Jueces 6 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 40 versitos |
1 ° Los hijos de Israel obraron mal a los ojos del Señor y él los entregó durante siete años en manos de Madián.
2 Madián dejó sentir su poder sobre Israel y, por su causa, los hijos de Israel se refugiaron en las cavernas que hay en los montes, en las cuevas y en los riscos.
3 Cada vez que Israel sembraba, Madián, Amalec y los hijos de Oriente subían contra él.
4 Acampaban frente a ellos y saqueaban la cosecha del país hasta la entrada de Gaza. Y no dejaban víveres en Israel, ni oveja, ni buey, ni asno.
5 Pues subían con sus ganados y sus tiendas, numerosos como langostas. Ellos y sus camellos eran innumerables, y llegaban al país para devastarlo.
6 Israel se empobreció muchísimo a causa de Madián y los hijos de Israel clamaron al Señor.
7 En cuanto los israelitas clamaron al Señor por causa de Madián,
8 les mandó un profeta, que les dijo: «Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo os hice subir de Egipto y os saqué de la casa de la esclavitud.
9 Os libré de la mano de los egipcios y de todos vuestros opresores; los expulsé delante de vosotros y os entregué su país.
10 Os dije: yo soy el Señor, vuestro Dios, no veneréis a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis, pero no escuchasteis mi voz”».
11 Vino, entonces, el ángel del Señor y se sentó bajo el terebinto que hay en Ofrá, perteneciente a Joás, de los de Abiezer. Su hijo Gedeón estaba desgranando el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas.
12 Se le apareció el ángel del Señor y le dijo: «El Señor esté contigo, valiente guerrero».
13 Gedeón respondió: «Perdón, mi señor; si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha sucedido todo esto? ¿Dónde están todos los prodigios que nos han narrado nuestros padres, diciendo: el Señor nos hizo subir de Egipto? En cambio ahora, el Señor nos ha abandonado y nos ha entregado en manos de Madián».
14 El Señor se volvió hacia él y le dijo: «Ve con esa fuerza tuya y salva a Israel de las manos de Madián. Yo te envío».
15 Gedeón replicó: «Perdón, mi Señor, ¿con qué voy a salvar a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés y yo soy el menor de la casa de mi padre».
16 El Señor le dijo: «Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como a un solo hombre».
17 Gedeón insistió: «Si he hallado gracia a tus ojos, dame una señal de que eres tú el que estás hablando conmigo.
18 Te ruego que no te retires de aquí hasta que vuelva a tu lado, traiga mi ofrenda y la deposite ante ti». El Señor respondió: «Permaneceré sentado hasta que vuelvas».
19 Gedeón marchó a preparar un cabrito y panes ácimos con unos cuarenta y cinco kilos de harina. Puso la carne en un cestillo, echó la salsa en una olla, lo llevó bajo la encina y se lo presentó.
20 El ángel de Dios le dijo entonces: «Coge la carne y los panes ácimos, deposítalos sobre aquella peña, y vierte la salsa». Así lo hizo.
21 El ángel del Señor alargó la punta del bastón que tenía en la mano, tocó la carne y los panes ácimos, y subió un fuego de la peña que consumió la carne y los panes ácimos. Después el ángel del Señor desapareció de sus ojos.
22 Cuando Gedeón reconoció que se trataba del ángel del Señor, dijo: «¡Ay, Señor mío, Señor, que he visto cara a cara al ángel del Señor!».
23 El Señor respondió: «La paz contigo, no temas, no vas a morir».
24 Gedeón erigió allí un altar al Señor y lo llamó «el Señor paz». Todavía hoy existe en Ofrá de Abiezer.
25 Aquella noche le dijo el Señor: «Coge el novillo adulto de tu padre y el novillo de siete años del segundo parto, derriba el altar de Baal, propiedad de tu padre, y tala la Asera que está sobre él.
26 Erige luego un altar en hilera al Señor, tu Dios, en lo alto de esa fortificación. Coge el novillo del segundo parto y ofrécelo en holocausto con la leña de la Asera que hayas talado».
27 Gedeón escogió diez de sus siervos e hizo como le había ordenado el Señor. Ahora bien, lo llevó a cabo de noche y no de día, por miedo a la casa de su padre y a los hombres de la ciudad.
28 Cuando los hombres de la ciudad se levantaron temprano, encontraron demolido el altar de Baal, talada la Asera que había sobre él, y el novillo del segundo parto ofrecido sobre el altar levantado.
29 Se dijeron unos a otros: «¿Quién ha hecho tal cosa?». Hicieron averiguaciones y consultas, que les llevaron a concluir: «Gedeón, hijo de Joás, hizo tal cosa».
30 Los hombres de la ciudad dijeron a Joás: «Saca a tu hijo para que muera, pues ha demolido el altar de Baal y ha talado la Asera que había sobre él».
31 Joás respondió a todos cuantos se encontraban ante él: «¿Acaso pretendéis defender a Baal? ¿Es que vais a salvarlo vosotros? El que intente defenderlo morirá antes del amanecer. Si es dios, que se defienda a sí mismo, pues se ha demolido su altar».
32 Por eso, aquel día le pusieron a Gedeón el nombre de Jerubaal, diciendo: «Que luche Baal con él, puesto que ha demolido su altar».
33 Madián, Amalec y los hijos de Oriente se juntaron a una, cruzaron el Jordán y acamparon en el valle de Yezrael.
34 El espíritu del Señor revistió a Gedeón, que tocó el cuerno, y Abiezer se incorporó tras él.
35 Despachó mensajeros a todo Manasés, que también se le unió. Despachó mensajeros a Aser, a Zabulón y a Neftalí, y subieron a su encuentro.
36 Gedeón dijo a Dios: «Si vas a ser tú el que salve a Israel por mi mano, según has dicho,
37 mira, voy a dejar un vellón de lana en la era. Si cae rocío únicamente sobre el vellón, y todo el suelo queda seco, sabré que salvarás a Israel por mi mano, tal y como has dicho».
38 Así ocurrió. Se levantó de madrugada, estrujó el vellón y exprimió el rocío del vellón, llenando una cazuela de agua.
39 Gedeón dijo a Dios: «No se encienda tu ira contra mí, si hablo una vez más. Permíteme que pruebe solo otra vez con el vellón. Quede seco solo el vellón, mientras que en todo el suelo haya rocío».
40 Y así lo hizo el Señor aquella noche. Quedó únicamente seco el vellón y cayó rocío en todo el suelo.

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Introducción a Jueces

JUECES

El libro de los Jueces está incluido en la Biblia Hebrea en los «Profetas Antiguos», mientras que la cristiana le dio cabida entre los «Libros Históricos». El título evoca las doce figuras de los «jueces», a los que hay que entender no conforme a nuestra mentalidad sino a la de la época, es decir, como a personas dotadas de autoridad y amplios poderes sobre un territorio o diversos clanes, que desempeñaban entre sus funciones de gobierno tanto las de orden militar como las de ámbito judicial o espiritual.

Los tres primeros capítulos del libro (Jue 1:1 - Jue 3:6) son una introducción, que resume el asentamiento de las tribus y ofrece varias reflexiones en torno al contacto de las mismas con la cultura y la religión cananeas. Los capítulos centrales (Jue 3:7 - Jue 16:31) entran de lleno en el complejísimo entramado de la convivencia de las tribus con las gentes de su entorno, y están orientados por la clave interpretativa del comienzo. Los capítulos finales (Jue 17:1 - Jue 21:25) añaden dos episodios más al panorama de la época: uno expone a las claras el sincretismo religioso, en Dan, y el otro deja al descubierto la depravación moral a la que se llegó en algún momento.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Jueces 6,1-40*3:7-16:31 Las diversas tribus vivieron dramáticamente la tensión entre el abandono de Dios y el sometimiento a otros pueblos en espera de la llegada de un salvador. En esta parte central se repite hasta siete veces el mismo esquema relativo a los hechos con diferentes jueces y enemigos, pero latiendo siempre el mismo problema religioso. Las actuaciones de un buen número de jueces quedan enmarcadas en un esquema teológico común: Los israelitas obraron mal a los ojos del Señor, provocando que los entregara o vendiera en manos de un enemigo; pero clamaron al Señor, que les suscitó un salvador y entregó en sus manos al enemigo; así que el país estuvo en paz algunos años.


Jueces 6,1-40*6-9 Comienza el ciclo de Gedeón (Jue 6:6-8) y la historia de su hijo Abimélec (Jue 6:9). Las dificultades que creó en su época la expansión de los madianitas -unas veces aliados y otras, enemigos de Israel- las interpreta un profeta de acuerdo con las reflexiones de Jue 2:1-23: los sufrimientos de entonces eran la consecuencia de haber hecho oídos sordos a los mandatos del Señor (Jue 6:7-10).