida sagrada procede de Dios (Lev_5:23), de Cristo (Lev_3:13; cf. también 1Co_1:30); es obra suya (1Co_3:12 s), es obra del Espíritu Santo (cf. 4,8 y 2Th_2:13; 1Pe_1:2) y constituye por tanto nuestra primera tarea, la tarea a que hemos sido llamados (1Pe_4:7). Nuestra vida tiene ahora un objetivo decisivo, al lado del cual cualquier objetivo es accidental e incluso absurdo. Pero hemos de estar atentos: la voluntad de Dios, el objetivo vital que nos ha sido propuesto no consiste en que alcancemos la autoplenitud, en que nos realicemos a nosotros mismos, sino en una vida sagrada, es decir: hemos de esforzarnos por agradar a Dios (1Pe_4:2), hemos de esforzarnos por someternos, en obediencia, a su voluntad.

I. APARTAOS DE LOS VICIOS PAGANOS (4/03b-08).

Pablo comienza con una serie de advertencias. Escribe a antiguos paganos que han abandonado «los ídolos, para servir al Dios viviente y verdadero» (1Pe_1:9), pero que, después de hacerse cristianos, continúan inmersos en su antiguo ambiente pagano. Por esa razón es necesario amonestarles, incluso después del bautismo, para que permanezcan firmes en su nueva religión y no recaigan en los dos vicios que eran característicos de la sociedad pagana de entonces: el desenfreno sexual y la codicia. Pablo tiene que amonestar y avisar continuamente a los recién convertidos con estas palabras o con otras semejantes: «Fornicación, cualquier clase de impureza o codicia, ni siquiera se nombren entre vosotros, como corresponde a santos..., sino más bien acción de gracias. Porque, tened esto bien entendido: ningún fornicario, impuro o avariento, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios» 31.

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31. Eph_5:3 ss; cf. 1Co_5:11; Col_3:5.

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1. APARTAOS DEL DESENFRENO SEXUAL (Col_4:3b-5).

3b...que os apartéis de la fornicación; 4 que cada cual aprenda a poseer su mujer con santidad y respeto, 5 no por el ardor de la pasión, como los gentiles, que no conocen a Dios;...

Entre los paganos no se consideraba vergonzoso entregarse a la sexualidad. Cuando un converso perdía su unión con Dios y dejaba de concebir su vida como un servicio a Dios, con frecuencia se entregaba en seguida al desenfreno sexual; corría el peligro de recaer en sus antiguas costumbres. Cuando uno deja de amar a Dios, se produce un vacío en sus pensamientos y en sus aspiraciones; el corazón se oscurece, ya no ve la luz y la concupiscencia del corazón humano se desborda 32. Pablo sabe qué es lo que tiene que aconsejar a estos antiguos paganos, en cuyo mundo el matrimonio monógamo y la fidelidad conyugal durante toda la vida no constituían un ideal: «En un ambiente de lascivia, mejor es que cada uno tenga su mujer» (1Co_7:2). Insta, pues, a contraer matrimonio legítimo y, al mismo tiempo, a vivir el matrimonio como conviene. El matrimonio debe contraerse con santidad y respeto, no por el ardor de la pasión, que deshonra el cuerpo del otro y el propio (cf. 1Co_6:18 s). El instinto tiende a esclavizar y a desvalorar al cónyuge; cuando, al contrario, uno se esfuerza por la propia «santificación» y desea «agradar a Dios» (1Co_4:1-3), la santidad y la castidad impregnan su matrimonio. La fe en Dios construye una casa en la que el hombre puede vivir dignamente como hombre. La fe viva transforma y empapa todas las relaciones del hombre.

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32. A este respecto, cf., sobre todo, Rom_1:21-32.

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2. APARTAOS DE LOS NEGOCIOS POCO LIMPIOS (Rom_4:6-8).

6a...que nadie en los negocios ofenda ni engañe a su hermano..

La vida pagana de Tesalónica, gran ciudad comercial, estaba determinada en gran parte por la codicia, por el deseo de aventajar económicamente a los demás. Esta ansia egoísta de ganancias era, junto con la fornicación, una de las características de la vida de entonces. Mientras el hombre permanece encerrado en un individualismo egoísta, la codicia constituye un peligro para el corazón humano, pero cuando en el socio se ve a un hermano, las relaciones con él, toda la moral de los negocios, sufren una transformación. La palabra «hermano» encierra en sí una fuerza maravillosa. Con amor fraterno se resuelven muchos problemas...

6b... porque el vengador de todo es el Señor, como ya os lo hemos dicho y asegurado. 7 Porque Dios no nos ha llamado a la impureza, sino a la santidad.

Dios como vengador o juez no es sólo un recurso que se usa en la primera predicación, para llamar a la fe y a la conversión (1,10); es una realidad que se extiende por encima de toda la vida cristiana (2,4; 3,13). Tiene incluso una urgencia especial para los que han sido llamados por Dios. En el bautismo, Dios nos dio el Espíritu Santo, que nos santifica. El Espíritu obra nuestra santificación, para que nos salvemos (2Th_2:13; cf. tes 5,23s), pero si alguien se le resiste será reo en el juicio. También los cristianos deben trabajar por su salvación «con respeto y temor» (Phi_2:12).

8 Así pues, rechazar esto no es rechazar a un hombre, sino a Dios, que dispensa su Espíritu entre vosotros.

Las instrucciones que Pablo da aquí tienen el peso de una instrucción apostólica. Es algo decisivo para la vida cristiana y debe incorporarse a la tradición de la Iglesia. Tras sus palabras está Dios con su autoridad y el Espíritu Santo. Pablo habla con dureza y energía porque ve surgir un auténtico peligro. No ve sólo el peligro que se deriva del hecho de que los cristianos recién convertidos estén inmersos en un ambiente inmoral; existe también otro peligro: que se trastoquen todos los principios y que se deje de lado la tradición moral que ha sido válida siempre en la Iglesia, considerándola como algo meramente facultativo. Los cristianos deben extraer sus principios morales de la doctrina de la Iglesia; no deben tomar como norma las concepciones anteriores a su conversión.

II. EXHORTACIÓN AL AMOR FRATERNO Y A LA VIDA LABORIOSA (4/09-12).

Pablo pasa ahora a hacer una serie de exhortaciones. No6 da en pocas palabras una serie de directrices para la vida cristiana dentro de la comunidad y en público; la vida comunitaria debe estar regida por el amor fraterno; la vida civil, por la honradez.

1. AMOR FRATERNO (Phi_4:9-10).

9 Acerca del amor fraterno, no necesitáis que os escribamos. Vosotros mismos sois discípulos directos de Dios en esto de amaros unos a otros; 10 y bien que lo practicáis con todos los hermanos dispersos por Macedonia. Sólo nos queda exhortaros, hermanos, a que sigáis adelante en el camino emprendido...

Ha llegado el tiempo en el que nadie necesita enseñar a los demás, porque todos conocen a Dios, desde el más pequeño hasta el más grande (Jer_31:34). Ahora Dios mismo es el maestro de todos (Mat_23:8) y todos son instruidos por Dios, son «discípulos del Señor» 33. No es casual el hecho de que lo primero que Dios ha enseñado a los tesalonicenses sea el amor fraterno. Dios enseña interiormente, derramando el amor en el corazón. El amor tiende a amar. Allí donde es Dios mismo, mediante el amor, quien enseña a los hombres qué es el amor, éstos se convierten automáticamente en «hermanos»: «Porque uno solo es vuestro Maestro, mientras que todos vosotros sois hermanos» (Mat_23:8). Allí donde ha penetrado la doctrina de Dios, surge entre los que han sido convertidos por él una nueva comunión fraterna, cuyo principio rector es el amor. El amor es quien da firmeza a los corazones y los hace limpios y santos para el juicio futuro (Mat_3:12 s).

El amor fraterno que reina en la comunidad se ha manifestado en Ia acogida dispensada a uno que llegó a Tesalónica procedente de Macedonia; fue recibido como hermano. Los de Tesalónica estaban unidos con los hermanos que tenían que vivir dispersos por la provincia. Conviene notar cómo el amor fraterno engendra Iglesia: engendra cohesión, comunión, unidad; no permite que nadie permanezca aislado.

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33. Isa_54:13; cf. Jer 31-34, y además Joh_6:45; Joh_8:38; 1Jo_2:27; Eph_1:17.

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2. IDEAL DE HONRADEZ HUMANA (Eph_4:11-12).

11a...poniendo vuestro honor en vivir en paz, dedicaos a vuestros asuntos...

Hay problemas en la comunidad. Parece ser que algunos andan siempre rondando por todas partes y se inmiscuyen en los asuntos públicos, descuidando su trabajo. Lo que impulsa a Pablo a hablar como lo hace no es un ideal de vida burguesa, que evita cuidadosamente toda responsabilidad en los asuntos públicos, sino una esperanza viva en la venida del Señor. Cuando uno vive esperando el advenimiento de Cristo, muchas cosas, que en realidad no tienen importancia, pierden su falso valor; no es necesario hablar mucho de ellas.

Se desenmascara el exceso de actividad; lo realmente importante son las pequeñas cosas a que a uno le obliga su propio estado. A la luz de la segunda venida de Cristo se ven las cosas tal como son y se aprende a distinguir lo que es importante de lo que no lo es. Uno aprende también a conformarse con el ambiente en que le ha tocado vivir. El estrecho círculo en que uno tiene que vivir su vida, pasa a ser algo importante. Debemos poner nuestro empeño en cumplir las pequeñas obligaciones cotidianas 34.

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34. Cf. tal vez 1Co_7:17-24.

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11b...y trabajad con vuestras propias manos, como ya os lo ordenamos anteriormente. 12 Así os portaréis de manera honorable frente a los de fuera, sin que tengáis que acudir a nadie.

Probablemente algunos se dejaban arrastrar por la pereza. Tal vez el apoyo que la comunidad, con amor, prestaba a los necesitados, constituía para algunos una tentación. Los cristianos deben tener a honor no ser una carga para los hermanos, como hacía Pablo (1Co_2:9; 2Th_3:8), «dando ejemplo» a los tesalonicenses (2Th_3:9). La norma siempre válida es ésta: «Mayor dicha es dar que recibir» (Act_20:35). El amor no quiere ser una carga para nadie; no permite fácilmente que alguien se convierta en siervo suyo...

Los primeros cristianos se hacían amar «de todo el pueblo» (Act_2:47) y Pablo les exhorta con estas palabras: «Procurad no servir de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios. Así es como yo mismo procuro en todo el interés de todos, sin buscar mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven» (1Co_10:32 s) La vida cristiana ha de ser una luz. Los mismos infieles, a quienes no les dice nada la santidad ni la voluntad de Dios (cf. 4,3), deben ver que su ideal de honradez humana encuentra su plenitud en la vida de los cristianos.

III. UNA ACLARACIÓN CONSOLADORA: TAMBIéN LOS FIELES QUE YA MURIERON ALCANZARAN LA SALVACIÓN (4/13-18).

Después de advertirles y exhortarles en forma igual o semejante a como solía hacer en todas las comunidades recién fundadas, pasa Pablo a tocar un punto de interés especial para los tesalonicenses. Por Timoteo ha sabido que en la comunidad reina tristeza y tal vez también error, a causa de un conocimiento defectuoso de la fe. Por eso Pablo, al exhortarles a no estar tristes, tiene que hacerlo en forma de aclaración.

1. INTRODUCCIÓN: NO ESTéIS TRISTES, COMO LOS PAGANOS (4,13).

13 No queremos, hermanos, que ignoréis la suerte de los dormidos, para que no estéis tristes, como los demás, que no tienen esperanza.

Una vida sin esperanza es una vida triste. El hombre vive de la esperanza, y por eso quien no cree en un mundo más allá de la muerte no tiene más remedio que esperar un futuro mejor sobre la tierra. Sin esperanza, el hombre no puede vivir, se entristece, aunque a veces no quiera admitir su tristeza. La tristeza debilita las fuerzas vitales o, al contrario, saca al hombre de sus casillas (cf. 4,11; 2Th_3:11), buscando vencer así esa tristeza profunda que le invade. Ambas cosas son igualmente peligrosas para un cristiano. Tanto la falsa pasividad, para la que todo es lo mismo, como la actividad furiosa, que conduce a extravíos. La fe es consciente de que existe un futuro glorioso. La esperanza del cristiano se yergue incluso sobre su tumba. Así se elimina la tristeza, se destierra el fatídico cansancio y se calma la laboriosidad inauténtica.

2. NUESTRA FE EN CRISTO GARANTIZA ESTA AFIRMACIÓN (2Th_4:14).

14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera Dios, por medio de Jesús, se llevará consigo los que se durmieron.

El hombre no sólo tiene un cuerpo, que puede abandonar y sin el cual cree poder vivir mejor; el hombre vive con su cuerpo, con todos sus sentidos; está condicionado totalmente por su cuerpo. A los antiguos les parecía que la vida de un alma sin el cuerpo, después de la muerte, no era vida humana, sino más bien una especie de sueño tenebroso.

Por eso los judíos y los cristianos esperan, con razón, que la salvación plena consistirá en una resurrección del cuerpo y en una nueva creación. ¿Cómo sucederá esto? Sólo sabemos que seremos semejantes al Señor resucitado. Del cielo «aguardamos como salvador al Señor Jesucristo, que transfigurará nuestro cuerpo de bajeza, para conformarlo a su cuerpo de gloria, según la enérgica acción con que él puede también someter a sí mismo todas las cosas» (Phi_3:20 s). Entonces, la creación estará ya libre de la «servidumbre de la corrupción» (Rom_8:21); tendremos un «cuerpo espiritual (animado e iluminado por el Espíritu Santo)» (Cor 15,44); entonces, nuestro cuerpo tendrá dentro de sí mismo su «redención» (Rom_8:23). Esta «manifestación de los hijos de Dios» la «están aguardando con grande ansia todas las criaturas» (Rom_8:19). A quien cree en un Dios creador le resulta fácil creer que Dios puede crear de nuevo todo lo creado, que puede crearlo mejor. Sabe que un día Dios dará la plenitud gloriosa a toda la creación. «Y dijo el que estaba sentado en el trono: "Mirad, voy a hacer nuevas todas las cosas"» (Rev_21:5). Al final habrá un «cielo nuevo y una tierra nueva» (Rev_21:1).

Cristo es «primicia de los que están dormidos» (1Co_15:20). La resurrección de los muertos ha comenzado ya con la resurrección de Cristo. No sólo eso: el Resucitado es también causa de nuestra resurrección. Los «muertos en Cristo» (1Co_4:16) «también en Cristo revivirán todos... Primero, Cristo; después los de Cristo, en el advenimiento de él» (1Co_15:22 s). En Cristo y por Cristo se realiza nuestra resurrección.

Toda salvación procede de él; de él procede también, por tanto, esta gran acción salvadora final. También los dormidos se incorporarán al victorioso cortejo de Cristo, cuando llegue la gloria final. No debemos alegrarnos sólo por la bienaventuranza eterna, sino también por el día de la parusía, pues ese día será el día de la victoria del Señor. Entonces aparecerá claramente que Dios tenía razón y será un gran día de triunfo para Cristo: «Después, el final; cuando entregue el reino a Dios Padre, y aniquile a todo principado y a toda autoridad y poder. Porque él tiene que reinar hasta que ponga a todos los enemigos bajo sus pies» (1Co_15:24). ¿Quién no se alegrará en esa fiesta? La esperanza de poder participar un día en ella nos consuela y nos anima en medio de todas las contrariedades.

3. ESTA CREENCIA SE APOYA EN LA REVELACIÓN (1Co_4:15-18a).

a) Esto dice la palabra revelada (1Co_4:15).

15 Porque esto es lo que os decimos como palabra del Señor: nosotros, los que aún vivamos hasta el advenimiento del Señor, no les cogeremos la delantera a los que se durmieron.

La «doctrina... de la resurrección de los muertos y del juicio final» pertenecía, según Heb_6:2, a los principios fundamentales de la predicación misionera. No hay duda de que Pablo predicó también en Tesalónica que los muertos resucitarán y serán juzgados junto con los vivos, pero Pablo predicaba sobre todo la salvación y había enseñado a los tesalonicenses a poner su esperanza en la pronta parusía del Señor (Heb_1:9 s; cf. Phi_3:20). Sucede ahora que algunos cristianos recién convertidos de la comunidad han muerto. Estos, que ya se han dormido, ¿no podrán tomar parte en la gran fiesta de la parusía? Es patente que los tesalonicenses tenían una idea falsa del curso que habían de seguir los acontecimientos. Pensaban que la resurrección tendría lugar inmediatamente antes del juicio y a efectos de éste, después de la parusía de Cristo. Pablo tenía que aclararlo, y lo hace invocando la autoridad del Señora5: los muertos no resucitarán sólo para el juicio; los bautizados que mueran antes de la parusía de Cristo serán resucitados a tiempo, para que puedan participar en esa gran fiesta.

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35. Puesto que no hay sobre este punto ninguna revelación expresa del Señor en la que Pablo pueda apoyarse y, según parece, cuando estuvo en Tesalónica no sabía aún nada sobre esto, puede suponerse que tuvo más tarde una revelación especial para aclarar este problema.

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b) Versión libre de la palabra revelada (Phi_4:16-18a).

16 Pues el mismo Señor, a una señal dada por la voz de un arcángel y la trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero; 17 después, los que aún vivamos nos uniremos a ellos y, en nubes, seremos arrebatados al encuentro del Señor en el aire.

Para ahuyentar el temor de los tesalonicenses, Pablo tiene que pintar un cuadro del orden en que se producirán los acontecimientos futuros. ¿Cómo será posible que también los muertos participen en el cortejo triunfal? Pablo intenta explicarlo. Dios dará la señal que pone fin a la historia e introduce el acontecer escatológico. «El día y la hora nadie los sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo; sólo el Padre» (Mar_13:32). Todo está decidido en el plan del Padre, y la hora final está escondida en el seno de su santa voluntad.

Cuando haya llegado la hora y Dios haya dado la orden, el arcángel Miguel convocará los ejércitos celestiales, el séquito del Señor (cf. 3,13) y un toque de trompeta dará la señal de marcha. La voz del ángel y la señal de trompeta no resonarán sólo en el ámbito de los cielos; llegarán hasta las tumbas de los muertos, en la tierra. También a ellos va dirigida la llamada del ángel y eI toque de marcha. Junto con los que aún vivamos 36 serán convocados para salir al encuentro del Señor. Entonces empezará la gran fiesta. Cualquier imagen sería pobre para describirla.

El Señor nos librará del castigo futuro (1,10), que caerá sobre el mundo «cuando el señor Jesús se manifieste desde el cielo con los ángeles de su poder y con llamas de fuego tome venganza de los que no conocen a Dios y no obedecen al Evangelio de nuestro señor Jesucristo» (2Th_1:7 s). Por esa razón el encuentro no se producirá sobre la tierra37. Los fieles escaparán al castigo que caerá sobre el mundo incrédulo, porque serán congregados junto a Cristo. De Jesús, pues, no esperamos sólo que nos perdone nuestros pecados, sino también que nos preserve del castigo y de la reprobación definitiva.

Todas las imágenes son insuficientes: quien es arrebatado al encuentro de Cristo penetra en el mundo del más allá y en la forma de existir que es propia de Cristo. No tenemos más remedio que representarnos este «ser arrebatados» como un «ser transformados». Igual que los resucitados, los que aún vivan serán arrebatados al encuentro de Cristo y penetrarán en una nueva forma de existir. Cuando se designa a este mundo de Cristo llamándole aire, la designación no tiene más valor que el de una imagen. Tampoco son las «nubes» las que nos conducen al encuentro de Cristo; son sólo imágenes para designar el ámbito que está más allá de este mundo terreno, en el que rigen leyes existenciales diversas de las que gobiernan nuestra creación. En este mundo de Cristo es imposible entrar sin sufrir antes una transformación, como Pablo indica ya aquí y dice más tarde expresamente: «Morir, no moriremos todos, pero sí seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al sonido de la última trompeta» (1Co_15:51 s). El mundo de Cristo es distinto de nuestro mundo de aquí abajo. Tenemos que cambiar si queremos reunirnos con él. Es necesaria una gran transformación.

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36. Pablo usa en esta perícopa la primera persona del plural, como si se contase a sí mismo entre los que estarán aún vivos en el día de la parusía del Señor. Hay que saber entender la forma de hablar del Apóstol. No enseña con autoridad que él y los tesalonicenses que ahora están vivos no morirán antes de la parusía del Señor. Sería una promesa estúpida. Tampoco se debe pensar que Pablo estaba seguro de esto y que esa seguridad se traiciona en sus palabras, pues sobre este problema Pablo no está seguro (basta leer 5,2 ss). Las palabras de Pablo presuponen una condici6n: que esta esperanza no nos defraude. No entra directamente en el problema de si algunos miembros de la comunidad morirán o no antes de la parusía de Cristo. Si se le hubiera planteado este problema expresamente, probablemente -fundándose en las experiencias que había tenido hasta entonces (cf. 4,13)-, habría afirmado que era posible, y habría añadido, sin duda, que hay que contar en todo momento con la posibilidad de que el fin llegue por sorpresa, en cualquier momento (cf. 5,22 ss). 37. También en Mar_13:24-27 se dice que el Hijo del hombre envía a sus ángeles para salvar a los elegidos de la catástrofe cósmica que destruirá el mundo y para reunirlos, serán arrebatados «desde los confines de la tierra hasta los confines del cielo».

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38a y así estaremos ya para siempre con el Señor.

Nada sabemos por experiencia sobre el terrible final del mundo y del pecado, pero tampoco sabemos nada sobre el nuevo mundo y la existencia en él. La meta de la historia es la unión de Cristo con los fieles. Cuando se alcance esa meta, ya no habrá más que desear. Con Cristo «se nos ha dado todo» (Rom_8:32). A partir de entonces viviremos siempre en comunión con Cristo 38. Cristo es el compendio de toda bienaventuranza. Estar con él: he aquí la plenitud y la felicidad plena39; estar «alejado de la faz del Señor»: he aquí, en cambio, la «condenación eterna» (2Th_1:9). La consideración de esta meta nos consuela aquí abajo, nos da fuerzas para soportar todas las dificultades de la vida. Cuando uno pone sus ojos en esa meta, está tentado de exclamar: «Nuestra ciudadanía está en los cielos» (Phi_3:20). Y si sigue ahondando en esa idea, puede llegar a decir incluso: «Nuestra vida está oculta, juntamente con Cristo, en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida nuestra, entonces también nosotros seremos manifestados juntamente con él en gloria» (Col_3:4).

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38. Cf. 4,14 y también 5,10; 2Th_2:1. 39. En Phi_1:23, Pablo es consciente de que esta felicidad no se les dará sólo a los muertos en el momento de la parusía; puede serles concedida ya inmediatamente después de la muerte. Desde entonces ya nunca llama a la muerte «sueño».

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4. EXHORTACIÓN FINAL (Phi_4:18b).

18b Consolaos, pues, unos a otros, con estas palabras.

Las palabras de Pablo son fuente de consuelo, porque ofrecen esperanza para el futuro. Es importante que los cristianos se consuelen unos a otros. Deben mostrarse unos a otros que la situación no es desesperada, que tienen ante ellos un futuro.

Así, la existencia se inunda de luz y se disipan las tinieblas, que impiden la visibilidad y son causa de tristeza.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



II. Exhortaciones Morales, 4:1-5:22.

Santidad de vida, 4:1-12.
1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y amonestamos en el Señor Jesús que andéis, según lo que de nosotros habéis recibido acerca del modo en que habéis de andar y agradar a Dios, como andáis ya, para adelantar cada vez más. 2 Bien sabéis, en efecto, los preceptos que os hemos dado en nombre del Señor Jesús. 3 Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación: que os abstengáis de la fornicación; 4 que cada uno sepa tener su mujer en santidad y honor, 5 no con afecto libidinoso, como los gentiles, que no conocen a Dios; 6 que en esta materia ninguno haga injuria a su hermano, porque vengador en todo esto es el Señor, como antes os lo dijimos y atestiguamos; 7 que no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad. 8 Por tanto, quien estos preceptos desprecia no desprecia al hombre, sino a Dios, que os dio su Espíritu Santo. 9 Tocante a la caridad no necesitamos escribiros, porque de Dios habéis sido enseñados cómo habéis de amaros unos a otros 10 y practicáis esta caridad con todos los hermanos que hay en toda la Macedonia. Todavía os exhortamos, hermanos, a progresar más, 11 y a que os esforcéis por llevar una vida quieta, laboriosa en vuestros negocios y trabajando con vuestras manos como os lo hemos recomendado, 12 a fin de que viváis honradamente a los ojos de los de fuera y de nadie tengáis necesidad

Reafirma aquí San Pablo a los tesalonicenses ciertos preceptos del código moral cristiano, que ya en su predicación oral (cf. v.1. 2.6.n) les había inculcado.
Comienza con una recomendación de carácter general, pidiéndoles que caminen según las enseñanzas que les dio cuando estuvo entre ellos y que miren siempre adelante, tratando de progresar más y más cada día (v.1-2; cf. 3:12-13). Y esto se lo pide en el Señor (v.1), es decir, con la autoridad y por la voluntad del Señor, en quien creen y al que están místicamente incorporados.
Luego, tratando de concretar más esa recomendación general, San Pablo va a insistir sobre todo en tres cosas: pureza (v.3-8), caridad (v.q-10), trabajo (v. 11-12).
Por lo que respecta a la pureza, la necesidad le obliga a insistir de modo especial, dada la gran laxitud del mundo pagano en esa materia (cf. Rom_1:24-32) y el peligro que de ahí derivaba para los recién convertidos. Dice a los tesalonicenses que es deseo de Dios que todos los cristianos sean santos (v.3), es decir, separados de cuanto es pecado (cf. Rom_1:7). Esta santidad, por lo que se refiere al pasaje presente, la concreta de modo especial en la represión de los apetitos de la carne, que tanto dominan al hombre, señalando tres como capítulos: abstención de la fornicación, es decir, de toda relación sexual fuera del matrimonio (v.3), tener cada uno su mujer en santidad y honor, evitando cuanto se opone a la castidad conyugal (v.4~5), no hacer injuria (alusión velada al adulterio) a los derechos del prójimo para satisfacer el instinto carnal (v.6). Tal es la interpretación de estos versículos, que juzgamos más probable 311. Y da el Apóstol tres motivos principales: el castigo divino (v.6b; cf. 2Te_1:8-9), el haber sido llamados a la santidad (v.7; cf. Rom_1:7; Efe_4:1), la presencia del Espíritu Santo (v.8; cf. 1Co_6:19).
Referente a la caridad, alaba el que los tesalonicenses ya la practiquen, pero les pide que se esfuercen por progresar cada día más (v.9-10). Ese magisterio interior y divino a que se alude en el v.9 es una de las características de la época mesiánica (cf. Jua_6:45; Heb_8:10); y Pablo parece aplicarlo de modo especial a la caridad virtud que Dios infunde en nuestros corazones en el momento mismo de la justificación (cf. 1:2), y que ha de ser como el distintivo del cristiano (cf. Jua_13:35).
Finalmente viene la recomendación al trabajo (v. 11-12). Aunque de modo explícito no se dice nada, parece que también aquí, lo mismo que luego en 2Te_3:11-12, esta recomendación al trabajo está relacionada con la preocupación escatológica de los tesalonicenses, quienes andaban agitados y algunos ni trabajaban, pensando en que todo iba a terminar muy pronto. Ello redundaba en desprestigio de la nueva religión ante los de fuera, es decir, los no cristianos, a quienes muchas veces incluso tendrían que ir a pedir que comer. Desde luego, esta recomendación está íntimamente ligada a la anterior, pues es una forma de practicar la caridad el evitar ser carga para el prójimo y preocuparse del buen nombre de los fieles.

La condición de los muertos en la parusía,2Te_4:13-18.
13 No queremos, hermanos, que ignoréis lo tocante a la suerte de los que duermen, para que no os aflijáis como los demás que carecen de esperanza. 14 Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, así también a los que se durmieron en Jesús los llevará Dios con EL 15 Esto os decimos como palabra del Señor: que nosotros, los vivos, los que quedamos para la venida del Señor, no nos anticiparemos a los que se durmieron; 16 pues el mismo Señor, a una orden, a la voz del arcángel, al sonido de la trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero; 17 después nosotros, los vivos, los que quedamos, junto con ellos, seremos arrebatados en las nubes, al encuentro del Señor en los aires, 18 y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Es éste, por sus enseñanzas dogmáticas, el pasaje más importante de la carta. El Apóstol da claramente a entender que los tesalonicenses estaban preocupados por la suerte de sus muertos (cf. v.13 y 18), y hasta es posible, como insinúa la fórmula no queremos que ignoréis (? .13; cf. 1Co_12:1), que sobre ello le hubiesen hecho, a través de Timoteo, una pregunta formal.
No está claro qué era concretamente lo que motivaba esa inquietud de los tesalonicenses por sus muertos. Es posible que, al igual que en Corinto (cf. 1Co_15:12.19.34), también aquí circulasen dudas entre los fieles sobre el hecho mismo de la resurrección. De todos modos, la vida de ultratumba, lo mismo para el mundo judío que para el mundo helénico, aparecía envuelta siempre en la penumbra del misterio, y es obvio que los tesalonicenses, que esperaban inminente la parusía o retorno glorioso de Cristo, estuviesen preocupados por sus parientes difuntos, que no podrían ya presenciar ese triunfo y formar parte del cortejo. De hecho, eso es lo que parece suponer la respuesta del Apóstol al afirmar que los muertos antes de la parusía no estarán en peores condiciones que los que se hallen en vida; pues cuando llegue esa fecha, primeramente resucitarán los muertos, y luego nos uniremos a ellos los vivos, para salir todos al encuentro de Cristo (v.15-17). Que no tengan, pues, preocupación (v.18).
Expuesta así la idea general, conviene explicar todo con algo más de detalle. Notemos primeramente que cuando habla de muertos o de los que se durmieron 312, San Pablo se fija únicamente en los justos o muertos en Cristo 313. Es de ellos de los que dice que resucitaran y, junto con los vivos, saldrán al encuentro de Cristo para estar siempre con EL El caso de los pecadores, cuya resurrección no niega (cf. Hec_24:15), no entra aquí en su perspectiva. Notemos también que cuando dice a los tesalonicenses que no se aflijan por sus muertos (? .13), no lo dice de manera absoluta, sino agregando en seguida: como los demás que carecen de esperanza. Radical diferencia del cristiano y del impío. Hay un dolor cristiano legítimo, como el de Jesucristo cuando la muerte de Lázaro o el de San Agustín cuando la de su madre, pero ese dolor ha de ser radicalmente diferente del de los paganos, que no tienen esperanza de resurrección ni de vida en Cristo. Nosotros, en cambio, añade San Pablo, no podemos dudar de esa resurrección, ligada necesariamente a la de Cristo (v.14). De esta conexión entre la resurrección de Cristo y la nuestra, aquí sólo apuntada, habla el Apóstol con amplitud en 1Co_15:1-28.
Después de esta afirmación fundamental asegurando que todos los justos o muertos en Cristo resucitarán (v.14), viene luego (v.15-17) una precisación ulterior, que es donde se halla lo más característico de este pasaje 314. Distingue el Apóstol dos clases o categorías de fieles: la de los vivientes al tiempo de la parusia y la de los que hayan muerto antes. Respecto de los primeros, dice que, cuando llegue esa fecha, serán arrebatados en las nubes al encuentro del Señor en los aires (???????????? ?? ???????? ??? ????????? ??? ?????? ??? ???? ). Nótese que el Apóstol no habla para nada de muerte, sino simplemente de que serán arrebatados. Algunos autores, siguiendo a San Agustín y a Santo Tomás, dan por supuesto que para todos deberá preceder la muerte, pena del pecado original. Sin embargo, la inmensa mayoría de los exegetas actuales creen que el pensamiento de San Pablo no es ése; pues claramente da a entender, sobre todo si atendemos también a otros pasajes (cf. 1Co_15:51; 2Co_5:2-4), que los fieles de la última generación no morirán, sino que, actuando en ellos el poder de Dios, pasarán directamente del estado de corruptibilidad y mortalidad al estado de incorrup-tibilidad e inmortalidad. Ni ello se opone al dogma de la universalidad de la muerte por razón del pecado original (cf. Rom_5:12), como no se opone al dogma de la universalidad del pecado original el que Dios haya querido hacer alguna excepción de hecho, como en el caso de la Virgen. Si se dan o no esas excepciones, es Dios quien, de una u otra manera, nos lo tiene que decir.
Por lo que hace a la expresión nosotros, los vivos, los que quedamos (v.15), si Pablo emplea la primera persona, lo hace simplemente porque mientras escribía estaban él y sus lectores en la categoría de los vivientes y no de los muertos; no porque afirme que hayan de pertenecer a la misma categoría al tiempo de la parusía. Esto ni lo niega ni lo afirma, pues no lo sabe, como ya expusimos ampliamente en la introducción a la carta. Por una hipótesis contraria, apartándose de la realidad presente, en 1Co_6:14 se coloca en la categoría de los muertos que resucitaran en la parusía. Tenemos, en uno y otro caso, la figura retórica llamada por los gramáticos enálage de persona, en virtud de la cual el escritor, para dar más viveza a la idea, se identifica con sus lectores poniéndose él mismo en escena (cf. Gal_5:25-26), aunque luego quizá no le afecte personalmente lo que allí se afirma.
Respecto de la segunda categoría de fieles, es decir, la de los que hayan muerto antes de la parusía, San Pablo dice que, para ese encuentro en los aires con el Señor, no irán detrás o estarán en peores condiciones que los que se hallen en vida (v.15), sino que primeramente resucitarán ellos (v.16), y luego, todos juntos, vivos y muertos, iremos al encuentro de Cristo (v.17). El Apóstol no especifica más ni dice qué pasará inmediatamente después. Se fija sólo en el resultado final, afirmando que estaremos ya siempre con el Señor (v.18). ¡Ha comenzado la vida gloriosa en el cielo! En otros lugares, sin embargo, nos dirá que es en la parusía cuando tendrá lugar el juicio universal (cf. Rom_2:5-11; 1Co_15:24-25; 2Te_1:7-10). Pero ¿dónde se realizará?
Algunos santos Padres y escritores antiguos suponen que, después del encuentro con Cristo, los justos irán ya directamente al cielo; otros, como San Agustín y el Crisóstomo, dicen que bajarán nuevamente a la tierra con El, para ese juicio universal que tan vivamente se nos pinta en Mat_25:31-46. Ni faltan quienes, inspirándose en la profecía de Joel sobre el juicio condenatorio que van a sufrir las naciones paganas por sus atropellos contra el pueblo elegido (cf. Joe_3:2-12), hablan de que el juicio universal tendrá lugar en el valle de Josafat (Joe_3:2), valle que la tradición judía localizó al este de Jerusalén. Esta idea ha entrado profusamente en la literatura y arte cristianos. Lo más probable es que, en la mente del profeta, se trate sólo de un nombre simbólico (Josafat = Yahvé juzga o juicio de Yah-vé), mero artificio literario. En resumen, no olvidemos que todas estas descripciones de la parusíe y del juicio final están calcadas sobre el ropaje apocalíptico, esencialmente colorista, y es muy difícil saber dónde termina el símbolo y cuál ha de ser en concreto la realidad. Esto tiene también aplicación para esa descripción tan realista de orden, voz del arcángel 315, sonido de la trompeta, impresionante aparato escénico con que nos es presentada la parusía (v.16). Son todos ellos elementos con que se adornan constantemente las teofanías bíblicas (cf. Exo_19:16; Mat_24:31; 1Co_15:52; Rev_5:2; Rev_19:17), sin que sea preciso tomar en sentido propio esas circunstancias. Probablemente, en nuestro caso, se trata de una misma realidad, es decir, una potente y misteriosa intervención de Dios, expresada con tres fórmulas apocalípticas distintas: la orden divina, la voz del arcángel y el sonido de la trompeta.

Comentario de Santo Toms de Aquino


Lección 2: 1 Tesalonicenses 4,13-17
Quítales la tristeza que sentían por los muertos con el argumento de no parecer con ella que dudan de la resurrección y les, asegura que el último día resucitarán todos.13 En orden a los difuntos, no queremos, hermanos, dejaros en ignorancia, porque no os entristezcáis, del modo que suelen los demás hombres, que no tienen la esperanza de la vida eterna.14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, también debemos creer que Dios resucitará y llevará con Jesús a la gloria a los que hayan muerto en la fe y amor de Jesús.15 Por lo cual os decimos, sobre la palabra del Señor, que nosotros los vivientes, o los que quedáremos hasta la venida del Señor, no cogeremos la delantera a los que ya murieron antes.16 Por cuanto el mismo Señor, a la intimación, y a la voz del arcángel, y al sonido de la trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán los primeros.17 Después nosotros los vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados júntamente con ellos, sobre nubes al encuentro de Cristo en el aire, y así estaremos con el Señor eternamente.18 Consolaos, pues, los unos a los otros con estas verdades.Arriba los indujo a refrenar la concupiscencia y la avaricia y puso coto a su ociosidad; vales aquí a la mano a su tristeza desordenada y da la razón: "del modo que los demás". Védaseles, pues, entristecerse sin medida; por eso dice: "como los demás". Bien está que se entristezcan por los muertos, mas al Apóstol no le parece que sea sin medida y lo prohibe; por eso dice: "como los demás". Porque el entristecerse por los muertos es tener piedad,1* por la falta del cuerpo que dejó de ser; pues debemos amar a los difuntos, y sus cuerpos por las almas (Sir 41). 2* por la partida y la separación, que es dolorosa para los amigos (I Rey. XV). 39 porque por la muerte viene a la memoria el pecado (Rm 6); y 49 se nos recuerda que hemos de morir (Ecles. 7).Entristecerse, pues, pero moderadamente como dice el Sir 22,2: "llora poco por un muerto, pues ya goza de reposo". Por eso dice: "como suelen los demás que no tienen esperanza", a saber, porque éstos creen que los muertos murieron para siempre; pero nosotros no (Fil 3). De donde señaladamente dice: "en orden a los difuntos". - "Nuestro amigo Lázaro duerme" (Jn XI); porque el que duerme 3 cosas hace: acuéstase con la esperanza de levantarse (S. X); del mismo modo ef que muere en la fe (de Cristo). Asimismo en el que duerme, su alma está en vela (Cant. 5). Otrosí, después del sueño, levántase el hombre con más bríos y aceros; así los Santos resucitarán incorruptibles (1Co XV).Pónese luego el por qué de la admonición al decir: "porque si creemos". Establece primero la resurrección» y excluye la sospecha de la dilación y pone el orden de la resurrección. Y es de saber que el Apóstol funda nuestra resurrección sobre el cimiento de la Resurrección de Cristo, que es causa de la nuestra; de donde la causa es la base de su argumento. Y la Resurrección de Cristo no es sólo causa sino dechado, porque el Verbo hecho carne resucita los cuerpos, la palabra puramente las almas; pues por el hecho de haber tomado y resucitado Cristo en la carne, es el dechado de nuestra resurrección. Ni sólo esto, sino también causa eficiente; porque lo que obró la Humanidad de Cristo no fue sólo en virtud de ella, sino también de la Divinidad unida a su Humanidad. De donde así como su tocamiento curaba a los leprosos, como instrumento de la Divinidad, así también la Resurrección de Cristo es causa de nuestra resurrección, no precisamente como Resurrección del Cuerpo, sino del Cuerpo unido al Verbo de vida. Por tanto el Apóstol, suponiendo esto como base firme, establece este argumento: "porque si creemos que Jesús murió y resucitó", y esto sin lugar a dudas, "así también a los que hayan muerto..." Los que murieron "en la fe y amor de Jesús" son los que por el bautismo asemejáronse e hiciéronse conformes a su muerte; o también los que llevará consigo, es a saber, "con el mismo Cristo", a la gloria (Zac. 14; Is 3).Al decir luego: "por lo cual os decimos", excluyese la dilación de la resurrección; como si dijera: sabemos que resucitarán y vendrán con Cristo; por consiguiente, no hay por qué afligirse tanto; pues no antes que los muertos, alcanzarán los que entonces se hallen vivos la gloria de la resurrección. "Por lo cual os decimos", no por humanas conjeturas, sino fundados "en la palabra del Señor", que no puede dejar de cumplirse, "que nosotros los vivientes", esto es, los que entonces estarán vivos, no les cogerán la delantera a los muertos en el consuelo de recibir a Cristo. Por eso dice: "nosotros los vivientes", De donde parece no entendieron lo que el Apóstol dice aquí, y io mismo les parecía a los Tesalonicenses, a saber, que esto fuera a suceder todavía en vida del Apóstol. Por eso les escribe otra carta donde dice: "no mudéis de ligero vuestra manera de pensar". Mas no habla aquí de su persona y de los que vivían en su tiempo, sino de los que entonces estarían vivos: "los que quedáremos", esto es, el resto después de la persecución del Anticristo, "no les cogeremos la delantera", esto es, no recibirán primero que los otros el consuelo (1Co XV).-"Por cuanto el mismo Señor". Muestra el orden y el modo de la resurrección; pero primero propone la causa; segundo, el orden y el modo, y concluye consolándolos. Muestra lo primero diciendo: "el mismo Señor". Donde es de advertir, como está dicho, que la causa común de la resurrección es la Resurrección de Cristo. Pero si opones que ya sucedió la Resurrección, ¿cómo entonces no se ven sus efectos? respondo que es causa de nuestra resurrección según su operación en la virtud divina, y que Dios obra según el orden de su sabiduría. Así que nuestra resurrección ocurrirá cuando así lo haya dispuesto Dios según el orden de su divina sabiduría. Para demostrar que Cristo es la causa hace que reparemos en que todos los muertos resucitan a la presencia de Cristo. Y a esta resurrección común concurrirá triple causa: una principal, a saber, la virtud de la divinidad (el poder divino); otra instrumental, la virtud de la humanidad de Cristo; la tercera digamos ministerial, la virtud de los Angeles, que algún efecto tendrán en la resurrección. Pues, como prueba San Agustín, lo que ahora se hace por medio de las criaturas corporales, lo hace Dios valiéndose de los Angeies; y en la resurrección algo han de hacer, como recoger el polvo. Pero la reintegración de los cuerpos y su unión con las almas la hará Cristo inmediatamente por sí.Pone pues estas 3 causas: 1* la humanidad gloriosa de Cristo diciendo: "el mismo Señor" (Hch 1). - "a la intimación". A su primera llegada vino como obediente (Fil 2); y esto, porque ese advenimiento fue de humildad; pero éste será de gloria (Lc 21). 2* la virtud o poder de los Angeles: "y a la voz del Arcángel". No porque éste obre por su propia voz sino por ministerio; y dice del Arcángel, porque todos los Angeles, en la persona de un Arcángel, están al servicio de la 1glesia (Ap ¡2). O entiéndase por el tal Arcángel a Cristo príncipe de los Angeles (Is 9); y a su voz, corporal o espiritual, tendrá efecto la resurrección. "Oirán la voz del Hijo de Dios" (J. 5.) a saber: levantaos, muertos, y venid a juicio; y a esa voz obedecerán. 3* la virtud de la divinidad, cuando dice: "y al sonido de la trompeta de Dios". Esta es la virtud divina; pues dícese voz del Arcángel, por cuanto será por ministerio de los arcángeles, y trompeta de Dios por cuanto por virtud divina. Y dícese trompeta por su sonoridad que, por venir de Dios, hará que resuciten los muertos. Asimismo la trompeta, que tuvo tantos usos en el Antiguo Testamento, como para la guerra, es muy a propósito para el desempeño de los oficios. Y entonces todo el universo peleará con El (Sg 5,21). Hacíase también uso de ella para las solemnidades; así aquí para anunciar la de la celestial Jerusalén. Otrosí como señal para levantar los campamentos o reales, como lo harán aquí los Santos con los suyos. De donde, caso que fuere la voz corporal, denomínase trompeta por las susodichas razones; o no será voz corporal, sino el poder divino presente y manifiesto a todo el mundo.Pénese luego el orden de la resurrección, al decir: "y los que murieron", en que hay que considerar 3 cosas: la resurrección de los muertos, el encuentro de los vivos, la felicidad de unos y de otros santos. Con ocasión de estas palabras creyeron algunos que los que vivieran al fin no morirían jamás -como dice San Jerónimo en una carta- según esto: "después nosotros los vivos, los que hayamos quedado"; de otra suerte no tendría sentido distinguir a los vivos de los muertos. Pero en 1Co XV dice lo contrario: "todos ciertamente resucitaremos", y en Rm 5: "en Adán todos mueren". Luego la muerte a todos los lleva por un rasero. Digamos, pues, que en aquel tiempo de la venida de Cristo a juicio, algunos se hallarán vivos; pero en ese mismo momento morirán y en un abrir de ojos resucitarán; y por eso, por esa brevísima interrupción, se les cuenta en el número de los vivos.Pero entonces se ofrece una dificultad: ¿por qué aquí se dice que "los muertos resucitarán primero, luego nosotros?" Luego primero resucitarán los muertos antes que los vivos salgan al encuentro de Cristo, en el cual morirán. Luego primero resucitarán algunos, y así no será simultánea la resurrección de todos, lo cual va contra lo de 1Co XV: "en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, al son de la última trompeta". Respondo: hay 2 opiniones: unos dicen que la resurrección no será simultánea, sino que primero los muertos vendrán con Cristo, y entonces a la llegada de Cristo los vivos serán arrebatados en las nubes y en ese arrebatamiento morirán y resucitarán. Por tanto, lo que se dice que sucederá en un momento se entiende que en breve tiempo. Mas si se dijere que en un instante, entonces no hay que referirlo a toda la resurrección de todos, sino a la resurrección de cada uno, porque cada uno resucitará en un instante.Otros, en cambio, dicen que todos resucitarán simultáneamente y en un instante. Entonces lo que dice: resucitarán los primeros, denota no un orden de tiempo sino de dignidad. Pero esto, al parecer, no es fácil, porque de los vivos muchos serán probados en la persecución del Anticristo, que aventajarán en dignidad a muchos de los que murieron antes. Por tanto, digamos de otra manera que todos morirán y todos resucitarán y al mismo tiempo. Tampoco dice el Apóstol que aquéllos resucitarán primero que éstos, sino que resucitarán antes que éstos salgan al encuentro de Cristo; porqué el Apóstol no establece un orden comparativo de resurrección a resurrección, sino un orden respecto del arrebatamiento o del encuentro. Porque, al venir el Señor, primero morirán los que estarán vivos, y luego inmediatamente resucitando con los que murieron antes, serán arrebatados en las nubes, como el Apóstol dice aquí. Pero hay una diferencia entre buenos y malos, que consiste en que los malos se quedarán en la tierra que amaron, pero los buenos serán arrebatados al encuentro de Cristo, por quien suspiraron. "Dondequiera que se hallare el cuerpo, allí se júntarán las águilas (Mateo 24,28). Asimismo en la resurrección los santos se conformarán con Cristo, no sólo cuanto a la gloria del cuerpo, sino también cuanto al lugar, porque Cristo estará en una nube (Hch 1). Así como a Cristo lo acogió una nube, de modo parecido a los santos. Y esto ¿por qué? Para mostrar su deiformidad; porque en el Antiguo Testamento la gloria del Señor se dejó ver a manera de nube (III Rey. 8). Estas nubes estarán dispuestas, por virtud divina, para hacer ostentación de la gloria de los santos; o ya sea que los mismos cuerpos gloriosos, con el resplandor que de sí echarán, les parezcan a los malos, que estarán en la tierra, una especie de nubes.Luego, al decir: "y así estaremos con el Señor eternamente", muestra la felicidad de los santos, porque siempre estarán con el Señor gozando de su compañía. "Vendré otra vez y os llevaré conmigo, para que donde Yo estoy estéis también vosotros" (Jn 14,3). Por esto suspiran los santos: "tengo deseo de verme libre de las ataduras de este cuerpo, y estar con Cristo" (Fil 1,23).-"Consolaos, pues". Es la conclusión consolatoria sobre los muertos, que viene a decir: puesto que los santos resucitan, y ningún detrimento se les sigue, no hay por qué no consolarse con los muertos. "Consuélate, ¡oh pueblo mío!, consuélate, dice vuestro Dios" (Is 40,1).

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)


29 (III) Exhortación (4,1-12).
(A) Sobre la castidad (4,1-8). 1-2. Intro(-)ducción a la parénesis de Pablo. 1. Por lo de(-)más: Fórmula de transición, os rogamos y os exhortamos: El diplomático lenguaje de Pablo da a entender su autoridad. Jesús, el Señor: Se designa así la fuente de dicha autoridad, lo que recibisteis: Pablo recuerda la enseñanza que les impartió anteriormente, presentada como enseñanza tradicional (véase el comentario a 2,13), expuesta al parecer dentro de un marco de referencia judío: el doble «comportaros» (lit., «caminar», hálak) como descripción de la conducta; «agradar a Dios», es decir, con obe(-)diencia a Dios, como su objetivo. La actitud de Pablo es pastoral; el apóstol aprueba y anima.
2. sabéis: El motivo del recuerdo; Pablo reite(-)ra instrucciones anteriores. 3-6. El tema de Pablo es la santidad, cuya fuente es el Espíri(-)tu Santo (v. 8). Los w. 3-6 son una sola sen(-)tencia en griego, en la que se usan cinco ptc.
3. la voluntad de Dios: Esta idea pertenecía al vocabulario del discurso moral del judaismo tardío, impureza: La santificación implica la evitación de la porneia, «impureza». 4. tomar mujer: Lit., «adquirir un recipiente». Skeuos ktasthai probablemente refleja un giro hebr. que significaba «tomar mujer», pero algunos comentaristas interpretan la metáfora de Pa(-)blo en el sentido de «mantener el propio cuer(-)po (o, más concretamente, el órgano viril) ba(-)jo control» (véase Collins, Studies 311-19, 326-35). santamente: Para Pablo, el matrimo(-)nio es santificador (1 Cor. 7,7.14; cf. Ef. 5,22-32). 5. que no conocen a Dios: Se supone que, debido a su falta de experiencia de Dios, los paganos caen en la inmoralidad (Rom 1,18-32). 6. este asunto: Lit., «la cosa»; probable(-)mente en el sentido de castidad, pero algunos comentaristas interpretan to pragma como «en asuntos de negocios», haga injuria o agra(-)vio a su hermano: Probablemente en el sentido de que el adulterio era considerado una vulne(-)ración de los derechos del marido, aunque al(-)gunos comentaristas creen que significa el fraude económico, toma venganza: La última parte del versículo introduce el primer ele(-)mento de una triple motivación: el juicio veni(-)dero (v. 6b), la llamada a la santidad (v. 7) y el don del Espíritu (v. 8). Señor: Este título pro(-)bablemente hace referencia al Jesús de la pa(-)rusía, aunque algunos lo entienden aplicado a Dios debido a la alusión a Sal 94,2 LXX. 7. La llamada de Dios (2,12; 5,24) es consecuencia de su elección-santificación. 8. desprecia a Dios: Los delitos sexuales no son simplemente delitos contra otros seres humanos; son deli(-)tos contra Dios. Para un desenvolvimiento posterior, véase 1 Cor 6,16-20. quien os da su Espíritu Santo: El uso de un ptc. pres. subraya la continuidad del don del Espíritu. El Espíri(-)tu es una realidad presente y activa en las vi(-)das de los tesalonicenses.
30 (B) Sobre la caridad (4,9-12). 9-10a. sobre el amor fraterno: Pablo introduce un te(-)ma nuevo (philadelphia) por medio de una fórmula clásica («acerca de») y hace hincapié en él por medio de la preterición. El amor a los demás cristianos es un distintivo de la existen(-)cia cristiana (Rom 12,10; Jn 13,34; 15,12-17) y probablemente fue un tema de la catequesis bautismal, aprendido de Dios: Quizás referen(-)cia a dicha catequesis (véanse, sin embargo, Is 54,13; Jr 31,33-34). La philadelphia no excluye el amor a otros; de hecho, debe desbordarse en amor a todos (3,12). La actitud de los após(-)toles sigue siendo de aprobación pastoral. 10b. os exhortamos: La exhortación continúa (véase v. 1) con la exposición detallada por parte de los apóstoles de algunas de las conse(-)cuencias del amor dentro de la comunidad.
11. aplicaos: Se utiliza un oxímoron («ambi(-)cionad carecer de ambición») para hacer ma(-)yor hincapié. Aunque algunos comentaristas ven aquí una alusión al «entusiasmo» gnósti(-)co, no se trata necesariamente de eso; los apóstoles simplemente instan a los tesaloni(-)censes a permanecer tranquilos en su nueva situación religiosa. Como expresión concreta de su interés mutuo, se insta a los tesalonicen(-)ses a seguir cada cual con su oficio (véase el comentario a 2,9). 12. los de fuera: Aunque existe una marcada distinción entre los cris(-)tianos y los de fuera (4,5; 1 Cor. 5,12), el modo de vida cristiano ha de causar impresión en los de fuera (1 Cor. 14,23.25.40; cf. Jn. 13,35; 1 Tim. 3,7; Col. 4,5). no tendréis necesidad de na(-)die: La autosuficiencia es ante todo expresión de interés por los demás (Rom. 13,8; cf. 2 Tes. 3,6-15; 1 Tim 5,13), más que expresión de in(-)dependencia y autonomía.
31 (IV) Escatología (4,13-5,11).
(A) Primera revelación apocalíptica: la parusía (4,13-18). La perícopa se divide sin dificultad en cuatro secciones que correspon(-)den a sus cuatro sentencias en griego: (a) anuncio del tema y propósito de la exposición (v. 13); (b) recuerdo del credo y declaración de sus consecuencias (v. 14); (c) explicación basa(-)da en una palabra del Señor (vv. 15-17); (d) ex(-)hortación final (v. 18). 13. El tema, los que es(-)tán dormidos, se introduce formalmente («acerca de»), dormidos: Imagen bíblica de quienes han muerto (Sal 13,4 LXX). Pablo probablemente tiene en mente a los difuntos cristianos (v. 16). Al parecer, algunos de los cristianos de Tesalónica habían muerto en el intervalo que medió entre la evangelización de los apóstoles y la visita de Timoteo. El kerigma apostólico como tal no contenía una conside(-)ración de la muerte. La falta de esperanza bien podía incluir un punto de inquietud de los cristianos tesalonicenses acerca de su propio destino. Los de fuera tal vez no tengan espe(-)ranza, pero los cristianos deben ser gente con esperanza (1,3).
32 14. nosotros creemos: Pablo emplea un lema formal para introducir una primitiva fór(-)mula confesional cristiana. La fórmula bipar(-)tita pone de relieve la muerte y resurrección de Jesús e implícitamente atribuye esta última a un acto de Dios (véase el comentario a 1,10). Aunque en 1 Cor. 15,3-7 se encuentra una fór(-)mula confesional amplia, en este caso se utili(-)za una fórmula simple. La fórmula introduc(-)toria destaca la fe común de los apóstoles, los recién convertidos de Tesalónica y las comuni(-)dades cristianas anteriores. Jesús ha muerto y ha resucitado: El uso de la fórmula confesional sirve de base a la exposición que Pablo hace de la fe cristiana. Lo mismo que Dios ha resuci(-)tado a Jesús de entre los muertos, llevará con Jesús a quienes han muerto en él (? Teología paulina, 82:59).
33 15-17. En la explicación, Pablo cita una palabra del Señor y hace uso de diversos motivos apocalípticos. 15. palabra del Señor: Aunque algunos comentaristas siguen pensan(-)do en dichos del Jesús histórico -sea uno afín a Mt. 24,30, sea un agraphony otros apuntan a una revelación personal a Pablo, resulta pre(-)ferible pensar que Pablo está haciendo uso de un dictum de la primitiva profecía cristiana. La afirmación profética se puede encontrar en los vv. 16-17, mientras que el v. 15b ofrece la reflexión personal de Pablo sobre la situación de la cual ha llegado a tomar conciencia, los que estamos vivos: Pablo supone que la paru(-)sía tendrá lugar pronto, «la expectativa inmi(-)nente». Afirma que los vivos no tendrán venta(-)ja sobre los muertos cuando se produzca (v. 17). 16-17. La declaración profética, llena de motivos apocalípticos, tal vez sea fruto de una anterior declaración apocalíptica judía acerca de la venida del Hijo del hombre, orden, voz del arcángel, toque de trompeta: (Véase Ap. 14; 17; 19; 20). Estos detalles subrayan la iniciati(-)va divina en el acontecimiento, al encuentro del Señor: Una corriente de exégesis, la «inter(-)pretación helenística», menciona la entrada solemne de los reyes en una ciudad (conquis(-)tada) como modelo de esta situación (E. Pe(-)terson). Otra corriente de exégesis sostiene que la descripción bíblica de la teofanía del Sinaí proporciona el patrón de esta descripción de la parusía (J. Dupont, M. Sabbe). los que murieron unidos a Cristo resucitarán: El mis(-)mo vb. aplicado en el v. 16 a la resurrección de los difuntos cristianos se aplica en el v. 14 a la resurrección de Jesús; así se subraya la seme(-)janza de los acontecimientos, en cuanto actos de Dios, y también la resurrección de los cris(-)tianos como consecuencia de la resurrección de Jesús. La resurrección de los muertos se menciona como el medio empleado por Dios para asegurar que al Señor en su parusía lo acompañen quienes murieron en él. en primer lugar: El orden es un rasgo típico de las des(-)cripciones apocalípticas; en los vv. 16-17 el or(-)den se expresa de manera procesional, estare(-)mos siempre con el Señor: La realidad de la sal(-)vación última es estar con el Señor (4,14; Flp. 1, 23; cf. 1 Tes. 5,10). nubes: Típico medio de transporte celestial (Dn. 7,13). El encuentro de los cristianos con el Señor entraña a la vez arrebatamiento y algún tipo de transforma(-)ción (1 Cor. 15,51-54a). 18. consolaos unos a otros: Una invitación al mutuo consuelo se en(-)cuentra también en 5,11; en este caso, el as(-)pecto de consolación mutua es especialmente importante.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

La venida del Señor. Este pequeño pasaje de la carta sobre el tema de la venida del Señor quizás sea la parte más importante. Lo ha venido anunciando en los capítulos anteriores y ahora quiere precisar y responder a una duda concreta de los tesalonicenses. Todo el Evangelio que Pablo anuncia está transido de la urgencia inminente de la venida del Señor. Más que inminencia temporal de días o de años, el Apóstol se ha referido siempre al dinamismo trasformador de la «esperanza cristiana» que se traduce en actitud de expectación, firmeza y vigilancia, como si el Señor estuviera ya llegando de un momento a otro.
Parece que el entusiasmo de Pablo daba alas a su esperanza y se veía a sí mismo vivo aún, participando en el triunfo definitivo de Cristo (cfr. 1Co_15:51; Flp_3:21; Rom_13:11). También sus comunidades, por lo visto, se habían contagiado del entusiasmo del Apóstol. A los veinte años aproximadamente de la muerte de Jesús, los cristianos vivían expectantes, aguardando el «día del Señor» de un momento a otro. Pero, ¿qué será de los cristianos que han muerto en esos dos decenios?, se preguntan ahora los tesalonicenses, quizás lamentando anticipadamente la ausencia de sus hermanos y hermanas difuntos en ese «día» de la gran fiesta.
Pablo comienza por rechazar la tristeza como incompatible con la esperanza cristiana, y a continuación explica el motivo: también los que han muerto irán al encuentro glorioso con el Señor. El Padre que resucitó a Cristo -la gran confesión de fe cristiana- hará otro tanto con los que han muerto en Él. Así, los vivos en compañía de los resucitados «seremos llevados juntamente con ellos al cielo sobre las nubes, al encuentro del Señor» (17). Los datos descriptivos están tomados del repertorio imaginativo de la literatura apocalíptica: ángel y trompeta (cfr. Mat_24:31; Isa_27:13), bajada del cielo y arrebato en nubes (cfr. Dan_7:13). Este párrafo se puede comparar con un texto posterior de la primera carta a los Corintios (1 Cor 15).
El objeto de la esperanza es vivir para siempre con Dios, quien «llevará con Jesús a los que murieron con él» (14). Más adelante lo repite: «y así estaremos siempre con el Señor» (17). Esta esperanza ya se apuntaba en el Antiguo Testamento: «me colmarás de gozo en tu presencia, de delicias perpetuas a tu derecha» (Sal_16:11); ahora se revela en Jesucristo y sostiene a la comunidad cristiana en su peregrinación terrena.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter IIII.

Hee exhorteth them to goe on forward in all manner of godlinesse, 6 to liue holily and iustly, 9 to loue one another, 11 and quietly to followe their owne businesse: 13 and last of all to sorrow moderately for the dead. 17 And vnto this last exhortation is annexed a briefe description of the resurrection, and second comming of Christ to iudgement.
1 Furthermore then we [ Or, request.] beseech you, brethren, and [ Or, beseech.] exhort you by the Lord Iesus, that as yee haue receiued of vs, how ye ought to

[The resurrection.]

walke, and to please God, so yee would abound more and more.
2 For yee know what commandements wee gaue you, by the Lord Iesus.
3 For this is the will of God, euen your sanctification, that yee should absteine from fornication:
4 That euery one of you should know how to possesse his vessell in sanctification and honour:
5 Not in the lust of concupiscence, euen as the Gentiles which know not God:
6 That no man goe beyond and [ Or, oppresse, or, ouerreach.] defraud his brother [ Or, in the matter.] in any matter, because that the Lord is the auenger of all such; as we also haue forewarned you, and testified:
7 For God hath not called vs vnto vncleannesse, but vnto holinesse.
8 He therefore that [ Or, reiecteth.] despiseth, despiseth not man, but God, who hath also giuen vnto vs his holy Spirit.
9 But as touching brotherly loue, ye need not that I write vnto you: for yee your selues are taught of God to loue one an other.
10 And in deed ye doe it towards all the brethren, which are in all Macedonia: but we beseech you, brethren, that ye increase more and more:
11 And that ye studie to be quiet, and to doe your owne businesse, and to worke with your owne hands, (as wee commanded you:)
12 That ye may walke honestly toward them that are without, and that ye may haue lacke of [ Or, of no man.] nothing.
13 But I would not haue you to be ignorant, brethren, concerning them which are asleepe, that ye sorrow not, euen as others which haue no hope.
14 For if we beleeue that Iesus died, and rose againe: euen so them also which sleepe in Iesus, will God bring with him.
15 For this we say vnto you by the word of the Lord, That we which are aliue and remaine vnto the comming of the Lord, shall not preuent them which are asleepe.
16 For the Lord himselfe shall descend from heauen with a shout, with the voyce of the Archangel, and with the trumpe of God: and the dead in Christ shall rise first.
17 Then we which are aliue, and remaine, shalbe caught vp together with

[Day of the Lord.]

them in the clouds, to meet the Lord in the aire: and so shall wee euer bee with the Lord.
18 Wherefore, [ Or, exhort.] comfort one an other with these words.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



3-5. Jer_10:25; Sal_79:6. "Su cuerpo" puede referirse al propio cuerpo, o bien, al de la esposa de cada uno, como en 1Pe_3:7.

6. Deu_32:35.

8. Eze_36:27; Eze_37:14. Ver Hec_2:33; Rom_5:5; 1Co_2:12.

17. "Nosotros, los que aún vivamos": Pablo no afirma categóricamente que él estará vivo cuando el Señor se manifieste, ya que, con toda la tradición de la Iglesia primitiva, afirma que nadie conoce el día ni la hora ( Mar_13:32). Pero como anhela ardientemente el triunfo definitivo de Cristo y lo espera como un hecho inminente, expresa su deseo de encontrarse vivo cuando venga el Señor. Ver 1Co_15:51-52.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Dan_7:13

NOTAS

4:17 (a) Om.: «los que quedemos».

4:17 (b) Los muertos serán los primeros en responder a la señal, resucitando. Se les unirán los que sobrevivan, y todos juntos serán llevados al encuentro del Señor; luego le escoltarán en el juicio que inaugura su reino sin fin. Lo esencial es el rasgo final: vivir siempre con él, ver 1Ts_4:14; 1Ts_5:10; 2Ts_2:1. En esto consiste la salvación, la gloria, el reino que Jesús concede a los que ha elegido, 1Ts_2:12.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Dan_7:13

NOTAS

4:17 (a) Om.: «los que quedemos».

4:17 (b) Los muertos serán los primeros en responder a la señal, resucitando. Se les unirán los que sobrevivan, y todos juntos serán llevados al encuentro del Señor; luego le escoltarán en el juicio que inaugura su reino sin fin. Lo esencial es el rasgo final: vivir siempre con él, ver 1Ts_4:14; 1Ts_5:10; 2Ts_2:1. En esto consiste la salvación, la gloria, el reino que Jesús concede a los que ha elegido, 1Ts_2:12.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



Instruccion y Animo Sobre la Segunda Venida de Jesus

La segunda venida de Jesús formó una parte importante de la enseñanza de Pablo durante su visita, pero había conducido a malentendidos. Ti moteo trajo dos preguntas a Pablo. La primera se relacionaba con la suerte de los cristianos que ya habrían muerto cuando el Señor regresara (4:13-18), y la segunda tenía que ver con el peligro de que los vivientes fueran tomados desprevenidos por el Señor y de alguna manera no participasen en el evento (5:1-11).

iNT-CEVALLOS+ Interlineal Académico Del Nuevo Testamento Por Cevallos, Juan Carlos

[I οἱ ζῶντες I] los que estemos vivos

[I οἱ περιλειπόμενοι I] los que quedemos atrás

[I νεφέλαις I] las nubes

[I ἀπάντησιν I] el encuentro

[I ἀέρα I] el aire

[I κυρίῳ I] el Señor.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

siempre con el Señor...1Co 15:51-52.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



La mención de los vivos después de recordar la resurrección de los muertos da a entender que los fieles SUPERVIVIENTES de la última generación no morirán.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Flp 1:23.

Torres Amat (1825)



[13] Sus miembros por la fe y la caridad.

[14] No resucitaremos por eso antes que ellos.

[16] Habiendo muerto también y resucitado.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



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Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Jn 17:24