1 «Escúchenme, todos los que tienen esperanza de ser liberados, todos los que buscan al SEÑOR. Consideren la piedra de la que fueron tallados, la cantera de la que fueron extraídos. |
2 Sí, piensen en Abraham, su antepasado, y en Sara, que dio a luz a su nación. Cuando llamé a Abraham, era un solo hombre; pero, cuando lo bendije, se convirtió en una gran nación». |
3 El SEÑOR volverá a consolar a Israel* y tendrá piedad de sus ruinas. Su desierto florecerá como el Edén, sus lugares desolados como el huerto del SEÑOR. Allí se encontrarán gozo y alegría; los cantos de gratitud llenarán el aire. |
4 «Escúchame, pueblo mío; óyeme, Israel, porque mi ley será proclamada y mi justicia llegará a ser una luz para las naciones. |
5 Mi misericordia y mi justicia ya se acercan, mi salvación viene en camino; mi brazo fuerte hará justicia a las naciones. Las tierras lejanas me buscarán y con esperanza aguardarán mi brazo poderoso. |
6 Levanten los ojos a los altos cielos y miren la tierra abajo. Pues los cielos desaparecerán como humo y la tierra se gastará como una prenda de vestir. Los habitantes de la tierra morirán como moscas, pero mi salvación permanece para siempre; mi reinado de justicia nunca tendrá fin. |
7 »Escúchenme, ustedes que distinguen entre lo bueno y lo malo, ustedes que atesoran mi ley en el corazón. No teman las burlas de la gente, ni tengan miedo de sus insultos. |
8 Pues la polilla los devorará a ellos como devora la ropa y el gusano los comerá como se come la lana. Pero mi justicia permanecerá para siempre; mi salvación continuará de generación en generación». |
9 ¡Despierta, oh SEÑOR, despierta! ¡Vístete de fuerza! ¡Mueve tu poderoso brazo derecho! Levántate como en los días de antaño, cuando mataste a Egipto, al dragón del Nilo.* |
10 ¿Acaso no eres el mismo hoy, el que secó el mar, haciendo un camino en las profundidades para que tu pueblo pudiera escapar y cruzar al otro lado? |
11 Regresarán los que fueron rescatados por el SEÑOR y entrarán cantando a Jerusalén,* coronados de alegría eterna. Desaparecerán el dolor y el luto y estarán llenos de gozo y de alegría. |
12 «Yo, sí, yo soy quien te consuela. Entonces, ¿por qué les temes a simples seres humanos que se marchitan como la hierba y desaparecen? |
13 Sin embargo, has olvidado al SEÑOR, tu Creador, el que extendió el cielo como un dosel y puso los cimientos de la tierra. ¿Vivirás en constante terror de los opresores humanos? ¿Seguirás temiendo el enojo de tus enemigos? ¿Dónde están ahora su furia y su enojo? ¡Han desaparecido! |
14 Pronto quedarán libres los cautivos. ¡La prisión, el hambre y la muerte no serán su destino! |
15 Pues yo soy el SEÑOR tu Dios, que agito el mar haciendo que rujan las olas. Mi nombre es SEÑOR de los Ejércitos Celestiales. |
16 Y he puesto mis palabras en tu boca y te he escondido a salvo dentro de mi mano. Yo extendí* el cielo como un dosel y puse los cimientos de la tierra. Yo soy el que le dice a Israel: “¡Tú eres mi pueblo!”». |
17 ¡Despierta, oh Jerusalén, despierta! Has bebido la copa de la furia del SEÑOR. Has bebido la copa del terror, la has vaciado hasta la última gota. |
18 Ni uno de tus hijos queda con vida para tomarte de la mano y guiarte. |
19 Estas dos calamidades te han ocurrido: la desolación y la destrucción, el hambre y la guerra. Y ¿quién ha quedado para compadecerse de ti? ¿Quién ha quedado para consolarte?* |
20 Pues tus hijos se han desmayado y yacen en las calles, tan indefensos como antílopes atrapados en una red. El SEÑOR ha derramado su furia; Dios los ha reprendido. |
21 Pero ahora escuchen esto, ustedes los afligidos, que están completamente borrachos, aunque no por haber bebido vino. |
22 Esto dice el SEÑOR Soberano, su Dios y Defensor: «Miren, yo les quité de las manos la copa aterradora; ya no beberán más de mi furia. |
23 En cambio, entregaré esa copa a quienes los atormentan, a los que dijeron: “Los pisotearemos en el polvo y caminaremos sobre sus espaldas”». |