1 ¡Qué aflicción les espera a ustedes, asirios, que han destruido a otros* pero nunca han sido destruidos! Traicionan a los demás, pero nunca han sido traicionados. Cuando terminen de destruir, serán destruidos. Cuando terminen de traicionar, serán traicionados. |
2 Pero tú, SEÑOR, ten misericordia de nosotros, porque hemos esperado en ti. Sé nuestro brazo fuerte cada día y nuestra salvación en los tiempos difíciles. |
3 El enemigo corre al sonido de tu voz; cuando te pones en pie, ¡las naciones huyen! |
4 Así como la oruga y la langosta despojan los campos y las vides, de la misma forma será despojado el ejército caído de Asiria. |
5 Aunque el SEÑOR es muy grande y vive en el cielo hará de Jerusalén* el hogar de su justicia y rectitud. |
6 En aquel día, él será tu cimiento seguro, y te proveerá de una abundante reserva de salvación, sabiduría y conocimiento; el temor del SEÑOR será tu tesoro. |
7 Pero ahora tus valientes guerreros lloran en público; tus embajadores de paz lloran con amarga desilusión. |
8 Tus caminos están abandonados; ya nadie viaja por ellos. Los asirios rompieron su tratado de paz y no les importan las promesas que hicieron delante de testigos;* no le tienen respeto a nadie. |
9 La tierra de Israel se marchita con el duelo; el Líbano se seca a causa de la vergüenza. La llanura de Sarón es ahora un desierto; Basán y el Carmelo han sido saqueados. |
10 Pero el SEÑOR dice: «Ahora me levantaré; ahora mostraré mi poder y mi fuerza. |
11 Ustedes, los asirios, no producen más que hierba seca y rastrojos; su propio aliento se convertirá en fuego y los consumirá. |
12 Su pueblo será totalmente quemado, como los espinos que se cortan y se echan al fuego. |
13 ¡Escuchen lo que yo hice, naciones lejanas! ¡Y ustedes que están cerca, reconozcan mi poder!». |
14 Los pecadores de Jerusalén tiemblan de temor; el terror se apodera de los que no tienen a Dios. «¿Quién puede vivir con este fuego devorador? —claman—. ¿Quién puede sobrevivir a este fuego consumidor?». |
15 Los que son honestos y justos, los que se niegan a obtener ganancias por medio de fraudes, los que se mantienen alejados de los sobornos, los que se niegan a escuchar a los que traman asesinatos, los que cierran los ojos para no ceder ante la tentación de hacer el mal; |
16 éstos son los que habitarán en las alturas. Las rocas de los montes serán su fortaleza; se les proveerá alimentos, y tendrán agua en abundancia. |
17 Sus ojos verán al rey en todo su esplendor, y verán una tierra que se pierde en la distancia. |
18 Recordarán este tiempo de terror y preguntarán: «¿Dónde están los oficiales asirios que contaban nuestras torres? ¿Dónde están los contadores que anotaban el botín sacado de nuestra ciudad caída?». |
19 Ustedes ya no verán a esa gente feroz y violenta, con su idioma extraño y desconocido. |
20 En cambio, verán a Sión como lugar de festivales sagrados; verán a Jerusalén, una ciudad tranquila y segura. Será como una carpa con las sogas tensas y con las estacas firmemente clavadas. |
21 Para nosotros el SEÑOR será el Poderoso. Será como un ancho río de protección que ningún enemigo puede cruzar; por el cual no puede navegar ningún barco enemigo. |
22 Pues el SEÑOR es nuestro juez, nuestro legislador y nuestro rey; él cuidará de nosotros y nos salvará. |
23 Las velas de los enemigos cuelgan flácidas de los mástiles rotos, junto con aparejos inútiles. El pueblo de Dios repartirá el tesoro; ¡hasta los cojos recibirán su porción! |
24 El pueblo de Israel ya no dirá: «Estamos enfermos e indefensos», porque el SEÑOR perdonará sus pecados. |