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Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados — se dirige al paralítico —, (Marcos 2, 10) © Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 02

2. PLENOS PODERES DEL ENVIADO DE DlOS (2,1-3,6).

Las cinco perícopas siguientes representan a su modo una nueva unidad, que probablemente ya encontró establecida Marcos. Desde el punto de vista de la llamada historia de las formas es conocida en general como la «colección de controversias en Galilea», ya que estas historias contienen los enfrentamientos de Jesús con sus adversarios (*). No tanto pretenden exponer unos datos entresacados del ministerio de Jesús, cuanto presentar su respuesta a determinadas cuestiones. Por eso culminan siempre en una expresión significativa de Jesús (2,10.17.19.28; 3,4). Mas por atinada que sea esta observación, hay que seguir preguntando la razón de por qué el evangelista ha insertado aquí esta colección. Una vez más lo que le interesa es la imagen y significado de Jesús para la comunidad cristiana. Resplandece la dignidad de Jesús que actúa y decide de una manera nueva y sorprendente, que provoca la oposición y que termina por granjearle el odio mortal de los círculos dirigentes (3,6). Pero la intención del evangelista va todavía más allá: en aquellas sentencias fundamentales, que marcan el punto más alto de cada una de las perícopas, habla también Jesús del sentido de su misión y de los plenos poderes salvíficos que le han sido confiados. Es el valor vigente de esas palabras, que a la vez afirman algo sobre la persona y sobre la obra salvadora de Jesús, lo que la comunidad cristiana tiene que comprender para su fe y su vida. .............. (*) Se trata probablemente de una composición anterior a Marcos, que el evangelista ha aceptado. Estos apotegmas, historias con sentencia o paradigmas ocupan una posición media entre los relatos sobre la actividad de Jesús y sobre sus sentencias. Una compilación semejante se encuentra en Mc 12.13-37 («colección de controversias en Jerusalén»). ..............

a) Autoridad del Hijo del hombre para perdonar pecados (Mc/02/01-12).

1 Pasados algunos días, entró de nuevo en Cafarnaúm, y corrió la voz de que estaba en casa. 2 Y se reunió tanta gente, que ni siquiera cabían delante de la puerta; y él les dirigía la palabra. 3 Vienen a él con un paralítico, traído por cuatro hombres. 4 Pero no pudiendo ponerlo en su presencia por causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde él estaba y, abriendo un boquete, descuelgan la camilla en que yacía el paralítico. 5 Cuando Jesús vio la fe de aquellos hombres dice al paralítico: «Hijo, perdonados te son tus pecados.» 6 Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en su corazón: 7 «¿Cómo este hombre habla así? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados, sino uno, Dios?» 8 Pero, conociendo al momento Jesús en su espíritu que pensaban así en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis tales cosas en vuestro corazón? 9 ¿Qué es más fácil: decir al paralítico: "Perdonados te son tus pecados", o decirle: "Levántate, toma tu camilla y anda"? 10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dice al paralítico-: 11 Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.» 12 Y se levantó, inmediatamente cargó con su camilla y salió a la vista de todos, de manera que todos estaban maravillados y glorificaban a Dios diciendo: «Jamás habíamos visto cosa semejante.»

MIGRO/PARALITICO Considerada externamente, se describe aquí la curación de un enfermo que en razón de las circunstancias se ha grabado de una manera indeleble. Jesús, de nuevo «en casa», en Cafarnaúm, es asediado por una gran multitud del pueblo; pero los hombres que llevan a un paralítico sobre una camilla saben cómo arreglárselas. Descubren las vigas del techo y levantan el tejado de barro abriendo un boquete por el que descuelgan al inválido delante de Jesús. Jesús pronuncia al final la palabra salvadora: «Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa» (v. 11). Pero en este relato se mezcla otro suceso, no sin cierta sutura como lo demuestra el paso del versículo 10 al 11; de tal modo que cabe dudar de la unidad primitiva. Pero esto carece de importancia para los oyentes cristianos y para los lectores reflexivos. El eje del relato lo constituye el perdón de los pecados por Jesús que suscita los pensamientos injuriosos de los doctores de la ley que le observaban con desconfianza. Jesús demuestra la potestad del Hijo del hombre para perdonar pecados sobre la tierra (v. 10), y ésa es la perenne vigencia del relato para la Iglesia primitiva. La curación del enfermo y la remisión de los pecados están en estrecha relación, y para una mente jurídica incluso en una relación de causa-efecto, pues en las enfermedades graves se veían las consecuencias del pecado. Al empezar Jesús por pronunciar la palabra de perdón, elimina la raíz más profunda del mal, y la liberación de la dolencia corporal no es sino el remate de la «curación» al tiempo que la confirmación de que al hombre se le han perdonado los pecados. Incluso la demostración en favor de la potestad de Jesús para perdonar pecados tiene lugar según la fórmula jurídica que va «de lo mayor a lo menor»: si Jesús realiza lo que es más «difícil» desde el punto de vista humano, a saber, la curación corporal que podía comprobarse y demostrarse, evidencia con ello que también lo «más fácil», la absolución de los pecados de aquel hombre, no era una palabra vacía. Con ello se sitúa Jesús en el terreno de aquellos críticos y maestros de la ley y los vence con sus mismas armas, pues ¿habría Dios otorgado a un blasfemo la facultad de restituir la salud a un hombre paralítico? Mas, repensando la pregunta del v. 9, ¿es realmente más fácil declarar que a un hombre le han sido perdonados sus pecados o liberarle de su dolencia corporal? La comunidad comprende que aquella acción de Jesús es más poderosa, y que sigue aconteciendo en medio de ella por la palabra perdonadora del Resucitado que tiene plenos poderes para ello (cf. Joh_20:22 s). Para la comunidad la acción salutífera de Jesús sobre la tierra no era sino un signo de la salvación completa, que Dios prometió entonces y de la que ahora participa ella. No sólo al final, en la consumación de los tiempos, será realidad la salvación de Dios, sino que empieza ya ahora, sobre la tierra, aun cuando escape a la visión exterior, con la maravilla del perdón. Dios se vuelve compasivo hacia el hombre pecador y desvalido, le reconcilia consigo e introduce con ello el proceso de la plena curación para la humanidad y el mundo. De este modo se rompe también la conexión causal entre pecado y enfermedad, pues no todos aquellos a quienes se les han perdonado los pecados han obtenido también la salud corporal; esto es algo que Jesús hace por añadidura en el caso del paralítico. Y tampoco atribuyen los Evangelios toda enfermedad al pecado como a su causa. En el caso del ciego de nacimiento, al que Jesús devuelve la vista, rechaza el Señor expresamente esta idea (Joh_9:3). Así fue como la comunidad cristiana se liberó de las concepciones judías. Para ella la verdadera salvación está en la reconciliación con Dios que tiene lugar con el perdón de los pecados, y ésta es la doctrina perenne que la comunidad saca de la obra de Jesús (Cf. 2, 15 ss; Luk_7:36-50; Luk_19:1-10). Pero hay todavía algo más que merece nuestra consideración en el núcleo de esta perícopa: el Hijo del hombre tiene autoridad de perdonar pecados sobre la tierra. La palabra de Jesús al paralítico: «Hijo, perdonados te son tus pecados» (v. 5) se entiende en el sentido de que él mismo perdona los pecados en nombre de Dios; y no sólo como si expresase simplemente su confianza o certeza de que Dios le perdonará sus pecados. También los letrados judíos entienden la frase como apropiación de un derecho reservado a Dios, y por ende como una blasfemia (Luk_2:7). Causa sorpresa también que Jesús se designe a sí mismo como «Hijo-del-hombre». El empleo más antiguo de este misterioso título habría que encontrarlo en las expresiones escatológicas -relativas al fin de los tiempos-, según las cuales el «Hijo del hombre» vendrá sobre las nubes del cielo (Luk_13:26; Luk_14:62; cf. Dan_7:13 s) y ejercerá una función judicial (Dan_8:38). Es un título de majestad, hasta el punto de que todas las palabras alusivas a los padecimientos del Hijo del hombre ( Dan_8:31; Dan_9:9. 31; Dan_10:33. 45; Dan_14:21. 41), resultan extrañas e incomprensibles en el ámbito judío, incluso aquéllas que hablan de la potestad del Hijo del hombre presente ya en la tierra (Dan_2:10.28). Se trata de una interpretación exclusivamente cristiana, que sólo era posible referida a Jesús y a su especial mesianidad. La afirmación del v. 10 recibe una luz más clara desde esta expresión acuñada: porque Jesús es el Hijo del hombre que vendrá algún día en gloria, puede ejercer ya sobre la tierra el derecho y gracia divinos de perdonar pecados. En él está ya presente la potestad del que ha de venir; pero no una potestad judicial y punitiva sino liberadora y gratificante. Que Jesús quiso traer a los hombres el perdón de Dios y que quiso presentarse como el amor redentor de Dios al mundo, se pone plenamente de manifiesto en la actitud de Jesús hacia los pecadores (cf. 2,13-17). Lo que a los judíos de entonces les resultaba escandaloso, lo afirma la Iglesia primitiva con su fe en Cristo: en el Jesús terreno están ya presentes las fuerzas de salvación y pronuncia la palabra de perdón con una autoridad divina. Mas sabe también que su palabra de gracia conserva su vigencia en la Iglesia a través de todos los tiempos, hasta que el Hijo del hombre se manifieste en gloria.

b) Banquete con recaudadores y pecadores (Mc/02/13-17).

13 Salió de nuevo a la orilla del mar. Todo el pueblo acudía a él, y él los instruía. 14 Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en su despacho de cobrador de impuestos, y le dice: «Sígueme.» Y él se levantó y lo siguió. 15 Estando luego a la mesa en su casa, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa con Jesús y con sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. 16 Los escribas fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «¿Pero es que come con publicanos y pecadores?» 17 Cuando Jesús lo oyó, les dice: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

También esta perícopa pertenece al círculo de ideas «pecado y perdón». En la actitud de Jesús hacia los pecadores y en su frase final destaca todavía más el mensaje central y beatificante del Evangelio: Jesús ha sido enviado precisamente a los pecadores, a los que Dios quiere demostrar su misericordia incomprensible. Lo que Jesús anuncia lo realiza personalmente sin miedo al juicio de los hombres. Su mensaje merece crédito por su persona; más aún, su conducta personal es la revelación de la voluntad salvadora de Dios para los hombres. MATEO-LEVI LEVI-MATEO Como introducción viene referido el llamamiento de otro discípulo, y esta vez de un «pecador» público, del recaudador Leví -que también se llamaba Mateo; cf. Mt 9,9-. Los recaudadores de tributos, que según el sistema tributario de la época exigían el pago de los derechos de importación bajo la supervisión de un jefe de impuestos -cf. Zaqueo, Luk_19:1-10- el cual jefe de impuestos debía pagar anualmente una gruesa suma de arrendamiento al soberano del país-, eran considerados como «pecadores» por su profesión, pues tenían que tratar también con los no judíos «contaminándose», y que además solían enriquecerse de una manera injusta (cf. Luk_19:8). Con algunas otras profesiones eran proscritos como transgresores de la ley y además el pueblo los odiaba por causa de su ocupación. Jesús se coloca por encima de todas estas ideas. Y llama a Leví-Mateo como había llamado a los pescadores del lago, invitándole a dejar su medio de vida y entrar en su seguimiento como discípulo, y el despreciado recaudador se va tras él. El evangelista no hace demasiado hincapié en el suceso; el nuevo discípulo era bien conocido de sus lectores. Pero el hecho de que Leví no se rehúse a la llamada de Jesús es una justificación de la audacia divina para derrochar confianza llamando a los pecadores. Después se celebra un banquete, aunque no está claro en casa de quién. Lucas (Luk_5:29) presenta a Leví como anfitrión, y así ha debido ser desde el punto de vista histórico. Pues Jesús se dejaba invitar a menudo, cosa que hasta le mereció el vergonzoso reproche de «comilón y bebedor» (Mt ll,19 = Luk_7:34). En Marcos «su casa» podría también interpretarse de aquélla en la que Jesús habitaba (cf. 1,29; 2,1); en tal caso sería Jesús el que había invitado a los recaudadores, hecho todavía más escandaloso para los guardianes de la moralidad. ¡Jesús anfitrión, qué aspecto tan rico en consecuencias para la comunidad oyente! No hay por qué rechazar semejante interpretación; un arte narrativo popular resulta a menudo impreciso al señalar las circunstancias, y la vocación de Leví no es más que la introducción a una nueva escena. Jesús celebra un banquete «con publicanos y pecadores», gesto que, según los doctores de la ley y los fariseos -un grupo especial dentro de aquella «confraternidad»-, era contrario a la ley, ya que Jesús se familiarizaba así con los «pecadores» y se contaminaba. Opinión que sostenían los fariseos incluso delante de sus discípulos. Jesús, que lo oye, responde con un proverbio más adecuado para desarmar a los críticos que un largo discurso: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. Frases parecidas, tomadas de la sabiduría popular y profana, las utilizó Jesús en otras ocasiones, ¿por qué no habría de servirse de ellas para esclarecer los pensamientos de Dios? Se inserta una «palabra de misión» -«No he venido...»- que expone abiertamente la causa por la que Jesús se interesa. Jesús se sabe enviado a llamar a los pecadores y no a los justos. La entrega de Jesús a los pecadores continúa siendo un misterio profundo. De acuerdo con la imagen que Marcos nos traza de Jesús, es un hombre íntimamente unido a Dios. Ahora bien, Dios sabe del pecado y culpa humanos, de las necesidades y fragilidad de la existencia humana. Por eso Jesús, en razón precisamente de su unión con Dios y de su conocimiento íntimo de los pensamientos y objetivos divinos, se dedica a los pecadores y come con ellos. El banquete es, para los orientales, la imagen de una comunidad alegre y amistosa. J/HUMANIDAD: Mas ese banquete es también un testimonio de la humanidad de Jesús. Se acerca a los hombres compartiendo su alimento y su bebida, habla con todos y no busca una sociedad exclusiva. Para él no cuenta ninguna separación entre «santos» y «pecadores». Sabe que los hombres, que han experimentado el vacío de una vida «mundana», no pocas veces están abiertos a la llamada de Dios. Los pecadores, que han saboreado el desconsuelo del pecado, son a menudo capaces de un mayor amor a Dios y a los hombres que los puntillosos observadores de la ley (Cf. Luk_7:36-50; Luk_18:10-14; Luk_19:1-10). Pese a todo, el amor divino y humano de Jesús a los pecadores sigue siendo un misterio. Estando al tenor literal de sus palabras, Jesús no condena a los justos; pero «no necesitan» de él como los enfermos, los arrinconados por la sociedad, los pecadores. Aquí se puede rastrear algo del amor irracional del Dios del Antiguo Testamento, que pese a todas las infidelidades del pueblo de su alianza, no se deshace de él y sigue atrayéndoselo con una misericordia incomprensible. En la palabra de Jesús late, sin embargo, una dialéctica secreta, pues que se sabe enviado a todos los hombres y exige la conversión de todos (Luk_1:15). Quien quiera ser partícipe de su amor salvador y de la misericordia divina tiene que considerarse pecador delante de Dios. De este modo aquellos «publicanos y pecadores» son también los representantes de todos los hombres que se abren con fe al mensaje de salvación.

c) El ayuno y las bodas (Mc/02/18-22).

18 Los discípulos de Juan y los fariseos estaban guardando un ayuno. Vienen y le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no ayunan cuando están ayunando los discípulos de Juan y los de los fariseos?» 19 Jesús les respondió: «¿Acaso van a ayunar los invitados a bodas mientras el novio está con ellos? Es natural que no ayunen mientras lo tienen en su compañía. 20 Tiempo llegará en que les quiten al novio y entonces, en aquel día, ayunarán. 21 »Nadie echa un remiendo de paño sin encoger en un vestido viejo; porque, si no, el remiendo nuevo tiraría de lo viejo y el desgarrón se haría mayor. 22 Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; porque, si no, el vino rompería los odres, y el vino y los odres se perderían. [El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos].»

Movida tal vez por la imagen del banquete, la tradición ha insertado aquí otra controversia que versa sobre el ayuno. Se trata una vez más de una conducta «escandalosa» de Jesús, y más concretamente de sus discípulos, y que conduce a una importante respuesta del Maestro. A la imagen principal de las bodas siguen otras dos expresiones figuradas o comparaciones, de tal modo que el contexto total nos descubre la intención de la Iglesia primitiva. El ayuno, que los discípulos de Juan y los fariseos practican escrupulosamente, es sólo el pretexto externo para una doctrina más profunda que la comunidad recibe de labios de Jesús. En aquel ejercicio penitencial no se trataba del ayuno público y general, como el que practicaba todos los años el pueblo en el gran día de la expiación o como el que se convocaba en determinadas ocasiones; sino de una obra libre y particular (cf. Mat_6:16 ss) a la que se sometían los judíos piadosos, y especialmente los fariseos, dos veces por semana (cf. Luk_18:12). Para la Iglesia primitiva no se trata de la conducta concreta de Jesús y de sus discípulos, ni siquiera de una advertencia concreta relativa a su propio comportamiento en la cuestión del ayuno, sino de algo mucho más importante: de una comprensión más profunda del advenimiento de Jesús y de la era que con él se inicia. La doble comparación del paño y del vino nuevos, que Jesús puede haber empleado en otras circunstancias, completa y esclarece la idea expuesta en la palabra central del novio y de los invitados a las bodas.

Una boda era para los orientales el tiempo por excelencia de la alegría. Llegaban muchos invitados, especialmente amigos del esposo -los «hijos de la cámara nupcial»- que habían de tomar parte en la alegría y jolgorio de la pareja nupcial. Las bodas se convierten en una imagen del tiempo de salvación; así, se dice en el libro de Isaías: «Con el gozo del novio sobre la novia se gozará Dios sobre ti» (Luk_62:5; cf. 61,10). También la teología rabínica mantiene esta imagen reforzándola con la aplicación alegórica del Cantar de los Cantares a Yahveh e Israel. De este modo interpreta Jesús su presencia como el tiempo de la salvación en que Dios cumple sus promesas beatificantes. En ese tiempo es inconcebible que los invitados a las bodas «ayunen» o, como se dice cn Mat_9:15, «estén afligidos». La alegría de la salvación que se abre con la presencia y proximidad de Jesús, debe también reflejarse en la conducta de sus discípulos. El júbilo nupcial no se compagina con el ayuno y las lamentaciones funerarias. La Iglesia primitiva comprendió esta doctrina introduciendo en su liturgia el júbilo escatológico; sus celebraciones eucarísticas en el marco de un banquete común revestían un carácter alegre: «Tomaban juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón» (Act_2:46). Y hay, no obstante, otro punto de vista que induce a la tristeza y a la lamentación fúnebre. La palabra, que se añade a la imagen de las bodas (v. 20), habla de los días en que les quitarán el esposo a los invitados a las bodas. Para la Iglesia primitiva el esposo era Jesús en persona, y ella pensaba también en su muerte. Mas esto es sólo como una observación de paso, pues las comparaciones siguientes vuelven a tratar exclusivamente de la alegría que comporta el presente. La venida de Jesús es como un amanecer, y la nota fundamental del nuevo día es el júbilo enviado por Dios. Esta verdad es siempre válida para la Iglesia primitiva, aun cuando con la muerte de Jesús experimente una cierta limitación y oscurecimiento: ahora, en este tiempo intermedio hasta la venida definitiva de Jesús en gloria, hay que pensar también en la muerte del Señor. Su «estar lejos» equivale a su separación y es el fundamento de la tristeza que comporta la dolorosa conciencia de estar prisioneros en este mundo. La existencia terrena exige también un desprendimiento de las alegrías engañosas y el aguante de las necesidades y padecimientos, si es que se quiere conseguir la alegría plena junto al Señor. Desde esta tensión se explica el distinto enfoque de la seriedad de la penitencia -hasta llegar a una nueva exaltación y práctica del ayuno y de la alegría de la salvación en la Iglesia posterior. Los dos últimos versículos son una doble comparación que expone la misma idea: con Jesús ha ocurrido en el mundo algo totalmente nuevo que ya no es compatible con el orden viejo. Cuando los profetas hablan de algo nuevo se trata de la nueva creación y ordenamiento divinos que tendrán lugar en los últimos tiempos. Según Jeremías, Dios quiere establecer una nueva alianza con Israel por medio de la cual escribirá su ley en el corazón y en el alma de su pueblo (Jer_31:31 ss); según Ezequiel Dios dará a los suyos un nuevo corazón y les pondrá en las entrañas un espíritu nuevo (Eze_36:26); según Isaías, Dios creará un nuevo cielo y una tierra nueva (Isa_65:17; Isa_66:22). De esta novedad escatológica habla Jesús; pero no sólo en el sentido de un anuncio del futuro sino de algo que se realiza ya en el presente. Lo nuevo es la salvación y bendición divinas que, con su ministerio, doctrina y potestad, empiezan a quebrantar el dominio del maligno (Isa_1:27), que pueden rastrearse a lo largo de toda su obra salvífica hasta que su muerte expiatoria establece la nueva alianza (Isa_14:24). La doble y breve comparación, cualesquiera sean las circunstancias y contexto en que Jesús la haya pronunciado originariamente, revela su conciencia de estar anunciando un tiempo y un orden nuevos. No hay por qué forzar las imágenes como si el paño nuevo aludiese a la «capa del mundo» y Jesús se considerase el «consumador del universo». La novedad, de la que Jesús habla, y que no sólo hace inútil lo antiguo sino además perjudicial, tampoco se puede limitar a los problemas particulares de la exposición de la ley y de las prácticas piadosas. Es una palabra amplia y audaz que testifica la presencia de un tiempo nuevo introducido por Dios: el tiempo de la salvación. De ahí arranca la conciencia de novedad del joven cristianismo. Para él ha traído Jesús personalmente el vino nuevo y el vino en abundancia (cf. Joh_2:1-11). De este modo se liberó la Iglesia del viejo judaísmo. La nueva alianza es para el cristianismo el tiempo de salvación que ya ha llegado y que es imperecedero, es la alegría y felicidad de la comunión con Dios; pero es también una llamada a un servicio divino nuevo y santo en la libertad de los hijos de Dios.

d) El hijo del hombre es Señor del sábado (Mc/02/23-28).

23 Un día de sábado iba él atravesando un campo de mieses, y sus discípulos, según pasaban, se pusieron a arrancar espigas. 24 Y le decían los fariseos: «Oye, ¿por qué hacen éstos en sábado lo que no está permitido?» 25 Y él les contesta: «¿Es que nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y los suyos: 26 que entró en la casa de Dios, en tiempos del pontífice Abiatar, y comió los panes ofrecidos a Dios, los que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y los repartió también entre sus compañeros?» 27 Y añadió: «El sábado se instituyó para el hombre, no el hombre para el sábado. 28 Así pues, también del sábado es señor el Hijo del hombre.»

Una vez más la tradición antigua pudo insertar aquí esta nueva historia, inducida por unos puntos de vista externos: el ayuno y el hambre son cosas parecidas. Así como Jesús defendió el hecho de que sus discípulos no ayunasen, así ahora defiende el que quebranten el sábado para calmar el hambre. La disputa, sin embargo, apunta hacia otro centro de interés: el hijo del hombre es Señor del sábado. De las dos sentencias relativas al sábado -que se encuentran al final y que están separadas del hecho narrado por una nueva fórmula de transición -«Y añadióles»-, la más importante no es la primera, pese a que parece encajar mejor en la situación y a tener ciertas resonancias humanistas, sino la segunda que contiene una afirmación sobre el Hijo del hombre (cf. 2,10). Sólo ésta es la que transmiten los otros dos sinópticos; el v. 27 es secundario, introducido probablemente por Marcos, y contiene una idea que ni los propios letrados judíos habían discutido. Ambas sentencias dan distintas respuestas al problema del sábado, pero que la comunidad cristiana podía unificar, aunque no ciertamente en el sentido de que el v. 28 fuese una aclaración del 27, como si el «Hijo del hombre» no significase originariamente más que «el hombre». La cuestión del sábado seguía siendo un problema de actualidad para los cristianos procedentes del judaísmo; la solución definitiva se la brindaba la conducta de Jesús y en especial su palabra de que el Hijo del hombre era también dueño del sábado. El motivo que dio origen a esta tradición tal vez fuesen los conflictos acerca del sábado en las comunidades judeocristianas; pero esta disputa tenía mucho que decir también a los lectores de Marcos procedentes del paganismo y a todos los creyentes posteriores, pese a que se fundamentaba en unos prejuicios judíos. La ocasión fue un paseo de Jesús con sus discípulos por los campos maduros de mies, paseo que tuvo lugar un sábado. No se dice si Jesús iba delante y los discípulos le «seguían», como de costumbre. Se ha pensado si Marcos no querría decir que los discípulos frotasen las espigas para calmar su hambre -cosa que dicen expresamente Mateo y Lucas- sino que, precediendo a Jesús, arrancaban los tallos para abrirle un camino... un camino real al Mesías, como lo entendería después la comunidad. Jesús trae consigo el tiempo de la salvación que es el auténtico cumplimiento del «sábado», del día del Señor. Por atractiva que sea esta interpretación, no parece lo suficientemente fundada. El ejemplo de David hace hincapié en el hambre y la costumbre de frotar las espigas maduras y comerse los granos es antigua en Oriente y está permitida a quien quiere calmar el hambre. Sólo que los discípulos hacían esto en sábado, lo que resultaba escandaloso para los fariseos. El frote de las espigas se cuenta expresamente entre las 39 actividades prohibidas en día de sábado, por considerarlo como un «trabajo de recolección». Pero, en definitiva, lo importante no es la ocasión sino la postura que Jesús adopta frente a la pretendida transgresión del descanso sabático. El ejemplo escriturístico no responde exactamente al caso en cuestión, puesto que en el Antiguo Testamento no se dice que la acción de David hubiese ocurrido en sábado; esto aparece sólo más tarde en una interpretaci6n judía, en un midrash. Tampoco el joven merodeador penetró en el santuario, sino que se hizo dar los panes de la proposición por el sumo sacerdote Aquimelec, padre de Abiatar, que es precisamente a quien se nombra en Mar_2:26. No obstante, el episodio referido en 1Sa_21:1-7 se atiene únicamente al hecho de que también David quebrantó una ley cúltica, pues los panes sagrados de la proposición estaban reservados a los sacerdotes. Del hecho se podían sacar dos conclusiones: que el deber más urgente de conservar la vida anula las prescripciones cúlticas (cf. v. 27); y también, que si esto se le permitió a David, el rey tan venerado por el judaísmo tardío y abuelo del esperado Mesías, realmente tampoco se podía negar lo primero al Hijo del hombre (v. 28). De todos modos la segunda conclusión difícilmente podía tener fuerza para los críticos judíos, aunque la tuviese tanto más abundante para la Iglesia primitiva: por ello el Hijo del hombre es Señor del sábado. Este relato esclarece asimismo una inaudita pretensión de Jesús que la tradición cristiana explica. Aquí se revela algo de la «doctrina en autoridad» (1Sa_1:22) y de su actitud libre y soberana. A menudo se ha situado por encima de las prescripciones sabáticas que para los judíos eran extraordinariamente importantes y que debían observarse con toda rigidez. En tales decisiones, audaces y para él peligrosas, Jesús ha expresado su vinculación exclusiva a la voluntad de Dios tal como él la conocía con una certeza interna, su libertad de cara a los juicios de los hombres y su dignidad oculta. Aquí demuestra él su señorío, que había manifestado, aunque de otro modo, en las expulsiones de los demonios y en las curaciones de los enfermos. Esto es lo que comprendió la Iglesia primitiva reconociendo por ello la dignidad sublime del Hijo del hombre. En la libertad de conciencia, que él ha liberado aunque vinculándola a la voluntad de Dios, late también un bienaventurado anuncio de salvación, como en la otra palabra de que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados sobre la tierra (1Sa_2:10). De esta forma adquiere un sentido magnífico el hecho de que las dos sentencias relativas al Hijo del hombre no aparezcan desconectadas en esta sección: el perdón de los pecados y la liberación de la estrechez humana de miras son expresión del mismo poder salvador. Aun cuando la Iglesia primitiva haya visto de primeras en la tradición del «frote de las espigas en día de sábado» los problemas sabáticos que eran actuales en su tiempo, la decisión de Jesús conserva todo su peso en las cuestiones siempre acuciantes de la ley y la conciencia. La indiscutible conexión que existe en el contexto actual entre las palabras humanistas del v. 27 con las del v. 28 relativas a la dignidad del Hijo del hombre, contiene aún una doctrina importante: los mandamientos de Dios han sido dados en favor del hombre, pero no han sido confiados al simple parecer humano, sino que penden de la exposición e interpretación del Hijo del hombre. Sólo él conoce la voluntad de Dios por su estrecha unión con él. Sólo la responsabilidad delante de este Señor, al que debemos dar cuenta de cada una de nuestras acciones y palabras (2Co_5:10), da derecho a la libertad que el propio Jesús ha ejercido y que ha otorgado a sus discípulos.

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 2.

Curación de un paralítico, 2:1-12 (Mat_9:2-8; Luc_5:17-26).
Cf. Comentario a Mat_9:2-8.
1 Entrando de nuevo, después de algunos días en Cafarnaúm, se supo que estaba en casa, 2 y se juntaron tantos, que ni aun en el patio cabían, y El les hablaba.3 Vinieron trayéndole un paralítico, que llevaban entre cuatro. 4 No pudiendo presentárselo a causa de la muchedumbre, descubrieron el terrado por donde El estaba, y, hecha una abertura, descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. 5 Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. 6 Estaban sentados allí algunos escribas, que pensaban entre sí: 7 ¿Cómo habla así éste? ¡Blasfema! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? 8 Y luego, conociendo Jesús, con su espíritu, que así discurrían en su interior, les dice: ¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu camilla y vete? 10 Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados se dirige al paralítico , 11 yo te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. 12 El se levantó, y, tomando luego la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos se maravillaban, y glorificaban a Dios diciendo: Jamás hemos visto cosa tal.

Como se dijo al hablar de este relato en Mt (Mat_9:2-8), se discute si los dos temas perdón y curación son, aunque históricos, primitivos. Bultmann lo niega; W. Manson considera el milagro una adición histórica posterior; E. Schweizer juzga su unidad primitiva; Dibelius reconoce el perdón como centro del relato. Anunciar la primera sin confirmársela con hechos tangibles podía ser allí contraproducente. De ahí el milagro sensible como prueba de la renovación invisible 1. Además, el perdón de los pecados es don mesiánico característico (Exo_34:6ss; Isa_43:25; Isa_44:22; Jer_31:34; Eze_36:25) y poder personal divino en el A.T. Es un modo indirecto de presentarse como el Mesías. Es el proceso que se ve en los evangelios: su revelación, tanto mesiánica como divina, la va haciendo gradualmente.
La situación histórica que le da Mc lo que hacen en forma imprecisa Mt-Lc está en íntima relación con esta estancia de Cristo en Cafarnaúm, pues fue entrando de nuevo, después de algunos días, en Cafarnaúm. Lo que dice Mt (Eze_9:1) parecería suponer una ausencia de Cristo mayor, a causa de un desplazamiento, embarcado, a la región de los gadarenos (Mt). Pero es que Mat_9:1 no es el comienzo de una nueva escena, sino el final Deu_8:34.
V.4 es la descripción colorista y local de las casas de Palestina, que Mt omite y que Lc también recoge, aunque interpretando el terrado de la casa al modo occidental de construir.
Sobre un tema discutido en su estructura conceptual, cf. Comentario a Mat_9:2-8 1. Sobre la expresión Hijo del hombre, cf. Comentario a Mat_8:18-22.

Vocación de Leví,Mat_2:13-17 (Mat_9:9-13; Luc_5:27-32).
Cf. Comentario a Mat_9:9-13.
13 Salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la muchedumbre se llegó a El, y les enseñaba. u Al pasar vio a Leví el de Alfeo sentado al telonio, y le dijo: Sígueme. El, levantándose, le siguió. 15 Estando sentado a la mesa en casa de éste, muchos publícanos y pecadores estaban recostados con Jesús y con sus discípulos, que eran muchos de los que le seguían. 16 Los escribas y fariseos, viendo que comía con pecadores y publícanos, decían a sus discípulos: Pero ¿es que come con publícanos y pecadores? 17Y oyéndolo Jesús les dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos; ni he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores.

La vocación de Leví-Mateo fue recogida con interés por la tradición primitiva y conservada en los tres sinópticos. Su conversión debió de ser bastante ruidosa, por efecto de ser publicano, en lo que tenía de despreciable, y por ser hombre enriquecido por este procedimiento, fácilmente abusivo. Debía de ser un caso análogo al de Zaqueo, igualmente publicano, y enriquecido por este procedimiento de extorsiones (Luc_19:1-8). En la literatura talmúdica se tenía por difícil o desesperada la conversión de los publícanos 2.
V.14. Mc da el nombre del padre de Leví: de Alfeo, y también el de éste: Leví. En cambio, el primer evangelista se nombra a sí mismo Mateo. Lo más extraño es que Mc-Lc, en las listas de los apóstoles, denominan a Leví con su propio nombre de Mateo. Y que con este nombre se refieren a Leví se ve porque Mt en la lista de los apóstoles se nombra a sí mismo con el nombre de Mateo el publicano (Mat_10:3). Se supone que sea debido a un rasgo de humildad, por ser el nombre con el que era más conocido en su oficio de publicano o telonario.
Mc es el único evangelista que da el nombre del padre de Leví: Alfeo.
V.15. Mateo omite en su evangelio lo que Mc y Lc expresamente dicen: que el banquete que ofreció a Cristo como signo de homenaje, gratitud y valentía fue en su casa.
Mc es el único que hace saber aquí que a Cristo le seguían muchos. Pero en este mismo versículo se citan como sujeto posible publícanos y pecadores y discípulos de Cristo. Sin duda se refiere a éstos, ya que son el sujeto inmediato y más lógico de la frase. Mc dice, pues, que ya en esta época Cristo tenía muchos discípulos. Es un texto dislocado.
Publícanos se llama a los que cobran los tributos públicos 3.
Los pecadores son citados frecuentemente junto con los publícanos (Mat_9:10.11.13; Luc_5:30.32, etc.). Son gentes que descuidaban la práctica de la Ley, y las prescripciones, o gentes de conducta moral baja (Rom_5:8.19; Gal_2:12), sea ante el ideal judío, sea ante los mismos gentiles (Luc_7:37).
La sentencia de Cristo sobre quiénes tienen necesidad de médico es una pequeña parábola con la que responde, como tantas veces, con grandes parábolas, a las críticas farisaicas sobre la admisión de pecadores en el reino. En el fondo parece percibirse una fina ironía contra los justos fariseos. También podía tener su aplicación en el cristianismo primitivo.

Cuestiones sobre el ayuno,Luc_2:18-22 (Mat_9:14-17; Luc_5:32-39).
Cf. Comentario a Mat_9:14-17.
18 Los discípulos de Juan y de los fariseos ayunaban. Vienen, pues, y le dicen: ¿Por qué, ayunando los discípulos de Juan y los de los fariseos, tus discípulos no ayunan? I9 Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los compañeros del esposo ayunar mientras está con ellos el esposo? Mientras tienen con ellos al esposo, no pueden ayunar. 20 Pero días vendrán en que les arrebatarán al esposo; entonces ayunarán. 2' Nadie cose un pedazo de paño sin tundir en un vestido viejo; pues el remiendo nuevo se llevaría lo viejo, y la rotura sería mayor. 22Ni echa nadie vino nuevo en cueros viejos, pues el vino rompería los cueros y se perderían vinos y cueros; el vino nuevo se echa en cueros nuevos.

Con motivo de los ayunos supererogatorios que practicaban los discípulos del Bautista y de los fariseos, acaso para acelerar la venida del Reino 4, practicados por la legislación farisea dos veces en la semana, Cristo expone una importante doctrina. Sus discípulos no pueden ayunar, porque se está en el período de las bodas mesiánicas. Es hora, pues, de alegría. La boda, en lenguaje simbólico oriental, es imagen de salvación. Han llegado las bodas del Cordero (Rev_19:7; cf. v.9; Rev_21:2.9; Rev_22:17). La redacción eclesial probablemente lo ve con la portada más amplia de una escatología realizada (Dodd). A lo que se le unen los v.21-22, acaso procedentes de un contexto distinto, pero unidos aquí por razón del aspecto absurdo de obrar en ambos casos. Esto va a ser expuesto con las metáforas de paño y del vino nuevo. No condena las prácticas de los ayunos que se alegan. Pero sí el espíritu farisaico de los mismos. La Nueva Ley tiene un nuevo espíritu. Sus discípulos, imbuidos en él, no están sometidos ni han de copiar lo viejo. La plenitud de él y del Evangelio rompería la vieja tela y los odres del Viejo Testamento 4. Que los dejen gozar del nuevo espíritu. Y si los fariseos ayunaban también para acelerar la hora mesiánica, los discípulos de Cristo no han de ayunar, sino gozarse con su presencia. Ayunarán luego, cuando el mesianismo, que no era como el esperado por los fariseos, les quite la presencia sensible del Mesías y vengan a su reino horas de dolor 5.

Defensa de los discípulos por una
obra hecha en sábado,Rev_2:23-28
(Mat_12:1-8; Luc_6:1-5).
Cf. Comentario a Mat_12:1-8.
23 Caminando El a través de las mieses en día de sábado, sus discípulos, mientras iban, comenzaron a arrancar espigas. 24 Los fariseos le dijeron: Mira, ¿cómo hacen en sábado lo que no está permitido? 25 Y les dijo: ¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad y sintió hambre él y los suyos? 26 ¿Cómo entró en la casa de Dios, bajo el pontífice Abiatar, y comió los panes de la proposición, que no es lícito comer sino a los sacerdotes, y los dio asimismo a los suyos? 27 Y añadió: El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. 28 Y dueño del sábado es el Hijo del hombre.

Esta narración es traída por los tres sinópticos. La situación histórica no sería fácil saberla de una manera precisa.
Es uno de los pasajes sinópticos de valor dogmático. Cristo, por su procedimiento indirecto, proclama su divinidad. Al justificar a sus discípulos por haber tomado y frotado contra sus manos unas espigas para comerlas en día de sábado, El se proclama que es señor aun del sábado. Pero, siendo el sábado de institución divina (Gen_2:23) 5, Cristo se proclama Dios. Mt añade a este pasaje otro (Mat_12:6) en el cual Cristo se proclama, aún con mayor grafismo, Dios.
V.23-24. Es extraño que se encuentren los discípulos con los fariseos en el campo un sábado. Acaso en la redacción haya artificio para destacar mejor el tema central y la proclamación de Cristo en el v.28.
V.26. Mc presenta en este versículo una dificultad ya clásica. Mt y Lc, al citar este pasaje de David, no dan el nombre de este sacerdote. Sólo Marcos lo pone. Pero no pone Ajimelek, que era el nombre de este sacerdote (1Sa_21:1), sino que pone a David entrando en la casa de Dios en tiempo del pontífice Abiatar. Pero el libro I de Samuel no dice que Abiatar fuese sumo sacerdote ni que David se dirigiese a Abiatar, sino a Ajimelek (1Sa_21:1; 1Sa_22:11-12). Abiatar era un hijo de Ajimelek (1Sa_22:20). Por otra parte, en Josefo, los sumos sacerdotes son los miembros de las grandes familias sacerdotales 6. ¿Cómo solucionar esta aparente confusión? Lagrange, citando a San Jerónimo, dice que Mc no tenía el propósito de narrar el episodio con toda precisión, sino sacar una conclusión de un episodio que él designa suficientemente claro 7. Sería una citación quoad sensum.
Otros proponen una solución demasiado hipotética: que Abiatar tendría dos nombres. Más verosímil sería suponer que, siendo el nombre de Abiatar mucho más conocido en el ambiente, por sus relaciones con la historia de David (2Sa_15:24-29.35; 1Re_1:7.19.43; 1Re_2:26), hubiese sido citado como un punto más fácil de referencia. Y hasta se piensa que esta forma de relatar esta historia fuese tradicional 8.
V.28. Los rabinos decían que el sábado había sido hecho para el Mesías. Pero aquí la argumentación trasciende a un mesianismo humano 8.

1 Pirot, évang. s. Sí. Maro (1946) p.424; A. Vargas-Machuca, El paralítico perdonado en la redacción de Mt (1Re_9:1-8): Est. Ecl. (1969) p. 15-43. 1 A. Cabaniss, A Fresh Exegesis of Mar_2:1-12 : Interpr. (1957) 324-327; Dupla-CY, Mar_2:10. Note de syntaxe: Mél. Robert (1957) 420-427; Dupont, Le paralitique pardonné (Mat_9:1-8): Nouv. Rev. Théol. (1966) 940-958; C. P. Ceroke, Is Mar_2:10 a Saving of Jesús? (The Theory of Ecclesiological Evangelistic Interpolation.): The Cath. Bibl. Quart. (1960) 369-390. 2 Baba m.,Mar_7:26; Bonsirven, Textes rabbiniques. (1955) n.1782. Cf. Comentario a Mat_9:9. 3 Publicani dicuntur qui publica vectigalia habent conducta. Cf. Digest. XXXIX 4:1; J. Alonso, La parábola del medico en Mar_2:16ss: Cult. Bibl. (1959) lOss; A. Deschamps, Les justes et la justice dans les évangiles (1950) p.98-108. 4 Bonsirven, Le judaísme. (1934) I p.397. 4 J. Dupont, Vin vieux, vin nouveau (Luc_5:39): The Cath. Bibl. Quart. (1963) 286-304. 5 J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu. (1970) p.H5ss. 5 Bonsirven, Textes rabbiniques. (1955) n.138.162.160.139.198; Tróades, Le fils de l'homme est maítre méme du Sabbat (Mc 2:23-3:6): Bibl. et Vie Chrét. (1958) 73-83. 6 Josefo, De bello iud. IV 3:7.

Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



14 (C) Cinco relatos de conflicto (2,1-3,6). En los cinco relatos de esta serie se pre(-)senta a varios enemigos de Jesús y de los pri(-)meros cristianos (los escribas, los escribas de los fariseos, los discípulos del Bautista y los fa(-)riseos, los fariseos, los fariseos y los herodia(-)nos). Estos adversarios cambian su actitud: desde la admiración (2,12) pasan a la hostili(-)dad activa (3,6). Los primeros cristianos ha(-)brían utilizado estas historias para defender sus puntos de vista y/o sus prácticas relacio(-)nadas con el perdón de los pecados, la comida con personajes de mala fama, el ayuno y la ob(-)servancia del sábado. La mayoría de estos re(-)latos reflejan el ambiente palestinense, aun(-)que Marcos (o la tradición premarcana) los ha reelaborado situándolos en un bloque com(-)pacto (J. Dewey, Markan Public Debate [SBLDS 48, Chico 1980]).

15 (a)
Curación del paralítico y perdón del pecado (2,1-12). En la primera de las con(-)troversias se combina una curación (2,1-5a. 10b-12) y un debate con los escribas (2,5b-10a). El objetivo de esta combinación (como en 1,21-28) es mostrar que Jesús es poderoso tanto en palabras como en hechos: su poder de perdonar pecados queda confirmado por su poder de curar al paralítico. Los primeros cris(-)tianos apelarían a este pasaje como una prue(-)ba de que podían perdonar los pecados en el nombre de Jesús. 1. en casa: Marcos da por su(-)puesto que Jesús utilizaba la casa de Pedro en Cafarnaún (cf. 1,29.33) como su centro de operaciones. 2. no había suficiente espacio, ni siquiera en la puerta: El escenario es similar al de 1,33. él les anunciaba la palabra: La utiliza(-)ción del término logos con el significado de «palabra» confirma que el pronombre «él» en 1,45 se refería a Jesús, pues una de sus tareas consistía en extender «la palabra» (diaphémizein ton logon). 3. llevado por cuatro: Puesto que el paralítico no podía andar, necesitaba que lo ayudaran para llegar hasta Jesús. De hecho, la expresión «la fe que tenían» (2,5) su(-)giere que fueron los cuatros hombres quienes tomaron la iniciativa. ¿Serían Pedro, Andrés, Santiago y Juan? (cf. 1,16-20.29.36) 4. levanta(-)ron la techumbre: Los cuatro hombres llegaron al terrado por la escalera exterior que había en las casas palestinenses (cf. 13,15). La techum(-)bre estaba hecha de travesaños de madera cu(-)biertos con paja y barro, por lo que no era di(-)fícil abrir un agujero en ella. 5. la fe que tenían: Obviamente, se refiere a los cuatro hombres que habían afrontado la dificultad para llevar el paralítico hasta Jesús, pero la utilización del adjetivo posesivo «su» podría incluir también al paralítico, dijo al paralítico: La misma frase aparece en 2,10b, donde el contenido del di(-)cho posterior es más coherente con 2,1-4. Hi(-)jo, tus pecados son perdonados: El tratamiento de hijo expresa afecto y cariño. Parece que lo que él y sus amigos querían escuchar (cf. 2,10b-12) no era precisamente la declaración autoritativa del perdón de los pecados. La combinación de la curación (2,l-5a.l0b-12) y la controversia (2,5b-10a) tiene el objetivo de vincular causalmente la enfermedad y el peca(-)do, una vinculación que siempre rechazó Je(-)sús (cf. Lc 13,1-5; Jn 9,2-3). 6. algunos de los escribas: Estos escribas (cf. 1,22, en donde se pone a Jesús en contraste con los escribas) constituyen el primero de los cinco grupos de adversarios que se presentan en 2,1-3,6. 7. Él blasfema: Según algunos pasajes del AT (Éx 34,6-7; Is 43,25; 44,22), el único que puede per(-)donar los pecados es Dios. De acuerdo con el razonamiento de los escribas (aunque no lo di(-)cen directamente; cf. 2,6.8), la pretensión de Jesús de perdonar los pecados es catalogada como una blasfemia. De hecho, constituye una implícita pretensión de autoridad divina, que era perfectamente aceptable para los cristia(-)nos que leían el evangelio de Marcos. 9. qué es más fácil: Con toda seguridad era más fácil de(-)cir que los pecados son perdonados (puesto que no puede verificarse empíricamente) que decir al paralítico que se levantara y comenza(-)ra a andar (pues requiere una verificación em(-)pírica inmediata). En el relato de 2,1-12, que es claramente obra de Marcos, la curación fun(-)ciona como signo que da validez a la declara(-)ción del perdón. 10. el Hijo del hombre: Marcos utiliza esta frase muy a menudo (2,28; 8,31.38; 9,9; 12,31; 10,33.45; 13,26; 14,21.41.62), pero hemos de estudiar específicamente cada una de sus apariciones en el texto, pues la expre(-)sión ho huios tou anthrópou, «Hijo del hom(-)bre», funciona de modos diferentes. Aquí se refiere al Jesús terreno como representante de Dios (cf. 2,7), no a la humanidad en general o a un personaje escatológico (? Jesús, 78:38-41). dijo al paralítico: La misma frase que se encuentra en 2,5a; con ella se reanuda el rela(-)to de curación que había comenzado en 2,1-4.11. levántate, toma tu camilla: Jesús cura sola(-)mente mediante la palabra, un hecho que con(-)firma la autoridad de sus palabras sobre el perdón en 2,5b-10a. 12. todos quedaron mara(-)villados: Los relatos de milagro concluyen típi(-)camente con la descripción de la reacción de la gente. En nuestro texto, el término «todos» incluiría también a los escribas (2,6), otra in(-)dicación de que el relato está formado por dos unidades diferentes: 2,l-5a.l0b-12 y 2,5b-10a. En el contexto marcano, la gente queda asom(-)brada tanto por el poder de curación que tiene Jesús como por su pretensión de perdonar los pecados.

16 (b) Llamada de Leví (2,13-17). La pri(-)mera parte del pasaje (2,13-14) presenta la lla(-)mada al discipulado de un recaudador de im(-)puestos, y la segunda parte (2,15-17) es un relato de controversia que explica cómo Jesús podía permitir que lo siguieran tales personas. Es posible que ambas partes se encontraran de forma separada en la tradición premarcana. Los primeros cristianos podrían haber uti(-)lizado estos pasajes para explicar que hubiera entre ellos personas de dudosa reputación re(-)ligiosa y moral. 13. el mar: Cf. el comentario sobre 1,16. La llamada de Leví no sólo aconte(-)ce en aquel mismo lugar, sino que también Je(-)sús pasaba por allí (paragón) e invita a Leví a seguirle (akolouthei), dos términos clave en 1,16-20.14. Leví, el hijo de Alfeo: El paralelis(-)mo con 1,16-20 sugiere que Leví era uno de los Doce, pero en la lista que encontramos en 3,16-19 no aparece ningún apóstol que se lla(-)mara Leví. Algunos manuscritos resolvieron el problema cambiando su nombre por el de Santiago, el hijo de Alfeo (cf. 3,18). Mt 9,9 lo llama Mateo (cf. Mc 3,18). oficina de impues(-)tos: Leví era un recaudador de impuestos que estaba al servicio de Herodes Antipas. Estas personas eran sospechosas de corrupción eco(-)nómica y deslealtad a la causa judía (J. R. Donahue, CBQ 33 [1971] 39-61). 15. en su casa: Normalmente se considera que el banquete se celebró en la casa de Leví, aunque el texto aca(-)ba de presentarlo «siguiendo» a Jesús. Tal vez se tratara de la casa de Pedro (cf. 1,29.33; 2,2). muchos publicanos y pecadores: Los pecadores (hamartóloi) eran personas cuya profesión o estilo de vida les impedía observar de forma estricta la ley judía. Aunque es posible que al(-)gunos tuvieran un comportamiento inmoral público, el hecho de que se les llamara peca(-)dores obedecía más a criterios de tipo social que a un juicio moral. Al compartir la comida con este tipo de personas, Jesús ponía en prác(-)tica su predicación sobre la preparación para la llegada del reino de Dios (cf. 1,14-15). pues eran ya muchos los que lo seguían: Probable(-)mente, con este comentario entre paréntesis, el autor se refiere a «sus discípulos», no a «los publicanos y pecadores». Marcos nos ha con(-)tado la llamada de cinco hombres, pero da por sentado que Jesús llamó a muchos más. 16. los escribas de los fariseos: El término «escri(-)ba» se refiere a una profesión (cf. 2,6), mien(-)tras que ser fariseo significaba pertenecer a una asociación de personas piadosas. El grupo aquí mencionado pertenecía a ambos secto(-)res. Algunos manuscritos presentan a los es(-)cribas de los fariseos como seguidores de Je(-)sús. Los biblistas se preguntan qué estaban haciendo estos escribas en Galilea en la casa de un pecador (Leví). 17. los sanos: El primer dicho es un tópico filosófico; es tan lógico que no hay necesidad alguna de considerarlo co(-)mo un préstamo directo de otra procedencia. no he venido a llamar a justos, sino a pecado(-)res: Se llama al arrepentimiento para preparar el advenimiento del reino de Dios (1,14-15; cf. Lc 5,32). En esta perspectiva, la designación de estos escribas como «justos» es irónica; es decir, ellos se consideran justos, pero realmen(-)te no lo son, puesto que no logran reconocer a Dios como fuente de la auténtica justicia.

17 (c) LA CUESTIÓN SOBRE EL AYUNO (2,18-22). En esta ocasión, los adversarios son los discípulos del Bautista y los fariseos, y la con(-)troversia trata del ayuno. En la respuesta a su pregunta (2,18), Jesús se identifica con el «no(-)vio» mesiánico y afirma que su ministerio pú(-)blico era un tiempo muy especial (2,19a). A es(-)to le sigue la primera mención de su muerte (2,19b-20) y el consiguiente permiso para que los cristianos pudieran ayunar. Independiente(-)mente de cuál hubiera sido el contexto origi(-)nal de los dichos sobre el vestido y el vino (2,21-22), en nuestro texto sirven para crear una oposición entre las nuevas y las antiguas formas de práctica religiosa. Sin embargo, tal y como ahora lo encontramos, el tema central del pasaje no es la práctica religiosa sino la presentación de Jesús como el novio mesiáni(-)co; su ministerio público era un tiempo espe(-)cial en el que ya no resultaban adecuadas las antiguas prácticas religiosas. 18. los discípulos de Juan y los fariseos ayunan: El único ayuno que estaba estipulado por el AT era el del día de la expiación (Lv 16,29), pero los fariseos practicaban otros ayunos (cf. Lc 18,12), como, supuestamente, también hacían los discípulos del Bautista, pero tus discípulos no ayunan: En el debate subyace la idea de que los discípulos de Jesús no ayunaban durante su ministerio público, aunque Mt 6,16-18 da por supuesto que sí lo practicaban. 19. el novio: Es probable que, bajo la influencia de la presentación que hallamos en el AT de Yahvé como el esposo de Israel (Os 2,19; Is 54,4-8; 62,4-5; Ez 16,7-63), la aplicación de este término a Jesús tuviera connotaciones mesiánicas (cf. Jn 3,29; 2 Cor 11,2; Ef 5,32; Ap 19,7; 21,2. mientras el novio está con ellos: La razón fundamental por la que los discípulos de Jesús no ayunan es el ca(-)rácter especial que tenía el tiempo de su mi(-)nisterio terrenal. 20. cuando el novio les sea arrebatado: La alegoría mal disimulada sobre la muerte de Jesús y la autoridad que el logion tenía para justificar la práctica del ayuno de la Iglesia primitiva (cf. Did 8,1) ha llevado a que muchos especialistas consideren que 2,19b-20 fue una creación de la Iglesia primitiva. De to(-)dos modos, la alusión a la crucifixión de Jesús se encuentra en el centro de toda la serie de las cinco controversias. 21. un remiendo de paño nuevo: No hay nadie que haga esto, porque el remiendo nuevo encogería y el rasgón se haría más grande. Desconocemos cuál sería el con(-)texto original de este dicho y del siguiente. 22. vino nuevo en odres viejos: Tampoco hay nadie que haga esto, porque, al fermentar el vino, aumentaría su volumen y reventaría los viejos y frágiles odres. La estructura y la dinámica de los dos dichos de 2,21-22 es la misma; en am(-)bos casos, la finalidad es preservar tanto el re(-)miendo y el vestido como el vino y los odres.

18 (d) Trabajar en sábado (2,23-28).
Los fariseos se oponen a lo que interpretan como una infracción que los discípulos estaban co(-)metiendo contra ley que prohibía trabajar el día del sábado (2,23-24). Jesús les responde mediante una comparación con un episodio del AT (2,25-26) y haciendo una afirmación di(-)recta sobre el valor del sábado (2,27-28). El pa(-)saje habría servido como argumento defensivo con el que la Iglesia primitiva justificaba su li(-)bertad con respecto a la observancia del sába(-)do en sus debates con otros judíos mas rigo(-)ristas como los fariseos. La yuxtaposición de los dichos sobre el hombre y el Hijo del hom(-)bre en 2,27-28 da a la perícopa un clímax cris(-)tológico y fundamenta la práctica cristiana del sábado en la autoridad de Jesús. 23. sus discí(-)pulos comenzaron a arrancar espigas: Los fari(-)seos critican directamente a los discípulos, no a Jesús. Su delito no consistía simplemente en haberse excedido con respecto a la distancia que estaba permitida recorrer en sábado, sino en que estaban realizando una actividad que se interpretaba como trabajo, algo que estaba prohibido hacer el sábado. 24. los fariseos: No se explica por qué los piadosos fariseos perde(-)rían un día de sábado en espiar a Jesús y sus discípulos en un campo de Galilea. En todo caso, las diversas teorías con que las que se ha intentado su clarificación no han tenido en cuenta que el texto tiene la forma literaria de una controversia, no permitido en sábado: El mandamiento, que los discípulos habían que(-)brantado, prohibía cosechar en sábado: «Seis días tendrás para trabajar; el día séptimo des(-)cansarás; en tiempo de siembra y de siega» (Ex 34,21). Pero, con excepción de la idonei(-)dad temporal, todas las otras acciones estaban permitidas por Dt 23,25. 25. lo que hizo David: El relato que nos cuenta cómo David y sus compañeros comieron el pan de la presenta(-)ción (cf. 1 Sm 21,1-6) comparte las siguientes características con la acción de Jesús y sus dis(-)cípulos. En ambos episodios, los protagonis(-)tas quebrantan un mandamiento; el alimento prohibido sacia al hambriento; los incidentes involucran a un gran líder que permitió a sus seguidores que participaran en su acción. Pe(-)ro el punto central en cuestión -el quebranta(-)miento del sábadono está justificado por la analogía veterotestamentaria. 26. cuando Abiatar era el sumo sacerdote: Según 1 Sm 21, 1-2, el sumo sacerdote era Ajimélec, padre de Abiatar. Algunos manuscritos omiten la frase, armonizando así el relato marcano con Mt 12,4 y Lc 6,4. Sin embargo, apenas hay duda de que la lección original decía «Abiatar» (cf. C.S. Morgan, JBL 98 [1979] 409-10). el pan de la presentación: Según Lv 24,5-9, se colocaban doce tortas en dos hileras ante Dios, en la tien(-)da del encuentro, que, posteriormente, eran consumidas por los sacerdotes. Según 1 Sm 21,1-6, el sacerdote dio el pan sagrado a David porque no tenía otra clase de pan. David no lo tomó por la fuerza o por propia iniciativa. 27. el sábado fue hecho para el hombre: Este dicho, extraordinariamente radical, subordina la ob(-)servancia del sábado a las necesidades huma(-)nas (cf. 1,21-28; 3,1-6). Tanto Mt 12,1-8 como Lc 6,1-5 lo omiten, quizá porque iba demasia(-)do lejos. 28. El Hijo del hombre es señor del sá(-)bado: El carácter radical de 2,27 se atempera mediante la sugerencia de que el «hombre» para quien fue hecho el sábado era el Hijo del hombre, a quien Marcos identifica con Jesús (cf. comentario sobre 2,10).

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



Y después de algunos días volvió a entrar en Cafarnaúm. Y se oyó la voz de que estaba en una casa, y acudieron muchos, en tanto número, que no cabían ni dentro, ni aun fuera delante de la puerta; y El les anunciaba la palabra de Dios. Entonces llegaron unos conduciendo a cierto paralítico, que llevaban entre cuatro. Y no pudiendo presentárselo a causa del gentío que estaba alrededor, descubrieron el techo por la parte bajo la cual estaba Jesús, y por su abertura descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Estaban allí sentados algunos de los escribas, y decían en su interior: "¿Qué es lo que éste habla? ¡Este hombre blasfema! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?" Mas como Jesús penetrase al momento con su espíritu esto mismo que interiormente pensaban, díceles: "¿Por qué pensáis esto dentro de vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate, toma tu camilla, y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados: "Levántate (dijo al paralítico): A ti digo: coge tu camilla, y vete a tu casa". Y al instante se puso en pie, y cargando con su camilla, se marchó a vista de todo el mundo; de forma que todos estaban pasmados, y dando gloria a Dios decían: "Jamás habíamos visto cosa semejante". (vv. 1-12)

Beda
Porque la misericordia divina no abandona ni aun a los hombres carnales, antes bien les concede la gracia de visitarlos, para que por ella puedan hacerse espirituales. Desde el desierto vuelve el Señor a la ciudad. "Y entró de nuevo en Cafarnaúm, etc."

San Agustín, de consensu Evangelistarum, 2, 25
San Mateo (9,2) habla del milagro que sigue como ocurrido en la ciudad del Señor y San Marcos en la de Cafarnaúm; pero lo que ofrece verdadera dificultad es resolver si San Mateo la llama también Nazaret. Mas como la misma Galilea podría llamarse la ciudad de Cristo, porque Nazaret estaba en Galilea, ¿quién podrá dudar que el Señor hiciera este milagro en su ciudad, cuando lo hizo en Cafarnaúm, ciudad de Galilea? Y sobre todo siendo tan notable Cafarnaúm en Galilea, que se la consideraba como su capital. O bien omite San Mateo lo que ocurrió desde que llegó a su ciudad hasta que fue a Cafarnaúm, y así, después de decir que llegó a su ciudad, añade hablando del paralítico curado. "Y he aquí que le presentaban un paralítico".

San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, 30
O tal vez San Mateo llama a Cafarnaúm su ciudad, porque iba allí con frecuencia y hacía muchos milagros en ella.
"Y corriendo la voz de que estaba en la casa, acudieron muchos, etc.". El deseo de oír superaba al trabajo que costaba acercarse. Después introducen al paralítico, de quien dicen San Mateo y San Lucas: "Entonces llegaron unos conduciendo a cierto paralítico, que llevaban entre cuatro". Al encontrar obstruida la puerta por la multitud, no pudieron introducirlo de ningún modo por ella. Esperando, pues, los que lo llevaban que podría merecer la gracia de su cura, descubrieron el techo y, levantando la camilla, la introdujeron con el paralítico hasta ponerla delante del Salvador. Y añade: "Y no pudiendo presentárselo, etc.". Viendo Jesús, continúa, la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Es de notar que no dijo la fe del paralítico, sino la de los que lo llevaban, pues a veces ocurre que alguno recobra la salud por la fe de otro.

Beda
Ciertamente es digno de meditación cuánto debe valer para Dios la propia fe de cada uno, cuando vale tanto la ajena, que por ella se levanta un hombre de repente curado interior y exteriormente, y por el mérito de unos se perdonan a otros sus pecados.

Teofilacto
Vio también la fe del mismo paralítico, puesto que él no hubiera dejado que le llevasen si no hubiese tenido fe en la cura.

Beda
Para curar, pues, a aquel hombre de la parálisis, el Señor empezó por desatar los lazos de sus pecados. De este modo le manifestó que a causa de ellos estaba sufriendo la inutilización de sus miembros, cuyo uso no podía recobrar sino desatando aquellos lazos. ¡Admirable humildad! Llama hijo a este hombre menospreciado y débil, cuyas fibras todas se hallaban relajadas y a quien los sacerdotes no se dignaban tocar ni ligeramente. Lo llama hijo con verdad, porque le son perdonados sus pecados.
"Estaban allí sentados algunos de los escribas, y decían en su interior: ¿Qué es lo que éste habla? Este hombre blasfema".

San Cirilo de Alejandría
Lo acusan de blasfemia, precipitando así su sentencia de muerte, porque mandaba la ley que fuese castigado de muerte cualquiera que blasfemase. Y lanzaban sobre El esta sentencia, porque se atribuía la potestad divina de perdonar los pecados: "¿Quién puede perdonar los pecados, continúa, sino sólo Dios?" El que es único juez de todos es, pues, el que tiene potestad de perdonar los pecados.

Beda
El que perdona también por medio de aquéllos a quienes dio poder de perdonar. Por lo tanto se prueba que Cristo es verdaderamente Dios, porque puede como Dios perdonar los pecados. Se engañan los judíos quienes creyendo que el Cristo es Dios y que puede perdonar los pecados, no creen, sin embargo, que sea Jesús. Pero se engañan aún más los arrianos que obligados por las palabras del Evangelio, no se atreven a negar que Jesús es el Cristo, y que puede perdonar los pecados, pero sin embargo no temen negar que es Dios. Mas deseando salvar a estos hombres maliciosos, manifiesta que es Dios por el conocimiento que tiene de las cosas ocultas y por el poder de sus obras. Por esto dice: "Mas como Jesús penetrase al momento con su espíritu esto mismo que interiormente pensaban, díceles: ¿Qué andáis revolviendo esos pensamientos en vuestros corazones?" En lo cual manifiesta Dios, que es quien puede conocer los secretos del corazón y habla en cierta manera callando: con la misma majestad y poder con que veo vuestros pensamientos, puedo perdonar a los hombres sus delitos.

Teofilacto
Pero aunque fueron revelados sus pensamientos, no obstante permanecen insensibles, no admitiendo que pueda perdonar los pecados el que conoce sus corazones. Por esto el Señor certifica la cura del espíritu por la del cuerpo; demostrando por lo visible lo invisible, lo más difícil por lo fácil, aunque no lo crean ellos así. Porque los fariseos suponían más difícil sanar el cuerpo, como cosa manifiesta que es, y más fácil la cura del espíritu, como invisible que es la medicina. Así es que discurrían de este modo: he aquí que renuncia a curar el cuerpo y cura el espíritu invisible. Y es claro que, si hubiese podido, hubiera curado el cuerpo y no se hubiera refugiado en lo invisible. Pero el Salvador, mostrando que puede hacer ambas cosas, dice: "¿Qué es más fácil?" Es como si dijera: curando el cuerpo, que aunque os parezca más difícil es en realidad más fácil, yo os mostraré la curación del espíritu, que es la que verdaderamente ofrece dificultad.

Pseudo-Crisóstomo
Y porque es más fácil decir que hacer, existía aún la oposición, porque todavía no se había hecho notoria la obra. Por esto dice: "Pues para que sepáis", etc. Esto es como si dijera: puesto que desconfiáis de las palabras, consumaré la obra que ha de confirmar lo invisible. Dice, pues, expresamente: "Potestad en la tierra de perdonar los pecados", para demostrar que a su potestad divina se ha unido de un modo indivisible la naturaleza humana. Porque, aunque se ha hecho hombre, sigue siendo el Verbo de Dios. Y por más que esté en la tierra en trato con los hombres, no deja por eso de hacer milagros y de conceder la remisión de los pecados. La humanidad, pues, no disminuye en nada las propiedades de la Divinidad, ni la Divinidad impide que el Verbo de Dios verdadera e inmutablemente se haga Hijo del hombre, según la carne.

Teofilacto
Y dice: "Coge tu camilla" para hacer más evidente el milagro, mostrando que no es cosa que se opere en la fantasía, sino un hecho positivo y patente. Y para demostrar a la vez que no sólo curaba, sino que devolvía la fuerza al enfermo. Así, no solamente separa a los hombres del pecado, sino que les da virtud para cumplir los mandamientos.

Beda
Hace un milagro visible para probar otro invisible, aunque sea obra de igual poder el curar los vicios del cuerpo y los del espíritu, por lo cual dice: "Y al instante se puso en pie, y cargando con su camilla, se marchó a vista de todo el mundo".

San Juan Crisóstomo
Primeramente curó perdonando los pecados, que era por lo que había venido, esto es, por el espíritu. Y para que no dudasen los incrédulos, hace un milagro manifiesto para confirmar la palabra con la obra y para demostrar el milagro oculto, o sea la cura del espíritu por la medicina del cuerpo.

Beda
Se podría entender también que el pecado puede ser causa de enfermedades del cuerpo. Tal vez por ello se perdonan antes los pecados, 1 a fin de restituir la salud plena. Principalmente son cinco las causas de las enfermedades que afligen a los hombres: la de aumentar sus méritos, como aconteció con Job (cap. 1) y los mártires; la de conservar su humildad, de lo que es ejemplo San Pablo combatido por Satanás (2Cor, 12); la de que conozcamos nuestros pecados y nos enmendemos, como sucedió a María, hermana de Moisés (Núm 12) y a este paralítico; la de la mayor gloria de Dios, como ocurrió con el ciego de nacimiento (Jn 9) y con Lázaro (Jn 11); y la que es, en fin, un principio de condenación, como se demuestra en Herodes (Hch 12) y en Antíoco (2Mac 9). Digna de admiración es, pues, la virtud del poder divino, que hace que a la orden del Salvador acompañe instantáneamente la cura. "De forma que todos estaban pasmados", etc.

Víctor Antiqueno
No dando importancia a la remisión de los pecados, que era lo más importante, se admiran tan sólo de lo que salta a la vista, o sea de la cura del cuerpo.

Teofilacto
No es éste el paralítico de cuya cura habla San Juan: a aquél no lo acompañaba nadie, en tanto que a éste lo llevaban cuatro hombres; el primero fue curado en la piscina probática, 2 el último en una casa (Jn 5). Es el mismo pues, cuya cura refieren San Mateo y San Marcos. En sentido místico, Cafarnaúm, en donde está ahora Cristo, significa casa de consuelo; esto es, en la Iglesia, que es la casa del paralítico.

Beda
Predicando el Señor en la casa, son muchos los que por el gentío no pueden ni llegar a la puerta, porque ni siquiera pudieron, predicando en Judea, entrar a oírle los gentiles. A estos, aunque hallándose fuera, dirigió su palabra por medio de predicadores.

Pseudo-Jerónimo
La parálisis es imagen del entorpecimiento por el cual yace el perezoso en las comodidades de la carne, deseando la salud.

Teofilacto
Si, pues, relajadas las potencias del espíritu, voy yo al bien como el pecador paralítico y soy conducido hasta Cristo por los cuatro Evangelistas, entonces oiré las palabras: "Hijo, tus pecados te son perdonados", porque se hace hijo de Dios el que cumple sus mandamientos.

Beda
O porque son cuatro las virtudes con las que se eleva el hombre confiando en hacerse digno de recobrar la salud y a las que llaman algunos prudencia, fortaleza, templanza y justicia. Desean, pues, presentar al paralítico a Cristo, pero la turba que se interpone les cierra por todas partes el paso, porque muchas veces el hombre, deseando renovarse por medio de la gracia divina después de luchar con la enfermedad del cuerpo, se ve detenido por el obstáculo que le oponen antiguas costumbres. Muchas veces también, en medio de las dulzuras de la oración mental y de un tierno coloquio con el Señor, interviniendo una multitud de pensamientos, embotan el entendimiento para que no pueda ver a Cristo. Por tanto, no debemos detenernos en los lugares bajos, en que se agitan las turbas, sino subir al techo de la casa, esto es, desear elevarnos a la sublimidad de la Sagrada Escritura y meditar la ley del Señor.

Teofilacto
¿Mas de qué modo seré llevado a Cristo si no se abre el techo? El techo es el entendimiento, que se sobrepone a todo lo que hay en nosotros. Este tiene mucho de tierra en cuanto a los ladrillos quebradizos, o sea, las cosas terrenas; pero si se levantan éstas, entonces brilla en nosotros con toda su fuerza la luz del entendimiento. Después de esto sometámonos, mejor dicho, seamos humildes, porque conviene que no nos envanezcamos de ver libre a nuestro entendimiento, sino que seamos muy humildes.

Beda
O bien el enfermo baja por la abertura del techo, porque aclarados los misterios de las Escrituras se llega al conocimiento de Cristo; esto es, se baja a su humildad por una fe piadosa. Que el enfermo sea depositado en tierra con la camilla significa que Cristo debe ser conocido por el hombre, aún constituido en carne mortal. El levantarse de la camilla es apartarse el hombre de los deseos carnales entre los que yacía enfermo. El coger la camilla da a entender que la misma carne orientada por el freno de la continencia, se aparta de los deleites terrenos con la esperanza de los premios celestiales. El irse a su casa tomando la camilla es volver al paraíso. O bien: el enfermo curado vuelve la camilla a su casa, cuando el espíritu, después de recibir la remisión de los pecados, se consagra con su mismo cuerpo a la vigilancia interior.

Teofilacto
Importa también llevar la camilla, esto es, el cuerpo, a hacer el bien. Entonces podremos llegar a la contemplación de modo que digamos en nuestro pensamiento: Nunca hemos visto, es decir, nunca hemos entendido como ahora que hemos sido curados de la parálisis, porque el que ha sido purificado de sus pecados ve con más claridad.

Notas
1. La idea de buscar en el pecado la causa de las enfermedades corresponde a la mentalidad hebrea de aquel tiempo. El Señor Jesús claramente manifiesta su desacuerdo con ella (ver Jn 9).
2. Piscina en Jerusalén donde se lavaban los enfermos (Ver Jn 5).


King James Version (KJVO) (1611)



Chapter II.

1 Christ healeth one sicke of the palsie, 14 calleth Matthew from the receit of Custome, 15 eateth with Publicanes, and sinners, 18 excuseth his disciples for not fasting, 23 and for plucking the eares of corne on the Sabbath day.

[Sinnes forgiuen.]

1 And againe [ Mat_9:1 .] hee entred into Capernaum after some dayes, and it was noysed that he was in the house.
2 And straightway many were gathered together, insomuch that there was no roome to receiue them, no not so much as about the doore: and he preached the word vnto them.
3 And they come vnto him, bringing one sicke of the palsie, which was borne of foure.
4 And when they could not come nigh vnto him for preasse, they vncouered the roofe where he was: and when they had broken it vp, they let downe the bed wherin the sick of the palsie lay.
5 When Iesus saw their faith, hee said vnto the sicke of the palsie, Sonne, thy sinnes be forgiuen thee.
6 But there were certaine of the Scribes sitting there, and reasoning in their hearts,
7 Why doeth this man thus speake blasphemies? [ Job_14:4 ; Isa_43:25 .] Who can forgiue sinnes but God onely?
8 And immediatly, when Iesus perceiued in his Spirit, that they so reasoned within themselues, he said vnto them, Why reason ye these things in your hearts?
9 Whether is it easier to say to the sicke of the palsie, Thy sinnes be forgiuen thee: or to say, Arise, and take vp thy bed and walke?
10 But that yee may know that the Sonne of man hath power on earth to forgiue sinnes, (Hee saith to the sicke of the palsie,)
11 I say vnto thee, Arise, & take vp thy bed, & goe thy way into thine house.
12 And immediatly he arose, tooke vp the bed, and went foorth before them all, insomuch that they were all amazed, and glorified God, saying, Wee neuer saw it on this fashion.
13 And he went foorth againe by the sea side, and all the multitude resorted vnto him, and he taught them.
14 [ Mat_9:9 .] And as he passed by, he saw Leui the son of Alpheus sitting [ Or, at the place where the Custome are receive,] at the receit of Custome, and said vnto him, Follow me. And he arose, and followed him.
15 And it came to passe, that as Iesus sate at meate in his house, many

[When to fast.]

Publicanes and sinners sate also together with Iesus and his disciples: for there were many, & they followed him.
16 And when the Scribes and Pharisees saw him eate with Publicanes and sinners, they said vnto his disciples, How is it that hee eateth and drinketh with Publicanes and sinners?
17 When Iesus heard it, he saith vnto them, They that are whole, haue no need of the Physition, but they that are sicke: I came not to call the righteous, but sinners to repentance.
18 [ Mat_9:14 Luk_5:32 .] And the disciples of Iohn, and of the Pharisees vsed to fast; and they come, and say vnto him, Why doe the disciples of Iohn, and of the Pharisees fast, but thy disciples fast not?
19 And Iesus said vnto them, Can the children of the bride-chamber fast, while the Bridegrome is with them? As long as they haue the Bridegrome with them, they cannot fast.
20 But the dayes will come, when the Bridegrome shall bee taken away from them, and then shall they fast in those dayes.
21 No man also soweth a piece of [ Or, raw, or vnwrought.] new cloth on an old garment: else the new piece that filled it vp, taketh away from the old, & the rent is made worse.
22 And no man putteth new wine into old bottles, else the new wine doeth burst the bottles, and the wine is spilled, and the bottles will bee marred: But new wine must bee put into new bottles.
23 [ Mat_12:1 .] And it came to passe, that he went thorow the corne fields on the Sabbath day, & his disciples began as they went, to plucke the eares of corne.
24 And the Pharisees saide vnto him, Behold, why do they on the Sabbath day that which is not lawfull?
25 And he said vnto them, Haue ye neuer read what Dauid did, when hee had need, and was an hungred, he, and they that were with him?
26 How hee went into the house of God in the dayes of Abiathar the high Priest, and did eate the Shew-bread, which is not lawfull to eate, but for the Priests, and gaue also to them which were with him?
27 And hee said vnto them, The Sabbath was made for man, and not man for the Sabbath:
28 Therefore the Sonne of man is Lord also of the Sabbath.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



La sanidad de un paralítico (ver Mat. 9:1-8; Luc. 5:17-26). El relato que sigue no revela los resultados de las acciones que realizó el leproso sanado. Cuando Jesús se aventuró a volver a Capernaúm, la casa se abarrotó de gente, supuestamente por aquellos que querían ser sanados. Sin embargo, él siguió predicándoles las buenas nuevas, ya que ése era su propósito. Por lo tanto, le puede haber causado la tentación de sentir irritación cuando cuatro hombres, deseosos de ver sano a un amigo, lo bajaron por el techo que habían descubierto justo enfrente de él durante su enseñanza. Jesús sólo vio la fe. Nunca habría hecho alguna sanidad sin fe, fuera por parte del paciente o de otros. Aquellos cuatro amigos pueden haber pensado que harían volver a Jesús de su prédica inútil a la sanidad práctica. En vez de sanarlo de inmediato, Jesús le perdonó sus pecados públicamente. Podemos imaginarnos la desilusión de aquellos hombres. Jesús vio que esto era lo que más deseaba y le hacía más falta a aquel enfermo. El nunca dijo que toda enfermedad estuviera relacionada direc tamente con el pecado, como lo creía la mayoría de los judíos, y aun algunos cristianos todavía lo creen. La mayoría de los médicos de hoy está de acuerdo en que muchas enfermedades se relacionan indirectamente con nuestro es tado mental y que un sentido de culpabilidad subyace en algunos malestares. Es posible que en este caso fuera así.

El relato podría haber terminado aquí (ya que en el gozo del perdón de los pecados, al hombre no le podría haber importado si fuese sanado físicamente o no) si no hubiera sido por algunos de los escribas que estaban allí. Estos, correctamente, se dijeron a sí mismos que sólo Dios puede perdonar pecados, de manera que Jesús estaba blasfemando, asumiendo ese derecho para sí. No se les ocurrió preguntar si él era más que mero hombre. Los Evangelios no acallan la perspicacia de Jesús, y él, conociendo sus pensamientos no expresados, preguntó algo muy obvio: ¿Sería más fácil perdonar pecados o rea lizar la sanidad? La respuesta que no fue expresada era que no había manera de comprobar la realidad del perdón, pero era fácil comprobar la realidad de la sanidad. Para comprobar que él tenía el poder para perdonar, y como una señal del reino, Jesús sanó al paralítico. Contra esto no podía haber argumento. Nuevamente, lo que siguió fue asombro pero, aparentemente, no produjo fe en él.

Jesús se refirió a sí mismo indirectamente como el Hijo del Hombre, lo que resulta deliberadamente vago. En Mar. esta es la manera usual de Jesús al describirse a sí mismo. Este título podría usarse de di versas maneras, p, ej. ya sea refiriéndose al hombre mortal (a manera de representante de la humanidad), o haciendo eco de la figura celestial de Dan 7:13, bajando del cielo para ejercer su gobierno.

Con eso comienza otro tema en Mar.: la oposición de los dirigentes religiosos hacia Jesús. Así como rechazaron a Juan, rechazarían a Jesús. El pueblo común, no cegado por los prejuicios, oía las dos cosas y recibía las buenas nuevas.

Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)



2. " La Palabra": ver nota Mat_13:20.

6. " Escribas": ver nota Mat_2:4.

10. "Hijo del hombre": ver nota Mat_8:20.

15. "Su casa": según Luc_5:29, se trata de la casa de Leví o Mateo.

"Publicanos": ver nota Mat_5:46. "Pecadores": ver nota Mat_9:11.

16. "Fariseos": ver nota Mat_3:7.

19. Los "amigos del esposo": ver nota Mat_9:15.

21-22. Ver nota Mat_9:16-17.

26. "Panes de la ofrenda": ver nota Mat_12:3-4.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*2:1-3:6 Este conjunto, muy bien construido, incluye cinco controversias de Jesús con los escribas y los fariseos: la primera (Mar 2:1-12) y la última (Mar 3:1-6) parten de un milagro de Jesús; en la segunda (Mar 2:13-17) y en la cuarta (Mar 2:23-27) intervienen los discípulos, y en la central (Mar 2:18-22) se recogen sobre todo palabras de Jesús. El conflicto va creciendo de tal modo que los enemigos deciden al final eliminar al Maestro de Nazaret (Mar 3:6).

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[o] El Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados. Para entender esta palabra, hay que preguntarse primero si la pronunció el mismo Jesús y si la pronunció en ese momento. Es un hecho que se encuentra igual en los tres evangelios sinópticos: seguramente formaba parte de la tradición primitiva. Se la comprenderá mejor si se recuerda que los judíos de ese tiempo no pronunciaban comúnmente el nombre de Dios sino que decían "los Cielos". Los que criticaban a Jesús muy probablemente dijeron: "¿Quién puede perdonar sino los Cielos?" y Jesús respondió: "Pero en la tierra el Hijo del Hombre tiene poder..." tal como se dice en Mt 16,19 y 18,18. En la religión judía nadie tenía poder para perdonar los pecados; el sacerdote sólo podía constatar que no había habido pecado o que el pecado había sido reparado por la restitución o el sacrificio. Lo que Jesús afirma en primer lugar y que todo el mundo puede comprender es el perdón concedido en la tierra y que Dios ratifica; pero lo dice de tal modo que se atribuye a sí mismo una autoridad que nadie se atrevería a reclamar.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

El evangelista hace revivir la escena: el eco de la llegada de Jesús, la aglomeración de la gente, el boquete en el techo, etc. El evangelio nos descubre de una manera nueva el sentido salvador de la actuación de Cristo: sana el cuerpo de las enfermedades y al espíritu de los pecados. Además, se destacan con fuerza algunas enseñanzas: el poder divino de Jesús que perdona los pecados, conoce los pensamientos de los escribas y cura al paralítico (vv. 5.8.11), y la fe operativa de los amigos del paralítico que lo llevan hasta Jesús venciendo los obstáculos (vv. 3-5). «El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdonó los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo, quiso que su Iglesia continuase, con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso en sus propios miembros. Ésta es la finalidad de los dos sacramentos de curación: del sacramento de la Penitencia y de la Unción de los enfermos» (CCE 1421).



La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Sana a un paralítico. Marcos reúne en un solo bloque (2,1-3,6) cinco controversias con los más fuertes opositores de Jesús y de las primeras comunidades cristianas (escribas, fariseos, discípulos de Juan, herodianos). La Buena Noticia que alegra a los marginados, asusta a las autoridades religiosas y políticas.
En este pasaje Marcos reúne una tradición de milagro y otra de controversia. El texto destaca la solidaridad y la fe de cuatro amigos y un paralítico, que a toda costa buscan estar cerca de Jesús. Los obstáculos insinúan lo que tendrán que superar las comunidades cristianas para no dejarse alejar de Jesús. ¿Por qué antes de sanar al paralítico Jesús le perdona los pecados? La razón es simple: de nada le sirve al reino, personas, familias, o pueblos, sanos por fuera cuando por dentro su conciencia sigue enferma de codicia y egoísmo. Jesús busca que el paralítico no sólo tenga sus pies sanos, sino una conciencia y una vida nueva.

Greek Bible (Septuagint Alt. Versions + SBLGNT Apparatus)

ἐπὶ τῆς γῆς ἀφιέναι ἁμαρτίας Treg ] ἀφιέναι ἁμαρτίας ἐπὶ τῆς γῆς WH NA28; ἀφιέναι ἐπὶ τῆς γῆς ἁμαρτίας RP

Nuevo Testamento México (Centro Bíblico Hispano Americano, 1992)

 

Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados sobre la tierra, dice al paralítico: ¡Tú; levántate, carga con tu camilla y anda a tu casa! (Mar 2:10-11).

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 2.5-7 Cf. Lc 7.48-49.

[2] 2.18 Cf. 2 Cr 20.3; Jl 2.12-15.

[3] 2.26 Lv 24.9.

[4] 2.25-26 1 S 21.1-6. Abiatar fue sumo sacerdote durante el reinado de David (2 S 15.35); según 1 S 21.1 y 22.20, Ahimélec, padre de Abiatar, era sacerdote en la ocasión mencionada.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

— Hijo del hombre: Ver nota a Mat 8:20.

Biblia Textual IV (Sociedad Bíblica Iberoamericana, 1999)

ver nota Mar 2:7.

Nueva Traducción Viviente (Tyndale House, 2009)

«Hijo del Hombre» es un título que Jesús empleaba para referirse a sí mismo.