1 «Escuchen en silencio ante mí, tierras más allá del mar. Traigan sus argumentos más convincentes. Vengan ahora y hablen; el tribunal está listo para oír su caso. |
2 »¿Quién ha incitado a ese rey del oriente, llamándolo en justicia para el servicio de Dios? ¿Quién le da victoria a ese hombre sobre muchas naciones y permite que pisotee a los reyes? Con su espada, reduce a polvo a los ejércitos y con su arco los esparce como la paja ante el viento. |
3 Los persigue y avanza seguro, aunque pisa terreno desconocido. |
4 ¿Quién ha hecho obras tan poderosas, llamando a cada nueva generación desde el principio del tiempo? Soy yo, el SEÑOR, el Primero y el Último; únicamente yo lo soy». |
5 Las tierras más allá del mar observan con temor; las tierras lejanas tiemblan y se movilizan para la guerra. |
6 Los fabricantes de ídolos se alientan unos a otros y se dicen: «¡Sé fuerte!». |
7 El escultor anima al orfebre, y el que hace moldes colabora en el yunque. «Muy bien —dicen—, está quedando bien». Con cuidado juntan las piezas, después sujetan el ídolo para que no se caiga. |
8 «Pero en cuanto a ti, Israel, mi siervo, Jacob, a quien he escogido, descendiente de mi amigo Abraham, |
9 te he llamado desde los confines de la tierra, diciéndote: “Eres mi siervo”. Pues te he escogido y no te desecharé. |
10 No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha victoriosa. |
11 »¿Ves? Todos tus furiosos enemigos están allí tendidos, confundidos y humillados. Todo el que se te oponga morirá y quedará en la nada. |
12 Buscarás en vano a los que trataron de conquistarte. Los que te ataquen quedarán en la nada. |
13 Pues yo te sostengo de tu mano derecha; yo, el SEÑOR tu Dios. Y te digo: “No tengas miedo, aquí estoy para ayudarte. |
14 Aunque seas un humilde gusano, oh Jacob, no tengas miedo, pueblo de Israel, porque yo te ayudaré. Yo soy el SEÑOR, tu Redentor. Yo soy el Santo de Israel”. |
15 Serás un nuevo instrumento para trillar, con muchos dientes afilados. Despedazarás a tus enemigos, convirtiendo a los montes en paja. |
16 Los lanzarás al aire y el viento se los llevará; un remolino los esparcirá. Entonces te alegrarás en el SEÑOR; te gloriarás en el Santo de Israel. |
17 »Cuando los pobres y los necesitados busquen agua y no la encuentren, y tengan la lengua reseca por la sed, entonces yo, el SEÑOR, les responderé; yo, el Dios de Israel, nunca los abandonaré. |
18 Abriré ríos para ellos en los altiplanos. Les daré fuentes de agua en los valles y llenaré el desierto con lagunas de agua; por la tierra reseca correrán ríos alimentados por manantiales. |
19 Plantaré árboles en el desierto árido: cedros, acacias, mirtos, olivos, cipreses, abetos y pinos. |
20 Lo hago para que todos los que vean este milagro comprendan lo que significa: que el SEÑOR es quien lo ha hecho, el Santo de Israel lo ha creado. |
21 »Expongan el caso de sus ídolos —dice el SEÑOR—. Que demuestren lo que pueden hacer —dice el Rey de Israel* —. |
22 Que intenten decirnos lo que sucedió hace mucho tiempo, para que podamos examinar las pruebas. O que nos digan lo que nos depara el futuro, para que podamos saber lo que sucederá. |
23 Sí, dígannos lo que ocurrirá en los próximos días. Entonces sabremos que ustedes son dioses. ¡Por lo menos hagan algo, bueno o malo! Hagan algo que nos asombre y nos atemorice. |
24 ¡Pero no! Ustedes son menos que nada y no pueden hacer nada en absoluto. Quienes los escogen se contaminan a sí mismos. |
25 »Yo incité a un líder que vendrá del norte; lo he llamado por su nombre desde el oriente. Le daré la victoria sobre reyes y príncipes; los pisoteará como el alfarero pisa la arcilla. |
26 »¿Quién les dijo desde el principio que esto sucedería? ¿Quién predijo esto, haciéndoles admitir que él tenía razón? ¡Nadie dijo una sola palabra! |
27 Yo fui el primero en decirle a Sión: “¡Mira! ¡La ayuda está en camino!”* . Enviaré a Jerusalén un mensajero con buenas noticias. |
28 Ninguno de sus ídolos les dijo esto; ni uno respondió cuando pregunté. |
29 Como ven, todos son objetos necios y sin ningún valor; sus ídolos son tan vacíos como el viento. |